Una noticia interesante que
saltó a la prensa fue el descifrado por el Centro Nacional de Inteligencia
(CNI) de las cartas que el rey Fernando el Católico (Fernando II de Aragón),
esposo de la ya fallecida Isabel la Católica, intercambió con su mejor general,
D. Gonzalo Fernández de Córdoba, “El Gran
Capitán”, durante las guerras contra Francia y aliados en Italia, en los
primeros años del siglo XVI.
El descubrimiento ha
supuesto una confirmación de lo inteligente, perspicaz y sibilino que era el
monarca aragonés, que derrochaba ingenio por toneladas. Para salvar a los
muchísimos espías enemigos y nobles traidores que trabajaban para el rey
francés y para el rival de Flandes, montó un sofisticado sistema de encriptado,
utilizando códigos sin los cuales era imposible traducir el intercambio de
escritos entre el monarca y el Gran Capitán.
Su construcción, del
codificado, era tan brillante y perfecta que se tuvo que acudir para el descifrado
de los códigos a los investigadores del servicio secreto español del CNI
(Central Nacional de Inteligencia), que aún contando con la sofisticada y
moderna tecnología a su servicio, han tardado más de seis meses en conseguirlo.
En realidad, llevaban más de cincuenta años intentándolo. Para lograrlo, el CNI
ha dispuesto de una ayuda extraordinaria, la del mismísimo rey Fernando II.
Este éxito se ha celebrado con inusitada alegría ya que eran muchos los intentos
realizados hasta entonces, de manera que este encriptado se señalaba como “uno de los más importantes secretos de la
historia de España”. Todos los intentos de traducir ese código de
comunicaciones secretas entre ambos personajes habían resultado nulos.
El personaje de
Fernando II de Aragón ha sido uno de los más complejos de su tiempo, de toda
Europa. No en vano, cada vez son más los historiadores que consideran que “El
Príncipe” de Nicolás Maquiavelo (1513) fue escrito inspirado en tan singular monarca.
Se trata de una serie de
cartas que el monarca y su general se enviaron entre 1502 y 1503 durante la
guerra de Nápoles, en las que usaron un
código secreto integrado por más de 200 símbolos, cuya elección tuvo una
brillantez increíble y una creatividad propia de un genio estratégico. Para
ello, Fernando El Católico no utilizó letras u otra nomenclatura para cambiar
las palabras, sino que empleó caracteres figurativos como figuras geométricas,
números, símbolos o rayas, también para que no tuvieran la misma regularidad en
la traducción. Hizo que un símbolo pudiera equivaler a una letra, pero cuando
ese símbolo iba junto a una raya, figura o número determinados, el significado
era otro. Podía ser una frase completa, otra palabra o no significar nada. Complicaba
la traducción el hecho de escribir todo el texto junto, sin separación de
palabras, por lo que era sumamente difícil la transcripción, al no existir una
pauta gramatical básica o común (la duda no se hace esperar, ¿acaso se inspiró
el monarca aragonés en escritos iberos y celtiberos comunes en su tierra,
pendientes aún de traducción y que se caracterizan por no poseer separación
alguna en sus frases?).
Detalle del Bronce de
Botorrita (Museo Arqueológico de Zaragoza, Aragón), escrito en celtibero, una
lengua prerromana que se habló y escribió en territorio aragonés y que no
separaba las frases, usando símbolos que parece que inspiraron en parte al
monarca Fernando II, pues incorporó algunos de ellos a su código de cifrado de
mensajes.
