¿No os ha ocurrido que a veces,
observando un mapa, nos da la sensación de que determinados lugares que han
tenido una relevancia peculiar en el pasado aparentan estar alineadas?. Pues
bien, una observación similar la efectuaron determinados británicos observando
la localización de ciertos lugares ancestrales del sur de Inglaterra. A estas
aparente líneas rectas destacadas, se las denominó “líneas leys” y de acuerdo
con ellos, enlazaban lugares sagrados ancestrales.
Por
tanto, podríamos decir que las líneas Leys son unas supuestas e imaginarias
líneas rectas que trazadas sobre un mapa cartográfico, unen lugares sagrados
desde época ancestral. Este concepto lo popularizó el escritor británico John
Michell, en su libro The view over Atlantis,
publicado por la editorial inglesa Sago Press, en 1969. Su éxito fue tal, que
en 1995 volvió a publicar la obra con modificaciones bajo el título The new view over Atlantis (editorial
Thames and Hudson, London 1995).
Estas
alineaciones se han observado en el sur de Inglaterra, en la Bretaña megalítica
francesa y en el paralelo 42 que contiene al Camino de Santiago. Rand Flem-Ath
publicó un artículo en la revista Atlantis
rising centrado precisamente en las alineaciones sagradas, que sirvió de
germen para el libro The Atlantis
Blueprint realizado por Rand Flem-Ath y Colin Wilson (Time Warner, UK,
2000).
En
dicha obra se defienden ideas tan peculiares como que la Atlántida fue en su día
(10.000 a.C.)
la Antártida,
cubierta en el 9.500 a.C.
por los hielos que ahora vemos y que imposibilitan detectar los restos de la
antigua civilización. Es cierto que podría justificar hechos tales como el
pasaje en el que Platón menciona que desde la Atlántida el resto de
océanos y mares se veían unidos. Igualmente, por medio de las alineaciones
sagradas, ubican los lugares ancestrales sagrados más relevantes de las
distintas grandes civilizaciones, distantes unidades exactas de medida, algo
que considero verdaderamente curioso.
No
obstante, comete el gran error de ignorar el final platónico de la Atlántida, ya que
desapareció por un enorme cataclismo, en un día y una noche bajo las aguas.
Rand Flem-Ath y Colin Wilson se apresuran a lanzar la posibilidad de que tal
vez se tratara de la capital del imperio, pero que el resto simplemente se
congelara. Dudo que algo tan peculiar no lo hubiera enfatizado el escritor
griego clásico.
En
esta osada línea de interpretación se aventuran otros escritores como el
ingeniero Robert Bauval que considera que la posición de las pirámides y
esfinge de Giza reproducen la constelación de Orión en el 10.000 a.C., el geólogo
Robert Schoch, (Boston university, USA) que considera que la esfinge fue
realizada en el 7.000 a.C., debido a la erosión que presenta, causada
según él por gotas de lluvia cuando el valle del Nilo era mucho más húmedo que
posteriormente; o el profesor Posnansky, que creía que la boliviana Tiahuanaco
existía desde el 15.000 a.C.,
entre otros escritores.
Personalmente,
me cuesta bastante aceptar todo esto a falta de claras evidencias que respalden
estas opiniones tan peculiares. No obstante, considero que la idea de las
líneas leys sí han logrado captar mi atención y gran parte de la culpa la tenga
uno de los lugares más encantadores de Inglaterra, la mágica Tor, el torreón
que pervive de una construcción que hubo en su día y que está encomendada a
Saint Michael, San Miguel, como no podía ser de otra forma, sustituto de
Hermes-Tot y Lug celta, el “portador de luz” y vencedor de las fuerzas oscuras.
En otro tiempo, la zona fue un pantano, perviviendo este torreón como faro
entre las brumas de la mítica Avalon. Aquí, a los pies de esta colina se
encontraron los restos del rey Arturo y su reina Ginebra, dándose
peregrinaciones en el siglo XIII para visitarlos. También aquí hay un pozo,
junto a un manantial de aguas medicinales, donde dice morar el Grial traído por
José de Arimatea, junto a un arbusto de bellas flores que según las leyendas es
el báculo del seguidor de Jesús, que floreció tras su muerte. Y es que los geólogos, tras analizar los sedimentos de la zona, han concluido que la región era un enorme pantano del que sobresalían diversas elevaciones pequeñas donde se han hallado restos celtas del siglo V d.C. Entre las brumas de estas zonas pantanosas sobresalía la torre de San Miguel, campanario de un desaparecido monasterio. Las tradiciones populares ubican en estos parajes la mítica Avalon a la que partió el féretro del rey Arturo, en una imitación de la leyenda compostelana, con la diferencia de que en este caso Arturo aún duerme el sueño de los justos del que se despertará cuando un terrible enemigo ponga en peligro a Inglaterra. Entonces se alzará liderando a los guerreros contra este tirano. Otra leyenda alternativa dice que Arturo se transformó en un cuervo y aún sigue con esta forma hasta que llegue tal tirano. Por eso se ve con muy malos ojos que nadie hiera a una de estas aves porque nunca se sabe si es realmente el monarca.
