El próximo mes se cumplen 500 años de la conquista de México por
uno de los mejores exploradores y aventureros españoles, por no decir el mejor, de la
historia de España. Me refiero al extremeño Hernán Cortés, un soldado contra el
que la leyenda negra, que deformó y parasita perennemente nuestra historia, ha
vertido o levantado todo tipo de improperios. A día de hoy, no hace falta
señalar que en un alto porcentaje de estas calumnias se hizo de forma injusta, desproporcionada,
interesada y extremadamente subjetiva, ya que los enemigos del mayor imperio de
la edad moderna no ahorraron esfuerzos por depreciar o manchar nuestros logros,
cuando muchos de nuestros logros eran sus propias derrotas.
Para valorar los hechos o los
triunfos de Cortés sería necesario vivir en aquella época, para tener una
visión real del momento, mentalidades y circunstancias. Es mi objetivo rendir
un merecido homenaje a este gran conquistador, tan cortés como indica su
apellido, cuando falta un mes para cumplirse medio siglo de la conquista de
México. Procede remarcar que todas las épocas son diferentes y que es
acientífico valorar la actuación de los exploradores y conquistadores españoles
de los siglos XV-XVI, o lo que hicieron los romanos (cartagineses, fenicios, visigodos, vándalos, suevos, alanos, árabes, ...) en Hispania, con los parámetros y valores de 2019, conseguidos a lo largo de
los siglos; por no señalar que muchos de esos parámetros y variables se fueron
conformando en parte gracias a hombres audaces que cambiaron el devenir social de
la Historia. Pero vayamos por partes y empecemos por los cimientos,
aproximándonos a la realidad de aquella época para tener una visión más exacta
y cercana de nuestro personaje. Permitidme que me extienda un poco porque será
útil para las siguientes historias de esta web.
El siglo XV y
los anteriores constituyeron una época de lucha y guerras entre países por
lograr la hegemonía en Europa y en el Mediterráneo. El pueblo llano tenía pocas
oportunidades en ese panorama: o era esclavo-soldado del señor feudal de turno
o se moría de hambre en un pueblo donde no tenía ni posesiones ni derecho
alguno, por lo que vegetaba sujeto a cualquier injusticia por parte de los
poderosos, a menos que hubiera tenido la suerte de entrar en alguna orden
religiosa, y no por ello era libre. Sólo el rey o el alto noble regional de
turno estaban a salvo de todo y podían hacer lo que les viniera en gana, pero
para ello tenían que disponer de una fortuna que no siempre obtenían del
alquiler de sus tierras. El pueblo llano, retirado de cualquier posibilidad de
obtener riqueza, malvivía en una sociedad injusta, machacado por impuestos
reales o al amparo de prestamistas que le chupaban la sangre. Ni siquiera las
continuas guerras eran una buena salida pues participar en ellas como soldado o
mercenario no era siempre una posibilidad de cobrar regularmente un sueldo, a
menos que ganaran la confrontación; y si perecían en el campo de batalla
condenaban a sus familias a una vida aún más miserable sin ayuda alguna. Sin
olvidar que, aún ganando, la vida del soldado era muy corta. En este paisaje
desolador se situaba la mayor parte de la sociedad de entonces. Y si este era
el entorno para el sexo masculino, podemos hacernos una idea sin demasiado
esfuerzo de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de mujeres de la
época, sin derechos desde su nacimiento y trabajando como animales de carga o
amas de cría en el mejor de los casos. Siempre sujetas a los designios de un
amo o sujetas a todo tipo de abusos, lo que podría justificar la infinidad de
hijos bastardos de poderosos que surgieron en aquella época.
Los Tercios llegaron a conformar el Ejército mejor entrenado, más profesional y temido por su bravura, de su tiempo (ver por ejemplo, "Cyrano de Bergerac"). Por su parte, la sociedad española del siglo XVI está magistralmente representada en "El Quijote" de Miguel de Cervantes, con gentes de "todo pelaje" y nacionalidad buscando fortuna en las ciudades españolas.