Tan compleja era la
estrategia empleada por Fernando II que si el
rey católico o El Gran Capitán no
hubieran cometido el fallo de guardar un trozo de una misiva con los dos
lenguajes, esto es, con una parte que estaba desencriptada, habría muchísima
posibilidad de que estos documentos estuvieran aún sin descifrar. Esta especie
de nueva Piedra Roseta permitió, tras
un riguroso estudio, encontrar las claves para traducir los textos. Hay que
tener en cuenta que la enorme eficacia de este código permitió tener una
correspondencia fluida entre el rey y su general en unos momentos en los que el
reino de Nápoles pendía de un hilo. El enemigo era más numeroso y disponía de
más refuerzos. Hay que recordar que aunque se luchaba contra el reino de Francia,
en el tema napolitano había mucho interés por parte de los estados
pontificios, del imperio germánico, de la confederación de las ciudades estado
italianas e incluso del imperio otomano. De ahí que fuera imprescindible
guardar en secreto los acuerdos y las negociaciones con las diferentes partes,
así como la estrategia militar que habría que aplicar en determinados momentos,
que al final iba a ser la clave de la victoria.
Gonzalo Fernández de Córdoba, llamado con devoción y admiración por sus
hombres como “El Gran Capitán”, es uno de los estrategas más estudiados en las
escuelas militares del mundo, por su gran destreza en las armas, en campo
abierto, así como por su inteligencia, nobleza y lealdad (las batallas de
Garellano y Ceriñola ocupan uno de los lugares predilectos en grandes libros
sobre estrategia militar).Muchos historiadores consideran que Gonzalo era leal
hasta la extenuación a la reina Isabel La Católica por el gran amor que le
procesaba, pues la conoció siendo muy niña, admirando su inteligencia,
independencia, nobleza y claridad de mente.
Conviene recordar el
contexto en que se mantuvo esta correspondencia. Estaba en juego el reino de
Nápoles y por él peleaban dos reinos, Francia y España, que se creían legítimos
herederos. Por otro lado, los aires vaticanos no silbaban de forma segura hacia
España. El Papa español Borgia (nombre latinizado de “Borja”, población
aragonesa cuna de este ambicioso linaje), que había sido el gran valedor de
nuestro reino, muere justamente en 1503. Heredó el papado su hijo César, que
hasta entonces era el jefe militar de los ejércitos vaticanos y rompió la
política de trato de su padre. Su actuación era más pendular, unas veces
apoyaba a España, su país natal, pero otras veces se inclinaba hacia Francia,
con la que pactaba para consolidar o ampliar el territorio papal en Romaña. Por
otra parte, los ejércitos franceses disponían de más recursos, ya que España
estaba metida de lleno en la aventura de Las Indias y tenía las fuerzas
divididas. No obstante, el rey Fernando disponía allí de un valiente estratega
y noble castellano, Gonzalo Fernández de Córdoba (1453-1515), que con su
valentía y tácticas militares logró el apodo de “El Gran Capitán”. Su categoría militar no era desconocida, ya que
en la ayuda para asegurar en el trono a los Reyes Católicos y en la reconquista
final de El Andalus (la guerra por Granada)
dejó huella de su temperamento militar. Su fama aún se agrandó en Italia en
diferentes batallas contra los franceses, por el empleo de brillantes tácticas
guerreras en batallas en las que todo estaba contra el ejército español.
Las cartas clarifican
este punto. Dan una medida del genio político del rey Fernando, pero también
demuestran que el Gran Capitán no tenía menos talento que el monarca. Cierto
fue que Fernando adelantaba los planes que iba a emplear el enemigo y las
gestiones para la contratación de mercenarios y la compra de armamento que
debía realizar, y siempre acertaba, pero no es menos cierto que cuando algo se
le escapaba al rey, el Gran Capitán tomaba certeramente la iniciativa, a veces
contraviniendo indicaciones reales, para salvar la batalla o para parar el
avance enemigo.
No es un secreto que el rey Católico (a la izquierda, retrato del
monarca en el Alcázar de Colón, Santo Domingo) nunca se llevó muy bien con El
Gran Capitán (a la derecha, óleo inmortalizándolo en la mítica batalla de
Ceriñola, observando al fallecido Duque de Nemours). Isabel La Católica siempre
intercedió a favor de su general cuando Fernando II le pedía cuentas por los
gastos de las campañas, dando a entender que El Gran Capitán se quedaba con
dinero. Una vez fallecida la reina, cuando Gonzalo puso pie en tierra
peninsular, el rey le vino al paso recordándole todas las cuentas y sus
conceptos, repasando uno a uno todos los gastos anotados por el Gran Capitán.
