Es sabido que Adolf Hitler, el
dictador alemán que tuvo en jaque a todo el mundo, llevó a cabo el mayor
genocidio de la historia conocida. Y aunque la raza judía sufrió el mayor
castigo, tanto en atrocidades sufridas como en número de bajas, lo cierto es
que hubo pocos colectivos que lograran salvarse de la sed de sangre del líder
nazi.
Dicho
esto, ¿qué pasaría si les dijera que recientes investigaciones apuntan a que
tanto el propio Hitler como su esposa Eva Braun pudieran ser judíos?.
Eso
es al menos lo que ha concluido un documental que resume las investigaciones
realizadas por periodistas de la cadena británica Channel 4 y que se emitió
hace unos meses (abril de 2014). El problema radica en que si nos fijamos en
los “requisitos” que los nazis solicitaban a los habitantes de su “imperio”,
debían acreditar no poseer un familiar judío en al menos tres generaciones
anteriores a la suya. Debido a la mezcla de sangre que ha existido siempre en
Europa, esta exigencia valió el pase a los campos de exterminio nazis a
millones de personas.
No
obstante y al igual que suele ocurrir con otros dictadores, esta norma no se
cumplía con él mismo. Por ejemplo, recordemos que el "generalísimo" Francisco
Franco, gallego para más señas, prohibió a sus paisanos hablar en la lengua propia
de la región, hoy Comunidad Autónoma de Galicia. Pues bien, en el caso de Adolf
Hitler, uno de sus abuelos (el materno) posiblemente fue judío. Es decir, no se
sabe si era o no judío, pero no podía acreditar que no lo fuera; ese era el
matiz y el problema que daba un pase directo al campo de exterminio más
próximo a tantísimos centroeuropeos. La polémica estaba servida.
De
acuerdo con algunos autores, la madre de Hitler trabajó para una familia de
judíos adinerados y parece ser que surgió el amor entre ella y el hijo de los
señores de la casa. Fruto de ese amor escondido, nació Adolf
Hitler. Los partidarios de esta hipótesis continúan razonando que posiblemente
la familia no vio con buenos ojos que una de las mujeres que llevaban las
cuestiones de la intendencia del hogar se quedara embarazada del hijo de los amos,
echándola del trabajo. Por eso Hitler creció sin su padre y desarrollando tal
odio hacia la raza hebrea, cuando en verdad lo que debía detestar era el
sistema de castas establecido por cuestiones de cuna y finanzas. Otros,
consideran que no fue la madre de Hitler sino la abuela materna, la
protagonista de este relato. Además existe otra tercera versión que habla de
que el padre del Fürher, Alois, era el judío, al ser hijo ilegítimo de
Frankenberger (un judío de por entonces 19 años) y María Schickelgruber. Un cuarto
bando, considera que todo fue una mentira difundida por los Aliados para echar
alguna sombra sobre la figura del dictador.
Por
otro lado, hay quien habla de las dudas que Adolf Hitler tuvo al respecto,
solicitando al abogado Hans Frank que indagara sobre este particular. Este
abogado nazi fue capturado al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Debido
a su sucio y genocida historial (llegó a ser Gobernador de la Polonia nazi durante 6
años), fue sentado ante el tribunal de Núremberg para responder por su papel en
el Holocausto. Agobiado ante el futuro tan sombrío que le aguardaba, se ofreció
a ofrecer cuanta información pudiera resultar de interés para los Aliados, a
cambio de reducir la condena. Entre toda la información proporcionada, se encontraba
la confirmación de que efectivamente el abuelo materno de Hitler fue judío. No
obstante, hay quién considera que esta confesión fue fruto de la demencia que
asoló la mente de Frank al verse condenado a la horca, sentencia que se cumplió
el 16 de octubre de 1946.
En
la imagen aparece Hans Frank de uniforme y posando junto al creador y dirigente
de las temidas SS, Heinrich Himmler en Cracovia
(junio, 1943).
Las investigaciones fueron más allá y no sólo se basaron en testimonios de ciertos nazis sino en el análisis cromosómico de 39 descendientes emparentados con el dictador, a los que se encontró cromosomas muy comunes entre judíos y habitantes de Argelia y Marruecos pero escasos entre supuestos arios puros, según informó el periódico inglés “The Daily Telegraph”, también en abril de 2014, basándose en las labores de investigación llevadas a cabo por el historiador Marc Vermeeren y el periodista belga Jean-Paul Mulders.
En
lo referente a Eva Braun, las dudas se despejaron totalmente al poder disponer
de cabellos de la esposa de Hitler con tan abundantes folículos como para analizar
el ADN de la portadora, encontrando genes de clara procedencia hebrea
(concretamente el haplogrupo h1n1, frecuente en judíos europeos). Nuevamente
los opositores dudan de la autenticidad de los cabellos analizados ya que
fueron recogidos por un espía norteamericano en 1945 en la residencia del
Fürher en Berghof.
Pero es que la pretensión de encontrar un conjunto de más de dos millones de ciudadanos que no
posean un pariente judío en al menos tres generaciones anteriores, en zonas
donde el comercio de gemas, joyas y banca ha proliferado tanto, me parece
descabellada. De hecho en la Península
Ibérica en la Edad Media
proliferaron gran cantidad de juderías, muchas de ellas de renombre y tamaño
considerable. Su aporte a las Ciencias fue notable (especialmente a la Medicina y a la Química, a través de
investigaciones alquímicas, así como a la Poesía y a la Filosofía) y al Comercio
en general. De tal forma que rara es la familia que no posea un antepasado
judío, distinguible por sus apellidos con nombre de elementos naturales o de
profesiones (como ya señalé aquí). En la imagen se puede apreciar dos detalles de la bella judería de Córdoba (Andalucía, España).
En mi viaje a
Turquía tuvimos ocasión de relacionarnos con descendientes de sefarditas que
aún se expresaban en castellano antiguo y hablaban de España con un cariño y
afecto que he echado a faltar en muchos españoles que conozco. Por eso me
alegré de conocer la intención del Gobierno español de concederles la
nacionalidad española a descendientes acreditados de sefarditas. Y comparto
plenamente las palabras de Bob Marley cuando dijo aquello de:
Para concluir
esta entrada, me gustaría compartir un texto que me pasaron en el instituto y
que desde entonces he conservado ya que lo encuentro sumamente irónico en todos
los aspectos.
<<Cuando naciste eras rosa,
cuando estás enfermo tu piel se torna
amarilla.
Si tienes calor, te pones rojo;
si tienes frío, azul.
Al estar
mareado te pones verde
y cuando mueras lucirás gris.
¿Y te atreves a llamarme a
mi “hombre de color”?.>>
No hay comentarios:
Publicar un comentario