En la entrada anterior se hizo una breve situación de las circunstancias que rodearon al descubrimiento de América por parte de Europa, de la mano del Imperio Español. Ahora pasaremos a hablar, de nuevo "brevemente", sobre las increíbles hazañas de uno de los mejores estrategas militares de todos los tiempos: Hernán Cortés, cuyas tácticas aún hoy se instruyen en las mejores academias militares de todo el mundo. Gracias a él se produjo el fin de la barbarie y la llegada de las Ciencias Renacentistas y del Mundo Clásico mediterráneo al continente americano. Finalizaba así la oscura Edad Media.
Cuando Cristóbal Colón llegó,
aquél 12 de octubre de 1492 a la isla Guanahaní (San Salvador), el ilustre
navegante no tenía idea de su descubrimiento, creía haber llegado a la India (Las Indias, como las llamaban).
De hecho, murió convencido que Cuba era la punta este de Asia. Lo importante es
que aquello fue el comienzo de años y gestas importantes de exploración,
descubrimiento y conquistas sin paragón alguno en la historia del hombre. Miles
de personas de muy diversa condición (aventureros, exploradores, conquistadores,
soldados y navegantes), construyeron con gran esfuerzo y no pocas vicisitudes esa
historia inigualable, de la que Colón fue pionero. Primero fue la navegación
por el océano conocido, en la que participaron el mismo Colón, Yáñez Pinzón, Diego
de Nicuesa, Alonso de Ojeda, Diego de Lepe, Rodrigo de Bastida y muchos más,
incluyendo a Juan de la Cosa, primer cartógrafo en dibujar un mapa americano, y
al italiano Américo Vespucio, al portugués Fernando de Magallanes, Juan
Sebastián Elcano (este año se celebra también el V centenario de la primera
vuelta al mundo, gesta de estos dos últimos navegantes), todos al servicio de la
Corona de Castilla.
Estatua de Nuñez de Balboa, en Panamá, inmortalizado en el momento en el que tomó posesión del Pacífico para la Corona del Imperio Español.
Con Vasco Núñez de Balboa se conoce en 1513 un nuevo océano,
ampliándose la exploración de esas
costas hacia el sur por Pascual de Andagoya, fundador de la ciudad de Panamá en
1519, y llegando hasta Perú. Por orden de Valdivia, Juan Bautista Pastene y
Jerónimo de Alderete recorren la costa hasta la salida del futuro Estrecho de Magallanes
y consiguen acercarse a Chiloé en 1542. Por el lado atlántico, Alonso de Camargo
llega con la expedición de Francisco de la Ribera (3 naves) a la Patagonia, una
tormenta lo lleva a Las Malvinas en 1540 y, tras recorrer las costas de Chiloé,
llega a Arequipa. En el Pacífico, Hernán Cortés inicia la exploración costera
hacia el norte en 1532 con 5 expediciones desde sus dominios en Nueva España,
en las que se cartografiaron las costas californianas, participando él mismo en
la tercera, en 1535, junto a Francisco de Ulloa, quien además dirigió la quinta
expedición; este excelente navegante no tuvo el reconocimiento adecuado a sus
gestas (ver más información aquí). Dirigieron otras expediciones buenos navegantes como Hurtado de Mendoza
(1532), Hernando de Grijalba (1533), Andrés de Tapia (1537) y Francisco de
Ulloa (1539), entre otros, que descubrieron el golfo de California y el Mar de
Cortés. Después de ellos, otros navegantes españoles llegaron más al norte,
como Francisco de Bolaño, que recorrió parte de las costas de la Baja
California (1541), Juan Rodríguez Cabrillo y Bartolomé Ferrelo (1542-3), que
llegaron a Mendocino y entraron en las costas del estado de Oregón, y otros
tantos que les siguieron, como Juan Pérez, Bruno de Receta, Juan Francisco de
la Bodega, Ignacio de Arteaga, José Martínez, López de Haro, Francisco de
Elisa, Salvador Hidalgo, Manuel Quimper, Jacinto Camaño, Alcalá Galiano,
Cayetano Valdés y Flores… que llegaron hasta Alaska. Navegantes posteriores penetraron
en tan grandioso mar, descubierto y cartografiado por estos arriesgados
expedicionarios españoles. Magallanes y Elcano descubrieron Las Marianas y Las
Filipinas (1519-22), la expedición de García Jofre de Loaisa (1525-7) llegó hasta
las Islas Marshall y las Molucas portuguesas y concluyó con la segunda vuelta
al mundo. Barcos de esta expedición descubrieron Las Carolinas, Almirantazgo,
Schouten y Aroe (Álvaro de Saavedra 1527-9), Hernando de Grijalba descubrió las
islas Revillagigedo, las Espórades y las Mapias (1536-7), López de Villalobos las
Carolinas y Palaos (1542-4), Juan Fernández el archipiélago que lleva su nombre
(1574) y Francisco de Hoces descubrió el Cabo de Hornos (1526), llegando
después a Nueva Zelanda, Tasmania y Australia, cuyo nombre rinde honor a un rey
español de la Casa de Austria. Gonzálo Gómez de Espinosa descubrió las
Carolinas occidentales(1522), Álvaro de Mendaña y Sarmiento de Gamboa el
archipiélago Salomón y Ellice (1567-69); Fernández Quirós descubrió Nuevas Hébridas
(1605), actual Vanuatu, continuando su descubrimiento Váez de Torres (1606), y Andrés
de Urdaneta descubrió el mejor camino de regreso desde Filipinas a Acapulco
(8/12/1565), lo que fue el origen del comercio de los “galeones de Manila”,
aunque se hubiera adelantado Alonso de Arellano (9/8/1565) y Pedro Fernandez de
Quirós descubrió Australia en 1607.
Estatua de fray Tomás de Berlanga, en Berlanga de Duero (Soria). Nótese que se alza sobre el relieve de las islas Galápagos, junto a una tortuga que posteriormente estudiará Darwin, y un "lagarto" (cocodrilo).
