José
Ortega y Gasset dijo una vez: “yo soy yo y mi circunstancias”, frase con la que
no puedo estar más de acuerdo desde todos los aspectos, más aún desde mi faceta
de geóloga que precisamente me ha demostrado cómo el entorno, las
circunstancias de un ser vivo, llegan a influirlo en gran medida.
Precisamente
a mí, mis circunstancias me influenciaron en gran medida, en mi pasión por el
simbolismo. Nací en Soria, una tierra tan dura como plagada de gran belleza
natural y de tradiciones milenarias arraigadas en el pueblo hasta grados
insospechados.
Ambos aspectos los asimiló y combinó con una maestría inigualable
el Temple, que alzó aquí fortalezas y allá santuarios que eran en realidad
auténticos libros esotéricos labrados en piedra. Y crecí aprendiendo a leerlo y
a ver un doble lenguaje que me resultaba apasionante.
También
influyó en gran medida mi abuelo, cántabro de nacimiento y muy castellano en su
ética y gustos. Así, recuerdo cómo siendo una niña me despertó un día siendo
aún de noche y me metió en su coche dorado, para continuar durmiendo allí
mientras viajábamos por solitarias carreteras. Cuando desperté, hacía un frío
que cortaba los pómulos. Como cantaba Gabinete Caligari en su “camino Soria”, “en una tibia mañana el sol asoma ya, no
llega a calentar”. Ante mí se alzaba una mole de antiguas piedras labradas
en hipnóticas escenas. Me tomó de la mano y me apresuró a agilizar el paso “porque no llegábamos”. Recorrimos
galerías donde nuestros pasos retumbaban como tambores, para entrar en una sala
donde se agrupaba un grupo de personas a las que nos unimos. La verdad que no
me fijé mucho porque andaba somnolienta, pero sí recuerdo de pronto oír unas
voces que retumbaron dentro de mí y por toda la gran estancia y me invitaban a
callarme, dejar de agobiar a mi abuelo con preguntas y dejarme sentir. Me había
llevado a una misa en canto gregoriano, en el Monasterio de Silos (Burgos), no
lejos del límite con Soria. Fue mágico.
Desde entonces he experimentado
infinidad de veces esa mezcla de plenitud, alegría y genialidad al “leer”
mensajes en las iglesias románicas que parecen mostrar imágenes extrañas y
aparentemente no relacionadas entre sí y que en realidad hablan de un mensaje
conexo y diáfano que parece estar dirigido a ti, a través de centurias allí
tallados, porque pocos más parecen entenderlo.
Pues bien, hoy voy a compartir con
mis lectores uno de estos mensajes, ayudándoles y guiándoles en el camino para
llegar a revelar un contenido completo y claro, para ver si así también ellos
logran sentir esta mezcla de sentimientos encontrados que produce el ver de pronto
cómo todo encaja y en un enorme galimatías, el caos se ordena totalmente.
No partiremos de ninguna iglesia
románica en este caso, sino que se trata de una canción del grupo Queen,
presidido por el inigualable Freddie Mercury como maestro de obras. Eso sí,
debo poner una tarea al lector interesado: que primeramente escuche la canción
completa, uno de los grandes éxitos y pieza tan emblemática del grupo
británico que ha dado nombre a la película basada en parte de la vida del
cantante (y del grupo).
He buscado el video-clip subtitulado en
español (castellano) para ayudar en el proceso de traducción del lenguaje
oculto de la obra redonda y magistral del conjunto, Bohemian Rhapsody:
Lo
primero que llama la atención es que parece ser una canción hecha con trozos de
otras, de distintos estilos y sin aparente conexión entre sí, que llega a
producir rechazo, en muchos de quienes la oyen, siendo habitual que digan que
para ellos la canción se limita al momento del piano, que el resto les sobra.
Bien, vayamos por partes.
¿Por qué tan extraño título, Bohemian
Rhapsody? En castellano sería Rapsodia Bohemia. ¿Y qué significa eso? Una rapsodia
es precisamente una composición musical realizada con partes en distintos
estilos, de manera que se adapta bastante bien a la canción de Queen.