Otro tema
crucial era el mantenimiento de los reyes y las cortes. Para la seguridad de un
rey era importante que sus mejores vasallos estuvieran satisfechos, y eso sólo
se podía conseguir con riquezas que la corona o el alto noble podían obtener
generalmente con el comercio, ya que no siempre había guerras con las que
lograr nuevas tierras u obtener pingües beneficios, y cuando las había la
prioridad era disponer de dinero para pagar a las huestes. Esto ya se sabía
desde muchísimo tiempo antes de nuestra era: griegos, fenicios, cartagineses,
romanos, godos…montaban con ese finalidad expediciones guerreras en busca de
riquezas. Primero fueron los metales de valor: oro, plata, cobre…y más tarde
fueron la sal y las especias los productos que proporcionaban riqueza, a los
que se fueron sumando otros como adormideras, opio del que se obtuvo el
láudano, o morfinas para el dolor, esencias, plantas, productos de la India o
de América… para preparar sustancias que se vendían en las boticas. Pronto la
riqueza llegaba por especias que daban sabor y calidad a la comidas, como la
canela, pimienta, nuez moscada o jengibre, o por productos para el cuidado
femenino como cremas y perfumes, o por tejidos de lujo como la seda o por
joyas. Todos estas materias llegaban por la ruta de Asia a través de grandes
caravanas que traían productos que aquí se vendían hasta mil veces más de lo que
costaban en su origen (ver aquí la entrada sobre las especias y las grandes gestas). El
comercio de las especias fue el motor que movía al mundo. Era tan alto su valor
que a comienzos del primer milenio el valor de la pimienta por peso era
equivalente al de la plata. Estos productos producían enormes riquezas a muchos
mercaderes y, por tanto, a muchas cortes antes de llegar al consumidor en
Europa para mantener su poder.
Pero en el
año 634, dos años después de la muerte de Mahoma, los musulmanes inician su
guerra santa bajo el mando del califa Umar. Derrotan en el 636 al emperador de
Bizancio en la batalla de Yarmuk, conquistando Alejandría y El Cairo; en el
637, en la batalla de al-Qadisiyya derrotan al ejército persa, y tras la
batalla de Nahavand, en el 642, inician la conquista del Asia Central. En
quince años conquistan Irán. A su vez, los musulmanes omeyas se expanden hacia
el oeste, cruzando en el 711 a la Península Ibérica, donde llegan hasta el
norte, siendo detenidos en el 722 en Covadonga (Asturias) y en el 732 en
Poitiers (Francia). Con esta “guerra santa” se corta el tráfico de riqueza
desde Asia a Europa y desaparecen el negocio y las ganancias, lo que hace que
los reyes europeos enemigos se alineen con el Papa guerrero para intentar
¿reconquistar los Santos Lugares?, o quizás, ¿para volver a abrir el tráfico
rentable de la ruta de las especias? Pero no funcionó, porque los ejércitos
europeos no pudieron abrir la puerta del Mar Rojo ni recuperar Egipto, caminos
ambos de la ruta de las especias, por lo que el Islam seguía controlando la
ruta hacia la India. En esta empresa no participamos los ibéricos, inmersos en
nuestra propia reconquista, pero conforme ésta avanzaba ocurrió un hecho
decisivo, la llegada de un gran rey a nuestro reino hermano, Portugal, en donde
el rico monarca Enrique “el navegante” tuvo el sueño de navegar hacia el sur
por las costas africanas, haciendo caso omiso a los mapas de Ptolomeo, avalados
por el Papa, que señalaban que era imposible navegar por las costas africanas
más allá del ecuador porque las altas temperaturas hacían hervir el agua. Este
gran monarca sentó las bases para esas expediciones, a pesar de que no llegó a
ver sus logros, ya que murió en 1460; lo más lejos que navegó fue a Ceuta para
intervenir en una expedición militar contra los musulmanes en 1412.
Correspondió hacerlo a su hijo Juan II, al que se señala injustamente como el
pionero de la “era de los navegantes”, si bien cabe decir que no lo tuvo nada
fácil, porque aunque D. Enrique había creado junto al Cabo de Sagres una
escuela naval para preparar marinos para grandes expediciones, además de
astilleros y arsenales para construir naos (inspirándose en las cocas
medievales pero haciéndolas más grandes y capaces de transportar más de 100
Toneladas, capacitándolas así para viajes largos), resultaba muy difícil
obtener tripulación para sus centenares de expediciones a lo desconocido, a
pesar de que Europa se desangraba en guerras y crecía de forma alarmante el
número de pordioseros, renegados, desertores, vagabundos y heridos de guerra
que se morían de hambre en las aldeas, teniendo como principal trabajo el de
ladrón, bandido o bandolero.