El primer mapa de la Isla de Pascua lo
traza Felipe González de Haedo en 1770 y las islas Galápagos las descubre Fray
Tomás Martínez Gómez (fray Tomás de Berlanga) en 1535; Tahití lo descubre Domingo de
Bonechea en 1772 y muere allí por fiebres y agotamiento. Francisco Mourelle de la Rúa intervino en el descubrimiento
de Alaska y posteriormente de una parte de Filipinas. Otros, como los mencionados
Álvaro de Mendaña y Neira, y Pedro Fernández de Quirós, junto a Luís Váez de
Torres fueron los primeros europeos que descubrieron Oceanía y que exploraran la Polinesia. Sebastián
Vizcaíno, tras explorar la Baja (1596) y la Alta California (1602-3) llegó hasta
Japón en 1611, y Gabriel de Castilla avista la Antártida en 1603. El trabajo
realizado por los navegantes españoles en este océano fue extraordinario, sólo en la zona central del
Pacífico, entre 1520 y 1606 se descubrieron 20 archipiélagos y 253 islas,
bautizadas con nombres españoles, sin incluir las numerosas islas de Filipinas.
Insisto en que sólo en la zona central, lejos de los extremos y de las islas
cercanas a las costas continentales; esta sucesión prodigiosa de descubrimientos
y navegaciones por un océano inexplorado fueron reconocidas en todo el mundo,
de manera que se llegó a nominar al Océano Pacífico como “El Lago Español” (si
desea complementar estos datos, con grandes navegantes españoles, sin olvidarse
de Alejandro Malaspina, ver aquí).
Mientras por el Atlántico
intrépidos exploradores penetran tierra adentro, Hernán Cortés inicia la
conquista de México (1519-1521), Pedro de Alvarado, primer capitán de Cortés,
conquista Guatemala y San Salvador en 1524, y en 1536 termina la conquista de
Honduras; Francisco Pizarro conquista Perú (1525-1535), Jiménez de Quesada
conquista Nueva Granada (Colombia) en 1536; Balboa y Pedrarias Dávila conquistan
Castilla del Oro y otras tierras de América Central; Villegas, Ampué y Losada
marchan hacia el oeste, mientras Sebastián de Belalcázar y Pizarro conquistan
Ecuador. Almagro, socio de Francisco Pizarro en la conquista de Perú, inicia la
conquista de Chile, que termina Pedro de Valdivia; Solís, Irala, Mendoza, Garay
y Ayola conquistaron las grandes regiones del Río de la Plata regadas por el
Paraná, el Paraguay y el Uruguay. En 1541 Gonzalo Pizarro, hermano de Francisco,
se adentró en la selva amazónica, descubriendo el río Amazonas y su
lugarteniente Orellana navegó por el río Napo y el Marañón hasta el Atlántico. Por
arriba, Ponce de León inició la conquista de esa tierra hostil que era La
Florida. Fue el primero que tomó posesión de ella para España en 1513, aunque
fue rechazado; después fueron Pánfilo de Narváez, que murió ahogado en una tempestad
y su capitán Núñez Cabeza de Vaca en 1536, los que volvieron a intentarlo,
extendiendo el territorio en continuas batallas con las tribus indígenas y volviendo
por México, atravesando desde el Atlántico al Pacífico. Hernán de Soto en 1539
realizó una nueva expedición, descubriendo los ríos Arkansa y Mississipi, donde
yace enterrado. En 1559 se consigue el primer asentamiento español en La
Florida, el de Panzacola por Tristán de Luna y Arellano. Los franceses se
empiezan a interesar por La Florida y envían una expedición en 1562 dirigida por
Jean Ribault, que funda Fort Carolina en 1564. Pedro Menéndez de Avilés atacó
ese mismo año y reconquistó la Florida, destruyendo Fort Carolina y fundando
San Agustín, primer asentamiento en América.
¿Es realmente Francisco Pizarro el representado en la famosa estatua ecuestre de Trujillo (derecha) y Lima?, ¿o se trata de una representación de su primo, Hernán Cortés, a juzgar por su peculiar y característico yelmo adornado con dos grandes plumas?. (izda) Representación de Cortés junto a Moctezuma. Una flecha roja señala el curioso casco.
Este
es un breve resumen de la inabarcable lista de exploradores y conquistadores
españoles en América. A continuación voy a centrarme en la figura de Hernán
Cortés, fundador de México, posiblemente el mejor de aquella saga de grandes
hombres, ahora que se cumple medio siglo de su gesta.
Pocas
veces en la historia (la lista es muy reducida), la determinación, la valía y
la inteligencia de un solo hombre han sido capaces de conquistar un imperio tan
poderoso, extenso y violento como el imperio azteca, que integraban 15 millones
de habitantes, buenos y crueles guerreros, acostumbrados a la lucha y a la
guerra, que ofrecían los corazones de sus enemigos prisioneros a unos dioses
sedientos insaciablemente de sangre. Para derrotarlos, Cortés sólo disponía de
muy escasos medios y soldados, pero su determinación, su gran inteligencia, su
intuición militar y sus dotes políticas y diplomáticas hicieron posible la
gesta. Es cierto que aquella conquista fue excesivamente violenta y que se
cometieron abusos para los que no puede servir de atenuante la violencia,
crueldad y la actuación despiadada del enemigo, pero hay que reconocer que Cortés
liberó a pueblos que los aztecas oprimían y masacraban, y que erradicó los
sacrificios humanos que durante siglos realizaron los aztecas con las tribus
vecinas, fundamentalmente tlaxcaltecas, tabasqueños, cempoaleses, entre otras. Pero
sobre todo, Hernán Cortés entendió que aquellos indígenas de costumbres tan
diferentes a los europeos, eran seres humanos que merecían ser súbditos de la
Corona de Castilla en ese nuevo Mundo y practicar los ritos religiosos que
constituían su credo, algo fundamental en la mentalidad de su tiempo. Por ello
fomentó el mestizaje. Cortés convivió con la india Malinche, cedida por su
padrastro a los indios de Tabasco, y la trató de tal forma que toda la soldadesca
española la respetaba como a una noble denominándola doña Marina, título importante y de alto rango en la corte española;
no hace falta recordar que ni Cortés ni ningún capitán suyo portaba el título
de don, por lo que ese título le daba
la categoría de Señora. Muy leal a Cortés, Malinche ocupó un lugar relevante en
la conquista. Con el mestizaje inició el proceso de equiparar a nativos y
españoles, siendo partidario de abolir la esclavitud y castigó duramente los
actos vandálicos que pudieron escapar a su control. Defendió la palabra escrita
como un modo de recogida de acuerdos y transmisión de noticias, lo que
impresionó de gran manera a los indios, y con la llegada de letrados comenzaron
a estudiarse e imprimir gramáticas de lenguas prehispanas-hispanas, preparando
vocabularios en ambas lenguas: mexicana e hispana. Cortés fue un notable
escritor, además de un gran político en el mejor sentido de la palabra. Gran
negociador, fue visionario al fundar un Cabildo, de la Villa Rica de la
Veracruz, que actuaba como un órgano de participación y de integración de la
sociedad nativa. Con los años, los Cabildos fueron piezas clave en el
funcionamiento de las regiones y provincias, y fueron fundamentales en la revolución
española-criolla que hicieron del imperio español un conjunto de naciones
independientes que gozaban de una perfecta organización y equilibrio
administrativo en el momento de su independencia. Otro debate sería la
progresiva devaluación de estos valores sociales y económicos a partir de ese
momento. A pesar de las sombras, en forma de “leyenda negra”, que durante
siglos intentaron tapar estas luces, hay que reconocer que Cortés creó un
México más justo, equilibrado y ordenado, y que ese orden desapareció de ese
rico y endeudado país cuando los españoles lo abandonaron. Cualquier mal,
desgracia, crítica o actuación negativa que se le pueda achacar a Cortés nunca
justificará el gran endeudamiento de un país tan rico, la sucesión
escalofriante de crímenes con la crueldad de antaño y la desigualdad que hoy
tristemente inciden en ese país hermano.
