Albert Einstein dijo una vez: “Hay dos cosas infinitas: el universo y la
estupidez humana. De la primera, no estoy completamente seguro” concretando
que “La diferencia entre la estupidez y
la genialidad es que la genialidad tiene sus límites.” Opino exactamente
igual. No dejo de asombrarme cómo el mundo aplaude y encumbra a una niña, bien
adoctrinada, que se dedica a pasearse por él, con todo lujo de ropas,
transportes y pernoctaciones gratuitas para ella y a la que se le otorga la
facilidad de dar discursos multitudinarios ante presidentes de medio mundo
siendo absolutamente grosera con ellos (mejor, más se le aplaude). Da igual que
se muestre todo el multimillonario negocio que lleva tras ella (ver aquí) o que haga que cientos de adolescentes criados en el bienestar del primer
mundo, totalmente enganchados a sus teléfonos de última generación y patinetes
eléctricos cuyas baterías han supuesto la muerte y explotación de cientos de
personas del Tercer Mundo se echen a las calles a cortarlas creando un caos de
tráfico que dispara las tasas de polución urbana. Eso da igual, es guay y
permite hacerse cientos de selfies que colgar en sus redes sociales tratando de
autoconvencerse que así arreglan los males de este mundo.
Inicié esta entrada con una frase de Albert
Einstein, añadamos otra más: “La vida es
muy peligrosa, no por las personas que hacen el mal, sino por las que se
sientan a ver lo que pasa.” Coincide así con otro genio español, Blas de
Lezo, cuando afirmó que “una nación no se
pierde porque unos la ataquen, sino porque quienes la aman no la defienden”
y eso es exactamente lo que está ocurriendo en la actualidad, que los millones
de personas del primer mundo vivimos engañados o autoengañados “defendiendo” el
Medio Ambiente dirigidos por una adolescente que está viviendo la vida a todo
lujo, permitiéndose hablar en nuestro nombre en las grandes cumbres mundiales cuando
lo cierto es que es la menos indicada para ello. Porque, yo me pregunto, ¿qué preparación
tiene esa cría para hablar de cambio climático, antes que reputados científicos?
cuando ni tan siquiera acude a un instituto o una universidad ¿o es que nadie
se ha tomado unos minutos para comprobar que en verano partió con un barco
solar para ir a Nueva York a darse un baño de masas y de allí volver a
embarcarse hacia Chile, para ahora –a medio camino- pedir ayuda para que
alguien le pague el transporte ecológico a España? (tranquilos que el Gobierno
en funciones de España, en el inicio de una recesión económica tremenda, ya se
ha apresurado a decir que él lo hará gustoso, después de que en la cumbre de
Nueva York ya donara unos cuantos millones de euros que no tiene en sus más que
endeudadas arcas, ¡ahhh, pero qué gesto!,
que diría Cyrano de Bergerac).
Imagen muy comentada en las redes sociales al pillar a Greta
Thumberg desayunando copiosamente con envases de plástico de un solo uso y productos de lugares lejanos (plátanos) que requieren transporte en barco mercante y camiones.
Mientras
tanto, cuestiones que deberían removernos todo tipo de sentimientos pasan
completamente desapercibidas. Pero por hoy y por mí, no será, porque aunque
resulte para algunos aburrido o de mal gusto, voy a hablar de una guerra
olvidada que sigue ocurriendo actualmente, mientras todos nos disfrazamos en Halloween
y nos preparamos para seguir recibiendo -en la cumbre de diciembre, en Madrid- más
que acogedoramente a Greta Thumberg, marioneta de una millonaria industria
ecológica. Es cuestión de tiempo que comience a comercializar ropas y
merchandising con su nombre y su cara, y si no, el tiempo lo dirá.
Yemen,
el país más pobre de África, se muere. Debemos remontarnos a la curiosa “primavera
árabe” de 2011 que supuso un caos de alzamientos populares por toda África. Y
digo curiosa porque ya han sido numerosos los periodistas que no han dudado en
señalar a personajes infiltrados, a servicios de gobiernos del Primer Mundo,
que agitaban a las masas contra sus dirigentes más o menos dictadores. Así, la
guerra en Yemen lleva ya tres años de conflicto armado e iba a decir que “sin
que nadie haga nada” pero claro, sería falso pues sí que hay gente que está
haciendo algo. Concretamente, Estados Unidos, Francia, Israel, Arabia Saudí, y
Emiratos Árabes unidos, entre otras potencias. Y como se imaginará el lector,
ese “algo” no es ni mucho menos bueno.
El
15 de marzo de 2019, en el medio Disclose
se daba a conocer una nota de octubre de 2018 de la inteligencia francesa que
informaba al presidente Emmanuel Macron del empleo por soldados saudíes contra
Yemen de tanques Leclerc, radares Cobra, blindados Aravis, cañones Caesar,
helipcóteros Cougar y Dauphin, cazas Mirage 2000-9 y otros elementos más de
armamento francés vendido a los saudíes. Por si esto no bastase, el periódico Le Figaro ya había publicado en su
ejemplar del 16 de junio de 2018 que soldados de las fuerzas especiales
francesas (la élite del Ejército francés) colaboraron junto con fuerzas saudíes
en la batalla de al-Hudayda, en la ciudad yemení de Hodeida.
