Eso es lo que deben pensar los políticos de nuestro país cuando deciden aprobar determinadas obras generalmente relacionadas con la especulación del terreno. No sé por qué extraña razón, los políticos tienden a ver a nuestro país como un terreno que parcelar y vender a toda costa, aunque haya aún en la localidad cientos de pisos en venta o alquiler, o terrenos en los alrededores, desprovistos de restos arqueológicos, en los que poder construir.
Por si la canallada de destruir unas ruinas arqueológicas para construir sobre ellas un aparcamiento, un centro comercial o unos bloques de pisos, no fuera suficiente; a ello debemos añadir el hecho de que “cree el ladrón que todos son de su condición” y suponen que como para ellos esas piedras sueltas no son más que un impedimento para sacar su mordida correspondiente, dan por supuesto que al resto de los ciudadanos tampoco nos importan. Grave error. Porque si en lugar de meter las máquinas excavadoras para allanar y destruir antes de hormigonar, limpiaran el yacimiento, lo acondicionaran apropiadamente para su visita e instalaran bares, zonas de sombra, un museo donde ver las piezas más relevantes dotado de una tienda de recuerdos, la gente acudiría interesada.
Porque esa es otra, debido a que casi todas las excavaciones arqueológicas que se llevan a cabo en nuestro país son de urgencia, es decir, que les dan un límite de tiempo a los arqueólogos para desenterrar aquí y allá, llevarse lo poco que puedan sacar y obtener conclusiones rápidas de lo que hay allí antes de cementar y perder el yacimiento para siempre, todo lo que suele aparecer es “un algo más”, como yo digo (un horno de cerámica más, unas casas más, unas tuberías más…). Nunca es nada relevante, cosa que no deja de sorprender porque si uno toma los libros de cronistas latinos, encontrará que la Península Ibérica era para los romanos poco menos que Hollywood, mientras que Britania era unas tierras más, al norte…y resulta que en España, que ha proporcionado tres emperadores a Roma, a cada cual más importante, los arqueólogos solo sacan “unas casas más”, “unos hornos más”, “una factoría de Garum más” mientras que en Britania todo lo que aparece, poco menos que redescribe la historia: una escuela de gladiadores, un sistema de fortines romanos intercomunicados, basura romana con restos de tablillas que contienen cartas que se escribían los legionarios en los confines del imperio (en el muro de Adriano, emperador español, por cierto…). Pero es que la protección que Gran Bretaña ofrece a su patrimonio es todo lo opuesto que en España. Si allí se sabe que un bloque de edificios descansa sobre un yacimiento medianamente importante, o se echa abajo el edificio y se levanta en otra zona de la ciudad, o se quitan las plantas bajas y se acondiciona el yacimiento para su visita. Y resulta ser maravillosa, porque ellos sí saben vender bien su patrimonio y se les nota el orgullo que tienen de él.
Si suelto toda esta perorata es porque me han enviado un vídeo donde un joven sale pidiendo movilización ciudadana para evitar que el yacimiento tartésico de La Joya lo destruyan pues el ayuntamiento de Huelva quiere urbanizar sobre él, construir bloques de apartamentos. ¿En serio? Para el que lo desconozca –y lo digo porque he escrito dos libros sobre la cultura tartesia, sus ancestros y sus contemporáneos y he sudado lo mío para dar con información relevante - APENAS HAY YACIMIENTOS TARTESIOS QUE ESTUDIAR, que no sean unas hileras de piedras bajas en las murallas de Carmona, o de Niebla, o excavaciones de urgencia efectuada de manera puntual en hallazgos casuales que son pronto enterrados para siempre.
Así que comienzo a estar un poco hasta las narices de la incultura de nuestros políticos, del desprecio de nuestros dirigentes hacia el patrimonio de nuestro país y del pasotismo generalizado de la población, que les deja hacer.