Estatua de Hernán Cortés en su pueblo natal de Madellín (Extremadura, España), en la plaza que un día ocupó la casa en la que nació en genial militar. Una placa señala el lugar donde nació (derecha).
Hernán Cortés nació en Medellín
(Badajoz) en 1485, era hijo único de un hidalgo extremeño, que lo envió con 14
años a estudiar Leyes a la Universidad de Salamanca, si bien su deseo de aventuras
le hizo abandonar los estudios a los dos años de su comienzo. Tras algunos años
inquietos, zarpa de Sanlúcar de Barrameda hacia La Española en 1504 en un barco
de Alonso Quintero, que viajaba en una flota de mercantes en dirección a las
Indias. Ese puerto, fundado por Colón en la isla de Santo Domingo, era el
centro de la administración de España en el Caribe bajo la gobernación de Diego
Colón, hijo del Gran Almirante. Un joven
Cortés en busca de fortuna busca allí trabajo y, gracias a su inteligencia y a
su conocimiento de leyes, lo encuentra como escribano en la villa de Azúa. Pronto,
un Cortés agraciado, desenfadado, comunicativo y alegre empieza a rodearse de
buenas amistades, lo que le vale para unirse a la expedición de Diego de
Velázquez de 1511, nombrado gobernador de Cuba por Diego Colón para iniciar la
conquista de esa isla, y pronto destaca como organizador de víveres y recursos,
como negociador y comerciante, con lo que logra el favor de Velázquez, que
nombra a Cortés alcalde de Santiago de Baracoa (Santiago de Cuba). Sus devaneos
con Catalina Juárez, hermana de la mujer de Velázquez y su negativa a casarse,
hacen que crezca la tensión entre ambos, llegando a estar arrestado en su casa.
Tras aceptar casarse se convierte en el cuñado del gobernador, lo que le
permite acceder a “la corte”. Era la época de las expediciones de
reconocimiento y a Cuba había llegado la noticia de que hacia el este existía
una tierra con grandes riquezas, posiblemente de boca de algún sobreviviente
del barco que capitaneaba Juan de
Valdivia, que había salido en 1511 de Santa María de la Antigua del Darién rumbo a Santo Domingo y naufragó en el Yucatán. Entre los ahogados y los
sacrificados por la tribu Cocomes, de origen maya que les atacaron, sólo unos
pocos pudieron librarse de la muerte, aunque no de la esclavitud de otro
cacique indígena, pero posiblemente alguno de ellos pudo escaparse y llegar a
Cuba. Conocida la existencia de esa tierra, el gobernador Velázquez envió una
primera expedición de reconocimiento de la costa en 1517, capitaneada por Francisco Hernández de Córdoba, que fue
un fracaso, ya que aunque llegó hasta lo que hoy es Cancún y se comprobó la
existencia de pueblos con casas de piedra y avanzadas técnicas agrícolas,
sucesivos ataques hicieron que pereciera la mayoría de los españoles, por lo
que volvió con el resto a Santiago e informó a Velázquez, que al año siguiente
envió otra expedición al mando de Juan de Grijalba, con 4 naves barcos y 240 hombres capitaneados por hombres
ilustres como Francisco de Montejo, Pedro de Alvarado y Alonso Dávila, para
continuar el reconocimiento de Yucatán. Esta expedición consiguió buenos
logros; llegaron a entrevistarse con un representante de Moctezuma, el gran
emperador mexica del que tuvieron noticia por primera vez y recibieron gran
cantidad de regalos, animales, frutas, incienso y joyuelas de oro de baja
calidad, que Alvarado llevó a Cuba, ya que Grijalba optó por continuar el
reconocimiento de las costas y no volvió. Pronto se inició la preparación de
una tercera expedición para explorar las costas del Yucatán, comerciar con los
indios y conseguir noticias de Grijalba. Cortés se ofreció para capitanearla y
fue aceptado, pese a la desconfianza de Velázquez ante el carácter impulsivo de
Hernán, que no era propicio a recibir órdenes, y de hecho tenia planificado
cesarle, lo que hizo que Cortés adelantara su salida, sumando a la expedición
varios barcos comprados por él, más los dos que llegaron de la expedición de Grijalba. Salió de Santiago el 10 de febrero
de 1519 con once barcos, algo más de 600 hombres, 16 caballos y 10 cañones de
bronce, 4 falconetes y 13 arcabuces, rumbo a Cozumel
y Tabasco. Desembarcó en Veracruz e incumpliendo las órdenes de Velázquez
avanzó hacia el interior. Allí descubrió el gran imperio azteca, y tras varias
batallas con los pueblos que rodeaban a los aztecas, esclavos de ellos o
aliados, utilizó su inteligente política de pactos, ayudándoles a
desembarazarse del yugo de los aztecas y logrando asociados contra ellos. Tras
vencer en algunos enfrentamientos con aztecas y tribus aliadas de éstos, avanzó
hacia el centro del imperio, hacia Tenochtitlán, la ciudad más grande del Nuevo
Mundo, con más de 200.000 habitantes, llegando el 8 de noviembre de 1519. Allí
se entrevistó con el emperador mexica Moctezuma, que lo alojó en el palacio de
Axayacatl en el centro, pensando que podría hacerle prisionero fácilmente; pero
ocurrió al contrario, fue Cortés el que se adelantó en arrestarle y retenerlo
en su palacio. Fue un golpe terrible para los aztecas. Moctezuma era Uei
Tlatoani (“el que habla”) de México, tratado siempre con el mayor respeto,
tanto, que por donde iba se habían barrido antes las calles y cuando se bajaba
de la litera avanzaba por tapices que impedían que pisara la tierra. Los
caciques más poderosos tenían que vestirse con harapos cuando lo visitaban y
nunca le podían mirar a los ojos. Por lo que su apresamiento produjo cierta
duda e indecisión en su pueblo, lo que aprovechó bien Cortés para alentar la
convivencia entre aztecas y españoles e ir conociendo sus costumbres, manteniendo
un buen equilibrio en las relaciones. Sin embargo una desagradable noticia le
llegó de uno de los soldados que había dejado en Veracruz, Velázquez había
mandado a un ejército de 1500 hombres al mando de Pánfilo de Narváez para
apresarlo, lo que hizo que Cortés tuviera que dividir sus tropas y acudir al
encuentro, dejando a su segundo, Pedro de Alvarado al frente de 120 soldados en
Tenochtitlán. Con una estrategia increíble derrotó de una forma rápida a
Narváez en Cempoala, haciendo que parte de su ejército integren en el de
Cortés. No le dio tiempo a disfrutar de su victoria ya que le llegaron noticias
que los aztecas se habían levantado en arma contra los españoles. La irrupción
de Alvarado y su ejército en una fiesta mexica para evitar un sacrificio,
produjo un duro enfrentamiento que hizo que los aztecas rodearan a los
españoles en el templo mayor. Días después llegaba Cortés con algo más de 500
soldados españoles más 2000 soldados nativos de Tlaxcala, pero el levantamiento
avanzaba, fueron muchos los enfrentamientos con muchas más perdidas de los
mexicas, pero la guerra no se frenaba, incluso una piedra mexica mató a
Moctezuma cuando éste quiso interceder para lograr la paz. Los violentos
enfrentamientos eran continuos y el estrechamiento del círculo contra los
españoles iba aumentando. En frente tenían a 100.000 guerreros mexicas.
