Llevamos más
de un año agobiados e irritados por la actitud de los independentistas
catalanes y del Gobierno de España, que
no interviene en el problema, priorizando la permanencia en sus sillones sin que
parezca importarle demasiado la defensa de todos aquellos catalanes españoles
que sienten las arremetidas de esos grupos que no dudan en actuar al margen de
la ley.
Son muchos los
españoles que temen que tras la precaria mayoría independentista en el Parlamento
catalán en las elecciones autonómicas de 2015 (mayoría que impulsó el Proceso
Constituyente catalán que tiene en vilo a toda España y ante el temor de que
los vascos sigan el ejemplo), se llegue a una situación tan insostenible que
obligue a acudir a medidas excepcionales para volver a dirigir el rumbo
constitucional de la nación.
Sin embargo,
si miramos hacia atrás en la historia y analizamos los hechos ocurridos, nos
tranquilizaría pensar que toda esta posible movida no sería para tanto, que ya
no sorprende, y que volvería a ser un “día de la marmota” o repetición de la
historia. Sobre todo si recordamos las independencias de Cartagena, Málaga,
Sevilla, Cádiz, Salamanca, Castellón, Ávila, San Fernando, Toro, Écija o Torrevieja, entre otras localidades, que sin
propuesta alguna al gobierno nacional la decidieron de un día para otro y
encima con cierta prepotencia, como ocurriera cuando Jumilla hasta se atrevió a
amenazar a su capital, Murcia, con atacarla y “no dejar en ella piedra sobre
piedra”. Todas estas historias para no dormir ocurrieron en el siglo XIX y de
todas ellas fue Cartagena la que más tiempo duró como cantón independiente,
llegando a pedir a los Estados Unidos americanos –al igual que hiciera
Puigdemont con Reino Unido- formar parte de sus estados.
Fue entre
julio de 1873 y enero de 1874, periodo conocido como rebelión cantonal, cuando
la fiebre independentista en nuestro país no tuvo paragón alguno con ninguna
otra época de nuestra historia. En sólo siete meses más de veinte localidades
españolas pretendieron independizarse unilateralmente de España. Pretendían
comenzar de esa forma a construir una futura República Federal planificada por
republicanos extremistas que no confiaban en que el gobierno de Pi y Margall
elaborara una Constitución Federal de acuerdo con sus gustos, que no eran otros
que realizar una organización cantonal según el modelo suizo. Ni siquiera
esperaron a que el gobierno central desarrollara una nueva Constitución en la
que se pretendía proponer una división territorial de acuerdo con los antiguos
reinos históricos.
Mapa de los levantamientos
independentista
Era una época
de crisis, con una enconada guerra
carlista en la que estaba inmerso el País Vasco y otras provincias
adyacentes, con un pretendido rey Carlos VII que ya había constituido gobierno
y hasta acuñaba su propia moneda. Era tan grave la situación que se vivía que
el propio Emilio Castelar llegó a escribir lo siguiente:
“Hubo días de aquel
verano en que creíamos completamente disuelta nuestra España. La idea de la
legalidad se había perdido en tales términos que un empleado cualquiera de
Guerra asumía todos los poderes y lo notificaba a las Cortes, y los encargados
de dar y cumplir las leyes desacatabánlas, sublevándose o tañendo a rebato
contra la legalidad”…..“Unos decían que iban a resucitar la antigua
Corona de Aragón…otros que iban a constituir una Galicia independiente bajo el
protectorado de Inglaterra. Jaén se aprestaba a una guerra con Granada…”.
Todo era
descontrol y desgobierno. Tras dos años de reinado, el 11 de Febrero de 1873
Amadeo de Saboya renunció al trono tras un periodo incierto e ingobernable de
continuas luchas. Aún no había salido de España rumbo a su Saboya natal cuando las
Cortes Generales proclamaron la Primera República, siendo Estanislao Figueras
su primer presidente, que no tuvo otra idea más brillante que descabezar al
ejército de sus mandos monárquicos. En medio de aquella anarquía en la que
además de los problemas con los carlistas en el norte, a los que no podía
controlar un ejército central ineficaz que había decidido disolver su cuerpo de
artillería, estaba en pleno apogeo el
conflicto con los norteamericanos por la independencia de Cuba, Puerto Rico y
Filipinas, en un ambiente de
grave crisis económica y de fuertes enfrentamientos entre los mismos políticos,
complicado por el estallido de huelgas de trabajadores, múltiples
manifestaciones y ocupaciones de tierras
agrícolas. Este cúmulo de conflictos arrastró al primer gobierno de la naciente
Primera República.