Expedición de Vasco de Gama.
Fue necesario que en 1471 se llegara al ecuador y
que en 1486 Bartolomeo Díaz alcanzara el sur de África para que Europa
lentamente se fuera dando cuenta de la certeza de las profecías de D. Enrique.
Portugal ya se había asegurado la propiedad de esa ruta africana ante Roma, con
la firma del Tratado de Alcáçovas, el 4 de septiembre de 1479, entre los
representantes de los reyes Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, por un
lado, y del rey Alfonso V de Portugal y su hijo Juan, por otro. Al año
siguiente los tres reyes ratificaron el acuerdo, por el que se respetaba la
propiedad portuguesa de la ruta africana hacia Las Indias y se reconocía la
propiedad de las Islas Canarias para la futura España. El acuerdo fue
refrendado por el papa Sixto IV en 1481 con la bula “Aeterni regis”.
La Europa del siglo XIV.
Ya entonces,
Castilla y Aragón estaban terminando la reconquista de los territorios
musulmanes ibéricos y habían iniciado algunas expediciones a islas atlánticas,
como las Islas Canarias y algunas otras, ahora portuguesas, lo que supuso
cierto riesgo de enfrentamiento entre ambas naciones. Tras la expedición
de Bartolomeo Díaz, muchos grandes
navegantes ilustrados, tras leer a filósofos, geógrafos e historiadores
(bastantes de ellos árabes), empezaban a tener la certeza de que la tierra era
redonda, deducción que se podía alcanzar al ver el horizonte curvado o al
observar que lo primero que se divisaba de un barco que aparecía en la lejanía
era el palo mayor y no el barco completo, cosa que ocurriría si la mar fuera
plana (nada que no hubiese ya entendido y demostrado Eratóstenes de Alejandría,
que allá por el 240 a.C., con rudimentarios instrumentos llegó a medir el radio
de la Tierra con una precisión pasmosa (ver aquí “La Biblioteca de Alejandría”). Estos navegantes pensaron en llegar a la India navegando hacia
el oeste y propusieron inicialmente sus ideas al rey portugués, dado que con el
comercio exclusivo había acumulado una gran riqueza y podía arriesgar fortuna
para esas empresas. Sin embargo, el rey luso no aceptó la propuesta ¿Para qué
iba a arriesgar fortuna en una odisea dudosa si ya disponía de una ruta segura
a las especias, en propiedad por el este? Por otra parte, las recientes
expediciones portuguesas que habían fracasado desastrosamente buscando la India
por el oeste, avalaban esta decisión. Fue el motivo por el que brillantes
navegantes, como Colón, Magallanes y tantos otros acudieran a los reinos vecinos.
Sólo unos pocos países con costas atlánticas, como Inglaterra, Francia y España
podrían estar interesados en el tema. Pero Inglaterra, fracturada en guerras y
empobrecida, no estaba por la labor, aunque el ¿veneciano? John Cabot (Giovanni
Caboto) hizo dos viajes fallidos para el rey inglés Enrique VII en 1497 con un
barco pagado por él y en 1498 con cinco barcos reales; en el primero no pasó de
Islandia y en el segundo alcanzó las nieves de Terranova, Groenlandia para
desaparecer a continuación los cinco barcos. Este último viaje lo utilizaron
los ingleses para reivindicar Norteamérica. Tanto Portugal como España habían
rechazado antes los servicios de Cabot. Por otra parte, Francia tenía sus miras
puestas en el Mediterráneo y en Italia, en donde se batía contra los españoles,
entre otros.
Sepulcro de Vasco de Gama.
