En una entrada anterior ya se
trató someramente la vida del monarca inglés Robert I de Escocia. Ahora vamos a prestar atención a lo que sucedió con su corazón, a su muerte.
Robert the Brus fue enterrado en Dunfermline, si
bien su corazón fue embalsamado e introducido en una pequeña caja de plata que pasó
a ser custodiada por James Douglas, uno de sus más íntimos y fieles guerreros.
Su corazón, en inglés, se denominaba Brave’s
heart, “el corazón de Brave” (sobrenombre de Robert the Brave, el gaélico Robert the
Brus que degeneró en Robert Bruce).
Si prestamos atención a las fechas, la batalla definitiva que supuso
la total independencia del reino escocés respecto del inglés (y por ende del francés, aliado de
Inglaterra) ocurrió el 24 de junio de 1314. ¿No dice nada tal fecha al lector?.
Pues resulta que ese
año la orden del Temple fue oficialmente abolida (cruelmente disuelta, en
varios reinos cristianos, entre los que se contaba Francia). Por ello, no
tardaron en surgir una serie de testimonios y habladurías que mencionaban que
muchos monjes-soldados templarios, que lograron sobrevivir a su persecución en
territorio francés, huyeron a Escocia, pasando a engrosar las tropas de Robert I
contra los ingleses. De hecho, son varios los autores que valoran el gran aporte
de este efectivo ejército cruzado para la derrota aplastante de las tropas inglesas, mayores en número que las escocesas. Hay crónicas que ascienden a 432
los templarios que participaron en la batalla de Bannockburn. Y otros
escritores más fantasiosos especulan con la llegada a Escocia del santo Grial
(a Rosslyn) e incluso el codiciado tesoro de los templarios.
¿Fueron
antiguos templarios los que se responsabilizaron de llevar el corazón de Robert
a Tierra Santa, como pidió expresamente el monarca en su lecho de muerte?. Recordemos que la
orden templaria se creó en Jerusalén para defender los Santos Lugares de los
infieles que pudieran poseerlos.
Sea como
fuere, el hecho es que a la muerte del monarca en 1329, Escocia se se vio
inmersa en numerosas peleas intestinas y contra Inglaterra, siendo asolada en 1385 por las tropas inglesas, que se cebaron con Edimburgo y con la iglesia
de Saint Giles, en la abadía de Melrose, donde reposaban los restos de Robert
I, quedando totalmente reducida a escombros.
Pero para
entonces, el corazón de Robert I viajaba por mar rumbo a la Península Ibérica
ya que en esas fechas los Santos Lugares se habían dado definitivamente por
perdidos y la Cruzada
contra el infiel se libraba en los reinos peninsulares.
El Papa había
promovido una Cruzada contra los musulmanes concediendo el perdón de los pecados a
todos los caballeros y guerreros cristianos que lucharan contra los árabes que
se encontraban en la Península Ibérica.
El efecto llamada fue tal que llegaron numerosos guerreros de toda Europa
dispuestos a asolar poblaciones musulmanas e incluso judías para saquearlas y
quedarse con sus pertenencias como botín de guerra. En este marco, desembarcan
los guerreros escoceses con Douglas al frente llevando la caja con el corazón
de Robert de Bruce colgada y sujeta en su pecho.
Tras
desembarcar en el puerto de Sevilla, los escoceses (cerca de medio centenar) se
ponen a las órdenes del joven rey Alfonso XI, recibiendo las órdenes de
engrosar las tropas cristianas y seguir las indicaciones de sus generales, que ordenan avanzar hacia la ciudad de Teba (la romana Attegua, en la
actual provincia de Málaga), en manos de musulmanes del reino de Granada. El 7 de agosto de 1330 llegan los primeros soldados
cristianos, que sitian el castro en torno a la fortaleza de Teba. Al ver desplazarse
el numeroso ejército cristiano, el joven Mohamed IV mandó refuerzo de tropas
nazaríes hacia Teba encabezadas por el temido general Ozmín, quién contaba con
zenetes, fieros berberiscos africanos, entre sus tropas. Conocedores de la
noticia, los generales cristianos mandaron a sus soldados acampar y aguardar a
que todas las tropas llegaran y se reagrupasen para hacer frente a los árabes. Entonces ocurre un hecho extraño, de atenernos a las crónicas de la época.
Reunido el
ejército cristiano y con todo listo para entrar en batalla, Douglas arremete
con sus hombres hacia el enemigo nazarí, sin esperar ni atender a las órdenes
de sus superiores. Para sorpresa de todos, se desató el cofre con el cuerpo de
Robert y lo arrojó hacia los árabes gritando algo así como “ahora muéstranos
el camino, ya que venciste, y yo te seguiré o moriré”. El lector no tiene que ser muy sagaz para suponer el resultado de
tal acción… Efectivamente, Douglas y posiblemente todos los escoceses murieron a
manos de los árabes al inicio de la batalla de Teba, la cual se saldó finalmente
el 30 de agosto con la toma de la plaza por parte de los cristianos y el refugio
de los soldados musulmanes supervivientes en la cercana plaza fuerte de Turón.
Allí llevaron los árabes el cuerpo de Douglas, el recipiente con el corazón y
otros restos de la batalla. El general Ozmín fallecería por la combinación de
una enfermedad y de las heridas sufridas, así que sus tropas regresaron a
Granada, entregando los restos de Douglas y el recipiente a Mohamed IV,
en la Alhambra. Al
conocer a quienes pertenecían tales restos, Mohamed IV se los hizo llegar al
rey castellano quien a su vez los entregó a los pocos caballeros escoceses
supervivientes, comandados por Keith de Galston. Los escoceses dieron por concluida su
misión regresando a Escocia, al considerar que el alma de Robert the Bruce
había logrado participar y capitanear una batalla contra el infiel.
El corazón de
Robert I se enterró junto a sus profanados restos en la reconstruida abadía de
Melrose (en la imagen superior, resaltada por una elipse roja), mientras que los restos
de sir James Douglas reposaron en el
panteón familiar de los Douglas, en Lanarkshire (St Bride’s Church). En Melrose
se construyó una pequeña estela con la leyenda “un corazón noble no puede estar en paz, sin libertad”.
En la imagen, reconstrucción de la época de la batalla de Teba, urna con (posiblemente) el corazón de Robert I y espada de Douglas que se cree que era la del propio Robert I.
Debido
a que la iglesia de Saint Giles fue profanada por los soldados ingleses poco
después de ser enterrado Robert I, había dudas acerca de la autenticidad de los restos hallados del monarca. Así, en una de las campañas de excavación realizadas a fin de asegurar su certeza, se desenterró en
julio de 1996 una caja con el dibujo de un corazón, que se cree que es la
que contenía el corazón del monarca escocés. Este recipiente fue reenterrado por
el Ministerio de Fomento en marzo de 1921, en el suelo de la Sala Capitular y desenterrado
en 1996. Posteriormente volvió a enterrarse el 16 de junio de 1998, colocando
sobre él la pequeña losa con la leyenda ya mencionada antes.
A
modo anecdótico, cabe añadir que son varios los autores que consideran que los
francmasones nacieron en Escocia tras la combinación de posibles logias
escocesas con el saber iniciático templario, si bien no son –por el
momento- más que meras elucubraciones.
De
los descendientes de Robert I (su hija) se generará la dinastía de los
Estuardo.
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