Entre tanta convulsión política nacional (la deriva hacia una nueva dictadura con Pedro Sánchez en su papel de Calígula, volando desde dentro la democracia, la separación de poderes –fundamentalmente el ejecutivo y el legislativo-, la colocación a dedo de toda su clientela en puestos estratégicos y la censura cada vez más marcada, tratando de amnistiar a los guerrilleros urbanos de la CUP y tsunami democrático pero gaseando a los que se manifiestan pacíficamente ante la sede madrileña del PSOE, ancianos y niños incluidos) e internacional (guerra Rusia-Ucrania y guerra de Israel contra el grupo terrorista Hamás), además de una España cada vez más empobrecida y con una invasión –no puede llamarse de otro modo, pues este fin de semana llegaban solo a Canarias 1.500 inmigrantes más, cerrando el mes de Noviembre con 4.000 inmigrantes llegados de manera ilegal solo a Canarias, sin contar los que han llegado a las costas andaluzas, alicantinas ni murcianas, según datos oficiales-, pasaba desapercibida una noticia que me ha resultado sorprendente y que ocurría de manera casual.
Resulta que durante una revisión cotidiana de los fondos de un museo británico, abriendo cajas y revisando su contenido, así como el estado de conservación de los materiales y demás procesos, se descubrió una serie de documentos que parecían estar escritos en un español antiguo. Por ese motivo decidieron informar de lo ocurrido a una trabajadora española voluntaria que allí se encontraba, Elvira Barroso Bronheim, con la intención de que pudiera leer algo de lo consignado en aquellos legajos, para hacerse una idea de lo que tenían ante ellos.
Y resultó que se trataba de cartas, diarios de a bordo, testamentos, recetas de cocina, mapas y demás documentos confiscados por piratas y marinos ingleses durante sus ataques ilegales –es sabido la de veces que Inglaterra se saltaba las treguas y paces alcanzadas con España a fin de rapiñar cualquier tesoro y cargamento de las Américas o de las Indias, mientras con la otra mano seguían proclamando la leyenda negra de las ansias patológicas de oro por parte de los españoles, como evidencio en mi libro sobre la Armada Invencible y la Leyenda Negra, en la que una muy arruinada reina Isabel I de Inglaterra se valió de los piratas para obtener dinero del Imperio Español rompiendo sus tratados de no agresión con Felipe II, monarca de España– y legales, a diversos buques del Imperio Español.
De esta manera tan casual se abría una ventana al pasado de la España de los siglos XVII y XVIII que mostraban, a partir de las misivas, la cotidianidad de los españoles que en ese tiempo trataban de seguir en contacto con sus familiares peninsulares, mientras buscaban fortuna y fama en América.
Poco a poco, todos estos documentos están siendo escaneados y subidos a la web creada de expreso, según la propia web: “Between 1652 and 1815, British privateers and naval vessels captured roughly 35,000 ships, from which they seized hundreds of thousands of papers that survive to this day as the Prize Papers – a “prize” being a captured ship” o lo que es lo mismo, «Entre 1652 y 1815, barcos británicos privados (es decir, piratas y corsarios) y de la Marina Inglesa capturaron alrededor de 35.000 barcos que proporcionaron cientos de miles de documentos preservados hasta hoy como “The Prize Papers”, que deriva de “prize, premio” como se consideraba a un barco capturado», de manera que ya hay varios investigadores trabajando en ellos y preparando libros con los que deleitarnos próximamente. Es el caso de Alejandro Salamanca, que se está centrando en las misivas incautadas del barco la Agata Galera, apresado en 1747 dentro del contexto de la denominada Guerra del Asiento angloespañola por el control del Caribe. Entre las misivas que llevaba en sus bodegas se encontraba la de un joven Joaquín Ruiz, que viajaba con su padre rumbo a Veracruz, con 16 años, y que relata, entre otras cosas: «Amigos míos, pongo en noticia de vms. como la víspera de mi salida de la Habana, habiendo ido a embarcarme a las diez de la noche con mi padre, al tiempo de subir la escala del navío se me fueron los pies y las manos con la oscuridad de la noche, caí al agua manteniéndome sobre ella más por obra de Dios que por mi habilidad, pues no sé nadar, y viéndome mi padre en tan grande conflicto usó todas las diligencias más prontas que requería el lance, y echándome un cabo quiso Dios, la Virgen, el señor San Antonio y el señor San José que lo agarrara, y no sé cómo lo agarré pues ya me faltaba el aliento y el sentido».
Sin duda todo este amplio conjunto de cartas y documentos diversos arrojará una visión de la España cotidiana de entre 1652 y 1815. Es el caso de la imagen anterior, derecha, que corresponde al conjunto de misivas que viajaba en el barco español La Perla (no la Perla Negra, de la serie de películas Piratas del Caribe) desde Perú a España y capturado en 1779; todo el conjunto, registrado como ref. HCA 30/313 de los Archivos Nacionales de Londres, se publicará online a lo largo del año que viene, 2024.
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