Y bohemia, en
castellano, como adjetivo, puede tener el significado de alguien libre y autónomo, al margen de las normas
sociales establecidas, que prioriza la cultura y el arte en su vida; por
ejemplo, la forma de vida de los antiguos cíngaros podría calificarse de
bohemio.
Sin embargo, en este caso concreto de la canción, realmente significa
literalmente “de Bohemia”. Es decir, nos van a cantar una canción conformada
por tramos de estilos musicales diversos, bien de Bohemia o sobre Bohemia. De hecho, en el caso de la canción, será de Bohemia.
Concretamente
de una persona de la antigua Bohemia, Johann Georg Faust, nacido en 1480 en la
ciudad de Knittlingen (si bien otros señalan que el pueblo de Kundling, próximo
a Bretten) y fallecido en 1540 en Staufen de Brisgovia, probablemente durante
la elaboración de un brebaje alquímico, tal vez el elixir de la vida (también
conocido en el elixir de la eterna juventud).
Según personas que lo trataron,
Johann era un aristócrata impresionantemente culto y posiblemente por disponer
de dinero en abundancia, amante de los placeres mundanos. Decían que solía ir
siempre acompañado de dos grandes perros negros que eran en verdad diablos
encarnados en forma de mastines.
Pues bien, este personaje estaba tan en boca
de toda la sociedad de Bohemia, admirado y odiado a partes iguales, que en 1987
sale a la luz la Historia von D. Johann
Fausten, una obra firmada por Johann Spiesz, un librero de la Frankfurt renacentista que
dijo haberse limitado a copiar un manuscrito anónimo que le llegó. A pesar de
su relativa calidad literaria, la obra gozó de gran acogida en los sucesivos años y siglos, siendo imitada la
historia por el dramaturgo y espía inglés Christopher Marlowe, contemporáneo de
Shakespeare, en su libro The Tragicall History of Dr. Faustus (representada como obra de teatro en 1592 y publicada
como libro en 1604, como obra póstuma) y por otros autores entre los que
destaca sin duda Johann Wolfgang von Goethe, en 1808, que se inspiró en ella para desarrollar su particular versión que inspirará a su vez la célebre ópera Fausto.
A la izda, ejemplar de la obra de
Goethe (segunda parte, 1832). A la dcha, uno de tantos cuadros inspirados en el
relato.
Por tanto, Bohemian Rahpsody es en
verdad la particular versión que la banda de Freddie Mercury hizo de la
historia de Fausto.
Así que, ¿de qué trata este relato? Si nos basamos en la
historia más primitiva, la de Spiesz, Fausto es un noble con gran conocimiento
e inquietud por todo, que sin embargo cuando está al final de su vida, descubre
su hastío por la existencia y su descontento porque a pesar de haber logrado
desentrañar los mecanismos físicos y químicos que explican el funcionamiento de
todo en esta vida, no ha logrado encontrarle el significado y sentido de la
existencia misma. En esas está cuando una noche se presenta ante él el mismísimo Diablo que le
ofrece un pacto: él compartirá con Fausto ese saber a cambio de que el bohemio
le entregue, al término de 24 años, su alma inmortal.
Fausto
accede y repentinamente es rejuvenecido por el Diablo, que pone como guía de
esos 24 años del mortal a su demonio Mefistófeles. Y aquí
encontramos las principales diferencias de la historia, puesto que en la
versión inglesa, Fausto comienza a sopesar cuál de las Ciencias es la más
importante de todas ellas rechazando la Lógica de la Grecia clásica pues
únicamente sirve para el debate, materia en la que ya es de por sí bueno; la
Medicina tampoco, pues no sirve para vivir eternamente y curar todas las enfermedades;
y así una tras otra va descartando todas hasta quedarse con la Teología que le
haría conocer a Dios y aspirar a ser digno de él y por ahí le llega la culpa y
la vergüenza de sus actos…en fin, demasiado beato todo. Particularmente
prefiero la leyenda más antigua, como vemos que hicieron también Queen.