¿En serio se creen que son solo unas pocas piedras desmontadas, un “algo más” de cosas que ya existen? Bien, pues veamos los escasos titulares que escondidos en páginas interiores de los periódicos, se hacen eco de esta destrucción indiscriminada de nuestro patrimonio:
Regresando al salvajismo del ayuntamiento de Huelva, la necrópolis de la Joya es como su nombre indica una auténtica caja de sorpresas, una ventana abierta al maravilloso mundo de todo tipo de lujos y exotismo que para el mundo antiguo era Tartessos. Dice la Biblia que dos veces al año llegaban las naves de Tarsis al Israel del rey Salomón y se las recibía como agua de mayo, pues iban cargadas de piedras preciosas, de artículos de lujo, de productos exóticos… Un poquito de esas maravillas han salido a la luz en las escasas excavaciones llevadas a cabo en la necrópolis citada, que sin duda guarda aún tesoros que ni nos imaginamos. Baste un mero ejemplo para hacernos a la idea, pues aquí se encontró, en una tumba, un carro completo, con el ajuar funerario de lujosa exquisitez, con tapacubos en las ruedas con cabezas de león y colocado en el estante donde debería ir quién controlara las riendas, una caja reforzada en cuyo interior se encontraban los restos incinerados del personaje ilustre que fue enterrado allí. ¿Alguien puede indicarme una tumba similar en toda la protohistoria peninsular? ¿verdad que no? pues esto va a desaparecer para siempre si no lo remediamos. Es una salvajada de tal magnitud como plantearse edificar bloques de pisos sobre el Valle de los Reyes de Luxor. Una canallada que en cualquier otro lugar, ni se hubiera planteado y si lo hacen, motivo suficiente para expulsarlos de su cargo, al tratar de destruir las raíces de nuestra cultura, la joya de la corona. Pero al pueblo le da igual, que es peor.
Porque esa es otra, el “algo más”…. Cierto es que, principalmente en la Comunidad Valenciana y Cataluña, hay bastantes yacimientos arqueológicos de la cultura Ibera pero me atrevería a decir que el 80 % de ellos se encuentra sin protección de ningún tipo, expuestos a expoliadores. Y los pocos que han sido excavados, de nuevo resultan ser un erial a pleno solazo, con muros de escasa altura asomando y poco más. El visitante se supone que debe ser capaz de imaginar allí un maravilloso poblado ibérico cuando lo cierto es que dan ganas de decir “pues sí, para ver este secarral, podían construir apartamentos”. ¿No me creen? Tomen dos segundos de su tiempo y tecleen en su buscador de internet “yacimiento de la Alcudia”, quizás el más afamado por ser allí donde salió la Dama de Elche. El chasco que me llevé cuando al fin saqué tiempo para ir de viaje hasta las cercanías de Elche y ver el impresionante yacimiento fue rememorable. Un asco. Un muro aquí…. Otra cosa excavada a unos 500 metros por el secarral… pero eso sí, numerosas estatuas descomunales aquí y allá que supongo que justificaron una inversión monetaria. Y lo que fastidia es que en el museo que allí hay había auténticas joyas. El personal es también sumamente agradable y atento pero el yacimiento es penoso. De hecho, uno va andando y va viendo pequeños agujeritos que pensé que serían de conejos (aunque no había excrementos) y me dijeron que no, que eran de gente que se cuela, con detectores de metales. Estupendo. La lástima es que ese yacimiento debía ser “una troya”, uno de esos yacimientos habitados casi ininterrumpidamente, con cientos de niveles arqueológicos y culturales sobreponiéndose, cual capas de un dulce milhojas. Pero ahí está, olvidado y sin interesar a ningún político de turno para ser excavado y acondicionado para los cientos de visitas que sin duda irían gustosas a verlo.
Déjenme que les enseñe tres imágenes que tomé del
impresionante yacimiento de la Alcudia, en Elche, donde se encontró la
espectacular Dama de Elche (el yacimiento de la Dama de Baza está igual que este). Al menos debemos agradecer que no lo urbanicen.
Igual es algo puntual y tiene esta pinta de solar demolido… vaya usted a saber por qué. Muy bien, vayamos entonces a otro yacimiento que es nombrarlo y resuenan los ecos de los miles de escritos por cronistas de la época relatando lo que allí aconteció, siglos antes del cambio de era: Sagunto.
Tachaaan, ante ustedes los restos de la increíble Sagunto, la ciudad que hizo temblar a Roma, cuando la visité. En el castillo hay un edificio bajo y alargado donde recogen todos los restos de estelas y piedras con inscripciones que van apareciendo mientras se reurbaniza el pueblo, se hacen obras como remodelar tuberías, etcétera. Eso es todo lo que se conserva.