Cuentan que tras escuchar pacientemente la larga lista leída por el monarca,
Gonzalo añadió ‹‹y finalmente por la paciencia de tener que descender a estas
pequeñeces del Rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados››,
dando a entender que más debía el monarca a Gonzalo, que al contrario.
El rey francés realizó
dos invasiones al reino de Nápoles. En la primera, previsible, funcionó muy
bien la coordinación real con el general. Pero la segunda, con el francés mucho
mejor pertrechado, con mayor número de soldados, cogió desprevenido al rey Fernando.
El Gran Capitán decidió por cuenta propia, sin esperar autorización real
alguna, reclutar mercenarios y desoír la orden real, dada en otro contexto, de
limitarse a defender el Faro. El Gran Capitán preparó y desplazó todo su
ejército, con los nuevos mercenarios incluidos (los refuerzos de España
tardarían una semana en llegar) y frenó la penetración francesa, dándose
después, en 1503, cerca de Cannas -en
donde siglos antes Aníbal había derrotado a las legiones romanas- la batalla de Ceriñola, en donde el Gran
Capitán luchó con la misma gran desventaja que tuvo entonces Aníbal. Sin
embargo, utilizando una brillante estrategia, en contra de todos los
pronósticos, obtuvo una victoria aplastante contra los franceses. Son muchos
los historiadores que señalan que en las tácticas que empleó en esa batalla el
Gran Capitán se encuentra el origen de las estrategias de los Tercios de
Flandes, que los llevó a dominar toda Europa por más de un siglo.
Tras la batalla, los
continuos escritos entre la corte y el general fueron normalizando y
españolizando la vida del reino de Nápoles. Tras su traducción, ha sorprendido lo minucioso, específico y detallado
de las órdenes e instrucciones que el rey trasladaba a su general, que cubrían
hasta aspectos sociales, solidarios o de integración social, como cuando le
señala que debía facilitar el matrimonio de los militares españoles con las
viudas de aquél lugar, utilizando la misma política de mestizaje que los Reyes
Católicos trasladaron a las Indias "Otrosí,
porque es de creer que en estas guerras havrán enbiudado muchas mugeres de
todas suertes en el Reyno de Nápoles, y muchas de aquellas y otras que están
por casar, es de pensar que havrán plazer de casarse con españoles, diréis al
dicho nuestro visorey que deve procurar que
se casen en aquel Reyno todos los más españoles que ser pudiere, de los peones
y de todas suertes, y si hay algunos lugares despoblados que se
hayan de poblar que se pueblen de españoles".
Equivalencias encontradas por el CNI en el cifrado empleado por Fernando el
Católico y El Gran Capitán. Abajo, detalle de una carta escrita por éste último
viendo su característica firma: “del gran capitán duq de Teranoba” (1503,
Archivo Histórico del Palacio de Viana, Córdoba, España),
duque de Terranova, uno de sus cinco títulos nobiliarios.
Normalmente, la
comunicación entre la corte y Nápoles solía tardar dos semanas y para evitar
demoras, burocracia y filtraciones, las cartas del rey iban escritas por su
propia mano, cosa extrañísima en aquella época, en la que siempre los escritos
a los ejércitos iban de mano del secretario del rey, pero que nos ha dejado un
legado histórico incomparable.