En ese
momento, la futura España estaba formada por dos reinos: Castilla y Aragón, que
podían tener intereses separados. Si bien Aragón apuntaba hacia el Mediterráneo
por parte de Fernando el Católico, Castilla, de manos de Isabel, estaba más
abierta a otras opciones. Ella fue la promotora de los proyectos de Cristóbal
Colón y arriesgó su fortuna personal para que el 3 de Agosto de 1492 saliera
desde el antiguo puerto de Palos en Huelva la expedición exploradora hacia el
Nuevo Mundo, capitaneada por Colón desde su nao Santa María y por los hermanos
Pinzón a cargo de las carabelas Pinta y Niña, llegando el 12 de Octubre de
1492, primero, a una isla del Mar Caribe, Guanahaní (Las Antillas), rebautizada
como San Salvador, y después, el 15 de diciembre, a La Española (República
Dominicana-Haití) desde donde comenzó la conquista española de América. Esa
noticia aumentó el riesgo de enfrentamiento de los dos reinos cristianos
vecinos ¿De qué servía a Portugal que el Papa le diese la propiedad de la ruta
a las Indias por el este si España llegaba antes por la ruta oeste? Por ello
tuvo que intervenir el Papa, Alejandro VI, para evitar el enfrentamiento entre
sus dos “hijos” más leales, que además habían expulsado a los musulmanes de sus
territorios. Desarrollando una enorme labor diplomática, el 4 de mayo de 1493,
el Papa divide el mundo conocido en dos partes: la del este para los
portugueses y la del oeste para España. Esta decisión, acompañada de las
correspondientes bulas, pareció satisfacer a ambas naciones, marcando la
ficticia línea de división a 100 leguas de Cabo Verde. Sin embargo, tiempo
después, una intranquila Portugal solicita al Papa que se mueva la línea más al
oeste, hasta situarla a 270 leguas de Cabo Verde. España no mostró la
suficiente firmeza para rechazar esta propuesta y remitirse a la ya pactada,
posiblemente porque los intereses españoles se centraban en ese momento más en
el Mediterráneo y conseguía a cambio la plaza de Ceuta, además de que desconocía
la tierra que pudiera haber en el otro lado. Queda la duda de si Portugal tenía
otra información al respecto. El 7 de junio de 1494 se firma este nuevo acuerdo
en Tordesillas, que resultó favorable para Portugal cuando al descubrirse el
Nuevo Mundo permitió que el 22 de Abril de 1500 que el portugués Pedro Álvares
Cabral llegara a Brasil, un territorio que se encontraba en la parte portuguesa
del Tratado de Tordesillas y tomara posesión en nombre del rey de Portugal,
señalando esa fecha erróneamente como la del “descubrimiento oficial”, cuando
el español Vicente Yáñez Pinzón ya había estado el 26 de enero de 1500 en el
cabo de Santa María de la Consolación (actualmente Cabo de San Agustín) en una
expedición en la que iba el autor del primer mapa americano, el cartógrafo Juan
de la Cosa. El tratado de Tordesillas evitó el enfrentamiento entre ambos
países, al menos por el momento, ya que al ser la Tierra redonda, la línea
divisoria era un meridiano, que en el otro lado entonces desconocido del globo,
trazaba una frontera que beneficiaría enormemente a España frente a Portugal,
como ya veremos en otra entrada. Cabe señalar que la recién constituida España
tras la unión de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, una vez finalizada la
reconquista, consecuentemente era un país guerrero tras siete siglos de lucha,
con buenos capitanes y buenos navegantes, sobre todo en el Mediterráneo, por lo
que estaba preparado para cualquier actuación de exploración o conquista.
Expedición de Vicente Yánez Pinzón en 1500, descubriendo América y Brasil (pues llegó cinco meses antes que el portugués Alvares Cabral).
Europa, cuyos
países se desangraban en hambres, epidemias y guerras, clama de admiración y
sorpresa cuando dos hechos llegan a sus oídos: la llegada de Cristóbal Colón a
las Indias en 1492 y la de Vasco de Gama en 1498. Ambas expediciones traían
productos de lejanas tierras que para la futura España eran una promesa de
riqueza y para Portugal, más adelantada, era ya una realidad. De pronto todo
cambia en el viejo continente, nace intensamente un fervor de aventuras y ansia
de descubrimientos, del que participa una población marginada y también hombres
valiosos y valientes, llevados mayoritariamente por la ambición y por intentar
cambiar su suerte. Todo aquél que en Europa estuviera descontento de su
posición y de su suerte, militares inactivos, soldados parados, bastardos de la
nobleza, gentes perseguidas por la justicia, aventureros y mercenarios, se
baten y hasta matan para conseguir un puesto en alguno de los muchos barcos que
fletan especuladores y comerciantes. Hay una huída de los pueblos hacia los
puertos, en la carrera por ocupar una plaza en las diferentes expediciones que
salen una tras otra de la Península Ibérica. Puertos como Lisboa, Palos o Cádiz
no dan abasto a la salida de tantos barcos, y pronto la riqueza empieza a fluir
en estos países, siendo inicialmente mayor la de Portugal, porque a la venta de
las especias había que sumar la riqueza que proporcionaba la venta de esclavos
en Lisboa, que sin lugar a dudas superaba con creces las pérdidas de barcos.
