Ya en otra entrada anterior aludíamos a una canción popular en la
Edad Media que pasó a formar parte del
Romancero español y fue recogido por el historiador D. Ramón Menéndez Pidal con
el fin de que no se perdieran estos poemas cantados que gozaron de gran fama, a
juzgar por las variaciones que vimos aquí, en su momento.
En
esta entrada vamos a centrarnos en otro de estos poemas denominados
“fronterizos”, por aludir a noticias relativas a la Reconquista , que
acababan de ocurrir y que deseaban transmitir al resto de los reinos cristianos
para alentarlos en su batalla contra los musulmanes.
En la imagen, detalle del
“Caminito del Rey” (inaugurado por Alfonso XIII, de ahí su nombre) en la Garganta de los Gaitanes.
En el centro, inundaciones del Guadalhorce vistas desde Álora y detalle del
pico del Monte Hacho, con la población a sus pies.
Es
precisamente este último episodio, la toma cristiana de la ciudad, al que se
refiere el romance objeto de nuestra entrada, cuando el llamado “Adelantado de
Andalucía”, Don Diego de Rivera, puso sitio a la ciudad fortificada. Durante la
toma de esta plaza, fallecería en 1434. El romance recogido por Ramón Menéndez
Pidal y Tomás J. Salas Fernández:
Álora, la bien cercada, / tú que estas en
par de río,
cercóte el adelantado/ una mañana en
domingo,
de peones y hombres de armas/ el campo bien
guarnecido;
con la gran artillería/ hecho te habían un
portillo.
Viérades moros y moras/ todos huir al
castillo:
Las moras llevaban ropa,/ los moros harina y
trigo,
y las moricas de quince años/ llevaban el
oro fino,
y los moricos pequeños/ llevaban la pasa y
el higo.
Por cima de la muralla/ su pendón llevan
tendido.
Entre almena y almena/ quedado se había un
morico
con una ballesta armada/ y en ella puesto un
cuadrillo.
En altas voces decía,/ que la gente lo había
oído:
¡Tregua, tregua, Adelantado,/por tuyo se da
el castillo!.
Alza la visera arriba,/ por ver el que tal
le dijo,
asestárale a la frente,/ salido le ha al
colodrillo.
Sacóle Pablo de rienda,/ y de mano
Jacobillo,
estos dos que había criado/ en su casa desde
chicos.
Lleváronle a los maestros/ por ver si será
guarido.
A las primeras palabras,/ el testamento les
dijo".
Tomás J. Salas
Fernández analiza la composición (ver aquí)
que fue recogida por primera vez de manera escrita en el s. XVI. El musulmán
aparece aquí representado por un traidor saetero anónimo que pide tregua
diciéndole que el castillo es suyo, para que el Adelantado muestre su rostro y
baje la guardia para escucharle, momento que utiliza el mahometano para asesinarle,
lanzándole una flecha que le atraviesa el cráneo a la altura de la frente.
Dos de los
hombres del Adelantado que habían sido criados por él, Jacobo y Pablo, bajan el
cuerpo del adelantado de su caballo y se apresuran a llevarlo ante los médicos
esperando que puedan sanarle. Sin embargo Don Diego de Rivera no tarda en
expirar, tras decir su última voluntad.
Tomás J. Salas
Fernández coincide con Ramón Menéndez Pidal en opinar que los juglares de estas
composiciones fronterizas continuaron las labores de los juglares anteriores
que cantaron los “cantares de gesta” o las grandes hazañas de los héroes de la
primera etapa de la
Reconquista (Roldán y El Cid, entre otros) para cederles el
testigo a posteriores poetas de gran fama internacional como fueron Antonio
Machado, Góngora o Quevedo, entre otros.
Sin
embargo, no sería éste el único episodio sangriento que aconteciera en la
ciudad de Álora ya que incluso los propios árabes la sitiaron para tomarla a
otros musulmanes. Y es que durante la primera etapa árabe del califato Omeya de
Córdoba, que llegará a rivalizar con el de Damasco, se rebelará contra el
califato un mozárabe (cristiano en
tierras árabes) denominado Umar Ibn Hafsun, convertido al cristianismo en el
899. Él rebelde terminará acaudillando un grupo de salteadores de caminos y
plazas musulmanas que acarreará grandes pérdidas económicas al califato de
Córdoba, al hacerse fuerte en la sierra cercana al Chorro, construyéndose así
la ciudad mozárabe de Bobastro, en un paraje prácticamente inexpugnable.
Durante
los siglos IX y X la plaza de Álora se reforzará por tropas musulmanas que
efectuarán un cerco cada vez más estrecho a la ciudad rebelde hasta que finalmente
el emir Abderramán III, nacido en Medina Azahara, el 19 de enero de 928, la
toma tras haber tenido medio siglo al califato sufriendo sus ataques.
En la imagen, detalle de los
restos de la fortificación de Bobastro (izda), de la ermita de planta basilical
excavada en la roca (centro) y reconstrucción de cómo debió ser la ciudad en su
época de máximo esplendor (dcha).
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