Acorralados y sin alimentos los capitanes pudieron convencer a Cortés de una
retirada, que él nunca aceptó. Era una salida difícil, ya que estaba en el
centro de la ciudad y tenía que cruzar por una calzada, en las que había varios
puentes, que iba hacia el oeste que tenía que atravesar la laguna hacia Tacuba,
en tierra firme. Lo hizo en la noche de 30 de junio de 1520, bajo una pesada
lluvia. La encabezaban los capitanes Sandoval y Quiñones a caballo con 20
caballeros y 200 infantes. Luego 50 hombres llevaban un puente portátil por si
los aztecas hubieran roto algunos. Después un grupo amplio de soldados que protegían
familiares de Moctezuma, familias nativas aliadas, mujeres y en la que iba el
propio Cortés. Cerraba la comitiva los capitanes Pedro de Alvarado y Vázquez de
León con medio centenar de hombres bien armado que portaban el quinto real. Una
fila tan larga en una ciudad en guerra era, imposible de no ser vista. Cuando
la cabeza llegaba a tierra firme, sonaron los tambores que llamaban a la
guerra, pronto fue atacada la columna con canoas y por tierra y esta se
dividió. La lucha fue dura y complicada ya que muchos puentes habían
desaparecido. Fue el centro y la parte de atrás la que soportó mayor desgaste.
Gracias al puente portátil gran parte de los españoles llegaron a tierra firme,
pero el centro y la parte trasera sufrieron grandes pérdidas. Muchos españoles
del final, más de 100 hombres, prefirieron volver al palacio de Axayacatl y
luchar allí hasta que el hambre, el cansancio y la sed los vencieron. Todos
terminaron sacrificados a Vichilobos,
dios de la guerra. Los
mejicanos clavaron las cabezas de las victimas sobre los postes del Tzonpantli,
alternando cada cabeza de hombre con una de caballo, para intimar a cuadrúpedos
y a bípedos por si tuvieran intenciones
de volver. Murieron 300 españoles y otros 200 heridos lo hicieron en la
retirada. Admirable fue la labor de Cortés que aún salvado volvió dos veces a
la lucha para ayudar a la retaguardia y dos veces estuvo a punto de ser
apresado si no lo evitaron dos de sus soldados. El resultado de la Noche Triste
fue la pérdida de más de 600 españoles, 2000 indígenas aliados, gran parte del
sequito real y todos los hombres y mujeres de servicios, perdió gran parte del
armamento. La escapada posterior fue dolorosa, muchos heridos se refugiaron en
pueblos liberados por Cortés y que fueron amigos, pero cuando llegaron los
ejércitos mejicanos los entregaron para ser sacrificados vivos (recordemos que arrancándoles
el corazón en vida, ante toda una muchedumbre de gente). Sin embargo tras ese
gran descalabro, que pudo ser mayor si los aztecas no se hubieran entretenido
en atacar a los refugiados en el gran templo, llegó la gran gesta de Cortés.
El papel que "la Malinche" jugó en toda la conquista del imperio azteca por parte de los españoles fue trascendental.
Una semana después llegó a su oído que
los aztecas le habían cortado el paso hacia Veracruz. Cortés herido, rehízo su
ejército, recuperó a algo más de 300 españoles que podían luchar, a los que se
le unieron 2000 nativos y avanzó hacia la llanura de Otumba, en donde les esperaban
centenares de batallones aztecas que se desplegaron irregularmente haciendo
alardes de su victoria y capitaneado en el centro por su general, con
portaestandarte y en andas, convencido de su superioridad. Cortés realizó una
labor de distracción a izquierda y derecha de la fila enemiga y con los pocos
caballos que le quedaban, atacó a galope, de frente, matando al general y
quitándole su estandarte, ocasionando una desesperada desbandada mexica, que
fueron perseguidos y aniquilados en parte, por soldados españoles pero sobre todo
por sus aliados nativos contra los aztecas.
Ese fue el punto de inflexión, ya
que poco a poco Cortés fue adiestrando ejércitos de nativos y con los pocos
soldados españoles, aptos para el combate, comenzó nuevamente la reconquista de
las ciudades perdidas. La primera intervención la hizo en Tepeaca, cuyos
soldados junto con los mexicas habían dado muerte a los españoles que se habían
descolgado tras la “noche triste”. El grueso de su ejército lo integraban 2000
tlaxcatecas, que dirigió en estricto orden de batalla, derrotando completamente
a Tepeaca y a sus aliados mejicanos, en el verano de 1520. Cuando vio en el
templo las cabezas clavadas de soldados españoles infligió un cruel castigo a
la ciudad por tales asesinatos de los españoles, haciendo por primera vez la
vista gorda a la matanza realizada por los aliados tlaxcatecas, que imitaban a
los aztecas haciendo banquetes con la carne de sus prisioneros. Por primera
vez, y nunca durante su estancia en Méjico, permitió que los supervivientes
fueran utilizados como esclavos.
