Las Pirámides de
Egipto nos siguen fascinando a todos, ya no sólo por cómo se alzan,
desafiantes en el horizonte, sino porque resultan ser montañas artificiales
llenas de misterios. Las últimas de las 7 maravillas del mundo antiguo que
permanecen en pie, dieron lugar a la creación de un refrán egipcio que dice: “al
hombre le aterra el tiempo, pero el tiempo teme a las pirámides”. Igualmente,
se cuenta que Napoleón Bonaparte, al llegar a El Cairo, dijo aquello de “desde
lo alto de esas pirámides, cuarenta siglos os contemplan”, frase que muchos ponen
realmente en duda que dijera. Sin embargo, si la dijo, no andaba nada
desencaminado el emperador francés, ya que una científica inglesa publicó en el
Nature –la revista científica más
prestigiosa- un concienzudo análisis astronómico por el que ubicaba su creación
en torno al 2.460 a.C. Por el momento se las suele considerar realizadas hacia el 2.500- 2.570 a.C, al menos la Gran Pirámide. De ser cierto, serían contemporáneas al círculo de
piedra Stonehenge … y al menos tres milenios más modernas que muchos de los
megalitos de la Península Ibérica.
Como
digo, las pirámides de Egipto siguen fascinando a muchos por la gran cantidad
de enigmas que encierran. Uno de ellos es el gran conocimiento astronómico que
se desprende de sus dimensiones y orientaciones, tres mil años antes del cambio
de era. Por ejemplo, se ha visto que si multiplicamos la altura de la
pirámide de Keops por mil millones obtendremos la distancia de la Tierra al
Sol…aproximadamente, pues la Tierra se encuentra a 149.600.000 km del Sol, y la
pirámide x 1.000.000.000 = 150.000.000 km. A esta distancia se la conoce como
unidad astronómica, UA, y se considera que fue conocida por el astrónomo
italiano Gian Doménico Cassini, ya en 1672. El problema es que según las fuentes
que tomemos, veremos que la altura de la Gran Pirámide es 146, 6 m (que
redondean a 149, 6 m si se añade el material que ha sido erosionado y la
cubierta de losas de mármol blanco que la cubría).
Además,
visto desde el aire el conjunto de las tres pirámides de Giza asemeja al
“cinturón” de la constelación de Orión.
Esquemas
entre las equivalencias de la disposición de las tres pirámides de Giza con las
estrellas principales del cinturón de la constelación de Orión (Orion’s belt),
con nuestra galaxia la Vía Láctea (Milkyway) y el río Nilo (Nile).
Por
otro lado, matemáticamente hablando se encuentra una nueva alegría si tomamos
dos veces la longitud de la base de la Gran Pirámide (2 x 230,38 m) y la
dividimos entre la altura (146,6 m). ¿Qué se obtiene? 3,14297, es decir el
número Pi bastante aproximado (hoy sabemos que es 3,14159265358…). Ahora bien,
el fallo que observo en este caso es que se toma la altura actual (si tomamos la
149,6 m supuesta, el valor se desvía bastante del de Pi). Si esa altura la multiplicamos por mil millones, se nos desvía bastante de la distancia
de la Tierra al Sol. Entonces, ¿qué valor tomar por cierto y considerado en
las dimensiones de la Gran Pirámide, la distancia Tierra-Sol o el número Pi?
Personalmente, me decanto por la segunda opción. Y es que ya en otra entrada
mostré mi parecer respecto a determinados números matemáticos codificados
hábilmente en determinados monumentos. La razón la encontraba no tanto en
intenciones conspiracionistas ni en sectas secretas que deseaban “decir sin
decir” sus conocimientos, sino más bien en nuestra genética, en nuestra
inclinación natural a ver en determinadas proporciones el ideal de la
belleza. Para más datos, remito al lector a dicha entrada, picando aquí.
¿En
qué me baso para esta suposición? Nuevamente, en las evidencias arqueológicas. Y
es que se ha encontrado que los constructores egipcios utilizaban como unidad
de medida el denominado “codo real”, de 0,523 metros de longitud. Si pasamos la
longitud de la base de la Gran Pirámide y su altura a esta unidad,
encontraremos que corresponden exactamente a 440 y 280 codos, respectivamente.
Por tanto, la base respecto a la altura corresponde a la proporción aproximada de
1,6 (1,571). Pero si hacemos la operación en codos para obtener Pi, vemos que
(2 x 440)/280 = 3,142857, valor que difiere considerablemente del número Pi. Y
no sólo esto, sino que si aplicamos similar proporción al resto de las
pirámides egipcias, por ningún lado aparece el valor de Pi, hecho que lleva a
suponer que realmente es casual que aparezca Pi en el caso de la pirámide de Keops,
ya que en verdad buscaban la proporción base-altura, y no la codificación del valor
de Pi para que futuras generaciones repararan en lo listísimos que eran y lo
mucho que sabían de matemáticas.