En la versión antigua, conforme
Fausto va viajando acompañado de Mefistófeles -quién a veces adopta la imagen
de un perro-, va comprendiendo que la existencia en sí no tiene más finalidad
que la que desees darle y que posiblemente, si quieres darle algún sentido, la
opción más correcta es la de ayudar desinteresadamente al prójimo porque lo que
das lo terminas recibiendo y si ayudas, terminarás feliz contigo mismo y
orgulloso de los logros de aquellos a los que has ayudado, que si son
agradecidos, te lo apreciarán y cuando mueras, nunca estarás muerto del todo
porque siempre alguien te recordará (hecho que, sin saberlo, le ayudará para
dejar el purgatorio y salvarse).
Y entonces Fausto comienza a sentir
remordimientos por haber vivido tratando de cubrir sus placeres materiales, sin
importarle nadie más que él. En fin, que viene a ser una especie de versión
prematura del Cuento de Navidad.
Conforme se le va terminando el
tiempo, Fausto va arrepintiéndose de su egoísmo y, en la obra de Goethe, de
haber sucumbido a los siete pecados capitales, pero alega haberlo hecho de
manera inconsciente y sin haber causado grandes daños colaterales, por así
decirlo, de manera que comienza a suplicar a Dios para que interceda por su
alma y que en lugar de la condena eterna, que sea condenado a cien mil años o a
miles de años en el purgatorio pagando por sus pecados pero que pueda ser
perdonado algún día. Goethe será el primer autor en tratar esta historia
ofreciéndole una posibilidad de salvación a través de su verdadero y sincero
arrepentimiento.
Así, cuando finalmente se oyen las
campanadas de las doce de la noche del último día concedido y llega otro
demonio más para llevarse junto con Mefistófeles el alma de un Fausto
resignado, éste implora su más sincero arrepentimiento a Dios. Y entonces el
contrato con el Diablo deja de tener validez, ha sido salvado. Así Goethe,
precursor de Nietzsche, muestra a un ideal que seguir: el de una persona que
incluso con todo en su contra, es capaz de seguir su recta convicción resurgiendo
de entre sus oscuras cenizas y miserias, ir hacia la luz y alcanzarla, el
superhombre de Nietzche.
Izquierda:
En el “Fausto” del Museo del Prado (obra de José de Uría y Uría, 1889), el
protagonista lee los tratados de los sabios más importantes, pero no va vestido
de sabio sino de hombre de acción. Junto a él, Mefistófeles en forma de mastín.
Derecha: “ajedrez con el Diablo” (de Friedrich August Moritz Retzche, 1825),
mostrando a Fausto jugando al ajedrez contra Mefistófeles, pugnando ambos por
el alma del mortal, ante la mirada de un ángel, como claro mensaje de que
existe posibilidad de redención.
Hasta
aquí el relato “anónimo”. Ahora vayamos a la aparentemente canción de Queen
hecha a retales. Se compone de siete partes, por así decirlo, con la 1ª a
capella (solo voces), la 2ª es una balada de piano con únicamente la voz de Freddie,
la 3ª consiste en un solo de guitarra, la 4ª viene a ser ópera, la 5ª es rock y
la 6ª de nuevo una balada como la 2ª.
Ahora atendamos a lo que dicen en
ellas.
-
La introducción (1ª parte o pieza de la canción, hasta 0.52):
¿Es esto la vida real?/
¿o es solo fantasía?/ atrapado en un corrimiento de tierras,/ sin escape de la
realidad,/ abre los ojos,/ mira a los cielos y observa,/ solo soy un pobre chico,/
no necesito compasión,/ porque tan fácil como vengo me voy,/ no muy alto,/ no
muy bajo,/ voy donde el viento, el viento sopla,/ no es algo que realmente me
importe, a mí.
Nos estamos situando en el punto de
partida, con un Fausto que lo comprende todo de la realidad que le rodea pero
que lo observa como elementos sueltos e independientes, están ahí sin ninguna
relación ni implicación entre sí, simplemente existen.
-
2ª parte y para muchos la verdadera canción, el momento del piano, con un
Freddie Mercury totalmente vulnerable y solo (de 0:52-0:38):
Mamá, acabo de matar a
un hombre,/ le puse una pistola en la cabeza,/ apreté el gatillo, ahora está
muerto.