Como
era de suponer, ambos países se apresuraron a negar estos datos, confirmando
que sí contaban con efectivos en Yemen, pero únicamente en sus fronteras, para
evitar que el conflicto se extienda a otros países. Digo yo que igual si se
dejara de armar a los bandos enfrentados, a lo mejor se lograba este objetivo…
Con más
ética, o posiblemente con el fin de lograr más votos, el demócrata Bernie
Sanders consiguió que la Cámara de Representantes del Parlamento de los Estados
Unidos aprobara el 13 de marzo de este año un proyecto de ley que prohibía toda
forma de participación de su país en este conflicto. Este proyecto de ley, sin
embargo, debía ser ratificado por el Senado y Donald Trump –que quiere su parte
de la tarta en el millonario negocio armamentístico mundial- ya se apresuró a
dejar claro que haría todo lo posible para evitar que fuera aprobado. Mientras
tanto, para febrero de 2019 ya habían fallecido por hambre 50.000 niños yemeníes.
A día de hoy, Save the Children cifra
en 85.000 niños menores de 5 años, los fallecidos en una hambruna que afecta a
14 millones de personas según las Naciones Unidas, intencionada por las grandes
potencias para que se acuerde un alto a la guerra.
Como
en otros casos parecidos de África y Oriente Próximo, no tardó en hacer acto de
presencia Al-Qaeda, a través de distintos atentados, a la vez que otros grupos
armados alentados por diferentes gobiernos hacían lo propio. De esta manera, que
el presidente Ali Abdullah Saleh cediera su puesto a su vicepresidente,
Abdrabbuh Mansour Hadi, para evitar un desorden civil no sirvió de nada pues la
agresividad e inestabilidad acabó propagándose a todo el territorio, y como
muchos periodistas han mostrado, alentados por “señores de la guerra” del Primer
Mundo. Distintos grupos de población se opusieron a Hadi, entre ellos muchos
militares fieles al destituido Saleh, hutis (defensores de los zaidíes, chiitas),
yemeníes descontentos con la manera de proceder de Hadi e incluso personas que
vieron la ocasión propicia para tratar de independizar parte del sur del país.
Y Yemen sucumbió a la guerra. Finalmente a principios de 2015 el bando armado
en oposición a Hadi tomó la ciudad de Saná logrando el exilio de Hadi, haciendo
al país ingobernable, al tiempo que las grandes potencias tomaban posiciones. Así,
con el pretexto de apoyar a los sunitas, en marzo de 2015 entraban en el
conflicto armado soldados de una coalición de ocho países árabes liderados por
Arabia Saudí y respaldados por Estados Unidos, Francia y Reino Unido. Meses
antes, los sunitas de Yemen habían apoyado a los Hutíes (que a su vez defendió
la causa de los chiitas yemeníes), pero ahora los bombardearon a través de
cazas franceses y anglosajones a fin, según estos países europeos, de lograr
restaurar nuevamente el gobierno de Hadi. En verdad, lo que ocurría es que los
hutíes habían conseguido el apoyo de Irán a su causa, dado que es de mayoría
chiita y eso suponía una afrenta para Arabia Saudí, en eterno conflicto más o
menos encubierto con su vecino del sur. Cómo no, Donald Trump se sumaba a ese
ataque contra todo interés iraní.
De
esta manera el país más pobre de toda África se convertía en rehén de los
eternos intereses de naciones extranjeras, con el bastión USA + Arabia Saudí + Israel
opuesto a Irán + Palestina + Irak, y milicias de estas dos alianzas derramando
sangre sin ningún tipo de control, ética ni límite.
En
diciembre de 2017, en el bando de los hutíes (apoyado por Irán y sus aliados) acabaron
por desentenderse del que fuera presidente del país antes del alzamiento
popular y Ali Abdullah Saleh terminó siendo asesinado. Así las cosas, en 2018,
mientras los rebeldes (la coalición en teoría suní, aunque apoyada por
anglosajones y Francia) controlan el sur, los hutíes (apoyados por Irán y sus
aliados) siguen en Saná y parte del centro-norte de Yemen. Hadi sigue exiliado
y extrañamente, tanto radicales de Al-Qaeda como del autoproclamado Estado
islámico han realizado varios atentados en territorio de los hutíes,
confirmando la frase atribuida a Winston Churchill “la política crea extraños
compañeros de cama”, si bien más me atrevería a afirmar que no es la política
sino el afán desmedido de dinero lo que hace que franceses y terroristas
islámicos compartan el mismo bando.
Cuando
las Naciones Unidas pidieron explicaciones a los dirigentes europeos implicados
en esta alianza extraña, respondieron que actuaban para evitar que Irán y sus
aliados armaran al bando de los hutíes y prosiguieran matando yemeníes. Se ve
que se les olvidó precisar que ellos harían lo propio con el otro bando.
