Sorprende mucho la ausencia de
mujeres en los relatos sobre la conquista de América. Aunque es cierto que la
labor de conquista correspondió al hombre, no es menos cierto que la mujer tuvo
un gran papel en esa empresa, ya fuera como compañera sentimental del
conquistador o bien ocupando papeles importantes en la administración española.
Los historiadores no hicieron justicia con ellas al otorgarles papeles
secundarios porque no solamente participaron como esposas abnegadas,
prostitutas o monjas, sino que fueron gobernadoras, encomendadoras, soldados,
maestras, financieras de expediciones ….
… papeles que ya desarrollaban tras el segundo
viaje de Colón, en 1493, donde se señalan a 4 mujeres, una al servicio de Colón
y dos comerciantes. De la cuarta sólo ha trascendido su nombre. Estos números
aumentaron a 30 mujeres en el siguiente viaje, de 1498.
La Corona siempre potenció el
papel de la mujer consciente de que con ella se controlaba y asentaba al conquistador, que
ayudaba a la estabilidad social y civilizador de la población y por tanto, del
Gobierno. Eso hizo que en 1544 se prohibiera a los exploradores casados que
iban hacia América, partir sin sus mujeres y se desarrollaran leyes que
favoreciera la “reunificación familiar”. Ya en 1502, en la gran expedición del
gobernador Nicolás de Ovando, viajaban familias enteras para colonizar el Nuevo
Mundo. Igual ocurrió en 1509, con la expedición de Diego de Colón, Gobernador
de La Española (Santo Domingo). Además de estas familias, llevaba con él a su
mujer María Álvarez de Toledo y su múltiple sequito de criadas.
Aspecto que
debió tener Doña María Álvarez de Toledo y Rojas. Blasón de su marido, que
posteriormente pasaría a ostentar ella.
La mujer, aunque en número mucho
menor, comenzaba a tener un mayor protagonismo en la conquista. Y no sólo las
españolas, sino otras acompañantes europeas como portuguesas, genovesas,
flamencas, napolitanas… incluso mujeres nativas que acompañaron en la empresa
al conquistador. La mujer alcanzó los más altos cargos de la gobernabilidad en
el Nuevo Mundo. La pionera fue la esposa del primogénito de Cristóbal Colón, María Álvarez de Toledo y Rojas. Llevó
con ella a un gran número de mujeres que fueron ocupando pequeñas cotas de
poder a la sombra de ella, quién llegó a realizar tareas de gobernación en La
Española, en ausencia de su marido, promoviendo la construcción de hospitales,
escuelas para todos y telares. Su fama hizo que otras viajaran desde España.
Todas las mujeres que viajaban con
sus maridos gestores, actuaban realmente como “socias” de sus posesiones. La
misma María de Toledo controlaba las posesiones azucareras de su marido y hasta
la contratación de mano de obra o la traída de esclavos africanos. Llegó a ser
socia, en 1536, de un negocio de esclavos. Aunque algunas actuaciones pueden
ser reprochables, no se puede negar la gran iniciativa de esta mujer que llegó,
tras la muerte de Diego de Colón, a pleitear contra el rey para que sus siete
hijos menores de edad, adquirieran los derechos de su padre, desplazándose a
España, con 45 años. Tras lograr parte de sus reclamaciones, volvió a La
Española con 60 años, en 1544, llevando consigo
los restos del Almirante y de su hijo Diego. A su llegada, tras encontrarse con
sus posesiones arrasadas, logró reponerse tras realizar una inteligente
gestión. Reconocida su labor, tras su muerte en 1549, fue enterrada con gran
pompa en la iglesia de Santo Domingo.