El trabajo de descriptación se inició con cuatro cartas enviadas en 1502 y
1503, propiedad de los duques de Maqueda. Gracias al préstamo que el archivo familiar
de este ducado hiciera en 2015 al Museo del Ejército de Toledo para la
exposición homenaje que se hizo ese año a la figura del Gran Capitán, se pudo
analizar el encriptado. Con la por tanto tiempo deseada traducción de estas
cartas, se ha podido comprobar la facilidad de comunicación que había entre
ambos y la gran lealtad que Don Gonzalo le profesaba al rey. Cierto es que la
relación entre ambos personajes fue siempre un tanto convulsa, sobre todo
cuando hablaban de estrategias o de la forma de preparar una batalla, pero en
las cartas quedó claro que siempre el Gran Capitán cumplió con las ordenes que
le daba el rey. En esos cuatro escritos se han podido conocer las órdenes e
instrucciones que el monarca trasladaba a su general sobre diferentes temas,
como el envío y uso de tropas, la administración de justicia o la gestión de
impuestos y tributos. El gran logro de este descubrimiento es que permitirá
decodificar varias decenas de documentos existentes en la Biblioteca Nacional,
pues los escritos que se cruzaron ambos personajes se realizaron a lo largo de
toda la campaña italiana del Gran Capitán. De las transcripciones obtenidas
tras el descifrado de los códigos, su figura de héroe esforzado sale muy
agrandada.
Detalle de dos
páginas de las 942 que componen las famosas “cuentas del Gran Capitán”, tras la
segunda campaña de Nápoles. Archivo de Simancas, Valladolid (Castilla y León).
El trabajo de desciframiento
de los códigos del rey Fernando comenzó en 2015 cuando el Museo del Ejército,
depositario de los escritos de la familia Maqueda pidió ayuda a los especialistas
del servicio de inteligencia.
Estos especialistas tuvieron la ventaja de
que disponían de un trozo de carta del rey Fernando en cuyo pie había
“traducido”, con su puño y letra en forma de transcripción, unas frases. Este
descuido permitió, en plan piedra roseta,
profundizar en los enigmas del código fernandino. También al pie de una de las
cartas reales enviada durante el conflicto de Nápoles el Gran Capitán había
descifrado, de forma apresurada, algunas frases, justo en el momento en que se
iniciaba la segunda y última expedición francesa a Nápoles, lo que complementó
la traducción real. Conviene señalar que utilizando esta carta del Gran
Capitán, varios investigadores del siglo XIX habían descifrado parcialmente
algunos escritos del militar, además de iniciar una tabla de equivalencia, que
ahora el CNI ha completado.
Utilizando este importante documento, los
especialistas del CNI se ciñeron a dos cartas, facilitadas por el Museo,
fechadas el 27 de mayo de 1502 y el 14 de abril de 1506, de 7 y 11 folios,
respectivamente. Tuvieron que aplicar una técnica deductiva en la traducción ya
que no disponían de tablas de equivalencia. Tras el brillante trabajo realizado,
los especialistas afirman que el código fernandino era muy avanzado para su
época, ya que hasta el siglo XVII no aparecieron métodos de cifrado análogos.
En
época de guerra, guardar en secreto la comunicación es fundamental, sobre todo
teniendo en cuenta el largo trayecto que tenían que recorrer las cartas y la
importante información que portaban, desde desplazamiento de tropas hasta
estrategias y tácticas a emplear. A ello dirigió el rey su ingenio para obtener
unos códigos muy complejos y seguros y vaya si lo logró. Eran tan difíciles de
descifrar que han llegado hasta hoy sin poder hacerlo. De hecho, para
traducirlos se ha tenido que recurrir a “alguna ayuda”, como ya se ha relatado.
No eran códigos lineales, combinaban diferentes métodos, que iban desde tablas
con cifras, usos de signos que van de la letra al jeroglífico, así como el
empleo de palabras con un significado oculto y diferente del normal. En este sistema
de códigos, que también llamaron “del Gran Capitán”, se realizaron estrategias
variadas. Por ejemplo, para evitar que las sucesivas repeticiones facilitaran
la traducción, las letras más usadas solían tener más de una equivalencia, esto
es, no existía un sólo signo para cada letra. Además lo complicaba mucho el
hecho de que las palabras se escribían sin separación entre ellas, para
confundir en el principio y final de frases, a veces también separadas de forma
caprichosa. Para los especialistas del CNI otra dificultad añadida era que se
usaba el castellano antiguo. Como anécdota citaremos que la primera cifra
detectada fue la F que equivale al símbolo 31. De forma general podemos señalar
que la tabla de encriptación constaba de 88 símbolos y 237 códigos de letras
combinadas, que serán la base para la decodificación de nuevos documentos.
