miércoles, 16 de septiembre de 2015

La geoda gigante de Pulpí: una maravilla natural extraordinaria


        Hay cientos de maravillas geológicas que la Naturaleza realiza a nuestro alrededor y en las que apenas reparamos por nuestras rutinas cotidianas y agobios varios. Una de ellas, que raramente ocurre, es la geoda gigante de Pulpí, en Almería, desconocida por muchísimos españoles y visitantes que no llegan a valorar la riqueza de nuestro país. Desde aquí deseo cambiar esa situación hablándoles de la singularidad que supone esta increíble maravilla natural, su extraña rareza y lo relativamente cerca que se encuentra de todos nosotros (las comunicaciones y transportes en España son uno de los fuertes de nuestro país, aprovechémoslo).


            Geológicamente hablando, una geoda es una roca internamente hueca cuyas paredes se encuentran rellenas de infinidad de preciosos cristales que apuntan hacia tal cavidad central.
            En uno de mis viajes por el mundo, visité Túnez. Eran otros tiempos y entonces la situación estaba más calmada. Fuimos en 4 x 4 a la frontera con Argelia, en una zona de cañones, oasis y restos de fortalezas militares del Imperio Romano. Allí sí nos acompañaron un par de soldados armados con metralletas, pero salvo su presencia, todo era aparente normalidad. Los niños de las aldeas se nos acercaban llevando numerosas piedras que malvendían por muy poco dinero y que contenían restos de peces fósiles, madera silicificada y bellísimas geodas.

Geodas con amatistas (izquierda), pequeños cristales de cuarzo (centro) y cortes de diversas geodas de ágata coloreadas artificialmente (derecha).

            Por lo general, las geodas son rocas porosas con huecos en su interior. Las aguas subterráneas ricas en sales minerales que circulan entre los sedimentos enterrados, se cuelan por los poros cristalizando en el interior de las rocas, ocupando todo el espacio o parte de él, para desarrollar vistosos cristales.
            Normalmente suelen precipitar variedades de la sílice (cuarzo rosa, amatista violeta, cuarzo cetrino amarillo-anaranjado, aventurina verde, etc) o de la calcita, si los fluidos hidrotermales o aguas subterráneas están en pleno proceso de formación de sistemas kársticos (simas, galerías, cuevas,…en materiales carbonatados).
            Son igualmente vistosas las geodas que se forman en burbujas de lava en cuyo interior precipitan “agujas” de cuarzo generalmente, contrastando las blancas agujas de cristales con la oscura roca volcánica que las rodea.
            Lo normal es que las geodas alcancen tamaños de un puño, si bien las geodas con amatistas que llegan de Brasil son espectaculares y en ocasiones, de grandes dimensiones.

Generalmente las geodas no sobrepasan el tamaño de un huevo de gallina, como se aprecia en la imagen izquierda comparándose con las dimensiones de un pico de geólogo “inoxidable” (o eso dicen siempre). No obstante hay geodas espectaculares, como las brasileñas (a la derecha).

            No sé si los lectores habrán visto la película “The Core”, “El Núcleo”, de catástrofes asociadas a la paralización del núcleo interno terrestre. Aunque sobre el papel la idea suena curiosa, en la práctica la película pudo conmigo y la añadiría gustosa a la lista de torturas del ámbito doméstico. Sin embargo, si la traigo a colación es porque en cierto momento en que varios científicos están atravesando las diversas capas de la Tierra, llegan a una zona que es una enorme geoda con afiladísimos cristales de amatista que al romperse provocan que se inunde de magma del manto (en la imagen).


             Pues, ¿qué diría el lector si le dijera que puede vivir su peculiar  y particular escena de “El Núcleo” en una geoda gigante y en este caso perfectamente real, encontrada en la provincia de Almería?.

Detalle del interior de la geoda de yeso de Pulpí.

            Adentrarse en el interior de esta geoda es alucinante, es como penetrar en otro mundo donde los enormes y bellísimos cristales de yeso se abren paso por doquier. El hombre allí alcanza proporciones de hormiga y no puede más que maravillarse.
            Sin embargo el equilibrio de estos descomunales cristales de superficies iridiscentes es terriblemente frágil por lo que se necesita un cuidadosísimo control de las visitas a fin de preservar para la posterioridad esta extraordinaria rareza natural.
            Se ubica a unos 50 metros de profundidad, dentro de la abandonada mina de plomo de Pilar de Jaravía, coincidiendo con el nivel del mar, que actualmente se encuentra a unos escasos 3 kilómetros de la mina.
            Fue encontrada fortuitamente en una excursión celebrada en diciembre de 1999 a dicha antigua mina, por parte de la Asociación “Grupo Mineralogista de Madrid” y hasta el momento, constituye la geoda más grande del mundo de la que se tenga constancia.



            A continuación se puede ver un vídeo de 5 minutos que el Canal Sur hizo de esta peculiar maravilla natural:

             Como la Ciencia nos enseña siempre, todo lo que ocurre una vez volverá a pasar, así que lo más extraordinario es que no es única en el mundo -aunque sí en Europa por el momento-, ya que existe otra (en este caso cueva, que no geoda) llena de enormes cristales afilados como sables, en  Chihuahua, México. Se trata de la cueva de Naica, con cristales, también de yeso, de hasta 11 metros de longitud en su interior. Fue encontrada también de manera casual, en este caso por unos trabajadores de la mina.
            Dentro de esta cueva, a unos 50 grados centígrados y en una humedad del 98 % se encuentra trabajando desde hace más de quince años un equipo científico dirigido por Juan Manuel García Ruíz, del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (dependiente del CSIC) con el fin de desentrañar las peculiaridades de estos enormes crecimientos de cristales de yeso en el desierto de México.


Se puede ver un vídeo de 8 minutos con algunos de los aspectos más relevantes de esta cueva mexicana en:

            Para los interesados en visitar la geoda, existe una recreación en la atalaya árabe de la localidad almeriense de Huercalovera, donde se proporciona información de esta peculiar formación geológica.

            Y ya que hablamos de dimensiones colosales, no podemos dejar de mencionar la mina más enorme de diamantes del mundo, la de Ekati, localizada en Canadá. 

La mina Ekati (en la imagen), junto con las minas Jericó, Diavik y Snap Lake proporcionan a Canadá tal cantidad de diamantes que lo posicionan como tercer país mundial en proporcionar estos minerales para elaboración de joyas.

       A continuación cederé la palabra al National Geographic para que hable de ella y de las colosales megamáquinas usadas en la explotación de esta mina situada cerca del Círculo Polar Ártico:

 



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