Otra mujer pionera fue la esposa
de Pedrarias Dávila, Gobernador de Castilla del Oro (Panamá), Isabel de Bobadilla, hija de Francisco
de Bobadilla, brillante noble de la corte de los Reyes Católicos. En 1514 se
embarcó con su esposo, arrastrando a un gran número de mujeres. Creó una pequeña
corte. Medió en varios asuntos de gobierno y tuvo inicialmente un papel importante
en la relación de su marido con Núñez de Balboa, descubridor del Océano
Pacífico, intentando llegar a acuerdos pacíficos entre ambos sobre sus disputas
en la exploración de los mares del sur. Llegaron incluso a acordar el matrimonio de
Balboa con su hija mayor, a la que hizo traer desde España, aunque inútilmente
ya que cuando María llegó, su padre había ajusticiado a Balboa. Actuó como freno
a la violencia de Pedrarias y en su defensa frente a sus muchos enemigos desde
Panamá a Nicaragua. Siempre dispuesta a labores de mediación y de animación de
la vida social de los conquistadores enfrentados a su marido, para lo que sabía
utilizar muy bien a las mujeres de su séquito. Potenció la llegada de mujeres
desde España y facilitó encuentros y casamientos con los conquistadores. Ella
dio ejemplo con sus tres hijas. A María,
la casó con el gobernador de Nicaragua, Rodrigo Contreras, en 1524, y tuvo 11
hijos. A Isabel la desposó con el
conquistador Hernando de Soto, en 1543. Este gran guerrero que intervino en las conquistas de Panamá,
Nicaragua y Perú, fue nombrado Gobernador de Cuba. Isabel fue Administradora de
Cuba en ausencia de su marido que, en 1539, partió a la conquista de La Florida.
Fue una mujer fiel, con empuje y muy admirada. Hasta 1543, en que se enteró que
su marido había muerto en 1542 en el Misisipi, todas las tardes acudía al
malecón, a la Giraldilla de la torre del campanario del Castillo a esperar el
regreso de Hernando. Gesto que creó leyendas recogidas en las canciones habaneras.
Izquierda:
retrato de Doña Mencía Calderón, esposa del adelantado del Río de la Plata. Derecha:
Doña María Thadea González Manrique, primera duquesa de San Jorge de Bogotá,
Colombia.
También brilló en Cuba Guiomar de Alonso. En 1521 acompañó a
su esposo, el contador real, Pedro de Paz. Rompió el molde tradicional del
comportamiento femenino transformándose en una activa colona e interviniendo en
asuntos políticos y económicos de la isla. Hábil en los negocios, logró
bastante poder y lo ejerció hasta mucho después de la muerte de su marido. Tuvo
tanta riqueza y tanto poder que los
grandes hombres de estado se hospedaban en su gran casa, como el Gobernador
Juanes de Ávila, en 1544.
Otra mujer que ocupó cargos relevantes fue Mencía Calderón de Sanabria, casada con
el adelantado del Río de la Plata (1547), Juan de Sanabria. Influyó e intervino
intensamente en la creación de una gran armada desde España para colonizar el
país, para lo que gastó todo el patrimonio familiar. Al morir su marido, en
1549, su situación fue crítica, superándola gracias a su gran iniciativa e
inteligencia. Peleó como nadie para iniciar la colonización. Hizo que zarparan
las naves -capitaneadas por su hijastro, de 18 años, Diego-, tras lograr que el
Consejo de Indias le otorgara el cargo de Gobernador. Viajó en la expedición
con ochenta mujeres, entre las que iban sus tres hijas. Tras pasar por Canarias,
una tormenta separó las naves de la expedición, desviando hacia el oeste su nao.
Demostró su valía en la terrible aventura que le tocó vivir hasta llegar a
Asunción. Negoció con piratas que la asaltaron, quedó varada varios meses en
una playa guineana en donde hizo que se reparara la nave y se enlataran
alimentos y consiguió volver a navegar a pesar de la epidemia de peste que mató
a una hija. Atacada por los indios, se tuvo que refugiar en Brasil donde tuvo
que soportar casi dos años de negociaciones con los portugueses que se
apoderaron de su barco a cambio de dejarla marchar, a pie, con la mayoría de sus gentes recorriendo
por la selva más de 1500 km hasta Asunción, donde fue recibida, en 1555, con
júbilo y con la reticencia del gobernador Martínez de Irala, que ocupaba el
puesto de su hijo, que también había
naufragado. Su empuje y constancia la llevó a ser matriarca colonizadora de
aquella región. Fue matrona española, situando en lugares importantes de la administración
a su gente. Su hija María fue esposa del gobernador de Paraguay y Río de la
Plata, Hernando Arias de Saavedra, con el que tuvo 8 hijos. Su otra hija se
casó con el contador real Juan de Salazar, de cuya unión nació Juan de Garay,
fundador de Buenos Aires.
