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jueves, 9 de junio de 2022

NUEVO LIBRO DISPONIBLE. Seres malditos de leyenda

Sinopsis del libro SERES MALDITOS DE LEYENDA : 

 

   Desde la noche de los tiempos, el ser humano ha experimentado una serie de sensaciones y miedos ante la magnitud de la naturaleza y sus propias limitaciones. La consciencia de su paso limitado por el mundo, su vulnerabilidad  ante fenómenos que ni domina ni comprende, ha generado tradiciones y leyendas que se suceden prácticamente sin cambios, a pesar de la evolución y los avances tecnológicos. Y es que el dolor, la muerte, los celos, la avaricia y el mal forman parte del entorno y quizás la esencia del ser humano y la sociedad.

     Sorprende ver cómo los mitos y leyendas terroríficas son los mismos en distintas latitudes, adaptados a la cultura de cada país. La autora hace una recopilación de leyendas y arquetipos de los cinco continentes, que asustan por igual a los habitantes de esta ínfima parte del Universo que habitamos.

     Se añade asimismo una serie de hechos para los que no se ha encontrado explicación o que causaron un fuerte impacto por el grado de maldad con el que acontecieron. De alguno de ellos derivaron películas interesantes y exitosas.


Fecha de publicación: 7 de junio de 2022

Número de páginas: 306 páginas

    Puede adquirir su ejemplar haciendo clic en el siguiente enlace de Amazon: aquí

jueves, 24 de febrero de 2022

Incoherencias en nuestros museos

                Me gusta hacer visitas culturales porque siempre hay preciosas joyas, casi en cualquier rincón de nuestro país, que desconocía y que aportan un grato momento de belleza y satisfacción al verlas y descubrirlas.

                Otro punto a su favor es que lamentablemente suelen ser visitas sin gente pues por lo general no suele haber nadie, o a lo sumo un par de personas “despistadas”. Los museos (municipales o regionales), centros de interpretación o salas de visitantes, entre otras denominaciones, también suelen captar mi atención pues si tienen una faceta etnográfica o folclórica siempre suelen poseer ese halo bohemio tan bonito, y si son arqueológicos ayudan a conocer piezas nuevas que desconocía.

                Dicho esto, por lo general suelo llevarme un sabor agridulce en las visitas a los museos arqueológicos (en sus distintas denominaciones) porque no deja de ser verdaderamente frustrante que sigan manteniendo ideas preconcebidas antes de la Guerra Civil, cuando los extranjeros (alemanes e ingleses, generalmente), acudían a “la cateta” España a jugar a Indiana Jones, excavando aquí y allá a su antojo para dejar aquí migajas y llevarse a su país las mejores piezas halladas. Con todo, no podemos dejar de reconocer que gracias a ese expolio consentido, la Península Ibérica sacaba a la luz un pasado milenario que casi todos los patrios ignoraban y despreciaban a partes iguales.

                No tardaría en llegar la Segunda Guerra mundial, con el parón consiguiente en el campo arqueológico, para ser retomado poco después en una España muerta de hambre, que se recuperaba de una guerra civil y trataba de adaptarse a la etapa más dura de la Dictadura. Los republicanos, por su parte, habían dejado unos destrozos en muchos casos irreparables en el patrimonio español (baste ver en mi libro “El fenómeno de las Vírgenes Negras” cómo en zonas de la Rioja, País Vasco o Cataluña, por ejemplo, casi el 90 % de las tallas medievales de estas esculturas marianas se destruyeron o perdieron en la Guerra Civil, y no a manos de nacionales o franquistas precisamente…). En Castilla y León, y casi toda la mitad norte de España en general, el desprecio a lo religioso se manifestó en el abandono y saqueo de iglesias, usándolas en el mejor de los casos como cuadras para el ganado. Y de eso se aprovecharon los “Indianas Jones” extranjeros comprando los frescos del siglo XI de San Baudelio de Berlanga por 5.000 pesetas cuando se usaba para guardar ovejas, o denostando el busto de la Dama de Elche encontrada por un labriego, culpándolo de haberla falsificado y comprarla así “por cinco duros” para llevarla al museo francés del Louvre; son sólo dos ejemplos de entre miles. En esta dura postguerra mundial, el sufrimiento y persecución del pueblo judío a manos de los nazis, condujo al resurgimiento y revalorización del pueblo hebreo; y la idea de que sus ancestros -los fenicios- fueron una pieza clave para que el ser humano se civilizara ganó fuerza en el mundo arqueológico. Así, se  hizo pasar al fenicio por “el afable tendero y comerciante” que cambiaba precarias tonterías de piedra y barro  hechas por los autóctonos por lo último en civilización: cerámicas a torno, edificios rectangulares, barcos “hippoi” que aunque fenicios, eran de Gadir, de Cádiz, y cómo no, la escritura, que será precursora de todas las demás de futuras culturas europeas, como la Etrusca (de la que descenderán los romanos), la Griega y la Ibérica. Pero todo este espejismo inventado cae por su propio peso a poco que se desee abrir los ojos y contrastar:

a)      El afable, bonachón y civilizador pueblo de comerciante que se dice fueron los fenicios, se contradice con sus monedas, donde aparecen armados hasta los dientes y con las distintas grandes batallas que han dejado huella histórica;