Bandera de la Primera República y
foto de Estanislao Figueras, Primer Presidente.
Fue el 12 de febrero de
1873 cuando se eligió como Primer Presidente de la Republica al abogado
Estanislao Figueras. Era tal el ambiente de crispación y tan duros los enfrentamientos
entre los republicanos moderados y extremistas intransigentes, que el 11 de
junio de ese mismo año, en una reunión del Consejo de Ministros, el Presidente
Figueras en un discurso en catalán (traducido al castellano) señaló: “Señores, ya no aguanto más. Voy a serles
franco: ¡estoy hasta los cojones de todos nosotros!”. Ese mismo día,
temiendo que le asesinaran en un golpe de estado, indicó que iba a pasear por
el Parque del Retiro. En la mesa de su despacho había dejado una carta de
dimisión. Cuando la encontraron no hubo posibilidad alguna de que diera marcha
atrás, ya que había cogido un tren en Atocha y se exilió en París. Le sustituyó
su Ministro de Gobernación, el abogado Francisco Pi y Margall, que aguantó
hasta el 18 de julio de ese mismo año, sustituyéndole Nicolás Salmerón. El 12 de julio de ese año se inicia la Independencia Cantonal
de Cartagena con el objetivo de impulsar una serie de cantones (ciudades)
independientes que formarían un federación libre. La onda de esa iniciativa
pronto se extiende a Alicante, Valencia, Cádiz, Málaga, Salamanca, …La
propuesta era crearse el Cantón de Murcia junto a un buen número de localidades
regionales, pero éste desistió de su empeño cuando supo que el ejercito de la
República acudía a la zona y poco a poco va neutralizando los levantamientos de
las otras poblaciones murcianas. Cartagena aguantó el ataque, disponía de unas
fuerzas armadas excelente. Fue Cartagena la primera ciudad que proclamó su
independencia, acuñó su moneda, y preparó un ejército para iniciar expediciones
militares por tierra y mar para defender su independencia y extender la
rebelión. Al frente del levantamiento estaba el denominado Partido Cantonalista (PCAN), que aún existe y que
gobernó el Ayuntamiento en tiempos más recientes, de 1.987 a 1.991, con diez
concejales y más de 22.000 votos ciudadanos. En un primer momento,
inmediatamente después del levantamiento se nombró una "Junta
Revolucionaria de Salvación Pública" presidida por Pedro Gutiérrez de la
Puente y con José Bonet Torrens como vicepresidente que, tras tomar el Gobierno
Civil, el Ayuntamiento y el Arsenal militar, proclamó la independencia,
convenciendo a los marinos que había en la gran flota del puerto para que se
unieran al levantamiento. De eso se encargó el diputado “Antonete” Gálvez, que
dejó ir a los oficiales de la armada fieles a la República y ocupó el cargo de
comandante en jefe de las tropas de tierra y de la armada de Cartagena. Consiguieron una gran escuadra: tenían 4
fragatas blindadas (Méndez Núñez, Numancia, Tetuán y Vitoria) de las 7 fragatas
que tenía la República, 3 fragatas de hélice (Almansa, Isabel II y Villa
Madrid) y el vapor Fernando El Católico;
que se unieran al levantamiento. Tras proclamar la independencia del Cantón de
Cartagena quitaron del Castillo de Galera la bandera de la República Española y
colocaron en su lugar la nueva bandera roja del Cantón de Cartagena, con la
anécdota de que al no disponer de una bandera roja lo suficientemente grande,
utilizaron en su lugar la bandera turca, pintando con sangre de un republicano
extremista la luna y la estrella blanca que había en ella.
Bandera Otomana
utilizada en el Cantón de Murcia y cómo quedó tras tintarla con sangre para
transformarla en la bandera cantonal de un solo color, como la tercera a la
derecha (la cuarta es la actual bandera de la región de Murcia).
Se editó un nuevo periódico, El Cantón Murciano, y se acuñó el Duro Cantonal.