Isabel de
Barrero (a la izquierda) e Inés Suarez (a la derecha), inmortalizada en el duro
momento en que alentó a las tropas españolas cuando, en ausencia de Valdivia,
se vieron sitiados y superados en número por los nativos.
Isabel de Barrero (apodada “Reina
de Saba de los mares del Sur”) fue la única mujer que llegó a Almirante de
la Flota del Pacífico Sur, Gobernadora y Capitana General. Gallega, viajó en 1557 a Perú como dama de
honor de Teresa de Castro, esposa de
Hurtado de Mendoza, virrey del Perú. Mujer
muy bella y ambiciosa, se unió a Álvaro
de Mendalia, Almirante de la Flota del Pacífico Sur y Adelantado y Gobernador
de las islas Salomón (que había descubierto, junto con el archipiélago de
Guadalcanal). En una dura expedición de descubrimiento, moría Álvaro, asumiendo
Isabel sus títulos y dirigiendo la expedición. Tuvo que regresar a Manila sin
conseguir sus objetivos. Pretendía ser Gobernadora de las islas Salomón, para
lo que no dudó en casarse con Fernando de Castro, rico potentado y comandante
de la ruta marítima de Acapulco a Manila. Preparó una nueva expedición, pero el
Gobernador de Perú no aceptó que se le concediese el título de Gobernadora por
lo que Isabel viajó a España en 1609 para exigir sus derechos ante Felipe III,
que tampoco logró. Desesperada volvió a Galicia donde murió.
Estos son ejemplos de mujeres
valiosas en la conquista del Nuevo Mundo, aunque no fueron las únicas. No todas
ellas tuvieron finales felices, muchas al perder al consorte fueron perdiendo
poder y acabaron con miserables ayudas del Gobernador y otras en la miseria.
Pero formaron parte de la historia. Algunas como soldados.
Las mujeres
de Hernán Cortés: recreación de la mujer-soldado María Estrada junto con Pedro
Sánchez en la encomienda mexicana de Tetela y pintura mostrando a la india
Malinche junto al conquistador del que sería amante.
La sevillana María Estrada de Farfán fue la primera
mujer en la expedición de Cortés a México y realizó importantes labores de
gestión e indultos de caciques taínos. Fue la primera mujer soldado contra los
aztecas. Estuvo en la retirada de la “noche
triste” donde protagonizó gestas de defensa atacando a caballo a los
nativos perseguidores. En el lienzo de Tlaxcala aparece representada cabalgando
junto a Cortés, según consideran varios investigadores. Tuvo una gran
encomienda tras la conquista de Toluca. También Beatriz Bermúdez de Velasco (la “Bermuda”) realizó actos de
heroísmo luchando contra los mexicas. Evitó una retirada de los españoles
cuando fueron atacados por un ejército mucho más numeroso. Dicen las crónicas
que Beatriz con sus insultos y fiereza hizo que los españoles volvieran a la
batalla. También la enfermera Isabel
Rodríguez alternó su labor de enfermera con la de soldado en la batalla de
Otumba y en la conquista final de Tenochtitlán en 1521; igual que Elvira Hermosilla, que tuvo un hijo con
Cortés, en 1525, llamado Luís Cortés, legitimado por el papa Clemente VII.
También la mulata Beatriz de Palacio,
esposa de Pedro Escobar, participó como soldado en esta guerra. Como Francisca de Ordaz -hermana del
conquistador Diego de Orgaz- y Catalina Hernández.
En 1541 en la región de Jalisco
y Zacateca los nativos atacaron a la ciudad de Guadalajara dividiendo la
guarnición española. Una parte quedó en el barrio bajo, más indefenso, encerrándose
en la iglesia. En un momento, Beatriz
Hernández se colocó una coraza y agarró una lanza y tras un animoso
discurso, envalentonó a hombres y mujeres que atacaron a los nativos y se
abrieron paso hasta la parte alta, más segura, organizando defensas con hombres
y mujeres para aguantar el asedio hasta la llegada de los refuerzos. Esta misma
mujer, cinco años después, escribió al Gobernador pidiendo una encomienda para
sacar adelante a sus 6 hijos de la situación de miseria que padecía.
