Tal vez la reina más famosa de la antigüedad sea la egipcia Cleopatra, protagonista de numerosas películas, libros y canciones. Durante su tiempo fue una de las mujeres más admiradas y a la vez aborrecidas al haber hecho sucumbir a sus encantos a los grandes emperadores romanos Julio César y Marco Antonio.
Aunque es llamada comúnmente como Cleopatra, en realidad era Cleopatra VII y más concretamente Cleopatra Filopator Nea Thea.
Como sus restos no se han encontrado aún, y tal vez se hallan perdido ya para siempre, son numerosos los enigmas que han surgido en torno a su persona y principalmente en lo relativo a su aspecto físico y a su muerte. Tampoco existen bustos, esculturas o relieves que se le puedan atribuir con total seguridad. Así, mientras que ellas generalmente suelen preguntarse qué rostro tenía, si realmente tenía una bonita nariz, si era delgada o su altura; ellos suelen cuestionarse la veracidad de su muerte dejándose morder los pezones por una áspid.
Posiblemente parte de su irresistible atracción residió en la combinación de poder (reina del mítico Egipto), exotismo (descendía de Ptolomeo, general del macedonio y posible hermanastro de Alejandro Magno) y juventud (subió al trono con 17 años). Escritores romanos como Dio Casio y Plutarco, además
de los elogios a su belleza y a su voz, destacan en especial el gran gozo que resultaba la conversación de la egipcia, joven excepcionalmente culta y versada en numerosas materias. Toda su vida fue una sucesión de pulsos de poder con Roma, de pactos y traiciones, muriendo con tan solo 39 años.
Marco Antonio, para ganarse el afecto de la poderosa reina egipcia, persiguió sin descanso a los asesinos de Julio César, anterior amante de ella. Así, comentan, logró el general romano -y emperador junto con César Octavio y Marco Emilio Lépido, en lo que se conoce como “segundo triunvirato”- los afectos de la bella egipcia.
Cleopatra mantenía una relación amorosa con Marco Antonio cuando éste se casó con la hermana de Octavio y tras unos años de convivencia interrumpida por los continuos viajes del romano, Marco Antonio regresó junto a Cleopatra abandonando a su joven esposa. Esta, humillada socialmente por las habladurías, logró que César Octavio acusara ante el Senado romano a la egipcia de hechicera, incesto, lujuria y adoración de dioses paganos zoomorfos consiguiendo el total rechazo de la sociedad romana hacia Cleopatra. Esto provocó la furia de la reina que comenzó a poner a Marco Antonio en contra de su cuñado, al hacerle ver los planes que tenía para coronarse único emperador, algo de cuestionable veracidad.
Finalmente la emperatriz y reina logra su objetivo y cuando Marco Antonio enfrenta sus ejércitos unidos a los de Cleopatra contra los de Octavio, es derrotado.
Algunas crónicas hablan de que Marco Antonio llega a creer que Cleopatra ha fallecido y se mata con su propia espada, mientras otros sostienen que al verse derrotado por sus otrora amigos y compañeros, se suicida como única vía para restituir su honor.
Pero, ¿qué pasó con Cleopatra una vez que su amante y protector ha perecido y sus ejércitos y flota han sido derrotados por los romanos? Nuevamente surgen varias hipótesis. Parece ser que Octavio deseaba hacer desfilar por las calles de Roma a la reina, junto con otros esclavos, en un fastuoso desfile que la humillara públicamente. Así que suele considerarse que una noche, la egipcia solicitó a sus custodios algo de fruta y de esta forma las fieles sirvientas reales, Charmión e Iras, introdujeron en un cesto varias serpientes áspid, pequeñas y letales que dieron muerte a las tres mujeres. Sin embargo, otros se decantan por considerar que cuando Marco Antonio se mató, la reina hizo lo propio con la espada de su amado. Y aún hay una tercera hipótesis que considera que el avispado Octavio, con el fin de concluir posibles rebeliones futuras, mandó ejecutar a la reina junto a todos sus lacayos y familiares.
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