Contra Otumba dirigió un gran
contingente, de soldados de Txacala, Cholula y Huejotzingo: era la primera vez
que estas tres naciones enemistadas, luchaban juntas, obteniendo una gran
victoria, que se fueron repitiendo en otros frentes, ya en territorio mexica,
atacando sucesivamente al frente de un ejército mayoritariamente indígena las
ciudades de Quauhquechollan (Huacachula), Ocuituco (Ocupatuyo) e Itzocán
(Izzuacan), consiguiendo victorias cada vez más fáciles, mientras su ejército
con soldados españoles iba aumentando, algunos porque venían con armas desde
Cuba, y otros que él convencía cuando Velázquez enviaba barcos con soldados,
provisiones y armamentos para el derrotado Narváez. Pronto estaba ya preparado
para la conquista de Tenochtitlán, que cayó el 13 de agosto de 1521. Después no
hubo represión alguna con la población vencida por el hambre, que esperaba su
muerte. Ni siquiera mató a Cuauhtémoc, el ahora emperador mexica, cuando fue
apresado por un bergantín español cuando huía en una canoa por la laguna, abandonando
a sus hombres a su suerte. Cuando llegó ante Cortés, se inclinó y solicitó su
muerte. Cortés lo abrazó y lo perdonó, entregándole su familia presa (habría
sido curioso ver qué habría pasado si se hubieran invertido los papeles, sin
duda los hubieran sacrificado cruelmente, o los habrían desollado e incluso
practicado algo de canibalismo).
Fue el final de la pesadilla
para los aventureros, basta señalar que esa noche, a los españoles les costó
conciliar el sueño, ante el silencio abrumador. Llevaban 93 días de batalla,
llamadas a armas, órdenes, explosiones, gritos de víctimas, de redobles del
tambor sagrado, de dormir con un ojo abierto…y ahora tenían que acostumbrarse
al silencio tranquilo de sus moradas y a reconstruir un nuevo país más
equitativo y menos salvaje, más acorde con los aires del Renacimiento del
continente europeo.
Intenso y escueto trabajo, Valeria. Entiendo que ha sido un trabajo muy inteligente y estoy de acuerdo, en lo referente al homenajeado Hernán Cortés, en que haya resaltado lo positivo del proceder de tan insigne conquistador, aunque para aquella época creo que casi todo, y digo casi todo, fue positivo. Excelente trabajo.
ResponderEliminarMuchas gracias por sus palabras, Sr. De la Concha. Comparto su opinión sobre la gesta de Cortés. Y en lo referente a los logros de aquella época, daría para un larguísimo y apasionado debate. Baste ver la simbología y orientaciones de nuestros monumentos para toparse con un conocimiento muy por encima del que nos atribuyen (o nos atribuímos), incluyendo numerosas ciencias tan importantes como las Matemáticas, Geometría o la Química. Un detalle, ¿nadie se ha preguntado cómo es posible que estando la cuna de la Cábala y de la Alquimia en las ciudades medievales españolas, todos los descubrimientos de los elementos de la Tabla Periódica se atribuyan a extranjeros?, por no hablar de los médicos, naturistas y demás científicos que descubrieron nuevas tierras por todo el globo... sin descubrir nada más que tierra, y ahí lo dejo. Saludos.
EliminarEnorme trabajo a nivel de crónica. No ha tenido toda la mañama debatiendo y han surgido algunas preguntas Valeria, ¿la batalla de Otumba ocurrió cuando Cortes y su tropa retrocedían a Veracruz o hacia el territorio de los tlaxcasteca amigo?
ResponderEliminar¿Cree que esa batalla fué definitiva?. Nuestra enhorabuena por su amplísimo trabajo donde cita a hombres que hicieron historia a pesar de lo que hay aquí.
Gracias por escribir, Sr. Arostegui. Efectivamente Cortés iba hacia el territorio de los Tlaxcasteca, ya que él nunca pensó en huir, sólo que éste estaba en el camino de Veracruz. Sobre la valoración de la batalla, yo no diría que fuera definitiva, más bien decisiva, ya que cambió el rumbo de la contienda. Cortés supo aprender la lección y se preparó concienzudamente para la batalla final. Por su parte, los mexicas perdieron la fe que tenían en su superioridad y en la creencia de que Cortés huía para nunca volver. Un saludo.
EliminarMe ha gustado su grande y variado trabajo, del que podía haber salido sin duda dos y entonces el debate hubiera sido menos intenso. Se refleja en su trabajo la personalidad profunda de Cortés pero quizas, a mi gusto, para explicar sus dotes militares podía haber señalado su año en Italia aprendiendo de D. Gomzalo de Córdoba "El Gran Capitan", me imagino que habrá tenido importantes motivos para no aportar ese dato. Aún así nos ha parecido un gran trabajo, sintético, cuidadoso y muy amplío. Continuará el debate en nuestro homenaje. Nos gustó.
ResponderEliminarGracias por escribir, Sra. Gutiérrez, y comparto con Vd en que hubo un motivo importante por lo que no reseño algo tan fundamental como un posible aprendizaje con el Gran Capitán, el motivo fue que ciertamente Cortés nunca estuvo con el Gran Capitán, quien estuvo fue su primo Francisco Pizarro. Hernán Cortés, recién salido de Salamanca, era un tanto esa “bala perdida” que se da a esa edad tan joven y aunque llegó a Valencia para embarcarse hacia Italia, parece que los líos con una mujer casada le hicieron perder el barco y le dio tiempo a que su padre le pagara un pasaje para La Española. La audacia y la experiencia de Cortés es propia solamente de su admirable inteligencia. Un saludo.