Sendos
retratos de Catalina de Erauso (izquierda) y de Beatriz Bermúdez de Velasco
(derecha).
Fueron muchas las mujeres que realizaron
actos heroicos en las conquistas. Podríamos añadir a esta lista a la
“monja-Alférez” Catalina de Eraúso, a quien dedicamos ya una entrada aquí. En la conquista del Perú destaca Inés
Muñoz, casada con un hermano uterino de Francisco Pizarro. Intervino en la
fundación de Lima, donde planificó las construcciones de escuelas. Cuando en
1541 su marido Martín y su cuñado Francisco fueron muertos por los seguidores
de Almagro, ella se enfrentó a los asesinos evitando que destrozaran los
cuerpos, encabezando días después el cortejo fúnebre de Pizarro y su marido a
través de una ciudad controlada y revuelta por sus enemigos. También protegió
la vida de sus sobrinos hasta lograr que embarcaran hacia España. En aquellos tres
años de guerra civil fueron muchas las mujeres que lucharon junto a los hombres,
en apoyo de la Corona. Mujeres como María
Calderón, en Arequipa, la criolla Inés
Castro de Laguna, en Lima, entre otras, encabezaron revueltas contra los
golpistas de Gonzalo de Pizarro.
Y esto es extensible a todo el
continente americano. Inés Suárez, viuda
de Juan de Málaga y amante de Valdivia, primera mujer que pisó suelo chileno, fue
protagonista de una gesta heroica que describió Isabel Allende en su obra “Inés del alma mía” (2006), o la
extremeña Mencía de Nidos, cuya proeza
quedó inmortalizada en la obra “La
Araucana” de Alonso de Ercilla. Su principal hazaña ocurrió en
Santiago, cuando Mencía se encontraba
encamada enferma, escuchó tras las ventanas grandes alborotos, Se encontró que
el gobernador Francisco Villagrán huía acompañado de los pocos españoles que
habían sobrevivido al ataque de los mapuches. Mencía agarró su vieja espada y
su rodela y salió a la Plaza Mayor donde exhortó a los españoles a seguir la
lucha. Sólo unos pocos, afortunadamente, la siguieron porque era tal la
multitud y el envite enemigo que sólo pudo frenar levemente su ataque. Mencía
pudo escapar con los españoles que huían, pero su gesta le valió muchos honores
y reconocimientos.
También las mujeres ocuparon un
papel pionero en educación siendo maestras de los niños nativos y mestizos.
Grandes mujeres crearon escuela, comenzando por Inés Muñoz, a la que siguieron Catalina
Bustamante, Catalina Hernández,
María Vélez de Ortega y cientos de ellas que ayudaron en su formación a muchos jóvenes nativos.
Estatua a
Beatriz Hernández en Guadalajara (México). Retrato de Inés Huayllas (derecha).
Y no olvidemos el papel de las
nativas que se unieron a los conquistadores españoles. La más famosa fue Doña Marina, también conocida como Malinche. Hija del Señor de Painale, vivió con gran pompa hasta
que murió su padre, tras lo cual fue vendida como esclava y trasladada a
Tabasco, donde posiblemente conoció al náufrago de la expedición de Diego
Nicuesa, el español Jerónimo de Aguilar, del que comenzó a aprender el español. Cuando llegó Cortés y
liberó a Jerónimo, se la presentó. Tras el bautizo, su nombre de Malintzin (Señora enredadera, por su largo pelo) se
transformó en el nombre castellano parecido, Malinche o Marina. Cortés se la
entregó a Alonso Hernández, pero al descubrir su capacidad para los idiomas la
llevó como traductora. Se convirtió en su intérprete, amante y principal
asesora, indispensable en su triunfo. En Cholula le informó del levantamiento enemigo
que le permitió a Cortés adelantarse y eliminarlo. Le dio un hijo, Martín, que
legitimó el Papa en 1529, aunque nunca la reconociera como esposa. La abandonó
en 1524 y Malinche se casó con el capitán de Cortés, Juan Jaramillo.