Duro cantonal
cartagenero y el diario cantonal cartagenero
Tras rechazar los primeros ataques de
las tropas gubernamentales, “Antonete” hace expediciones navales a localidades
de la costa, obligándoles a que paguen un impuesto revolucionario, ya que
necesitaban dinero para pagar los costes de la guerra contra el gobierno
central. En este periplo fondea en Torrevieja donde roba 70.000 reales de las
salinas y después se desplaza a Alicante en donde exige la entrega de 20.000
duros, pero al negarse los alicantinos les roba a cambio un barco. Sigue sus
expediciones navales por la otra costa, consiguiendo que el general
cantonalista Contreras consiguiera para su causa a Águilas y a Mazagón, a la
vez que el ejército cantonalista atacaba Lorca, en donde se habían refugiado
las autoridades murcianas llevándose el dinero de la ciudad. También ataca a la
ciudad de Orihuela, donde mueren cinco guardias civiles leales al gobierno y se
producen más de veinte heridos entre guardias civiles y carabineros, llevándose
prisioneros a Cartagena a más de sesenta números de ambos cuerpos, y por fin conquista
Murcia. Estos sucesos hacen que el Presidente Salmerón recupere a los mandos
monárquicos apartados al crearse la República y los ponga al frente de la tropa
republicana, a la vez que declara “pirata”
a la armada cantonalista. Una expedición militar cantonal que había salido
de Cartagena rumbo a Madrid fue derrotada en Albacete (en Chinchilla) por el
General Martínez Campos, que avanzaba hacia Cartagena liberando ciudades
gobernadas por el Cantón, como Murcia, cuyas milicias iban engrosando las filas
del ejército gubernamental. Comenzaba así el asedio a Cartagena y zonas
limítrofes, varias ya ocupadas por el ejército gubernamental.
Fragata “Tetuán” de la
marina cantonalista, “Antonete” Álvarez, comandante general de las fuerzas del
Ejército, Milicia y Armada del Cantón Cartaginés y conmemoración del Cantón de
Cartagena.
No tiene
mejor suerte la flota cantonalista, que tras Águilas y Mazagón, sigue su
expedición naval revolucionaria rumbo a Almería, Vera, Motril y Málaga buscando
dinero y aliados. Pero en Málaga una parte de la flota cantonalista se encuentra con una flota
anglo-alemana que conocía la acusación de piratería,
hecha a la flota cantonalista por la República, por lo que la obliga a
entregar los barcos al Gobierno de Madrid. Lo que quedaba de la flota
cantonalista, se enfrentó el 11 de octubre en la Bahía de Portman con la flota
republicana, en la que estaban los buques entregados. Los cantonalistas tenían
mejores barcos pero los mandaban capitanes mercantes, de ahí que la tripulación
tuviera poca disciplina en los barcos y no aprovechara su superior fuerza para
vencer a la armada gubernamental. Aunque no fue una batalla decisiva se puede
decir que fue el comienzo del declive de la flota cantonalista, ya que buques
de otros países ayudaban a la flota gubernamental.
La presión
es tan fuerte que los independentistas cartageneros se ponen en contacto con el
gobierno norteamericano de Ulysses S. Grant al que le solicitan ingresar en la
Unión. El presidente americano promete estudiar la solicitud, pero no tuvo
tiempo para adoptar una resolución
porque tras seis meses de asedio por tierra con un bombardeo constante, en el
que la artillería gubernamental llegó a disparar más de 1000 proyectiles al día
y en el que se destruyeron dos tercios de la ciudad, un 12 de Enero de 1874
Cartagena se rinde. Antes habían ocurrido situaciones terribles en la ciudad
como consecuencia de la dureza de los ataques de la artillería republicana. Un
duro bombardeo del puerto hizo que el 29 de diciembre se destruyeran baterías,
edificios portuarios y se hundiera la fragata cantonal Tetuán, pero lo peor ocurrió el 6 de enero,
cuando tras sucesivos bombardeos explotó el parque de artillería, en cuyo
refugio había más de tres centenares de mujeres y niños. Una semana después se
rendía el Cantón de Cartagena, y ese mismo día, en la fragata Numancia perseguida por la flota
republicana, huían Antonete, junto con otras autoridades de Cartagena y medio
millar de sus seguidores, que consiguieron llegar al puerto de Orán en Argelia,
dejando en Cartagena más de un millar de muertos. Una vez que los exiliados llegaron a Argelia,
fueron internados por largo tiempo en prisiones argelinas.
Lo curioso es que el Cantón de
Cartagena sobrevivió a la Primera República contra la que se había sublevado,
ya que nueve días antes de su rendición, el 3 de enero, el general Pavía había entrado
en el Palacio de las Cortes y expulsado a los diputados, disolviendo así la
República y era sustituyéndola por un gobierno provisional presidido por el
general Serrano, que restauró la monarquía, siendo rey el joven Alfonso XII,
hijo de la reina derrocada Isabel II.
Las más de
30 localidades cantonales que existían al final de Julio fueron poco a poco
cayendo en mano del gobierno de Madrid.