EliminarImpresionante el dominio que tiene usted de los navegantes españoles, realmente me cuesta trabajo encontrar la historia de algunos de los que señala. Una pregunta Valeria, ¿nosotros conquistamos antes que los inglesess las Islas Malvinas?, Creí que siempre habían sido inglesa. Estupendo memorial
ResponderEliminarGracias por sus palabras, Sr. Benítez. España tuvo Las Malvinas mucho antes que los ingleses, sólo que por su nulo valor estratégico sólo nos limitamos a tener allí un puerto de referencia. Aunque ya anteriormente algún barco español la avistó (la expedición de Magallanes-Elcano en 1520) o tomó tierra en ella (Esteban Gómez, piloto de la nave San Antón o San Antonio, cuyo nombre dio origen al de las islas, que llegó a ellas el 1 de noviembre de 1520, buscando agua, tras sublevarse contra Magallanes, motivo por el que fue juzgado a su vuelta a España; de hecho en el mapamundi de Diego Ribero -1529-, que se encuentra en la Biblioteca Apostólica Vaticana, se incluye las Islas de San Antón en el mismo lugar geográfico en que se encuentran hoy las islas Malvinas), oficialmente su conquista se produjo cuando fray Francisco de Ribera tomó posesión del archipiélago para España el 4 de febrero de 1540, y estuvo allí invernando y navegando hasta que en diciembre volviera de regreso a España, y desde entonces fueron españolas, dependiendo del Virreinato del Río de la Plata, llegando hasta 1811 que España las abandonó tras la independencia argentina. Hasta esa fecha, varios fueron los intentos de los ingleses por ocuparla obligando a intervenir a los españoles. La más insistente fue la segunda expedición de John Mcbride que conquistó Puerto Egmont el 8 de enero de 1766. Enterados del hecho, los españoles organizaron desde Montevideo una flotilla al mando de Juan Ignacio de Madariaga, formada por las fragatas Industria, Santa Bárbara, Santa Catalina y Santa Rosa y el chambequín Andaluz, que zarparon de Montevideo el 11 de mayo de 1770. El 4 de junio el escuadrón español atacó Puerto Egmont, el día 10 los ingleses se rindieron y entregaron la localidad. Ya después, los ingleses pidieron permiso a los españoles para repostar sus naves comerciales en esa localidad, reconociendo el derecho español al archipiélago (y Carlos III les concedió el permiso).
EliminarSobre el descubrimiento de las Malvinas por los ingleses le señalo que hay dos teorías, la primera se le atribuye al navegante John Davis que llegó a ella en agosto de 1592 en su barco Desire después de desertar de la expedición del pirata inglés Thomas Cavendish. Hay una segunda teoría, que asigna su descubrimiento al pirata inglés Richard Hawkins, a bordo de la Dainty, en 1594. Un saludo.
Terminamos muy tarde el debate, ha sido realmente interesante, señala Ud muchas cuestiones qe para algunos no estaban claras, pero al final no llegó la sangre al río. Nos aporta Valeria una información muy sosegada y muy analizada de Hernán Cortes. Algunos hubieramos querido disponer de aquellas dos entradas que galernas atrás eliminó de su blog. Algunos las añoran porque creen que era más natural, menos mál qye tenemos copia. Ha sido un buen complemento a estas. Muy bueno.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. De la Seca. Lamento que echen en falta esos textos, algunos ciertamente centrados en D. Hernán Cortés, otro en D. Pedro de Alvarado e incluso mi análisis sobre la heráldica de D. Álvaro de Bazán (¡menudos tres personajes!) pero lo cierto es que me cansé de compartir información que gente sin escrúpulos y con ánimo de lucro copiaban del texto y respuestas y hacían propios, publicándose trabajos en diverso tipo de publicaciones, incluso con mis propios giros (que a veces tanto desespera a mi editora-correctora de redacción) sin citarme como fuente. Por ello lo retiré de mi blog y le revelaré que desde entonces las incluí en el boceto de un laborioso libro que a pesar de escribirse solo nunca termino de concluir, pues siempre considero que debo completar con determinados datos o correcciones y en cada nueva lectura, modifico algo. ¡Soy mi peor enemigo!, nunca totalmente satisfecha. Paciencia, todo se andará. Saludos.
EliminarDetecta un error en trabaja, los espanoles never llegar a Falkland Island, argentino poco tiempo solo. Mirar island no ser tomar possession. Error grave.Corregir. I also tener dudas sobre Galapagos Island, mirar island no ser tomar possession.
ResponderEliminarGracias por escribir Sr. Williams, pero dudo mucho que me equivoque dado que suelo consultar varias fuentes. Otras veces es cuestión de matices, por ejemplo, “mirar una isla” como dice, cierto es que lo hicieron. Pero además de mirar, constataron que era un archipiélago, dieron sus coordenadas exactas (con precisión milimétrica, dicho sea de paso), tomaron posesión de ellas, escribieron al rey de España (y emperador) informándole de ellas e incluso describieron fauna y flora peculiar (¿le suena de algo, de algún británico, años después, en el mismo lugar?). La carta se conserva, solo hay que buscarla. Ahora, si se refiere a que cuando llegaron los británicos no se encontraron una bandera clavada tipo La Luna, pues también es cierto. Cuestión de matices, ¿no cree?, pero para mí la posesión era total y plena; con respecto a su otra observación, permítame remitirle a mi respuesta al Sr. Benítez. Un saludo.
EliminarEnorme trabajo, Valeria. Nos ha costado debatirlo y aún no se ha acabado, creo que continuará hasta después de la celebración del quinto aniversario de la gran gesta. Una duda Valeria, durante la noche triste ¿sabe usted si los españoles que se quedaron en el palacio que residían fueron porque se refugiaron o porque no les avisaron de la partida? ¿Tuvo algo que ver en ello Alvarado?. Felicidades por el trabajo.
ResponderEliminarGracias por sus palabras, Sr. Uribe. Los españoles que estaban al final de la larga fila en la que salían de la capital mexica optaron por refugiarse en su palacio-fortaleza; esa “cola” estaba mandada por Alvarado, sólo que él pudo huir tras un duro enfrentamiento con los mexicas, que cortaron los puentes. La leyenda cuenta que Alvarado, utilizando una larga lanza, la utilizó como pértiga para salvar el puente hundido. A ese lugar se le conoce como “Salto de Alvarado”. Es cierto que fue el último de esa parte del pelotón que se salvó, lo que posiblemente levantara alguna suspicacia, aunque –como señala el Sr. De la Seca en su comentario-, en mi entrada (retirada) dedicada a D. Pedro recordaba otra “leyenda” o crónica que sostenía que durante la dura batalla contra los guerreros-jaguar aztecas, éstos mataron a la yegua favorita de Alvarado, lo que se supuso un durísimo golpe moral haciendo que se desmoronara en plena lucha. Cortés intervino acudiendo en su ayuda y poniéndolo a salvo. Personalmente creo que personas tan apegadas a sus animales como Cortés y Alvarado a sus caballos, o Ponce de León a su perro “becerrillo” me hace pensar que no eran tan despiadadas y salvajes como las pretenden hacer ver (menos aún cuando enfrente tenían a, estos sí, auténticos salvajes sin ningún respeto al ser humano, y de los que cada nuevo hallazgo arqueológico muestra una faceta cada vez más inhumana). Saludos.
