viernes, 19 de agosto de 2016

Origen del dicho tomar las de Villadiego


        La expresión “tomar las de Villadiego” en el sentido de salir huyendo con premura es posiblemente uno de los dichos más antiguos aún en uso (aunque creo que contemporáneo al de “andar de la ceca a la Meca” que ya analizamos aquí) que conserva el castellano. Muy posiblemente deberemos remontarnos a plena Edad Media para encontrar la explicación a esta curiosa frase.


            En “la Celestina” (o “Tragicomedia de Calisto y Melibea”), Fernando de Rojas (s. XV) pone en boca de Sempronio (diciéndoselo a Parmeno): “Apercíbete a la primera voz que oyeres, a tomar las calzas de Villadiego”, siendo respondido: “Leído has donde yo; en un corazón estamos. Calzas traigo y aún borceguíes de esos lugares que tú dices, para mejor huir que otro.” (Acto II). De forma que podemos deducir que llevando “calzas” (pantalones de tela hechos en Villadiego) estarían salvados o les ayudarían a huir (¿por ser más ligeros, tal vez?).
Como no puede ser de otra forma, el Maestro de las letras españolas D. Miguel de Cervantes Saavedra ya recogerá esta expresión en sus obras. Por ejemplo, en su trabajo más famoso, la pone en boca de un barbero que es arrojado del asno que montaba al suelo, por Don Quijote, al considerarle otro caballero que portaba el yelmo de Mambrino, un supuesto casco de oro que tenía la virtud de hacer inmortal al guerrero que lo portaba, cuando la realidad era la que señaló Sancho Panza, que se trataba de un objeto que brillaba por el sol de mediodía. Del pobre hombre, aún con el susto en el cuerpo por el percance sufrido y seguramente dolorido por el golpe, dirá  Cervantes “puso los pies en polvorosa y cogió las de Villadiego” (I, capítulo 21). Es decir, vemos que en el siglo XVI se empleaba con el sentido de tomar esa dirección para quedar a salvo de un peligro.


En la comedia, también obra de D. Miguel de Cervantes,  “la Gran Sultana doña Catalina de Oviedo”, Madrigal exclama “pondré pies en polvorosa y tomarè las de Villadiego.”
De esta manera nos encontramos con dos aparentes significados, uno refiriéndose a los pantalones de Villadiego y otro como ruta para la salvación ante un peligro. Pero, ¿qué nos cuenta la historia?.
Existe un pueblo denominado Villadiego, a aproximadamente 38 kilómetros de la actual capital de Burgos, fundado por el conde D. Diego Rodríguez Porcelos, señor de Amaya, hacia la segunda mitad del siglo IX (concretamente en el año 880, cuatro años antes que Burgos capital). Por tanto, primera duda despejada, relativa al origen del nombre que lo tomo de su fundador llamándose “la ciudad de Diego”.


El pueblo ha decidido inmortalizar el dicho popular, en una de sus rotondas o glorietas (como dice mi GPS). A la derecha, detalle de la plaza del Ayuntamiento, con una estatua al padre e historiador Enrique Flórez, autor de la obra “España Sagrada” (s. XVIII).

Fernando III El Santo dictó un Decreto por el que prohibía que cualquier ciudadano judío sufriera persecución, robo o atropello en esta villa. Su hijo Alfonso X El Sabio renovará tal privilegio allá por el año 1255 (“Memorias para la vida del Santo Rey..:”), mediante la siguiente sentencia: “Sépales que yo recibo en mi comienda, et en mio defendimiento los judíos de Villadiego (…) et ninguno que mal les ficiese a ellos”.
De manera que como es de suponer, gran cantidad de familias judías comenzaron a trasladarse a dicha ciudad pues actuando como actuaban de mercaderes y banqueros, era frecuente que sufrieran atracos, palizas e incluso heridas por parte de “cristianos viejos” que veían desproporcionados los intereses o los precios que los judíos les pedían.
Para poder llevar a buen término el decreto real, se acordó que los judíos que desearan disfrutar de tal protección vistieran “calzas” amarillas para poder ser reconocidos.
El investigador Antonio Martínez, natural de la localidad menciona cómo en la parte posterior de la iglesia de Villadiego (Iglesia Parroquial de San Lorenzo, románica en origen pero gótica en gran parte) aún pervive un cártel con las palabras “iglesia de asilo” debido a que los hebreos llegaban a la localidad, accedían a la iglesia por dicha puerta posterior y en ella recibían las calzas con las que salían ya puestas y gozando de plena protección, por tanto.