Mamá, la vida acababa
de empezar,/ pero ahora me he vuelto loco y la he tirado a la basura./ Mamá, no
quise hacerte llorar,/ si no estoy de vuelta mañana a estas horas,/ continua,
continua como si nada importara.
Demasiado tarde, mi
hora ha llegado,/ manda escalofríos por mi espalda,/ el cuerpo duele todo el tiempo./ Adiós a todos, tengo que
irme,/ dejaros a todos atrás y afrontar la verdad.
Mamá -desearía que
soplara el viento-,/ no quiero morir,/ de vez en cuando desearía no haber
nacido nunca.
Aunque parezca una letra muy extrema y
rozando lo políticamente incorrecto, en verdad Freddie está admitiendo haberse
matado a sí mismo al vender su alma al Diablo, a cambio de 24 años de vida en los que
descubrirá el motivo por el que todo ser vivo existe, pero para ello ha tenido
que entregarse a los brazos del Diablo, al lado oscuro, por lo que no tiene
salvación y tampoco hay vuelta atrás.
-
3ª parte: el solo de guitarra que equivale a los frenéticos 24 años
recorriendo todos los saberes ancestrales, todos los conocimientos universales…
-
4ª parte de la ópera (3:06 a 4:10), que en el video clip se representa
tétricamente por los rostros de todos los componentes de Queen, cantando entre
la oscuridad total y dicen:
Veo una pequeña silueta
de un hombre,/ Scaramouche,
Scaramouche, ¿montarás un lío?/
Rayos y centellas, me asustan mucho, mucho./ -Galileo- Galileo/ -Galileo- Galileo creo que estás equivocado/ Galileo, Fígaro, magnífico.
Rayos y centellas, me asustan mucho, mucho./ -Galileo- Galileo/ -Galileo- Galileo creo que estás equivocado/ Galileo, Fígaro, magnífico.
Solo soy un pobre chico
y nadie me quiere,/ es solo un pobre chico de una familia pobre,/
perdonadlo que no pase su vida en esta monstruosidad /Lo que fácil llega, fácil se va, ¿me dejarás irme?/
perdonadlo que no pase su vida en esta monstruosidad /Lo que fácil llega, fácil se va, ¿me dejarás irme?/
Bismillah! (en nombre de Dios, en árabe)/ No, no te dejaremos marchar. -/ Dejadlo
marchar!-/
Bismillah!/ No, no te dejaremos marchar. -Dejadlo marchar!-/ Bismillah!/ No, no te dejaremos marchar. -Dejadme marchar!-/ no te dejaremos marchar. -Dejadme marchar!-/ no te dejaremos marchar. -Dejadme marchar!-/ Ah, no, no, no, no, no, no, no, no./ -Oh, madre mía, madre mía- Madre mía déjame marchar,/ Belcebú tiene un diablo puesto aparte para mí, para mí.
Bismillah!/ No, no te dejaremos marchar. -Dejadlo marchar!-/ Bismillah!/ No, no te dejaremos marchar. -Dejadme marchar!-/ no te dejaremos marchar. -Dejadme marchar!-/ no te dejaremos marchar. -Dejadme marchar!-/ Ah, no, no, no, no, no, no, no, no./ -Oh, madre mía, madre mía- Madre mía déjame marchar,/ Belcebú tiene un diablo puesto aparte para mí, para mí.
Los
rostros de los componentes de Queen aparecen entre la oscuridad pero solo Freddie
está en la posición que adopta un cadáver mientras arde ¿en el infierno?
Esta es la parte más compleja, espesa y
complicada para muchos los que oyen la canción e intentan comprenderla. En
realidad estamos ante el juicio de los sabios por el alma de Fausto, el juicio
sobre si se merece la redención o no, un juicio que posiblemente ocurría en la
cabeza del protagonista mientras iba entendiendo el sentido de la existencia
y se iba arrepintiendo de haber pagado por ese conocimiento un precio muy alto,
el de condena de su propia alma. Así vemos el paralelismo con el juicio de
Galileo, cuando le pidieron que renegase de sus ideales sobre el Universo.
