sábado, 19 de agosto de 2017

Graffitis que impresionan y marean

       Ya en una entrada anterior hablé del grafitero Bansky y su obra. Un buen debate es siempre plantearse qué se entiende por arte, es decir ¿dónde comienza el arte y deja de ser un acto vandálico o un mero garabato? Y es que en el arte todo es subjetivo, así que casi habrá tantas opiniones al respecto como tertulianos que intervengan. Como dice la sentencia, con frecuencia la belleza de las cosas no están en ellas, sino en los ojos (y sensibilidad) de quién las observa.
                 Pues bien, hoy vamos a tomarnos unos momentos para acercarnos a la obras de algunos de estos “artistas urbanos” dotados con el don de ser capaz de modificar nuestras impresiones, engañando totalmente a nuestros sentidos. 

 Recuerda que si picas sobre las imágenes, se agrandarán de tamaño.

                 Esta técnica particular se denomina “graffiti en 3D” y requiere que el artista cuente con tal dominio de la perspectiva como para engañar a los sorprendidos transeúntes. A ello hay que sumar el hecho de lo efímero de sus obras, pues con frecuencia se suelen realizar con tiza u otros elementos que en cuestión de días acabará desapareciendo (como las esculturas en arena de playa), dado que suelen realizarse en terreno público o en construcciones de propiedad privada, sin la autorización previa del dueño (en muchos casos, no en todos, claro).


                Uno de estos artistas grafiteros es el portugués conocido como Odeith, más aficionado a usar pinturas en spray dotadas de gran realismo, como puede comprobar el lector/a por sí mismo/a:


Por mucho que cueste creerlo, todo es dibujo, pintado en los muros que conforman las esquinas decoradas con la firma del autor, que aparece junto a una de sus obras. El artista ha cuidado tanto los detalles que incluso ha añadido juegos de sombras para dar realce a su obra. Reconoce que dejó la escuela a los 15 años y nunca recibió una clase de pintura.

                 Otro peculiar artista del graffiti es el célebre Kenny Scharf, incapaz de dejar un solo centímetro de muro libre; a lo largo de los ochenta decoró numerosas superficies con un estilo tan divertido y unos colores tan vibrantes que posteriormente se admitiría que los dibujos animados de Hanna-Barberá se inspiraron en sus obras de Brooklyn (NY). Será un ejemplo a seguir para muchos otros.


                También a Norteamérica se mudó el artista urbano nacido en Honolulú, Chad Hasewaga, todo un maestro en lograr retratos mediante la combinación de objetos y figuras que aparentemente nada tienen que ver con el resultado final (como la calavera que forma el "botón" del hocico, como se le llama en anatomía a la punta de la nariz), siendo su elemento más iconográfico el oso Grizzly.


                Si bien gran parte de los graffitis más impresionantes, en mi opinión, son anónimos de cara al público (como dicen los geniales Les Luthiers en uno de sus célebres monólogos cuando pierde parte del guión de presentación del artista, el presentador para salir del paso explica: "no se sabe a ciencia cierta...eh,...me refiero que tal vez sí se sepa, pero yo, lamentablemente, en este momento...lo desconozco"). Es el caso de las pinturas realizadas en una tienda del barrio de Kreuzberg, en Berlín, inspirados en “El Resplandor” y que inquietan bastante:


                Y mientras unos están firmados, otros no poseen dato alguno sobre su posible autor.



Recuerda que si picas sobre las imágenes, se agrandarán.

                Pero regresando al “grafiti 3D” que realmente me encanta, veamos algunas obras:








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                        Desde aquí mi homenaje a las víctimas de los atentados de Cataluña (que pudieran haber alcanzado proporciones catastróficas si no les hubiera estallado a los asesinos su propio montaje, mientras trataban de armar mecanismos explosivos con más de diez bombonas de butano). 


      Es difícil, pero es precisamente en estos momentos cuando mayor paso debemos dar a nuestro sentido común y no tratar de desahogar nuestra rabia y dolor en un colectivo que es tan víctima como nosotros, ningún musulmán es asesino por su religión. Los terroristas son sanguinarios violentos sin ética ninguna que se escudan pretendidamente en el Islam para cometer las mayores atrocidades, igual que muchos degenerados se escudaron en el dios católico para justificar que Él a través de una voz interna les dijo que mataran. No nos convirtamos nosotros mismos en terroristas haciendo pagar a justos por pecadores. Los asesinos no atienden a religión alguna, lo suyo es degeneración.



           Desde aquí también mi homenaje a las víctimas del pirado con cuchillo que ha atentado en Turku, Finlandia, en nombre del autoproclamado Estado Islámico.



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