miércoles, 26 de marzo de 2014

Los trabajos de Hércules en Tartessos (II)


    Como se ha dicho en la entrada “Los trabajos de Hércules en Tartessos (I)”, el semidiós era nieto de Perseo, famoso por decapitar a la gorgona Medusa. Adentrémonos un poco en esta historia y en sus personajes de los relatos que nos transportan a las leyendas más antiguas que han persistido sobre los mitos tartesios.
     La historia de este monstruo, Medusa, resulta ciertamente cruel pues se trataba de una joven sacerdotisa de la diosa Atenea, hermana de Esteno y Euríale, tan sumamente hermosa que hasta los dioses se habían encaprichado de ella. Finalmente, un día fue violada en suelo sagrado por el dios marino Poseidón, divinidad que había rivalizado con la diosa de la sabiduría, Atenea, por ser el dios patrón de la ciudad de Atenas (ganando finalmentela diosa de la lechuza). Atenea, iracunda porque su sacerdotisa más bella había dejado de ser virgen y por la profanación sufrida, la deformó de tal manera que transformó sus cabellos en serpientes, su medio torso (de cintura para abajo) lo convirtió en el cuerpo de un gran ofidio y sus ojos pasaron a convertirse en letales, al transformar en piedra a cualquier ser vivo que tuviera la imprudencia de posar sus ojos en los de ella. 

    Perseo –en la imagen, la estatua del héroe en Florencia, recordemos que durante el reinado de los Reyes Católicos y gracias al Gran Capitán, parte de Italia fue de los reinos de Castilla y León, el escudo sobre la entrada del fuerte que domina el puerto de Nápoles es un buen ejemplo-, por encargo del rey Polidectes de Sérifos y con la ayuda de los dioses (el casco de Hades que volvía invisible al que lo llevaba, las alas de los tobillos de Mercurio, y una espada y un escudo relucientes como espejos), logró decapitar a Medusa, naciendo de la sangre que manaba del cuello cortado el caballo volador Pegaso y el gigante Crisaor. Tras esto, Perseo entregó la cabeza de la que otrora fue la más bella sacerdotisa a la diosa Atenea, quién la añadió al escudo del héroe como una égida o protección contra el mal. Desde entonces, la cabeza de la gorgona se usó como talismán contra cualquier manifestación del mal, llamándose “Gorgoneion”.
        Pero al margen de la triste historia de la protagonista, lo que más me atrae de estas leyendas es dónde ubican la guarida de estas tres gorgonas: en los confines occidentales, al otro lado del Océano (¿se referirán al otro lado del Peñón de Gibraltar, donde acaba el Mediterráneo?), de acuerdo con el escritor griego Hesíodo. ¿Dónde?, en una cueva. Y ya tenemos nuevamente una tradición matriarcal con todos sus elementos destacados: tres mujeres, serpientes (el animal totémico por excelencia, símbolo de la sabiduría y de la regeneración), agua fértil (el dios del mar viola a Medusa naciendo de ambos un gigante y un caballo), una cueva junto al agua (en los confines del océano) y un rey sagrado, Poseidón, que será sustituido por otro más joven, Perseo, para que la diosa Atenea se imponga a las tres gorgonas. Aún así, la cabeza (considerada en la antigüedad recipiente de la sabiduría y de las virtudes de una persona) llena de serpientes de Medusa, matará a los desafortunados que osen mirarla de igual a igual, pero protegerá de todo mal a quién se acerque en actitud sumisa, sin levantar la mirada del suelo (¿iniciación esotérica en estos cultos milenarios, en el sur de España?, sin duda sería el vestigio más antiguo de este tipo de sabiduría transmitida únicamente a ciertos privilegiados).
        Volviendo a Heracles, dado que es nieto de Perseo, las tradiciones lo sitúan al menos dos generaciones después de haber muerto la gorgona Medusa. Lo más curioso de todo esto, es que los primeros escritos que se tienen de navegantes foráneos aludiendo a la Península Ibérica, narran un extraño episodio que se nos antoja bastante inverosímil.  Y es que en la antigüedad se conocía a la Península por un nombre que aludía al hecho de haber estado tan superpoblada de serpientes que tomó el nombre de estos animales, Ophioússa, o “tierra de serpientes”
     Las más antiguas crónicas griegas continúan diciendo que los primeros pobladores hallaron tantísimos ofidios por metro cuadrado que fue necesario una ingente labor para echar todos esos animales al mar. ¿Qué pretendía decir esta leyenda, cuando se sabe que la Península Ibérica estaba cubierta por una ingente masa forestal, permitiendo a una ardilla ir desde los Pirineos hasta Gibrartar sin tocar tierra? ¿Por qué pervivió hasta la actualidad? Y lo que más me intriga, ¿sólo yo veo un paralelismo entre esta tradición y el hecho de que ubicaran la vivienda de la gorgona, con la cabeza llena de serpientes, en la Península Ibérica en una época al menos 50-80 años antes del héroe que se vestía con una piel de león, iba semidesnudo y llevaba como arma un robusto basto de madera, al más puro estilo neolítico o incluso paleolítico? (insisto, sería la evidencia histórica más antigua de un saber esotérico). 
     En la segunda imagen, arriba, se muestra un detalle de la pátera ibera de Perotitos (Santisteban del Puerto, Jaén), datada ambiguamente en el primer milenio antes de nuestra era y consistente en un plato o palangana de plata usado en ritos sagrados y con la cabeza de Medusa emergiendo en relieve, en su centro, cubierto por una cabeza de león (¿referencia a Heracles?) y rodeado de centauros, seres mitológicos que según los relatos griegos también habitaban en el sur peninsular. Esta relación de la sacerdotisa con cabeza y cuerpo de serpiente, con Tartessos está igualmente presente en la cerámica griega cuya imagen se muestra en la entrada “Los trabajos de Hércules en Tartessos (I)” donde aparece en el escudo de Gerión –representado mediante tres hombres unidos en la cintura- la cabeza de Medusa.

      ¿Quieren oír otro dato curioso?. Como se ha mencionado, al decapitar Perseo (abuelo de Hércules) a Medusa, de su sangre nacieron el caballo volador Pegaso y el gigante Crisaor (se supone que, según relatan las tradiciones griegas, fue así porque Medusa quedó embarazada de Poseidón cuando la violó y curiosamente "el parto" ocurre por su sangre, al decapitarla). Pues bien, este gigante resulta ser el abuelo de Gerión, mítico rey de Tartessos, al que por cierto, como he señalado antes, lor ritos griegos posteriores (siglos VIII-VI a.C.) lo representaban como un gigante con tres torsos, descripción en la que algunos han querido ver que Tartessos constaba de tres ciudades-estado principales. 
     Por tanto, parece ser que los guerreros iberos más antiguos citados por las crónicas, los tartesios (Gerión), a los que luego copiarían griegos y romanos la costumbre, usaron la cabeza de Medusa como un poderoso amuleto para vencer al mal en todas sus manifestaciones. Así, observamos en el famoso mosaico romano de Pompeya a Alejandro Magno con el rostro de Medusa en el centro de la coraza de su pecho, pero también en otros escudos y corazas, como aparece tallada en los bustos de los emperadores romanos Adriano (nacido, por cierto, en Itálica, muy cerca de Tartessos) y Caracalla. Incluso el propio Felipe II, en el siglo XVI, la lució en alguna de sus corazas o escudos (reproducidos en bellos posavasos en venta en los Reales Sitios). ¿Y quieren oír lo más curioso?, lo cierto es que ninguno de estos guerreros que portó tan poderoso protector en su armadura, falleció en batalla o a manos de arma alguna.

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