Malinche fue la más famosa de
una larga estirpe de mujeres nativas que vivieron y casaron con españoles y
tuvieron cotas de poder, como la princesa azteca Tecuichpotzin o Isabel Moctezuma, amante de Cortés y casada con su
capitán Alonso de Grado, otorgándole una gran encomienda, que le dio riquezas suficientes
como para casarse cuatro veces más tras
enviudar. Inés Huayllas o Inés Yupanqui,
hija del inca Huaynac Capac, fue la primera esposa de Pizarro. Ejercía labores
de Secretaria del Gobernador. Angelina
Añas Yupanqui, vivió los últimos años de Pizarro y tras su muerte se casó
con el conquistador Juan de Betanzos, logrando grandes riquezas y nobleza. La
princesa Beatriz Huayllas se casó
con un bravo capitán de Pizarro, Pedro de Bustinza, distinguido en la toma de
Cusco, consiguiendo un distinguido lugar en la “corte” pizarrista, y podemos
señalar un ciento más de ellas que llevaron vidas diferentes junto con españoles,
si bien con lo ya mostrado creo que queda una visión clara del papel de la
mujer en el Nuevo Mundo.
Interesante trabajo. Pone de manifiesto el papel de la mujer en la conquista de América. Fue una firme baluarte para los conquistadores, confirmando el hecho de que grandes hombres estuvieron acompañados por grandes mujeres. Era un trabajo necesario.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Rosanna. Estoy de acuerdo con usted en que la mujer no podía (ni debía) estar al mergen en la conquista, a pesar de que eran tiempos de hombres. Un saludo.
EliminarMe ha gustado su artículo Valeria, pero ¿es seguro que la mujer aterrizó en América en el segundo viaje de Colón? ¿No hubo una representante en el primero?
ResponderEliminarGracias por su comentario. Por los datos que he investigado, el primer viaje de Colón fue de obligado descubrimiento. De hecho, se tuvo que completar la plantilla con personas que nada tenían que ver con el mar. El segundo viaje fue de asentamiento y era razonable que se trasladaran familias al Nuevo Mundo. Un saludo.
EliminarConocía la historia de Dña María Álvarez de Toledo, esposa del D. Diego Colón, hijo del gran almirante. ¿Me equivoco si afirmo que esa señora fue la verdadera madrina de la entrada de la mujer en las esferas del `poder en el Nuevo Mundo?
ResponderEliminarGracias por su comentario, Isabel. Estoy de acuerdo con Vd. Doña María favoreció muchos contactos entre caballeros y futuros conquistadores, y las damas de compañía de la mujer del Almirante. De hecho, en la capital de la Española (República Dominicana) la calle central peatonal del barrio histórico tiene por nombre "Paseo de las damas" en honor a los paseos que daba D. Diego y su mujer, junto con toda su séquito, al caer la tarde. En estos paseos, futuros conquistadores y gentes con mando se acercaban al Gobernador para solicitarle gracias. En esos contactos no faltó inicios de relaciones entre caballeros y damas de honor con Doña María en el papel de Celestina. Un saludo.
ResponderEliminarCurioso trabajo, Valeria. Habia leído algo al respecto pero no conocía que la mujer hubiera llegado a coger tanta esfera de poder. Me ha gustado que señale como pionera a María Alvarez de Toledo, pero ¿no hubo anteriormente otras que hicieron esa función de introducir a su séquito en la nueva sociedad española?
ResponderEliminarGracias por su comentario, Helena. Efectivamente hubo antes que Doña María Álvarez otras mujeres que pudieron alcanzar algunas cotas de poder y que llegaron a las nuevas tierras en la expedición de Ovando en 1502, siete años antes que la de D. Diego Colón, pero en estos casos actuaban como cónyuge y no tenían la independencia ni la iniciativa que tuvo Doña María, la cual llegó a tener en propiedad negocios a su nombre. Fue la primera pionera, y sin duda abrió el camino de otras. Un saludo.