Dejemos a los cartagineses y romanos y vayamos a los Godos, ¿qué tenemos de ellos, salvo las iglesias visigóticas que milagrosamente nos han llegado?, bueno… necrópolis:
O un yacimiento donde se conserve bien el nivel correspondiente a ellos:
Yacimiento de Recópolis, la capital construida por el rey Recadero. A la derecha, Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete), donde solo se ve la base de la basílica que allí hubo.
Restos puntuales (fíbulas, trozo de puñal, coronas votivas destrozadas y que formaron parte del tesoro de los Godos, cuando saquearon Roma y que contenían restos del saqueo del templo de Salomón por los soldados de Tito, trozos de cerámica gruesa y vulgar que se encuentra en los campos de labor..).Y escasas tumbas antropomorfas excavadas en la roca, que se diseminan por el norte de España y que están expuestas a la intemperie, lluvias, expolios y destrucción deliberada. Con esto, los libros de historia son capaces de decirnos cómo eran, sus costumbres, folclore, cómo vivían… De nuevo, patético.
Pasemos pues a los árabes, los siguientes en invadir la Península Ibérica. Sabemos que con ellos llegó un superviviente de una estirpe que había sido pasada a cuchillo en sus tierras, por cuestiones de religión y aquí echaría a andar una cuna de Ciencias, Cultura y Arte (los Omeyas, también los Nazaríes posteriores siguieron con este tipo de corte con científicos de todo tipo, especialmente en ingeniería civil; y poetas-filósofos). Pues a Dios gracias que tenemos la Alhambra, la mezquita de Córdoba y la Giralda de Sevilla (y ya más dañados, el palacio zaragozano de la Aljafería y los Reales Alcázares sevillanos) porque digamos que no mucho más se puede conservar del esplendor que alcanzaron en su día.
A la derecha, recorte de periódico señalando la destrucción en 2002 de la necrópolis de la dinastía nazarí de Mondújar (Granada), así como de la mezquita que sin duda debió de ser gloriosa, para construir una autopista. Sobra decir que los restos que se tienen de esta etapa y dinastía son escasos e incluso una de las funcionarias del museo arqueológico de Almería me comentó que la cerámica (piezas completas) nazarí son sumamente escasas. Da igual, ¿a quién le importa una necrópolis de una de las dinastías que más hizo por el avance científico y cultural de la Edad Media europea? Por desgracia, lo mismo es extrapolable a la población judía medieval.
Y tantas bestialidades más que se hacen casi a diario contra nuestro patrimonio, sin que nadie proteste. Es penoso. Baste un ejemplo de noticias de 2020 y 2021 (son solo 4 de las varias que he hallado):
Pero no pasa nada porque lo sabemos todo de las culturas que se han ido sucediendo. Sobre ellas se escriben numerosos libros con el total convencimiento de que son del todo conocidas por nosotros así que ¿para qué conservar yacimientos arqueológicos, con lo rentable que resulta destruirlos, para algunos? Mientras, podemos deleitarnos con documentales como los que el Canal Historia exhiben. Pardilla de mí, grabé uno sobre el Camino de Santiago, ahora que estamos en año xacobeo y cuál fue mi sorpresa al encontrarme a varios eruditos, todos ellos de universidades inglesas, hablando del camino español y de la Reconquista, mostrando escenas tan dignas de elogio como hablar de cuándo los musulmanes invadieron “España” y arrasaron a los ejércitos que había, insuficientes para contenernos… y muestran a supuestos árabes cabalgando por una rambla tipo almeriense, cargándose a… ¡templarios o cruzados!, caballeros con tela blanca y cruz roja en su pecho… ¡¡¡en el año 711!!! Cuando los templarios son del siglo XII y la Primera Cruzada de finales del siglo XI. Otra estampa que me encantó es, cuando tratando de vender el Camino de Santiago como una pura invención política para reconquistar la Península Ibérica, muestran una pelea en Asturias… ¡en un secarral tipo murciano! (supongo que los osos irían con cantimplora y un matojo seco delante para camuflarlos). En fin… no puedo contar más porque paré el documental, lo borré y me puse a leer. Así está la cultura española…
Lo triste de todo esto es que no es la primera entrada que hago en el blog denunciando estas atrocidades contra nuestro patrimonio. Y mucho me temo que no será la última. Patético y triste, me reitero.
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