Otra
cuestión son los testigos de granito encontrados supuestamente entre ruinas del
Egipto antiguo por Flinders Petri en 1881 en el valle de Kefrén, que muestran
marcas similares a muchos tornos y cortadoras actuales de granito, con
“anillos” paralelos a lo largo de toda su superficie. Petri llegó a encontrar
hasta 7 de estos testigos, así como marcas de ellos en grandes bloques de
granito de diversos obeliscos y templos.
“Codo
real” en el Museo Arqueológico de El Cairo (Egipto). Detalle de un testigo de
granito hallado por el egiptólogo Flinders Petri y detalle de una pintura
egipcia en la tumba de Regmira donde se observa una pareja de obreros, uno de
ellos con un arco en mano, que parece utilizar un taladro con arena como agente
abrasivo.
Otro
enigma habla de la utilidad de estas estructuras ¿Sirvieron como tumba para
determinados faraones? Y en ese caso, ¿por qué albergan en su interior enormes
sarcófagos construidos en un único bloque (monolíticos) que forzosamente
debieron ubicarse en el interior de la pirámide durante su construcción
–pues es imposible meterlos a través de los estrechos pasillos con su enorme
peso- y que fueron hallados totalmente sellados…y con el interior vacío? Al respecto, no
faltan investigadores que interpretan las pirámides como grandes centrales
eléctricas, dado que existen algunos grabados egipcios que parecen mostrar
bombillas eléctricas y ciertamente no se han hallado restos de hogueras o
antorchas que pudieran servir para iluminar tumbas, palacios y pirámides.
Una
quinta cuestión alude al aspecto de sus paredes, desprovistas totalmente de
dibujos, grabados o jeroglifos, a pesar de existir documentos árabes del siglo
XI o anteriores que hablan de jeroglíficos cubriendo determinadas paredes cuando
los primeros curiosos se adentraron en estos monumentos hasta entonces
infranqueables, dinamita en mano pensando hallar enormes tesoros de oro y
piedras preciosas.
Las
denominadas, en el ambiente ufológico, “lámparas de Dendera” y su
reconstrucción como bombillas eléctricas, hace cuatro mil años. Determinados jeroglifos han sido interpretados como la representación de una bombilla (en verde) y el filamento de cobre de éstas (en rojo). Yo veo la "peineta" con la cobra que llevaban los faraones simbolizando al alto Egipto y la representación de un pez o incluso del propio Nilo con sus meandros.
Un
sexto enigma, sin duda, es el relativo a cómo se construyeron las pirámides. Se
han propuesto todo tipo de acciones, desde troncos de palmeras como rodillos
sobre los que se arrastrarían las enormes piedras, hasta el empleo de enormes
convoyes de bueyes tirando de ellas, por no entrar en explicaciones
fantasiosas. Sin embargo, los propios egipcios representaron en sus grabados
cómo llevaban a cabo los desplazamientos de sus enormes estructuras
construidas: ¡utilizaban trineos!.
Dibujo
que representa el desplazamiento de una descomunal estatua tallada de un faraón,
en la tumba de Djehutihotep, descubierta en 1817. Prestemos atención a un
detalle fundamental: justo antes del trineo hay un hombre encargado de verter
cierto líquido en la arena.
Con
este dibujo en mente, un equipo de científicos de la universidad de Ámsterdam, junto con físicos de la FOM (Fundación
Investigación Fundamental de la Materia), procedieron a realizar
experimentalmente una simulación de lo observado en la composición dibujada,
encontrando que resultaba fundamental la adición de una cantidad
concreta de agua en la arena para que disminuyera sorprendentemente la fricción
(esto es, la resistencia que ejercía la arena al arrastre de materiales),
resultando relativamente fácil desplazar el pesado –y preciado- objeto encima del
trineo sobre la arena mojada. Así lo publicaron en su artículo de 2014 en la Physical Review Letters, defendiendo que
una cantidad concreta de agua sobre un lecho de arena de las particularidades
de la meseta de Giza reducía la fricción hasta un 50 %, por la sencilla razón
de que evitaba que la arena seca se fuera acumulando constituyendo una barrera
frente al avance. Esta sencilla idea se puede comprobar en la playa, pudiéndose
correr más fácilmente en determinadas zonas húmedas que han compactado el
terreno endureciéndolo, frente a la parte de la playa alejada del agua en la
que se hace sumamente costoso el andar.
