viernes, 23 de enero de 2015

El autor de Cyrano de Bergerac pudo plagiar El Quijote


       Reconozco que este libro, que me regaló una buena amiga en mi adolescencia, y su versión cinematográfica (1990) con un genial Gérard Depardieu dando vida al protagonista, se encuentran entre mis obras y películas favoritas. Quien haya leído el libro o visto la película, habrá reparado en las continuas referencias que se hacen a la obra cumbre de Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha. Pero, ¿llegó a plagiar el autor de Cyrano de Bergerac, el escritor francés Edmond Rostand, a Cervantes?.

             Como curiosidad debo decir que el genial libro Cyrano de Bergerac que hizo famoso a su escritor y autor, Edmond Rostand, acabó siendo odiado por él mismo al convertirse en su condena ya que al hacerse muy conocido con esta su primera obra, todos sus lectores esperaron que el resto de sus trabajos estuvieran “a su nivel” por lo que cayó en desgracia al no lograrlo, en opinión de críticos y lectores en general.
            Ahora bien, centrándonos en Cyrano de Bergerac, en cierto momento de la obra, cuando el espadachín está intercambiando reproches con un poderoso aristócrata apellidado De Guiche, éste le pregunta: “¿Conocido os es el Don Quijote?” a lo que responde el protagonista: “lo he leído y ante ese loco insigne me descubro”.
De Guiche: Recordad, señor mío, si cual bravo discreto sois…/ …el capítulo aquel de los molinos.
Cyrano (saludando): El capítulo octavo.
De Guiche: Pensad que, del ataque en el momento…
Cyrano: ¿Según eso acometo yo a personas que acostumbran a girar a todo viento?
De Guiche: ¡Que con un movimiento, de sus brazos, si osáis acometellas, al fango os lanzarán!...
Cyrano (haciendo una reverencia con el sombrero): ¡O a las estrellas!.

            Igualmente en otro momento de la obra vuelve a mencionar la obra de Cervantes y de nuevo el protagonista muestra sus simpatías por el genial loco cervantino. No obstante, en cierto momento en que se muestra el Cyrano más frágil, uno de sus amigos le dice: “filosófico estáis”, a lo cual responde Cyrano: “es que no como”. Y es aquí donde precisamente encuentro cierto posible plagio por parte de Edmond Rostand, ya que semejante diálogo lo tiene precisamente Alonso Quijano (“el ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”) con su fiel escudero Sancho Panza.
            No quisiera concluir esta entrada sin dejar aquí señaladas algunas bonitas frases que figuran en la obra más famosa de la lengua castellana:
- Don Quijote soy, y mi profesión la de andante caballería. Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato?.

- Al bien hacer jamás le falta premio.
 - No ames lo que eres, sino lo que puedes llegar a ser.
 - Cada uno es artífice de su propia ventura.
- Confía en el tiempo que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.
- Un hombre vale lo que su palabra.
- Dad crédito a las obras y no a las palabras.
- Después de las tinieblas espero la luz.
- El amor antojadizo no busca cualidades, sino hermosuras.
- Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.
- El año que es abundante de poesía, suele serlo de hambre.
- Como no estás experimentado en las cosas del mundo, todas las cosas que tienen algo de dificultad te parecen imposibles.
- El valor reside en el término medio entre la cobardía y la temeridad.
- La honra del amo engendra la del criado; según esto, mira a quién sirves y verás cuán honrado eres.
- Las armas requieren espíritu como las letras.
- Para todo hay remedio, si no es para la muerte.
- Si los perros ladran, Sancho, es señal que cabalgamos.


            Y para no hacer de menos a la obra de Edmond Rostand, añadiré algunas bonitas frases con las que nos deleitó en Cyrano de Bergerac:
- Todas nuestras almas están escritas en nuestros ojos.
- Tengo una idea diferente de elegancia. No me visto como un petimetre, pero mi moral es impecable. Nunca aparezco en público con la consciencia sucia, el honor manchado, escrúpulos raídos o sin lavarme. Siempre estoy inmaculadamente limpio, adornado con franqueza e independencia. Puede que no tenga una figura elegante, pero mantengo mi alma erecta.

- Tómalas y convierte en hechos mis fantasías.
- Quizá no escale a grandes alturas, pero escalo solo.
- Mi corazón se esconde siempre tímidamente tras mi mente. Me pongo a hacer caer estrellas del cielo, luego por miedo al ridículo, paro y recojo pequeñas flores de elocuencia.

- Cantar, soñar, en cambio. Estar solo, ser libre. Que mis ojos destellen y mi garganta vibre. Ponerme, si me place, el sombrero al revés, batirme por capricho o hacer un entremés. Trabajar sin afán de gloria o de fortuna. Imaginar que marcho a conquistar la Luna. No escribir nunca nada que no rime conmigo y decirme, modesto: ah, mi pequeño amigo, que te basten las hojas, las flores y las frutas, siempre que en tu jardín sea donde las recojas.


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