Con respecto a que es un chico de una
pobre familia al que nadie quiere y que está condenado, posiblemente sea una
nota autobiográfica añadida por el mismísimo Mercury al verse a él mismo
entregado a una vida llena de satisfacción sexual homosexual (condenada aún hoy
día en muchos países), drogas, alcohol, excesos de todo tipo y
megalomanía. Tal vez él mismo se veía en ocasiones como Fausto. Igualmente
invoca a Scaramouche, el protagonista de una obra de Rafael Sabatini, un joven
aparentemente huérfano y muy inteligente que aviva la revolución francesa para
colmar su único deseo en la vida, la venganza, vengar la muerte de su amigo de
la infancia a costa de lo que sea y quién sea. También cita a Fígaro, un pícaro
de Sevilla que llegará a ser conde y que es un mujeriego.
-
5ª parte: rock
Así que crees que
puedes machacarme y escupirme en el ojo/ Así que crees que puedes quererme y
dejarme morir,/ Oh, nena, no puedes hacerme esto a mí, nena,/ solo tengo que
salir, solo tengo que salir directo de aquí.
En este momento Fausto está concluyendo
su tiempo ganado con el pacto e, iracundo y convencido de que no hay salvación
para su alma, se encara con el Diablo reprochándole cómo puede compartir todo
ese saber con él y luego desentenderse. Debe encontrar una salida para evitar
su condena, tiene que evadir la resolución de su contrato.
-
6ª parte y final (4:46):
En realidad nada
importa,/ cualquiera puede verlo,/ en realidad nada importa,/ en realidad nada
me importa,/ de todas formas, el viento sopla.
El último verso es revelador. Tenemos a
Fausto en los últimos segundos de vida, comprendiendo la consecuencia de sus
actos y resignado a cumplir la condena que responsablemente debe darse. Se
arrepiente de corazón por no haber sido capaz de haber comprendido que tal vez
debía haber prestado más atención a sus semejantes en lugar de emperrarse en cumplir todos sus antojos… y
entonces siente el viento soplar. Recordemos que en la segunda parte, en su
solo con el piano, acababa de vender su alma al Diablo y entonces había dejado
de soplar el viento, pero en el inicio, en la primera parte, iba donde le
llevaba el viento. Por tanto, ha obtenido la redención. Y si nos fijamos en el
video clip, en todo momento (salvo en su juicio, que no se ve su cuerpo),
Fausto (es decir, Freddie) va vestido de un blanco inmaculado, señal de su
inocencia.
¿A que se ve ahora la canción con otros
ojos?, ¿no resulta magistral cómo de pronto todo lo que parecía absurdo,
inconexo y sin sentido, encaja ahora como las fichas de un puzle?. Es por eso
que creo que es una de las pocas canciones pop magistrales y colosales, y si le
añadimos la fascinante voz de Freddie Mercury, entiendo que sea una canción que
ha marcado un hito en la historia de la música.
Gracias, Valeria,por esta entrada. Relata de forma amena y concisa el mito de Fausto, versión moderna de mitos clásicos cuyo último sentido es en mi humilde opinión reflejar la angustia existencial del ser humana y su incesante búsqueda de respuestas trascendentes. He disfrutado mucho con su lectura y admirado su capacidad e ingenio para trasladar y percibir el tema en esa gran canción. Leer su blog es un disfrute variado y sorprendente. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias por sus palabras, animan a continuar compartiendo inquietudes. Un saludo.
EliminarMe ha encantado, parece que te traslada a años atrás.Siga así, que es un placer leerla.Un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias por sus palabras, Mari Luz. Consideré que sería un buen homenaje a esa gran banda y mejor voz, "traduciendo" la que sin duda ha sido la canción más famosa de Queen y que creo que era desconocida su "profundidad" filosófica. Por cierto que se me olvidó añadir que la canción finaliza con el ruido de un Gong asiático e incluso eso tiene significado puesto que tradicionalmente se empleaba para alejar a los malos espíritus. Así que parece que Queen no dejó nada al azar en esa obra. Un saludo.
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