Ya en la entrada
anterior (aquí)
hablamos del "Príncipe de Asturias", el trasatlántico español conocido coloquialmente
como "el Titanic español". Hoy vamos a detallar las distintas hipótesis que se
han dado para tratar de explicar el extraño hundimiento y silencio que rodeó a
este triste suceso.
Otra explicación del hundimiento de nuestro
Titanic, el trasatlántico Príncipe de Asturias
La creencia en los tesoros que
transportaba el trasatlántico español “Príncipe de Asturias”, señalados en la
entrada anterior, disparó el interés por extraer su carga. A pesar de la
dificultad de realizar inmersiones en la zona, debido a los fuertes temporales
con vientos bravíos casi constantes, la visibilidad del agua que no llega a 3m
y a que los restos del naufragio estaban dispersados a profundidades entre 15 y
50 m y
parcialmente hundidos en la arena del fondo, con lo que cualquier intento de
rescate entraña una gran dificultad y riesgo extremo, en 1950 se realizó el
primer intento que resultó fallido. A partir de entonces han sido varias las
inmersiones realizadas. Señalan que en ellas se han encontrado restos humanos
que ha sido imposible recuperar por las malas condiciones climáticas de la
zona, así como parte de la carga, estatuas, maquinarias, vajillas, anclas,
calderas y las hélices. Para rescatar las joyas y el oro de sus bodegas (se cree
que había más de 10 toneladas de oro además de 4.500 Tm de cobre y 1.200 Tm de
estaño, así como 45.000
libras esterlinas entre joyas y monedas) se llegó hasta el
uso de dinamita para facilitar la
complicada entrada al pecio. Fue una mala solución ya que dañó gravemente el
casco y la carga que contenía.
En
1992 una sociedad de publicistas de Brasil elaboró un plan para recuperar las
estatuas de las bodegas del barco y donarlas a la ciudad de Buenos Aires. Para ello se solicitó la colaboración y ayuda
de la Comisión
de Arqueología Naval española del V Centenario, que fue denegada. Sin embargo,
continuó desarrollándose el proyecto, con nuevas voladuras del casco sin obtener resultados ya que lo único que se obtuvo
fue una estatua partida y muy deteriorada por las diferentes explosiones, que
actualmente se exhibe en el Museo Naval de Río de Janeiro. El Príncipe de
Asturias se resistía a entregar sus misterios.
En la imagen se puede ver una fotografía de una de las cubiertas y de una habitación del lujoso barco.
Aparecen las teorías conspirativas
Fue sorprendente el tupido silencio que acompañó
al hundimiento del trasatlántico, impropio de una noticia tan mundialmente
importante, ya que el “Principe de Asturias” durante sus primeras travesías
gozó de todo el reconocimiento mundial, recibiendo elogios de toda la prensa
internacional, de ahí que aparecieran rumores, habladurías y leyendas que
variaban la versión de los hechos. La más trasladada era la que aseguraba que
el Príncipe de Asturias fue bombardeado por un buque británico para matar a
importantes personalidades alemanas que viajaban a bordo rumbo a Argentina
(estamos en la Primera Guerra
Mundial). Lamentablemente, nada se ha podido demostrar, por el daño que han sufrido los restos del barco que no admiten
interpretación alguna sobre esa teoría acerca del hundimiento. Hay más opiniones
que siguen apuntando a la intervención británica. El escritor Prenafeta Siles señala que
su abuelo, Gregorio Siles Peña, superviviente del hundimiento, explicó
que el Príncipe de Asturias fue hundido por un barco británico que los siguió en
su travesía para hacerse con el oro que transportaba en sus bodegas y llegaba
aún más lejos cuando afirmaba que en ese complot había implicados algunos oficiales de
a bordo. No obstante, no hay constatación alguna que pueda dar un atisbo de
verosimilitud a estas remotas teorías.
Por su parte, la
Norton-Vega y Co, compañía aseguradora del trasatlántico
guardó también un silencio nunca roto, en lo referente a la carga transportada
por el navío (en parte, como equipaje de importantes financieros, aristócratas
y artistas), lo que acrecentó aún más los rumores de importantes personajes
viajando a bordo, así como de suculentos tesoros aguardando dentro del barco.
Junto a estas líneas se muestra una fotografía aparecida en los periódicos brasileños mostrando un grupo de supervivientes del hundimiento del Titanic español que logró llegar a la localidad de Santos. Bajo ella, parte de los oficiales del trasatlántico contemplando una partida de ajedrez entre dos de sus compañeros y una de las estatuas que viajaba en el barco y fue rescatada años después del hundimiento. Pueden apreciarse daños en el rostro, cuello y uno de sus brazos.
El “gemelo con mejor suerte”
El Príncipe de Asturias tuvo un gemelo, el
trasatlántico “Infanta Isabel”, un
hermoso navío de 150 m
de eslora que podía transportar a casi dos mil pasajeros. Botado poco antes que su
gemelo y perteneciente a la naviera Pinillos, tuvo una vida más larga: 33 años
de navegación. En 1926, ya bajo la gerencia de la Compañía Transoceánica,
fue vendido a Japón, a la naviera Osaka Shosen Kaisha, que lo llamó “Mizhuo
Maru”. En la segunda guerra mundial el buque se acondicionó para transporte de
tropas desde 1941 hasta 1944. En septiembre de 1944 el submarino
norteamericano USS 395 “Redfish” lo hundió en las aguas de las islas filipinas.
Allí acabó la andadura del “viejo marino”.
Imágenes del buque de vapor "Infanta Isabel de Borbón", gemelo del "Príncipe de Asturias".
Imágenes del buque de vapor "Infanta Isabel de Borbón", gemelo del "Príncipe de Asturias".
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