EliminarUn trabajo muy divulgativo, Valeria. Me ha gustado terminar de conocer las hazañas de Dña Mencia Calderón de Sanabria. Mujer inteligente, buena gestora y mejor gobernanta, hubiera merecido mucho la pena profundizar en sus gestas. Buen trabajo.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Victoria. Estoy de acuerdo con Vd. en que hubo grandes mujeres en la conquista; sólo he podido reflejar las más representativas pero quedan otras muchas escondidas en la historia. La historia de Doña Mencía es una maravilla, como la de Doña Isabel Barrero. Es una pena la limitación obligada de espacio. Saludos.
EliminarHa desarrollado usted un artículo digno, aunque se deja en el tintero muchas nativas que accedieron al poder no solamente por ser amantes de conquistadores importantes, posiblemente Malinche sea la más representativa por ser la primera pero hubo otras muchas que compartieron idilios, amor y poder con los conquistadores y gobernantes españoles.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Nashua. Comparto con Vd lo que señala sobre el número de “nativas” que accedieron a esferas del poder al vivir con conquistadores y gobernadores. Lo que no estoy de acuerdo es en lo que deja entrever de que había sido el sexo el motivo de que Malinche accediera al poder. Los primeros conquistadores españoles no hicieron nada en el Nuevo Mundo que no se hiciera desde hace siglos en España. La relación con mujeres que no eran sus esposas legítimas estaba ya contemplada en la vida europea; de hecho no tenía tintes despectivos, era una figura contemplada por la ley.
EliminarEl acceso de Malinche no se debió al sexo, sino a su inteligencia, a su dominio del idioma y al buen entendimiento social con Cortés. Con respecto a lo que habla de “nativas” que se casaron con conquistadores y gobernadores españoles y ejercieron el poder, creo que lo debe hacer más extensivo, ya que conforme avanzaba la conquista hubo muchos conquistadores españoles que eran nativos, no olvide que el español, a diferencia de otros colonizadores, se mezcló con la población autóctona. Grandes navegantes y gobernadores habían nacido en diferentes provincias del Nuevo Mundo, de ahí que creo que no es muy exacto que haga esa separación entre españoles y nativos, porque no la hubo. Un saludo.
Esperaba el artículo, Valeria, y es un brillante tema para debate. Ha sido muy atractiva la forma de desarrollar el tema. Tendrás seguidores, tenga paciencia.
ResponderEliminarSr. De la Seca, gracias por sus palabras. Son tantos los nombres a mencionar, que me costaba decidir qué nombres citar y qué otros decidir dejar en el tintero. Es una pena, pero las limitaciones de espacio mandan. Gracias por su oportuno consejo. Saludos.
EliminarAtrayente publicación. He comprendido la labor importante que la mujer hizo en el Nuevo Mundo. No conocía el enorme grado de implicación de algunas, como Isabel de Bobadilla que además de abrir puertas para las mujeres de su comitiva, llegó a implicar hasta a sus hijas en la conquista. Los grandes imperios se hacen con grandes mujeres y el español no fue una excepción. Enhorabuena Valeria por su escrito.
ResponderEliminarGracias, Urma, por sus palabras. Ciertamente el Imperio Español contó con grandes personas, de ambos sexos, pero también tuvo la virtud de mezclarse con nativos de los lugares que abarcaba bajo su manto, integrándolo. Mencionemos, por ejemplo, el caso del intelectual Inca Garcilaso o la misma Malinche, entre todos ellos se contribuía a hacer aún más grande si cabe (en todos los sentidos) al Imperio. Saludos.
EliminarUn buen artículo, Valeria. No conocía que el rey potenciaba que los conquistadores viajaran a las indias con sus mujeres y séquitos. Entiendo que con se controlaba y asentaba al conquistador y eso, al final, ayudaba a la estabilidad social y civilizadora. Una medida inteligente, sobre todo para el Gobierno. No conocía que en 1544 se desarrollaran leyes que favoreciera la “reunificación familiar”. Estaba claro que en esas fechas tuvimos a nuestros mejores monarcas.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Benítez. Comparto su opinión. Un saludo.