Estatua
de Gonzalo Fernández de Córdoba en la Avenida de la Constitución de Granada.
Estatua de Isabel La Católica con el cardenal Mendoza a un lado y su fiel Gonzalo
sujetando las riendas de su caballo, Paseo de la Castellana, en Madrid.
De lo ya revelado, se ha podido comprobar
la relación de ambos personajes, ligados por un parentesco familiar lejano.
Tras analizar los informes, las órdenes, las instrucciones, los reproches… se
ha visto que entre ambos personajes surgen algunas discrepancias, sobre todo en
el tema de la contratación de mercenarios. En algunos momentos se observa el
enfado del Rey Católico por algunas actuaciones y decisiones del Gran Capitán,
que realizó sin consultar con el rey. También se aprecian las grandes reservas
de Fernando ante una campaña muy arriesgada en la que Aragón se jugaba su poder
en el Mediterráneo. No cabe duda que ante esas indecisiones, las actuaciones del
Gran Capitán fueron un importante complemento a la estrategia real. Había mucha
franqueza entre ambos personajes, mostrada en cartas personales sin codificar. También
se ha comprobado en ellas la preocupación del rey por la situación española,
como en la que valora la actuación de su yerno Felipe, el Hermoso, que al
casarse con su hija Juana, le disputó el reino de Castilla. Fernando se muestra
muy enfadado por el trato que da a su hija y el apodo de “la loca” que su
marido le da. En la carta que el rey escribe a su primo señala “[Felipe] no se
ha contentado con publicar por loca a la Reyna mi fija, su mujer, y enbiar acá
sobre ello escrituras firmadas de su mano, e más he sabido que la tienen en Flandes como presa e fuera de toda su
libertad. (…) …guárdela Dios, ya vos vedes que devo yo sentir
de todo esto, e para con vos yo
disimulo por no ponerla en más peligro fasta traerla, si a
nuestro señor plugiere".
Se pueden usar estos códigos para
descifrar futuros documentos reales o del Gran Capitán. La Biblioteca Nacional
guarda 53 cartas de este gran militar, que pertenecieron a la colección de Pascual
de Gayangos, un erudito del siglo XIX que ya intentó descifrar estas cartas. Para
ello se apoyó en otros estudios de los siglos XVI y XIX, entre los que había
una tabla limitada de transcripciones. Cabe señalar también los trabajos
realizados por Arturo Quirante, profesor granadino que logró ciertos logros en
la transcripción de estas cartas, que pasaron bastante desapercibidos.
El descifrado de estos documentos
desentrañará otros misterios y preguntas sobre aquella época clave para España,
ya que la cultura política de entonces abre las puertas para la época moderna.
De la traducción de cartas enviadas a la república de Génova o a otras
repúblicas podrá conocerse tanto la estrategia real como sus sentimientos, temores
y resentimientos, así como sus posibles intervenciones en diferentes sucesos
históricos. Para ello, en el Archivo de la Corona de Aragón y en el Archivo de
Simancas se dispone de multitud de legajos de documentos cifrados de ambos
personajes cuya traducción dará mucha luz a lo ocurrido en aquel tiempo en el
que se inicia la época moderna. Hay mucho trabajo por delante.