Por último,
resumidamente señalaré que tras conquistar las islas caribeñas, dos fueron las
rutas de expediciones que siguieron los españoles desde La Española o desde
Cuba. Una iba hacia el sur, donde estaban los imperios Azteca en México, e Inca
en Perú, que fueron conquistados por Hernán Cortés y Francisco Pizarro,
respectivamente. La otra ruta se dirigía al norte, donde están los actuales
EEUU, que fueron explorados por Hernando de Soto y Álvaro Núñez Cabeza de Vaca,
respectivamente.
El próximo
mes harán 500 años desde la conquista de México, que hizo que España cambiara
sus prioridades, pasando a segundo término su interés por el Mar Mediterráneo.
Fue un logro de Hernán Cortés, que además de un gran soldado, fue un eficaz
dirigente, hábil diplomático no exento de humanidad, notable escritor y un gran
visionario. Cierto es que países exteriores o rivales intentaron siempre
mancillar sus logros y tergiversar sus hechos; también, incomprensiblemente,
compatriotas apoyando mi teoría de que este es un país de tribus, le han
tildado de guerrero cruel, de eliminar una raza y de mil cosas más; sólo ha
faltado acusarle del asesinato de Kennedy. Entiendo que pueda haber sucios intereses en mantener la Leyenda Negra por grupos interesados, aunque no es
demasiado difícil razonar cómo se puede conquistar un país como Méjico sin que
corra sangre, frente a unos guerreros enemigos que bebían y ofrecían a sus
dioses la de sus tribus vecinas, las mismas que apoyaron a Cortés para librarse
de su tiranía y horrores.
Hernán Cortés alentó la confraternización con los
indios, el mestizaje es un hecho perdurable, algo que ningún otro país permitió
en sus conquistas ya que deliberada y silenciosamente prefirieron eliminar a la
población nativa.
No hace falta señalar que cuando los ingleses, verdaderos
creadores de la leyenda negra junto con sus “primos” norteamericanos, llegaron
a Australia en 1770 había en aquel país 750.000 aborígenes de 400 tribus, como
los Koori, Guringai, Noongar, Anangu, Palawah,… que ya vivían allí 60.000 años
antes. La política inglesa hizo que se fueran exterminando estas tribus y
permitieron que los colonos ingleses les arrebataran todas las tierra fértiles
y los arrojaran a las zonas áridas y desérticas del interior, donde la
supervivencia era muy difícil. El resultado fue que en 1911 el número de
aborígenes se había reducido hasta 31.000, y eso que eran un pueblo pacífico y
sin armas (recomiendo ver la película "Australia", donde se trata este aspecto del comportamiento de los ingleses con los aborígenes australianos y su desprecio hacia los niños mestizos, llevándolos a una isla cercana). Y no hablemos de lo que ocurrió en los EEUU con las tribus indias
nativas cuando esos santos varones y sus “primos” los colonizaron, tampoco hablemos
de las mantas infectadas de viruela que entregaban a estas tribus o del "gran" y admirado Búfalo Bill, que casi exterminó a los bisontes americanos, disparándolos desde los ferrocarriles, para hacer morir de hambre a los nativos que de ellos se alimentaban; baste
preguntarse a cuantos indios nativos se conoce dirigiendo multinacionales u
ocupando cargos importantes en política. Tampoco hablaremos del apartheid sudafricano. Dejando a un lado esas miserias,
procuraremos hacer justicia con la historia objetiva de un hombre irrepetible
que se llamaba Don Hernán Cortés. Ya es hora de reconocerlo. (continuará)
Retrato de dos insignes navegantes europeos.