EliminarMe ha gustado su trabajo, Valeria; tenia mucho interés en conocer ese tema y aunque he buscado libros y datos, todo eatá muy limitado sobre ee tema. Estuve en el Museo Naval de Madrid en la exposición que trataba sobre ello, pero no era tan campleto como su resumen, suficiente para saber los diferentes y amplios papeles que le tocó desarrollar a la mujer en las indias. Un necesario homenaje a ellas. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias por su opinión, Sra. Navas, celebro que mi artículo haya sido de su gusto. Un saludo.
EliminarUn buen trabajo, Valeria. Ha servido para mostrar la importancia de la mujer en el Nuevo Mundo. Una pregunta que no encuentro respuesta, ¿qué ocurrió con la heroina Dña Beatriz Hernández?, ¿pudo sacar adelante a sus hijos?
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Candau. Con respecto a Doña Beatriz Hernández, con la ayuda del Gobernador pudo sacar a sus hijos adelante, lo merecía. Dos de sus hijos participaron como oficiales en la conquista de Chile. Un saludo.
EliminarHe aprendido con su entrada, Valeria. Hacia falta. Me ha sorprendido cuando señala que la mujer española ejerció como maestra en el Nuevo Mundo, ¿esa misión no la tenia los jesuitas?
ResponderEliminarBuenas tardes, Maribel, gracias por sus palabras. Con respecto a su cuestión, las nuevas tierras que se incorporaban a la Corona eran grandes extensiones de terreno. Ciertamente los jesuitas ejercieron desde las encomiendas su gran labor evangelizadora, educadora y protectora en no pocas ocasiones, pero en las ciudades eran las mujeres que acompañaron a los conquistadores las impulsoras de la faceta educadora. Con el tiempo, las órdenes religiosas, principalmente la Compañía de Jesús (los jesuitas), extenderían su actuación a todos los territorios íntegros. Un saludo.
EliminarMe ha gustado su arttículo, tiene un blog muy interesante. Lo que me ha sorprendido es cuando señala que ya en el siglo XVI la mujer se incorporaba al ejército. Tiene trabajos muy buenos.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por sus palabras, Sra. Lara, animan a continuar la labor. Un saludo.
EliminarMensaje para Nahualt: aunque le agradezco sus breves palabras felicitándome por esta entrada, debo decirle que para nada apruebo sus malas artes redirigiendo con su nombre usado en el comentario, a su web donde se dedica a hacer eco, con imágenes bastante manipuladas y sobredimensionadas, de las miles de calumnias vertidas contra los conquistadores españoles que configuraron una leyenda negra falsa y miserable que no se sostiene, como ha evidenciado la arqueología defendida incluso por los mismos arqueólogos mexicanos. Le agradecería que invirtiera parte de su tiempo en documentarse en las carnicerías cometidas por los aztecas sobre otras comunidades indígenas que no dudaron en pedir ayuda a las tropas de Cortés, le invito a que muestre con similares imágenes tan macabras y tan de su gusto, cómo les despedazaban vivos, o les sacaban sus corazones, les usaban como esclavos sin ningún tipo de piedad hacia ellos o cualquier otra "curiosidad" bien documentada por los historiadores y cronistas españoles. ¿O es que a esos documentos no ha tenido acceso?. En fin que me parece fatal sus malas artes. No cometa el error de tomar al resto de las personas por tontas, aunque seamos españoles...
ResponderEliminarUn saludo y, por cierto, su mensaje ha sido eliminado, no apruebo esas conductas tan sucias. Si viene de frente, le invito al diálogo (con datos objetivos y contrastados en la mano), si no, me temo que poco va a obtener de mi web salvo la verdad sobre datos que se empeña en tergiversar. Permítame que no le haga eco a su página pero cansa desmentir hasta la saciedad falsas verdades que vienen mostrándose manifiestamente falsas por una cada vez más abultada bibliografía. Documéntese convenientemente, por favor. Es tan inútil su actitud como persistir en defender que la Vía Láctea, nuestra galaxia, gira en torno a la Tierra o que nuestro planeta es plano. ¿Le suenan? son falsedades contemporáneas a las que defiende tan visceralmente. ¿No cree que es momento ya de actualizar sus datos con sobradas evidencias de lo contrario de sus afirmaciones?.