EliminarUna pregunta que nos ha surgido, ¿cree Ud que Cortés quemó sus naves para evitar que no lo abandonaran o para no dejar rastro de su situación?. Saludos
ResponderEliminarGracias por escribir, Sr. Asensi. Cortés nunca quemó sus naves, acordó con sus hombres de confianza que las averiaran (de nuevo otro de sus ingeniosos trucos, nunca me cansaré de compararlo con el Ulises homérico). De hecho sólo dejó una, la más pequeña, en condiciones de navegar y que tras explicarle a su tropa que pretendía ir hacia el interior para conquistar aquel rico imperio, la ofreció a aquellos que no quisieran acompañarle para que volvieran a Cuba. Los soldados dubitativos, tras participar en la primera batalla que Cortés tuvo cerca de “La Vera Cruz”, que ganaron fácilmente con pocos heridos, decidieron acompañarlo. ¡Era un encantador de serpientes nato! Un saludo.
Eliminar¿Es cierto que Hernán Cortés murió corriendo trasla carroza real?. Saludos
ResponderEliminarGracias, Helena por su comentario. Con respecto a su pregunta, debo señalarle que esa historia de que Cortés murió corriendo tras la carroza real, es falsa y forma parte de la leyenda negra creada contra los españoles. Cuando en 1541 Cortés volvió a España, tras 24 años de virreinato y 36 en las Indias, para descansar en paz con su gente, reunía una enorme fortuna que le permitió vivir con opulencia y frecuentar compañías selectas. Una prueba de su gran riqueza es que cuando quiso casar a su hija mayor, doña María, con Alvar Pérez de Osorio, heredero del marquesado de Astorga, llegó a ofrecer una dote de cien mil ducados, cantidad astronómica para entonces. Cierto es que venía de haber convertido Nueva España en una colonia próspera de enorme vida comercial y cultural, en buena forma gracias a su impulso, ya que trajo rentables comercios y negocios de los que recibió una buena dote; pero la verdad es que mientras el gran conquistador envejecía, la gran Nueva España se modernizaba, por lo que su figura y sus andanzas eran ya de otra época. Fue entonces cuando pensó en volver a España, en donde nunca tuvo el sincero favor imperial, pero es que Cortés llegó a Madrid entre rumores e intrigas. Tras seis años de buen vivir en los que participó junto al emperador en la fallida conquista de Argel, y tras deambular algunos años por la corte, se retiró a Sevilla en donde vivía participando activamente de una bulliciosa y agitada vida cultural. Sin embargo, Cortés añoraba volver a sus posesiones americanas. Cabe recordar que el emperador Carlos le había otorgado el Marquesado del Valle de Oaxaca y jamás un conquistador tuvo un marquesado tan grande, rico y poblado. En eso estaba cuando el viernes 2 de diciembre del año 1547 falleció en una casa palacio de Castilleja de la Cuesta que pertenecía a su buen amigo el jurado don Alonso Rodríguez, y en la que el conquistador residió hasta su fallecimiento. Era tan grande su reconocimiento y tan enorme su fama que inicialmente recibió sepultura en el cercano monasterio de San Isidoro del Campo, en la cripta de la familia del duque de Medina Sidonia, bajo las gradas del altar mayor, aunque fuera por pocos años ya que Cortés nunca olvidó a México y en su testamento señaló que quería ser enterrado allí. Esa fue la historia verdadera. Un saludo.
EliminarPorqué cree que Cortés asesinó a su mujer?.
ResponderEliminarGracias por sus palabras, William, pero yo no creo que Cortés matara a su primera esposa, Doña Catalina Suárez, en 1522. Eso forma parte de la interesada leyenda negra que envidiosos de sus conquistas levantaron contra él y que gente maliciosa continúan sosteniendo durante siglos, sin interesarles que no tengan nada sólido sobre lo que sustentarse. Cierto es que su matrimonio no fue muy feliz y que posiblemente fuera de conveniencia, porque Catalina era hermana de la esposa del gobernador de Cuba, Diego de Velázquez. A Cortés le vino muy bien para sus propósitos: frecuentar primero “su corte” y ser elegido para dirigir la tercera expedición al Yucatán que finalizó con la conquista de México, pero no hay dato alguno en las investigaciones que señale la participación de Cortés en la muerte de su esposa, de hecho fue declarado exento de culpa. Doña Catalina era una mujer que padecía asma, posiblemente producida por lo que hoy se denomina alergia, y el viaje a Cuba en compañía de su familia afectó a su salud. Tras la conquista de Méjico Doña Catalina se trasladó a la hacienda de Cortés en Coyoacán, empeorando su estado de salud. Aunque Cortés siempre le fue infiel, puso a su servicio una cohorte de sirvientes para que la atendieran, y él nunca dejó de visitarla. De hecho murió mientras dormía después de una gran fiesta que Cortés dio en su honor.
EliminarSu fallecimiento fue investigado tras la denuncia de la madre de Catalina, que acusó a Cortés de ser el responsable de su muerte, y tras un largo juicio no prosperó la imputación. En 1545 la Audiencia de México y la Corona, sobreseyeron la denuncia. Un saludo.
Una pregunta Valeria, ¿conquistó Hernám Cortes Hondura?. Saludos
ResponderEliminarGracias por sus palabras, Sr. Buruaga, paso a responder a su pregunta. Cierto es que Hernán Cortés ayudó en la conquista de Honduras, pero la iniciativa y su descubrimiento se deben a un capitán suyo, Cristóbal de Olid, que en 1524 por orden de Cortés llegó con parte del ejército del general a aquel territorio. Pero en realidad traicionando a Cortés, ya que aunque hacía ver que cumplía sus órdenes, Olid había pactado con el gobernador Diego de Velázquez, enemigo de Cortés, la conquista de esas tierras para el gobernador. Por ello fue ajusticiado por Cortés. Fueron muchos los capitanes leales de Cortés que, por orden suya y con su ejército, descubrieron o conquistaron otras tierras, como Francisco Hernández de Córdoba, que conquistó Nicaragua, Pedro de Alvarado, que conquistó Guatemala, El Salvador y parte de Ecuador, o Fortún Jiménez, que descubrió la Baja California en el barco “Concepción” propiedad de Cortés. Todos ellos actuaron con el ejército de Cortés, por lo que él siempre estuvo detrás y en la mayoría de los casos tuvo que acudir personalmente a ayudarles, pero de acuerdo con las reglas de la historia los primeros que intervinieron fueron los mencionados, de ahí que sea para ellos la autoría de los casos. Un saludo.