Tras la
caída de Cartagena, una gran tirantez nació entre esta localidad y el resto de
los pueblos cercanos. Sobre todo con Murcia, a cuyo gobierno comunitario acusan
del reparto que se iba haciendo en la Región, que llevó a que Cartagena se
situase como la quinta ciudad más pobre de España. Este enfrentamiento condujo
a que no se celebrase el Día de la Región Murciana en esta localidad. Y aún
parece no haberse resuelto bien el conflicto. Sirva como ejemplo que en una
celebración reciente la Asociación de Convergencia Cívica de Cartagena y
Comarca ha llegado a colocar la bandera riojana antes que la murciana en la
ciudad, llegando a exclamar que “antes riojanos que murcianos”, como protesta
por “las desigualdades que sufre la ciudad respecto a otros municipios de la
Región”, declaraciones recogidas en “La
Opinión de Murcia”. En el vídeo que esta asociación realizó hace un par de
años, en el que se animaba a los cartageneros a no celebrar el Día de la Región
Murciana, aparece el mensaje siguiente: “¿Murciano yo? Y un pijo”…
Viendo estos
hechos y las noticias actuales sobre Cataluña, Navarra, País Vasco (recuerdo
hace unos cuatro años cómo a algún político de turno se le ocurrió proponer
añadir Soria a “los países vascongados” porque en el pasado se usó el celtibero,
en cuyos caracteres se escribió el vascuense; dejándome llevar por semejante
absurdo, dado que en Soria estuvo la capital de Celtiberia ¿no sería más propio
denominar todos los supuestos países vascongados como “países sorianos”?) o
incluso la extensión de esta fiebre independentista de prácticamente cualquier
terruño español del de al lado (en Castilla y León es ya constante esa
corriente de leoneses que desea separarse del resto, por motivos históricos o
incluso los asturianos radicales que no dudan en decir aquello de: “España es Asturias, el resto es territorio
conquistado”), es entonces cuando pienso y deseo que ahora, más que nunca,
debe imponerse la cordura (¿qué inseguridad se esconde realmente detrás de ese
afán de querer ser distinto del vecino y de evidenciarlo mediante límites
fronterizos, leyes o banderas?), la comprensión y el diálogo, entendiendo por
tal el intercambio de opiniones y la negociación de propuestas, lo que exige
posturas flexibles, siempre dentro del marco legal que la Constitución y
nuestras instituciones establecen. Si no es ese el punto de partida no se puede
hablar de diálogo, sino de imposición. Ya está bien de anomias, adoctrinamiento
de los más jóvenes y de no llamar a las cosas por su nombre. Para exigir el
propio respeto antes hay que saber guardarlo a los demás. Dicho esto,
¡maduremos y superemos nuestros complejos de inferioridad!, todos somos
distintos dentro de la gran masa humana homogénea. Como cantaban Celtas Cortos, “somos distintos, somos iguales”, pero para demostrarlo no tenemos
que despreciar al de al lado o de imponer nuestra realidad tergiversada y
victimista de todo el mundo me maltrata, dando una imagen patética al resto del
mundo. Como Enrique Bunbury insinúa en alguna de sus canciones, no hay nada más
castrante que los nacionalismos ("también extraño en mi tierra, aunque la quiera de verdad/ pero mi corazón me aconseja, los nacionalismos...qué miedo me dan").
Vaya país chapucero Valeria, siempre igual. Lo de los cantones no tiene paragón alguno con otras barbaridades españolas y lo raro es que aún así hemos sido el impero moderno que más tiempo ha durado. ¡Increible! Buen trabajo.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Helena. Lo cierto es que debo darle la razón. A lo largo de nuestra prolija historia no han existido más de cuatro o cinco monarcas que se puedan recordar con grandeza. Y de validos, políticos o asesores varios, con cargos de relativa importancia, mejor no hablamos. Podrían contarse con los dedos de una mano. Casos como Blas de Lezo, Vasco Núñez de Balboa, Álvaro de Bazán, Juan Martínez de Recalde, Alejandro Malaspina, Isaac Peral y tantos centenares más son ejemplos de héroes que dieron todo por su patria y ésta les pagó con el mayor de los olvidos. Si hubieran nacido en la zona anglófila ya estaríamos aburridos de las repetitivas películas de Hollywood ensalzando lo que hicieron, esta vez de verdad, y muchísimo más. En eso es de justicia reconocer que siempre nos ganaron. Nuestro problema es que nunca dejamos de ser tribus. Un saludo.
Eliminar¿Duró mucho tiempo la Primera República?