A continuación, breve vídeo comentando la noticia y recogiendo parte de la comunicación del coronel Jesús Ansón dando a conocer el descifrado logrado por parte del CNI tras cinco meses de intenso trabajo en la cuestión:
Más
equivalencias en el descifrado del código, por parte del CNI. ¿Usó el monarca como
inspiración la Cábala hebrea, en la cual una misma letra tiene un valor numérico
pero también alfabético?. Además, dado que en la escritura hebrea no se emplean
las vocales, una misma asociación de consonantes puede tener distintos
significados (distintas palabras).
* * *
* * *
Quisiera aprovechar la ocasión, dado que
hablamos de capitanes, para rendir el reconocimiento que se merece a un
científico y capitán de fragata fallecido a sus 53 años, en el transcurso de sus
investigaciones del Proyecto Galileo (de la Unión Europea, centrado en el
perfeccionamiento de Sistemas de Posicionamiento Global del que todos nos
beneficiamos a diario, a través de nuestros GPS) en la Antártida, al caer al
mar. Se trata de D. Javier Montojo Salazar, quién fue jefe de la sección de
Astronomía del Real Observatorio de la Armada, en San Fernando (Cádiz), donde
dirigió, entre otros, un proyecto de seguimiento y estudio de la basura
espacial que nos orbita (y de cuya problemática ya tratamos en una entrada de
este blog, aquí),
pues se licenció en Ciencias Físico-Matemáticas de la Armada realizando luego
un máster en Astronomía y Geofísica. Su trayectoria científica y militar ha
sido ejemplar. Desde aquí mis condolencias a sus familiares y conocidos, y mi
agradecimiento a su trabajo.
Muy interesante su artículo, Valeria, en el que confirma el nivel de ilustración e inteligencia de D. Fernando de Aragón. Ojalá hubieramos tenido muchos reyes como él.
ResponderEliminarTambién, exponerle nuestro agradecimiento por la mención homenaje a D.Javier Montojo. Una gran y dolorosa pérdida. Gracias.
Me ha gustado mucho su artículo, soy un ferviente admirador de D. Gonzálo Fernandez de Córdoba y hace justicia a su memoria. Del rey católico ¿qué podemos decirle? Que lo hemos echado de menos a lo largo de la historia de España, con media docenas de monarca como ese en los siglos XVII, XVIII y XIX otro gallo nos hubiera cantado.
ResponderEliminarTambién queremos agradecerle su mención al Capitán de Fragata, D. Javier Montojo. Un militar muy cualificado. Siempre se van primero los mejores. Nuestro agradecimiento por ello.
Brillante trabajo informativo, Valeria, en su línea de investigación descriptiva. Conociamos parte de él, pero ha completado Ud nuestro conocimiento. Muy bueno.
ResponderEliminarTambién queremos agradecerle su sentida mención a D. Javier Montojo Salazar, excelente marino y astrónomo. Lo echaremos mucho de menos por aquí. Gracias.
Muy brillante trabajo, Valeria. Ha sabido mostrar verazmente la relación de D. Fernando con su mejor general, así como las secuencias que han llevado al descifrado, clave para conocer los avatares de palacio de aquella época tan importante en nuestra historia. También queremos unirnos a su mención y homenaje al capitán de fragatas Montojo. Gran marino,investigador y mejor profesional.
ResponderEliminarGracias por sus comentarios, Sr. De la Concha, Sr. De la Serna, Sr. Uribe y Sr. De la Seca. Con respecto a D. Javier Montojo, Sr. De la Serna, posiblemente se vayan primero los mejores porque hay que estar algo loco y tener grandes dosis de audacia para salirse de lo marcado buscando nuevos horizontes y retos. Como dijo Nietzche "aquellos que eran vistos bailando, eran considerados locos por quienes no podían escuchar la música". Murió haciendo lo que le apasionaba, y de paso, contribuyendo a que todos nosotros dispongamos de una mejor calidad de vida. Saludos.