Eliminar¿Qué diferencia hubo entre el primer ataque que acabó en desastre y que ustedes llaman la noche triste y la segunda invasión que acabó con la conquista? ¿Fue porque todo el ejercito era solo de españoles profesionales?
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Aceves, paso a contestar su pregunta. Cortés no tuvo nunca durante la conquista de México un ejército de cerca de 900 soldados profesionales. En la conquista de Tenochtitlán, la fuerza de Cortés la integraban 86 soldados a caballo, 120 escopeteros y ballesteros, 700 soldados de espada y rodela, 3 cañones de hierro, 15 de bronce más pequeños y una decena de quintales de pólvora, aunque conseguía más de los volcanes; eso para enfrentarse a un ejército de más de 200. 000 guerreros crueles y preparados. Lo que ocurrió fue que, era tan cruel el tratamiento que los mexicas de Tenochtitlán daban a las otras ciudades que, aplicando el carácter conciliador que siempre usó Cortés, se fueron sumando a su ejército soldados de las tierras liberadas y antes oprimidas por sus compatriotas. Los primeros aliados se los ofreció Tlacochcálcatl, señor de Cempollán (dicen que 8000 totonacas), pero también recibió ayuda de las poblaciones de Chalco, Tetzcoco, Cholula y Huexotzingo, aunque el gran aliado fue Tlaxcala; se habla de un aporte de 20.000 tlaxcalltecas y fue de gran ayuda después de la derrota de la noche triste, tanto, que finalizada la guerra en el escudo de su ciudad reza la frase “la muy noble y muy leal”, autorizada por una cédula real. De hecho, estos guerreros acompañaron a los españoles en otras conquistas fuera de México. Eso, unido a la brillante idea que tuvo Cortés de construir pequeños bergantines en la laguna de Tenochtitlán, cada uno con un cañón, donde los mexicas atacaban con numerosas barcas a los españoles por las tres calzadas saturadas de puentes que llevaban a la ciudad, de los que entonces no podían defenderse y ahora sí podían neutralizarlos, fue suficiente para la conquista de México-Tenochtitlán. Un saludo.
EliminarCreo que exagera cuando señala las cifras de uno y otro bando en la guerra de Cortés, y al otorgarle tanto ingenio a ese guerrero, creo que su ingenio era la pólvora que llevaba en sus armas y no el ingenio lo que decidio la conquista. ¿Sabe que los mexicas no conocían la polvora?
ResponderEliminarGracias por su intervención, Nando. No voy a discutir sobre las cifras de los bandos que se enfrentaron ya que son de sobra conocidas y se pueden leer en cualquier publicación de historiadores independientes. Sobre lo que me dice del conocimiento de la pólvora, debo darle la razón; ya Cortés lo comprobó y jugó esa baza en la primera batalla que tuvo en tierra mexicana cuando en su llegada fondeó en la desembocadura del río Grijalva para buscar agua y alimentos y, al acercarse a la ciudad de Potonchan, tuvo su primera batalla donde premió el superior armamento y disciplina de los españoles, que aunque en número inferior a los nativos fue una victoria aplastante. Lo más importante fue que allí conoció a la india Malinalli, hija del cacique local, a la que llamó posteriormente Marina, que fue clave en la comunicación con las diferentes tribus. El número de españoles que iban con él eran mucho menor de 600 y no tuvo mucho refuerzo patrio ya que el Gobernador Velázquez, el único que podía mandarle refuerzos, lo tenía como enemigo; por eso no tuvo refuerzo alguno hasta llegar al Tenochtitlán de Moctezuma y tampoco utilizó mucho la pólvora. Su tropa y equipo de partida era de 13 arcabuceros, 30 caballos, 10 cañones de bronce y otras piezas de menor calibre. Su fuerza de choque era de algo más de 500 infantes armados de pica y espada, y con ese ejercito venció en Tabasco, Cholula y en Tlaxcala a ejércitos que le triplicaban en número. Pero el genio de Cortés no fue sólo su táctica militar, sino más bien su inteligencia militar; supo convencer y perdonar a los enemigos derrotados hasta conseguir su lealtad y hacerlos aliados, ya que temían más a los Mexicas, verdaderos guerreros sanguinarios que les raptaban sus hijos para sacrificios humanos, y que veían en Cortés su posible salvador. Además contando con la lealtad de Doña Marina supo planificar una buena red de espías que le tuvo siempre informado. Cortés fue siempre leal con sus aliados, tanto, que de ellos se surtía para cubrir necesidades de la marcha. Con esto no quiero sólo señalar que fue la inteligencia de Cortés lo que le llevó a la gloria, para lograrla no basta con un planteamiento acertado de una situación o una batalla, se necesita también de valentía, arrojo y una clara visión estratégica. De todo ello dio pruebas sobradas, sobre todo cuando huía de Tenochtitlán la noche del 1 de julio de 1520 con un ejército derrotado y desangrándose; había perdido el 40% de los 800 hombres y pertrechos que había conseguido tras neutralizar y convencer a los españoles que habían acudido a arrestarle mandados por Pánfilo de Narvaez, perdió también el 60% de sus aliados tlaxcalltecas, estaba acosado en la huída por guerreros mexicas y tlatelolcas, y se encontró el 7 de julio en las llanuras de Temalacatitlán, frente a Otumba, con un ejército reconocido por historiadores mexicanos de 40.000 soldados integrado por guerreros mexicas, tetzcocos y tlacopan, conocidos como la triple alianza; algunos historiadores llegan a hablar de hasta 100.000 guerreros. Allí Cortés hizo un ataque a la desesperada y aplicando una táctica de distracción que aún se estudia en la academia de West Point, separó y distrajo a los indígenas mientras él con un grupo reducido de españoles penetró con los pocos caballos que llevaban como punta de lanza contra un grupo de indígenas ricamente ataviados que daba órdenes a la tropa, entre los que estaba el general (cihuacóatl) al mando, al que un capitán de Cortés, Juan de Salamanca lanceó, matándolo. En esa batalla, que fue clave para la conquista de México, sólo sobrevivieron 400 españoles, 20 caballos, 12 ballesteros, 7 escopeteros y unos pocos tlaxcaltecas del par de cientos que habían sobrevivido en la anterior derrota de Cortés. Gestas como ésta, al frente de un ejército de indígena, las repitió varias veces en la reconquista. Un saludo.
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