sábado, 22 de febrero de 2014

Andalusíes en Albacete

   La primera etapa árabe en Albacete se localiza temporalmente en tiempos de los andalusíes. Viene limitada cronológicamente por el pacto de Tudmir –713 d.C., entre árabes e hispanogodos– y el pacto de Alcaraz –1243 d.C., entre castellanos y árabes–. Entre ambas fechas se produjo en el territorio un cambio, no tanto en mentalidad puesto que se continuó con la vida rural que surgió en la época tardorromana y prolongó en la visigoda, sino en innovación adaptándose nuevas técnicas de cultivo, aparecieron las norias de agua, aterrazamientos del terreno, etc. 
  Casi a la par que se creaban nuevas urbes como las de Chinchilla (Sintiyalla) o Alcaraz (Al-Karas) y hacia el final de este periodo, castillos, atalayas y reconstrucción de antiguas murallas; se imponía una nueva lengua que ha dejado su huella en muchos vocablos actuales tales como almenaras, alcazabas, acequias o candil ("qandîl", que a su vez procede del romano "candela").

   Los andalusíes usaban dos tipos de iluminación, las teas o antorchas que ubicaban en las paredes, en soportes correspondientes; y las antiguas lucernas romanas, recipientes de cerámica o metal que contenían un líquido inflamable y una mecha en un extremo. 
    Precisamente de este último tipo es un bello objeto omeya realizado en bronce. Su peculiaridad radica en la inscripción del autor que aparece en la parte superior de la cazoleta y que permite leer: al-Rasiq. ¿Y quién es este hombre? Se preguntará el lector. Pues ni más ni menos que uno de los orfebres que desarrollaron su labor profesional en la bella Medina Azahara cordobesa, capital del imperio Omeya. 
    Y la similitud salta a la vista. Mientras esta lucerna tiene el asa decorada con astas de cérvidos, una de las fuentes de Medina Azahara presentaba sus caños formados por imágenes de ciervos. Las cabezas de ambos animales muestran un parecido considerable, como puede apreciarse en las figuras.

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