Pues
bien, cuando las líneas Ley comenzaron a desarrollarse, sus conceptos, hubo una
investigadora que analizando los alrededores de la Tor de Glastonbury observó
como la morfología de las diversas colinas mostraban todo un zodíaco en torno a
esta mágica torre, que de acuerdo con las leyendas es una de las puertas que
comunican a otras dimensiones, como se cuenta del solar sobre el que se levanta
el mismísimo monasterio de San Lorenzo de El Escorial, corte del rey Felipe II,
como comenté ya aquí.
Si con el ratón se hace clic sobre la imagen, se agrandará.
A lo que yo me
pregunto, tras leer cientos de artículos especializados sobre la prehistoria y
protohistoria de nuestra Península Ibérica, ¿hubo o hay líneas Ley en ella?.
Y
casi de inmediato acude a mi mente las imágenes de un libro que leí con 13 años
y que me marcó, “La Meta
Secreta de los Templarios”, de Juan García Atienza. En esta
obra y desconociendo toda la literatura de las líneas Ley, el escritor toma
como lugar sagrado donde los haya el paraje soriano del cañón del Río Lobos,
donde pervive la ermita templaria como único superviviente del otrora
monasterio templario que aquí hubo, asentado junto a los restos de un antiguo
asentamiento de la Edad
del Hierro, junto a una cueva sagrada a cuyos pies corre el río Lobos, rodeada
de farallones donde anidan los buitres, mensajeros sagrados de los dioses para
los celtiberos que habitaron estas tierras y cuya capital fue la mítica
Numancia y defendido el acceso a este paraje por el imponente castillo de Ucero
del que ya hablé aquí y aquí.
Este
paraje está cargado de energía telúrica propiciatoria de la vida y la
fertilidad, como evidencia la cruz que los templarios colocaron en el rosetón
de la ermita y que recuerda la cabeza de un macho cabrío (la energía de la
tierra). Por si no fuera poco, en el solsticio de verano el primer rayo de luz
que entra a la ermita ilumina la cruz templaria del suelo y para rizar el rizo,
la virgen que aquí se adoraba era negra, la misma Isis egipcia o Astarté
fenicia, la Madre Tierra
fecunda con otros nombres.
¿Más datos?, ¡todos!, entre los
canecillos sobre el pórtico encontramos una H (Hermes, mensajero de los dioses
como en el prerromano soriano fueron los buitres, además de ser el patrón de
los alquimistas), la cabeza de un animal totémico del Sol, un barril de vino
(Dionisos, culto a la fertilidad de la tierra) y cuatro caras que representan
los cuatro elementos que conforman todo de acuerdo con los alquimistas y la Grecia clásica. El último
arco del pórtico, además, está decorado con hojas de roble o encina, Quercus en todo caso, el árbol sagrado
de los druidas celtas y representación de la fertilidad, a través e sus
bellotas que alimentan al cuerpo y al espíritu.
Aquí,
como digo, puso sus ojos el sabio Atienza. Y trazando un arco con su compás,
comprobó que los mismos kilómetros exactos distan de Ucero al extremo más
saliente del oeste (cabo Creus, Cataluña) como del este, en Galicia
(Finisterre). Pero es que además permitía trazar una Tau, báculo del maestre,
tomando como centro Ucero. El asidero de este báculo Tau albergaba en su
interior el paralelo 42 incluyendo todos los monumentos y alternativas del
Camino de Santiago, lugar sagrado antiquísimo donde lo haya, mientras que el
“bastón” incluía lugares igualmente sagrados de la geografía española.
Análisis de la "geografía mágica" realizado por el escritor Juan García Atienza en su ya mítica obra "la meta secreta de los templarios". Insisto, si se hace clic sobre la imagen, se agrandará para verla con más detalle.
Hay
zonas de la geografía española donde se mezclan los santuarios milenarios con
fuerzas telúricas propiciatorias de la fertilidad y la vida (sanación de
heridas del cuerpo y del alma) con santuarios medievales donde el Temple deja
entrever su presencia, propiciando estos cultos mediante pornográficos
canecillos. Me estoy refiriendo a una zona concreta ubicada entre Cantabria y
Palencia. Allí los megalitos también parecen seguir cierta disposición
geométrica, como se muestra en el mapa de la imagen. Para más información,
recomiendo leer esta entrada (aquí).
Siempre es mejor no indagar tanto en las cosas que están ocultas
ResponderEliminarGracias por compartir su opinión, con la que coincido en ciertos temas mas no así en otros que pueden llegar a mostrar que las culturas anteriores a las nuestras con frecuencia no eran tan retrasadas como las suponemos. Un saludo.
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