ResponderEliminarGracias por su intervención, José Ignacio. La primera república española duró prácticamente un año. Se proclamó el 11 de febrero de 1873 tras el breve reinado de Amadeo de Saboya y acabó con el golpe de estado del general Pavía el 3 de enero de 1874, aunque algunos la retrasan al 29 de diciembre de ese año, fecha en que el general Martínez Campos restaura la monarquía de Alfonso XII. En ese corto tiempo hubo cinco presidentes de la República: Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall, Nicolás Salmerón, Emilio Castelar y Francisco Serrano. Un saludo.
EliminarSiempre nos ha pasado lo mismo, vaya políticos más inútiles y dictadores que hemos tenido y tenemos en nuestra España. Valeria,¿qué pasó con Antonete? Saludos
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Garrido. “Antonete” Alvarez tras estar unos años preso en Orán, volvió a España, a su pueblo natal donde vivió retirado de todo. Un saludo.
EliminarValeria, ¿ En todo los lugares que señala con fogatas en el mapa hubo batalla?. Me ha gustado mucho la canción de Bumburi de final. No la conocía.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Jiménez. Efectivamente ese símbolo corresponde a batallas. Un saludo.
EliminarMe ha sorprendido mucho su artículo, no sabia que esa costumbre se había repetido tanto en este pais de tribus, y ahora los catalanes, si no les dieran tanto dinero bajo la mesa o si le anularan competencias como hacienda, educación, cárceles, sanidad... creo que se lo pensarian antes de ser bufones y sacar la patita. Porque imbeciles, iluminados y egoistas han existido siempre como los lagartos. Soy de la opinión de lo que canta, al final, Bumbury sobre los nacionalismos. Es imposible que todos tengamos una buena calidad de vida y seamos iguales con tanto gasto de tantas comunidades autónomas y que además algunas de ellas cobrando muchísimo más del dinero de todos. Mientras eso no se arregle y eliminemos a gentes como este ocupa Presidente de Gobierno Sánchez que venderá y dará más dinero a sus apoyos para saciar las ansias de dinero y cargos de Podemos e independistas,por ocupar cuatro días más el sillón nunca levantaremos cabeza, a las gentes como esa que no le importa España, sólo colocar a los suyos,sus viajes gratis y vender humo, sólo nos llevará a más crísis, más deuda y más paro... Al tiempo!
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Ruíz. La verdad es que comparto mucho de lo que dice, sobre todo que el nacionalismo extremo es la peor lacra que puede arrastrar un país y más aún en estos tiempos en que vivimos. Con respecto a Sánchez, aunque no me gusta nada tener un presidente que no ha sido votado por el pueblo y que mienta más que hable (comenzando por su promesa de convocar elecciones si ganaba la moción de censura, por no entrar en su bochornosa tesis, para los que sí nos la trabajamos ¡y mucho!), por desgracia "su golpe de estado" es legal, amparado por la Constitución. Lástima que sus redactores no añadieran un punto más a ese artículo, para obligar a convocar elecciones a la semana de que una moción de censura prospere, para que el pueblo vote a sus dirigentes. Pero es que puestos a pedir, me gustaría estar en un país más democrático en el que se convocaran referendums para asuntos que nos tocan a todos como el tema del Aquarius, el aprobar barra libre en Sanidad (viva el turismo de hospital, cuando en países como UK o USA se dejan un dineral para que sean atendidos por médicos y aquí les sale gratis, por no hablar de los más de 15.000 personas ilegales que llevamos desde que el Quijote-Sánchez hizo su brindis al sol con el Aquarius instalando el efecto llamada hasta tal punto que ahora a las narco-lanchas les sale más rentable traer ilegales que droga...y todos ellos, como digo, son atendidos gratis en centros de salud, disparando los gastos públicos, así que no me extraña que la luz la paguemos más cara que nunca, los alquileres de viviendas se disparen, los combustibles suban a máximos cada vez que se prevé una festividad con desplazamientos de automóviles, ...este país de pandereta no deja de seguir con su eterna pésima calidad de dirigentes), ... o el techo de salario, por ejemplo de los políticos. Por no hablar de hechos como que la ministra que dimitió por un máster amañado ahora reclame su pensión correspondiente por haber sido ministra (en escasos 15 días de trabajo, para una pensión impresionante), o cómo la televisión española -y las demás- siguen "olvidando" hablar de los ERE andaluces (¿lograran enjuiciarlos antes de que prescriban?) o sus tarjetas black para pagarse grandes y costosas juergas en puticlubs andaluces, con el dinero destinado a las ayudas al empleo de la Junta de Andalucía. Pero en fin, nadie protesta, con las masivas manifestaciones que comenzaban a ser habituales con el gobierno -votado- de Rajoy, en su último mes. Como diría el humorista Borges, "país". Un saludo.
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