Nos parece que no estar justo cuando quita valor a llegada de Alvares Cabral a Brasil, porque no fue una casualidad fue una expedição planificador, Pinzón que llegó poco tiempo anterior fue un intromisiçon porque era plano de Portugal. Debe tenerlo cuenta en su bueno article. Obligada,
ResponderEliminarGracias por escribir, Sr. Da Costa y lamento no estar de acuerdo con sus afirmaciones ya que la historia no se escribió como Vd. señala; cierto que se le otorga al buen navegante portugués Alvares Cabral esa autoría, pero según “las crónicas oficiales” que no siempre recogen la realidad, porque le sorprendería bastante si le informo que además de Pinzón hubo otro navegante portugués que llegó a aquellas costas brasileñas antes también que Cabral. Se conoce, según consta en el manuscrito “Esmeraldo De Situ Orbis”, que el astrónomo portugués Duarte Pacheco Pereira, que era uno de los firmantes del Tratado de Tordesillas, visitó aquellas costas, en misión secreta por orden del rey D. Manuel I en 1498, cuando aún no estaban ratificados los acuerdos de ese tratado. Parece que el rey portugués envió varias expediciones a esa parte de la Tierra, que por el Tratado de Alcáçovas de 1479 eran de España, y hay historiadores que señalan que si Portugal reclamaba retrasar la línea divisoria hasta 370 leguas hacia el oeste del Cabo Verde era porque sabía que allí había tierra. Si ese viaje de Pacheco no existe en la historia oficial es porque navegó por un territorio que era español.
EliminarIgual se puede decir del viaje de enero a marzo de 1500, que el navegante español Vicente Yáñez Pinzón -que ya en 1492 junto con Cristóbal Colón descubrió América- con su primo Diego de Lepe realizó a la costa brasileña. El 26 de enero de 1500 descubrió en el actual Brasil una punta a la que dio el nombre de Santa María de la Consolación, que más tarde recibió el nombre de cabo San Agustín, tomando posesión de aquellas tierras en nombre de los reyes de España. Desembarcó en el actual estado de Pernambuco. Descubrió la desembocadura del Amazonas, al que llamó Marañón, el golfo de Paria y pasó al mar Caribe y al golfo de México. Este descubrimiento y toma de posesión de esas tierras en nombre de los Reyes Católicos creó una fuerte disputa con el rey portugués, pues por la aplicación del Tratado de Tordesillas esas tierras pertenecían entonces a Portugal, por lo que se silenció el descubrimiento, pero hay documentos que prueban que lo hizo y, de hecho, Fernando el Católico, el 8 de octubre de 1501 le premió por ese descubrimiento nombrándole caballero, en la torre de Comares de la Alhambra, junto al Palacio Real de Granada.Y sobre la leyenda que dice que el primer contacto de Álvarez Cabral con Brasil tres meses después de Pinzón fuera casual, se debe a que en la carta de navegación que llevaba en ese viaje Gaspar de Lemos, capitán del navío de mantenimiento de la escuadra de Cabral, señalaba que su ruta inicial era por la ruta africana hacia la India y que una tormenta desvió su expedición. De hecho, los datos geográficos que Cabral aportó de su visita a Brasil se deben al segundo viaje que hizo a partir de mayo de 1501, ya que en el primero apenas tocó costa. Américo Vespucio recoge algunos de esos datos en su obra la Lettera y confirma esta actuación el hecho que fue en el año 1502 cuando Cabral tomó oficialmente posesión de Brasil para la corona portuguesa. Un saludo.
Ha realizado Valeria una historia sorprendente y muy ajustada de los tiempos en los que comenzaron los descubrimientos y las conquistas. Ayuda a entender la variedad de gentes que marchaban al Nuevo Mundo. Me ha sido de gran ayuda para comprender aquellos siglos. Sobre lo que dice de ingleses y norteamericanos es prometedor que ya no engañen a nadie. En Donald Trump tienen un buen ejemplo de los que llegaron allí de la isla y de los que viven en ella no hay mucho más que decir, siempre fueron así y serán asi antes y después del Brexit, nunca dejaron de ser piratas, ladrones y embusteros, y pido disculpas a esa pequeña minoria que son normales. Interesante trabajo, ya faltaba.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Asensi. Me satisface que le hayan agradado mi artículo y mis opiniones. Un saludo.
EliminarDebo agradecerle la buena investigación que ha realizado sobre el siglo XV-XVI y el analisis pionero y la valoración que hace de Portugal, aunque no estoy conforme con su teoria de que Pinzón descubriera Brasil antes que Cabral. El navegante español pasó por allí mientras el portugues profundizo en esa nueva tierra que nos pertenecía por el acuerdo con los reyes españoles. Es la eterna discusión. Por lo demas hizo un trabajo excelente.
ResponderEliminarGracias por sus palabras, Sr. Mendes. Le agradecería que leyera mi respuesta al Sr. Da Costa. Un saludo.