EliminarValeria, ¿hay evidencias definitivas de que el código del rey católico lo sacase del alfabeto celtibérico?. Saludos
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Ramírez. Evidencias palpables que ello, las evidentes, me refiero a que no suelo creer en las casualidades y sí en las causalidades. Y eso de encontrar en el código empleado por el rey aragonés, signos similares a los que aparecen en las monedas iberas y celtiberas que son abundantes en todo Aragón... pues me da que pensar, la verdad. Ahora, algo más allá de eso, ...Un saludo.
EliminarValeria, ¿se puede utilizar al Servicio Secreto Español - CNI para descifrar un código que nada tiene que ver con la seguridad nacional?. ¿Eso es propio de España o también se hace en otros paises?. Buen artículo.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Alicia. Permítame que responda primero a su segunda pregunta y es que sí, sí suelen ocurrir noticias similares en otros países (ponga cualquier documental sobre el 11-S o las guerras de Irak y se sorprenderá ver agentes de la CIA, del FBI o militares de distinto rango y aún en activo, participando en él) pues tenga en cuenta que en estos servicios de inteligencia es donde suelen estar los especialistas en distintas materias, entre ellas la de codificación y decodificación de mensajes. Con respecto a su primera pregunta, posiblemente no tenga que ver con la seguridad nacional actual pero considere el increíble valor de su hallazgo y que nos permite llegar a entender hechos y misivas hasta ahora inaccesibles, sobre una época y aspectos históricos relevantes que a más de uno hará sacar pecho (recuerde que para muchos El Gran Capitán fue el fundador de los maravillosos Tercios españoles, el ejército más eficaz y preparado de su tiempo). Por otro lado puede servir para crear un código de encriptado de mensajes, en misivas militares, llegado el caso. Y es que hoy día la investigación y divulgación ha llegado a todos los ámbitos, algo que aplaudo. De hecho, en la universidad inglesa en que me doctoré solía pasar algunas tardes noches con un compañero del campo de Petrología que en esas horas solía poner a correr los potentes ordenadores, que en esos momentos no se usaban, para participar en el proyecto SETI, la búsqueda de anomalías en el universo, en participación con la NASA. ¿Se podían usar los ordenadores del estudio de rocas de la Universidad para la búsqueda de estrellas y galaxias?, bueno, en esas horas no se usaban así que tampoco molestaba a nadie que los empleáramos para contribuir en el estudio del cielo y así nos lo hizo saber el jefe de departamento. Algo así pudo ocurrir en este caso. Dudo mucho que hayan dejado de lado alguna misión urgente, de seguridad nacional, para atender al descifrado de mensajes de Fernando II en el siglo XVI. Y la verdad es que a título personal, celebro mucho que hayan logrado dar con la clave. Un saludo.
EliminarHe leído lo que pone al pie de la fotografía del bronce de Botorrita de su entrada, en donde señala que los códigos usados por el rey Fernando II se basaron en el alfabeto celta, ¿tiene alguna prueba definitiva que lo demuestre?.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Roberto. Si piensa en un documento de confirmación tipo un pergamino escrito del puño y letra de Fernando el Católico diciendo que tanto le gusta ese extraño signario de las monedas y bronces celtiberos que va a tomar algunos de estos caracteres prestados, lo cierto es que no hay nada así. Por otro lado el bronce de Botorrita en tiempos de Fernando II aún no se había hallado, si bien estoy segura que sí poseían otros similares encontrados en campos de labor cercanos a cabezos coronados con ciudades celtiberas. No dudo que siendo aficionado a la codificación de mensajes tuvo que intrigarle aquel extraño alfabeto no entendible (aún a día de hoy se desconoce el idioma celtibero, gracias a la invasión romana y su imposición del latín, se ha logrado dar con la equivalencia de algunos sginos pero el resultado es del todo no entendible). Y si mezclamos esa curiosidad natural hacia los códigos, con la gran abundancia de bronces y monedas con escritura celtibera, y con la evidencia de encontrar "letras" celtiberas entre los signos empleados por el rey aragonés, bueno...dos más dos...Un saludo.
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