Israel,
por medio de su presidente, Benyamin Netanyahu, admitiría tardíamente su
participación en el conflicto de Yemen –concretamente en la Conferencia
Ministerial sobre la Paz y Seguridad en Oriente Medio, celebrada en Varsovia en
febrero de 2019-, dejando claro su implicación en el conflicto, junto con los
Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, desde los primeros días de las revueltas.
Netanyahu también había admitido tiempo antes sus continuos ataques en Siria
para debilitar el bando al que apoyaba Irán, como ya señalé en mi libro “Isla Bermeja: conflicto geoestratégico. La
isla fantasma que encadenó a México y el aleteo de la mariposa”, al tratar
la guerra de Siria. La verdad es que al menos debemos reconocerle su franqueza,
pues otros presidentes implicados se esfuerzan por negar su participación,
indirectamente demostrada.
Así,
tres años de derramamiento de sangre después y poco a poco, están empezando a
despejarse las brumas del conflicto: todo estaba justificado con tal de
controlar el territorio con prometedores yacimientos de petróleo detectados en
el desierto de Rub-al-Khali. El problema es que esta área se extiende por parte
de los territorios de los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Yemen y Omán.
De esta forma, ¿por qué no matar dos pájaros de un tiro y amasar millones con
el lucrativo negocio de la venta de armas, en un conflicto que a la vez les
permita controlar grandes reservas de hidrocarburos en un mundo en el que las
ya existentes, o bien se están agotando, o bien ya están en manos de
determinadas potencias con suficiente armamento como para disuadir de
quitárselas? Como acertadamente dijo en una ocasión el dictador norkoreano, Kim
Jong-un, Estados Unidos fue contra él no porque tuviera armamento nuclear, sino
precisamente porque carecía de éste. Afortunadamente para Kim, cuenta con el
apoyo de China, lo que hace que Trump mida bastante los pasos que dar.
Y
claro, Francia, Estados Unidos y Reino Unido corrieron también a pugnar por el
control de estos hidrocarburos. Recordemos que cuando USA inició la segunda
guerra de Irak, Francia hacía manifestaciones populares masivas no porque
mirara por la población civil, sino porque hasta entonces tenía unas
condiciones de pago de barriles de petróleo muy por debajo de lo que les
supondría adquirirlos de hacerse USA y Reino Unido con estos yacimientos de oro
negro. Lo mismo cabe decir sobre el conflicto en Afganistán, por donde
discurren kilómetros de oleoductos.
Pero si hay algo que resulta verdaderamente escandaloso son las revelaciones que la periodista búlgara Dilyana Gaytandzhieva sacó a la luz en Arms Watch, evidenciando cómo la Resolute Support Mission, o lo que es lo mismo, la misión de las tropas de la OTAN en Afganistán no son más que una tapadera para que las empresas armamentísticas norteamericanas armen hasta los dientes a los yihadistas del Daesh que operan en Yemen. No será la única, ya que esta periodista ha venido publicando diversos documentos que muestran cómo de igual forma las US Task Force Smoking Gun, unidades de élite del ejército norteamericano, vendieron en Croacia numeroso armamento para el Frente al-Nusra, que finalmente sirvió para armar a los terroristas yuhadistas en Siria.
Lo
malo de todo esto es que ninguno de nosotros estamos a salvo de este
materialismo repugnante que no duda en llevarse por delante la vida de miles de
personas que habitan en esos lugares. De hecho, resulta curioso que durante la
segunda guerra de Irak, el trío de las Azores -George Bush hijo (EEUU), José María
Aznar (España) y Tony Blair (UK)- sufriera atentados que les arrebataran la popularidad
suficiente como para hacer que Reino Unido y España retiraran sus tropas y
apoyo de la guerra de Irak, algo que favoreció a Francia y Marruecos, entre
otros países.
De izquierda a derecha, José Manuel Durao Barroso (presidente de Portugal
hasta 2004, cuando pasó a ser presidente de la Comisión Europea), Tony Blair
(presidente de Reino Unido) y Georges W.Bush (presidente de EE.UU) oyen la
opinión de José María Aznar (presidente de España).
Regresando
a la guerra de Yemen, es más que evidente que ha favorecido y sigue siendo
rentable a todos aquellos países que venden armas. Y recordemos que España se
encuentra en el top 10 de ellos. Con todo, no han faltado periodistas que sonrían
cínicamente ante las palabras del presidente israelí ya que la presencia de
tropas de este país en los conflictos de Siria y Yemen es anterior al apoyo
iraní en ambos conflictos armados. Sin embargo, entristece comprobar cómo los
medios de información de Europa han optado por mirar hacia otro lado ante tales
revelaciones en un conflicto que a todos incomoda o saca los colores, mientras
que proporciona sustanciosos ingresos a las grandes empresas armamentísticas.
Mejor seguir con las noticias irrelevantes de los concursantes de Gran Hermano
de los diversos países y continuar riéndole las gracias a la adolescente sueca
de trenzas, que igual e inteligentemente se está lucrando a costa de todos. Show must go on o como dijo el filósofo
latino, “panem et circenses”, pan y
circo para el pueblo.
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