EliminarUn trabajo muy completo, Valeria. Situa muy bien la época en que se inició el descubrimiento y las conquistas, y me alegra que confirme el descubrimiento de Brasil por los españoles. Todos lo teniamos claros, menos los vecinos del oeste. Saludos
ResponderEliminarGracias por escribir, Sr. Uribe, me agrada que compartamos opiniones una vez más. Saludos.
EliminarNos gustó su artículo, hace unas muy buenas reflexiones sobre las características de aquella época y las variantes y condicionamientos que llevaron a portugueses y españoles a navegar hacia lo desconocido. Muy adecuada la valoración que hace del gran marino Pinzón y estamos conforme con que fue el descubridor de Brasil. Nos ha sorprendido los datos sobre el exterminio inglés de las tribus aborígenes australianas, aunque no nos extrañó, ya que esa ha sido siempre su política por donde pasaron, nos ha sorprendido la magnitud de la masacre. Entendemos que necesiten crear leyendas negras para desviar sus exteminios y su proceder. Un trabajo notable. Nos agrada que homenajee a Don Hernán, créame que ha hecho feliz a nuestro redactor. Esperamos el siguiente artículo. Saludos
ResponderEliminarGracias por sus palabras, Sr. De la Seca. Es una satisfacción para mí que alegre sus debates y haga feliz a personajes respetados de su tropa. Saludos.
ResponderEliminarExcelente trabajo, Valeria. Ha detallado de forma muy concisa lo que subyacía en aquella época oscura de los descubrimientos. Muy interesante y acorde los datos que aporta sobre el descubrimiento de Brasil y muy sorprendente la estrategia que los ingleses utlizaron, también, en Australia. Como piratas, creadores de historias y asesinos nay que admitir que fueron los mejores, superaran con creces a los norteamericanos mas burdos, torpes y menos refinados, simplemente imitadores. Tampoco tiene nada de baladí los datos que señala sobre los descubrimientos de matanzas en aquel pais que fue cercano a nosotros, México, y que nos acusa ahora de ¿asesinos?. Nuestra enhorabuena por el trabajo.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Candau. Con respecto a la acusación mexicana de asesinos a "nosotros", simplemente con este detalle se descalifica la acusación dado que "nosotros" fuimos apenas cuatrocientos, el resto fueron nativos de allí, de diversas etnias. Me canso de remitir a la gente objetiva, a los yacimientos arqueológicos mexicanos donde el 90% si no más de los cuerpos muestran huellas de haber sido ejecutados por armas nativas americanas. Y ahí lo dejo.
EliminarPero si se refiere a las cartas enviadas por el presidente mexicano al Rey de España, Borbón, para que se disculpe por hechos cometidos en época de los Reyes Católicos y descendientes (Casa de los Austrias, quienes por cierto, lo primero que hicieron fue dotar a los nativos de la consideración de ciudadano del Imperio Español en igualdad de derechos y obligaciones que cualquier españolito de "por aquí") y al Papa, jesuita, para que se disculpe por hechos realizados por todo tipo de evangelizadores, aparte de evidenciar una falta total de conocimientos históricos como para avergonzar a cualquiera, la razón que mueve su hecho es más que reprochable: colocar a su esposa, dice ser historiadora a pesar de estas faltas desmedidas de conocimiento y más interesada en asemejarse a Don Pedro de Alvarado que a Moctezuma en su aspecto, como Directora de la Memoria Histórica en México, acabando de publicar su tesis en ¿adivina qué asunto? "la verdadera historia de la conquista de la Nueva España" como la ha titulado. Vamos, que solo sin leerlo ya me arriesgo a decir que tiene de todo menos ser verdadera y estar documentada, y eso que no soy amiga de sacar conclusiones antes de conocer la materia; pero en este caso, me atrevo a hacer una excepción. Bochornoso de nuevo como un recién investido presidente usa las administraciones y medios a su alcance para favorecer a su propia esposa y su propio bolsillo, pero lamentablemente, nada nuevo bajo el sol. Mientras, otros países como Colombia andan modificando las leyes del patrimonio para poder echarse sobre el oro del buque español San José -reprochablemente hundido por Inglaterra al saltarse la paz establecida con ellos, asesinando a más de un centenar de españoles que iban a bordo-, algo que hasta ahora no podía, por respetar leyes internacionales (le remito a mi entrada sobre este tema, ya tratado en otra ocasión); eso sí, los de sed de oro éramos nosotros... Saludos.