Se llamaba Pegaso a un caballo
alado, según la mitología clásica griega. Era tan poderoso y noble, que fue el
primer jamelgo en habitar en el Olimpo, con todos los dioses. El propio dios de
los dioses, Zeus (el Júpiter romano) se encaprichó de él inmortalizándolo en
una constelación del Universo. Pero, ¿de dónde venía este fabuloso caballo?. Y
sobre todo, ¿por qué los griegos del s. VII a.C. lo ubicaron en una zona donde
aún hoy día el caballo sigue siendo un animal muy valorado por su inteligencia
y belleza, en el remoto reino de Tartessos, en la actual Andalucía (sur de
España)?.
Uno
de los espectáculos más auténticos de Jerez de la Frontera (Cádiz) es la
muestra de doma del caballo andaluz español por la Real Escuela Andaluza
del Arte Ecuestre (aquí un ejemplo), o ver alguna de las actuaciones de “Apassionata” donde se combina
magistralmente la belleza de estos animales, hermosas piezas musicales y la
doma.
Pero
volviendo al volador Pegaso, de acuerdo con la mitología griega este caballo
nació de la sangre vertida de la cabeza de la Gorgona Medusa, cuando Perseo
la decapitó. Recordemos que Medusa, tras ser violada por el dios del mar
Poseidón (el Neptuno romano), fue castigada y deformada por la diosa Afrodita. Por
cierto que conviene corregir un error repetido por numerosos artistas a lo
largo de los siglos y es el de poner a Perseo cabalgando a Pegaso cuando, según
la mitología griega, el héroe usaba unas sandalias aladas (a imitación del
mensajero de los dioses, Hermes griego o Mercurio romano, como se aprecia en el
fresco romano de la imagen).
Medusa se
retiró a vivir junto con sus hermanas en el confín del mundo. Pero es que como
ya vimos en otra entrada,
hay autores que mencionan directamente la zona de Andalucía comprendida entre
la actual provincia de Cádiz (donde está precisamente la Real Escuela Andaluza del Arte
Ecuestre) y la de Huelva como morada de las gorgonas. Es decir, que el caballo
volador nació precisamente en tierras tartésicas.
Son muchos los
autores que consideran que gran parte de los mitos griegos se ubicaban en la
remota región de Tartessos ya que para ellos lindaba con el mundo desconocido.
Sin duda tendría que resultarles muy atractivo un extraño y remoto reino lleno
de riquezas en el punto más distante de las tierras conocidas. Es una manera de
verlo. Para mi simplemente fue un intento de plasmar los comentarios que
abundaban sobre una tierra milenaria donde la civilización comenzó muchos
siglos antes que en sus tierras y desde donde posiblemente les llegaron parte
de estos conocimientos ancestrales como la metalurgia, la escritura o la doma
de caballos y animales salvajes en general. Recordemos que el propio héroe
griego Heracles (el Hércules romano) se dirigió al reino de Tartessos a robar a
su rey los bueyes y toros para llevarlos a Mecenas, a Grecia.
En la imagen,
detalle de las ruinas romanas de Baelo Claudia (Tarifa, Cádiz) con una calzada
que se adentra en el mar, jinetes jerezanos paseando junto al mar en tres
bellos ejemplares de caballo andaluz y playa de Matalascañas (Huelva) con las
ruinas del antiguo torreón milenario.
La película
“Furia de Titanes” (1981 y su readaptación posterior) muestra a Perseo sobre
Pegaso para salvar a su amada y petrificar al Leviatán enviado por Poseidón
para asolar las ciudades que consideraba que debían ser castigadas. Sin embargo
mezcló dos historias de la mitología clásica. Ya hemos dicho que Perseo nunca
estuvo con Pegaso. El que sí fue jinete de él fue el corinto Belerofonte
(también llamado Leofontes e Hiponoo), que usó al caballo para matar a Quimera,
otro ser monstruoso con varias cabezas. Igualmente le ayudó a vencer a las
terribles amazonas, las mujeres guerreras que se mutilaban un pecho para poder
usar hábilmente el arco de flechas.
Belerofonte,
en el colmo de la osadía, quiso usar al caballo volador para llegar al Olimpo y
vivir entre los dioses como uno más; sin embargo Zeus hizo que un mosquito
picara al caballo mientras ascendían por los cielos haciendo que el caballo se
encabritara y Belerofonte cayera de él desde gran altura.
En la imagen,
detalle del mosaico de la villa romana geronesa de Can Pau Birol (Museu
Arqueòlogic de Catalunya) representando a Belerofonte sobre Pegaso lanceando a
Quimera.
Lo que me
resulta más curioso de todo esto es que si realmente los griegos y romanos
ubicaban sus seres más extraños y poderosos en los confines del mundo conocido,
¿por qué cuando ya conocieron la Península
Ibérica y sus habitantes no cambiaron el lugar de residencia
de estos seres?, pues como el registro arqueológico evidencia, tuvieron gran
acogida en suelo peninsular donde abundan representaciones de Medusa, Hércules
y Pegaso. Creo que precisamente el hecho de que arraigaran estas tradiciones,
reforzándose y enriqueciéndose, en lugar de cambiarse la ubicación de los
personajes a otros lugares más desconocidos, refuerza la idea de que atendían a
mitos muy arcaicos que realmente ubicaban a esos seres donde “debían” estar, en
el sur de la Península Ibérica, donde se crearon.
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