Por fin una extraordinaria noticia en
estos tiempos tan agresivos y tumultuosos que estamos viviendo. Lamentablemente
ha sido eclipsado por el hecho de que los españoles fuéramos a votar por cuarta
vez en cuatro años (tres veces, en ocho meses; coincido en la apreciación que
el portavoz de Esquerra Republicana, Gabriel Rufián, realizaba ayer en una cadena de televisión: Pedro Sánchez
pasará a la historia como uno de los presidentes más ególatras y nefastos para
el interés de España; hoy decide el Partido Popular si abstenerse para
permitirle gobernar, personalmente creo que tienen en su mano salvarnos a todo
del cáncer que supone Sánchez, concediendo la abstención a cambio de que Sánchez
se eche a un lado y ceda la presidencia, por el bien de nuestro país que se asoma a pasos agigantados a una nueva crisis económica y la gente está más irascible y agresiva que nunca).
Pero dejemos la política a un lado,
pues este magnífico descubrimiento no puede pasar desapercibido por más tiempo,
si bien me parece demasiado bueno para ser verdad. De hecho, hasta desconfío de
que no se trate de una broma de mal gusto.
Pero ahí está: si realmente es cierto
lo que se dice, ¡se ha descubierto un
virus que es capaz de atacar a cualquier tipo de cáncer, destruyendo toda
célula cancerosa y garantizando la supervivencia de quien padezca, insisto,
cualquier tipo de cáncer!. Demasiado fabuloso para ser verdad, ¿no
creen?.
Hasta ahora se tenía a los virus como
dañinos, más aún cuando nos encontramos pasando la primera hora de frío polar de
anticipo del invierno que está por venir. Con todo, prefiero el invierno al
verano, adaptación darwiniana de mi origen soriano, supongo.
También los virus han sido el foco del
eterno y jugoso debate entre paleontólogos y biólogos sobre la definición de la
vida en sí dado que un virus no nace, pero sí se reproduce (¿será el replicado
de la secuencia de ADN un “nacimiento”?) aunque requiriendo la intervención de
ARN ajeno, del organismo al que infecta pues él carece de este elemento y por
tanto es incapaz de reproducirse por sí mismo, y de igual forma tampoco muere
por sí mismo, sus órganos no van fallando porque carece de ellos, tampoco respira;
un virus es únicamente una secuencia de ADN. Así las cosas, ¿puede considerarse
un trozo de ADN, vivo?
Y sin embargo, recordemos que en la
famosa novela de H. G. Wells (y película con sus varias versiones) “La Guerra
de los Mundos”, finalmente serán los virus y bacterias que nos rodean y de los
que nos hemos inmunizado, los que realmente terminen matando a los invasores
alienígenas. También en un episodio de la serie C.S.I. utilizan la combinación
de bacterias que cada uno de nosotros tenemos en nuestra piel, a modo de huella
dactilar pues decían que esa combinación y proporción es exclusiva de cada uno
de nosotros, para detener a un asesino. Curioso.
Imágenes de la versión de “La Guerra
de los Mundos” de Steven Spielberg, mostrando cómo al final los invasores
alienígenas mueren por los microorganismos que viven en nuestro aire, polvo
(¿sabía el lector que el 90% del polvo de su hogar está compuesto por restos
celulares de su piel y de su familia?, "polvo eres y polvo te convertirás", que sentencia la Biblia), piel y agua.
Por otro
lado, se ha visto que este tipo de microorganismos tiene una adaptación sobresaliente a las condiciones extremas, siendo capaces no solo ya de vivir
en áreas sumamente áridas como son las aguas del río Tinto de la Faja
Pirítica (la mayor concentración mundial de sulfuros), sino también en zonas de
emanaciones hidrotermales submarinas. Recientemente se ha comprobado la
supervivencia de bacterias en condiciones sin atmósfera, en ensayos realizados
por astronautas.
Estos
experimentos además han servido para darnos una lección de moralidad a los
humanos corrigiendo las suposiciones de Charles Darwin y del también evolucionista
británico Richard Dawkins, autor de “El
Gen Egoísta”, hipótesis que se postula como falsa al verse que en condiciones
de extrema necesidad, muchas bacterias optan por sacrificarse con el fin de que
pueda sobrevivir la comunidad. Era algo que se venía observando hacía ya mucho:
perros que sacrifican su seguridad por defender a su dueño; depredadoras que en
lugar de matar a una cría de una especie herbívora la adopta, amamanta y cría;
pájaros que se enfrentan a un predador resistiendo ante su nido para defender a
los polluelos; orangutanes que se han enfrentado a máquinas taladoras para
defender los árboles en los que viven…No, la naturaleza no es tan salvaje como
pretendemos considerarla, y las bacterias lo han demostrado.