 Otra fuente informa que junto a una de las columnas del Ayuntamiento de la localidad hay un cartel donde se lee
Villadiego era un soldado
que a San Pedro,
 en ocasión de estar en dura prisión,
nunca le faltó del lado.
Vino el espíritu alado,
y, lleno de vivo fuego,
le dice a San Pedro: sal luego,
toma las calzas, no arguyas;
Pedro, por tomar las suyas,
tomó las de Villadiego”

Y junto a este panel, puede observarse en la columna un relieve de San Pedro junto a un soldado que se supone es el Villadiego del poema, que posiblemente era hebreo y de ahí que al vestir las calzas de San Pedro (pues el santo se dice que vistió las del soldado) lograra el perdón por parte de los cristianos.


 El mencionado Antonio Martínez lamenta que las tropas francesas prendieran fuego al Ayuntamiento de la localidad, ardiendo todos los archivos que existían y que sin duda contendrían documentos que respaldaran el origen de este dicho.
Pero no sólo por esta expresión es célebre la localidad de Villadiego, pues en ella se celebraba ya desde el Medievo la tradición de la quema de Judas, un muñeco de considerable tamaño realizado con heno y otras hierbas secas y que tras ser juzgado convenientemente, acusándosele de todos los males que habían ocurrido ese año, era quemado públicamente el Sábado Santo. Tal vez por la barbarie que fomentaba sucintamente o por atraer el recuerdo de juicios inquisitoriales, vaya usted a saber, el hecho es que se prohibió esta celebración en los inicios del siglo XX para volver a recuperarse en 2002. Desde entonces se viene celebrando, atrayendo a gran cantidad de visitantes, curiosos y turistas (no será exclusivo, pues en otras localidades como Talavera de la Reina o en Salinas de Añaña ocurre similar celebración). A los visitantes recomendaría pasear por las bellas calles que aún conservan todo su sabor medieval y sobre todo, deleitarse con las dos preciosas iglesias (de San Lorenzo y de Santa María) cuyo estilo gótico magistralmente desarrollado otorga un sosiego envidiable.





2 comentarios:

  1. Querida Valeria:
    Ya utilizo el término de querida y espero que me lo permitas porque al seguirte tan frecuentemente te metes en nuestros pensamientos y para mi eres ya así considerada.
    No suelo hacer comentarios porque tengo dificultad para escribir pero ya hoy cuando he leído tu comentario me has terminado de sorprender.
    No que en los demás no lo hagas sino que me veo en la obligación moral de felicitarte por tus artículos.Son variados, muy completos, muy documentados y te animan a seguir leyendo. Yo siempre espero el siguiente y cabildo sobre qué será lo que nos cuenta Valeria próximamente?
    Otra cosa que consigues es que además de ilustrarnos con tus comentarios nos entran ganas de seguir buscando por nuestra parte.
    Yo he hecho algún viaje y he visto cosas a las que tu ya habías reseñado y ....te da una alegría porque además puedes completar al grupo que te acompaña , buscando en tu blog. Y quedas estupendamente.
    Continúa con esa variedad y amplitud de temas y reseñas que haces.
    Me encantaría conocerte porque tiene que ser un gustazo charlar con una persona tan culta y ahora la vez lo asequible que haces los temas.
    Enhorabuena y adelante Ardante! !!

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    1. Estimada Sra. Alcántara, únicamente puedo decirle que me he emocionado de veras con sus palabras. Lo cierto es que cada cosa que subo la añado porque realmente la he disfrutado y deseo compartirlo, pero en ocasiones me pregunto si realmente he logrado contagiar un poquito de esa pasión por lo leído o descubierto entre libros, haciendo que otras personas disfruten con todo aquello que nos rodea y que no siempre valoramos en su justo valor. Por eso me han emocionado tanto sus palabras. Gracias de todo corazón. Comentarios así motivan a seguir por este camino. Gracias.

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