Como
es de suponer, no es la única teoría que se da, ya que aparte de poder
desplazar grandes pilas de bloques en estos trineos de madera –algunos
conservados y expuestos en el Museo del Cairo-, hay otros autores –como el
ingeniero Dick Parry- que basándose en otros hallazgos consideran que a cada bloque
cuadrado se añadían unos objetos de madera en forma semicircular, de forma que
permitían transportar cada bloque rodando, a modo de pesada rueda.
Distintas
propuestas realizadas por el ingeniero británico Dick Parry en su libro
“Engineering of Pyramids”, basándose en el hallazgo de curiosas formas
semiesféricas realizadas en madera, llegó a proponer que servían para añadirse
a los lados de los bloques de caliza que forman la pirámide, para poder ser
arrastrados sobre raíces, rodando (A). Para subir las pendientes para construir
los escalones de las pirámides, bastaba con añadirse a la base una estructura a
modo de cuña, construida también en madera, que cumplieran la proporción de ser
4 veces la altura, en la longitud en su base (B). La ausencia de muchos de
estos objetos semiesféricos en el registro, la explica porque –aparte de ser de
madera y por tanto, difícil de conservar en los 4 mil años que nos separan
desde la construcción de las pirámides- se podían atar a los bloques palos redondos
para el mismo fin de hacer rodar al conjunto (C).
Como
vemos, es posible explicar la construcción de estos ingentes colosos de
piedra con medios rudimentarios, y sin embargo no faltan las más disparatadas
alternativas que atribuyen sus construcciones a supuestos ingenieros
alienígenas que, tras cruzar medio universo no se les ocurrió mejor idea que
ponerse a hacer manualidades y construir tres pirámides en plena meseta de
Giza, para asombro de paisanos, camellos y beduinos que por allí transitaban.
En conclusión, que vemos como la
imaginación del hombre no tiene límites, de forma que lejos de deleitarse con los enormes monumentos de la antigüedad, no duda en ir más allá
queriendo sacar imaginarias interpretaciones en las que mete alienígenas y manipulaciones genéticas para crearnos como raza de esclavos y qué se yo qué más desvarios, o bien recurrir a conocimientos que
posiblemente no tuvieran (eso sí, correctamente codificados, vaya a ser que sus coetáneos pudieran compartir ese saber y fueran un pueblo culto y desarrollado), en cada centímetro de estas colosales y maravillosas
construcciones.
Me ha gustado su articulo. Dentro de lo entendible me ha sorprendido que no se haya detectado humos procedentes de combustiones vegetales en sus pasillos, ¿cómo se alumbraban entonces?, porque me imagino que los `pasillos tendrían mucha longitud. ¿cómo se podría generar eléctricidad en su interior?. Saludos
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Rodri. Permítame que le diga que pone usted el dedo en la llaga pues lo cierto es que son muchos los que se han planteado lo que usted. De hecho esa longitud es la que ha jugado contra la teoría más aceptada, la que habla del uso de objetos de bronce sumamente pulidos, de manera que permitían reflejar el sol. El problema es que dicho reflejo iría perdiendo intensidad conforme se reflejaba en sucesivos "espejos" pasillo adentro. Pero hasta el momento, como digo, es lo que suele aceptarse por válido. Tal es así que si ve la taquillera película "La Momia" (la primera), fíjese cuando comienzan las excavaciones y "ella" (la protagonista, que hace aquí de bibliotecaria, y en Ágora hará de Hipatia) emplea estos "espejos" de bronce semicirculares para iluminar la estancia.
ResponderEliminarCon respecto a la generación de electricidad, los conspiracionistas y partidarios de visitantes alienígenas se basan en un curioso hallazgo conocido como "la batería de Bagdad", que resultó ser un jarroncito con un cilindro de cobre en su interior y a su vez una barra de hierro dentro de éste. Al verter vinagre cubriendo todo el conjunto, dentro del jarroncito de cerámica, se comprobó que transmitía la electricidad, al modo de nuestras actuales pilas. Y por eso, si se fija en la figura de mi texto con la reconstrucción de la supuesta bombilla egipcia puede apreciar cómo se sacan de la manga recipientes de mayor tamaño a imitación de esta pila o batería de Bagdad. ¿Pudo existir esto? probablemente. ¿Los hallazgos arqueológicos lo respaldan? no. Hasta el momento no se ha encontrado nada parecido así que por imaginar...Como decimos en España: "ancha es Castilla".. Saludos.