Pues bien,
regresando a la noticia de esta entrada, parece ser que desde 1900 se venía
constatando cómo el hecho de vacunar a una persona contra la rabia hacía que
algunas de las vacunadas experimentara mejorías en otro tipo de enfermedades
que padecía. Si bien en un principio se consideró que podía deberse al hecho de
haber atacado al virus de la rabia en sí, más tarde se fue comprobando que
incluso si no se tenía tal virus, parecía remitir el desarrollo de determinados
tumores.
Conscientes
de dichas observaciones, comenzaron a realizarse diversos experimentos que
comprobaran –confirmaran o desmintieran- esta suposición, y para sorpresa de
todos, lo confirmó. Pero había un problema: el virus empleado era tan dañino
que él mismo podría causar la muerte del organismo al que se le infectase, a
pesar de quitarle los tumores, si se encontraba muy debilitado. Ante este
agridulce resultado ¿qué hacer?
Aquí fue
donde entró en juego la creatividad del científico que en mi opinión se ha
ganado el derecho a optar al Premio Nobel de Medicina, Yuman Fong; se fijó en un tipo de virus que resultase inofensivo
para el ser humano, el virus de la viruela vacuno, y lo recombinó con el
agresivo virus destructor de tumores.
El nuevo
virus generado por el equipo comandado por el doctor Fong, en la empresa
australiana biotecnológica Imugene,
ha recibido el nombre de CF33 y he
permitido generar una vacuna que emplea un virus de la familia Poxviridae. Hasta ahora todas las pruebas realizadas
con ratones de laboratorio han sido un total éxito, liberándoles de sus tumores
y logrando que sobrevivan todos “los pacientes” vacunados.
Este
virus de nueva creación ataca letalmente a las células tumorales; hasta ahora
el problema de combatir los distintos tipos de cáncer es que las células solían
rodearse de una membrana “de camuflaje” por así decirlo, que impedía a nuestros
propios anticuerpos reconocerlas como dañinas y de esa manera se extendían
infectando a otras células sanas. Este virus desarrollado por el equipo del
profesor Yuman Fong asesta
su golpe precisamente atacando a este tipo de membranas y así nuestras defensas
detectan las células dañinas, atacándolas y destruyéndolas. Por su parte, el
virus mata-tumores al infectar la célula usa el ARN de ésta para replicarse a
sí mismo. Al matar la célula cancerígena esta acaba explotando liberando en
todas direcciones nuevos virus replicados mata-tumores que seguirán infectando
a otras células cancerígenas y empleándolas para replicarse exponencialmente.
El profesor Fong en su despacho. A la derecha, detalle de un par de células cancerígenas atacadas
por el nuevo virus, que las destruye eficaz y definitivamente.
Los ensayos
en laboratorio han sido tan exitosos que el profesor Fong se ha trasladado a
Australia, donde existen menos trabas burocráticas y legales que en otros
países, para dejar los experimentos con animales y comenzar, con el año nuevo,
los ensayos con humanos con melanomas (uno de los tumores más letales y fulminantes), cáncer de mama triple negativo, tumor de vejiga y cáncer de estómago
para iniciar el desarrollo de estas vacunas que prometen ser un remedio eficaz
para combatir los tumores y despedirse para siempre de dañinos métodos como la
quimioterapia. El Sr. Fong prevé comenzar inyectando este virus mata-tumores
directamente en alguna célula cancerígena de los pacientes que se presten a los
ensayos, a fin de minimizar posibles riesgos en sus debilitados organismos, a
pesar de que el virus CF33 se basa en el virus vacuno de la viruela al que es
naturalmente inmune nuestro organismo. Una vez que los ensayos vayan
aumentando, se desarrollarán posiblemente tratamientos enfocados a cada tipo de
tumores.
Ojalá y sea
todo un éxito. Entonces será sin duda un nuevo paso para ampliar la longevidad
humana.
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