 

b)      Que los “hippoi” se atribuyeran a los fenicios, cuando las crónicas históricas los mencionan como “barcos de Gadir” no deja de sorprenderme pues si realmente fueron invención fenicia, ¿por qué hacer tal distinción geográfica? ¿No sería más bien que trataron de agenciarse las afamadas “naves de Tarsis” que menciona El Antiguo Testamento, la legendaria flota tartesia, 100 % autóctona peninsular?

 

c)       Que se diga que “los buenos fenicios” enseñaron a los peninsulares a realizar sus casas y edificios rectangulares, pues hasta entonces seguían construyendo edificios circulares a imitación de las cabañas paleolíticas-neolíticas, produce risa si se analiza el registro arqueológico portugués y español, encontrando ya construcciones plenamente rectangulares en el 2.200 a.C., si no mucho antes.

 

d)      Que se señale que los fenicios enseñaron el alfabeto a los peninsulares es no ya irrisorio sino ridículo. Más aún cuando existen piezas arqueológicas de al menos el cuarto milenio antes del cambio de era, al menos tres milenios antes de la llegada de los primeros fenicios a Occidente, que emplean no solo todos los caracteres fenicios sino más, en al menos tres escrituras distintas. Estas piezas se encontraron en yacimientos arqueológicos de la provincia de Huelva (SO de la Península Ibérica) y Castellón (NE de la Península Ibérica). Las evidencias están ahí: el alfabeto fenicio derivó de alguno de estos alfabetos peninsulares. Y por tanto, si se consideraba la escritura fenicia como precursora de todas las escrituras mediterráneas de la Antigüedad, habría que concluir que el conjunto de alfabetos de la Península Ibérica fueron la madre de las escrituras mediterráneas. Es puro razonamiento lógico… Aunque ningún académico ni museo arqueológico lo diga, ni por asomo.

 

Pero no solo estas falsas ideas sobre el divino pueblo fenicio se siguen inmortalizando en nuestros museos arqueológicos, incluso de nueva creación, sino otras falsedades que se dan por ciertas. Mostraré un caso que me ocurrió hace unas semanas, en un viaje por Alicante y Murcia, cuando visité el Museo Arqueológico regional de la provincia de Murcia, del cual tenía muy buenas expectativas… y me llegó la primera decepción, colosal, en el panel del origen y dispersión del ser humano. Es que no había una sola idea que fuera cierta, a tenor de las publicaciones científicas y de los grandes descubrimientos en ese campo, realizados en los últimos 10 años. Veamos el panel del museo:


 La numeración corre de mi parte, para facilitar la explicación de todas las incoherencias acumuladas. 1) Homo erectus: ¿por qué razón se le pone cruzando la Península Ibérica rumbo al resto de Europa cuando desde hace décadas se le considera exclusivo de Asia?; 2) Homo ergaster: se considera que nunca abandonó África así que, repito ¿por qué razón se le pone cruzando la Península Ibérica rumbo al resto de Europa? 3) Homo antecessor: ¿ por qué narices lo ponen yendo a Asia, derivando por Oriente Próximo hacia los Balcanes, y en el Norte de África, cuando se ha encontrado por ahora solo en Atapuerca (que por cierto no está donde la sitúan, en el País Vasco, sino en Burgos, algo más abajo) y en Reino Unido?; 4) Homo heidelbergensis: ¿pero qué hace derivando del Homo antecessor para irse hacia China, cuando hace décadas que se atribuyen a este taxón todos los restos anteriores al Homo antecessor hallados en el norte de África, España, Alemania (donde se definió la especie) y resto de Europa? Si es que no han dado una. Para más datos, exactos y actualizados, ver aquí 

 Fue tal mi frustración, que a la salida una trabajadora del museo me preguntó qué tal y le comenté mi decepción. La llevé ante el panel y le expliqué todos los errores que se agolpaban en él. Le dije que en mi página web hablaba de las últimas investigaciones y que tenía mapas esquemáticos que les autorizaba a reproducir gratuitamente. Le dije que si me facilitaba papel y bolígrafo, con gusto les dejaba anotados mis datos de contacto por si los quería pasar al director(a) del museo u otra persona apropiada, para hablar del asunto y ofrecerme a darle todo lo necesario gratuitamente, para que se pusieran paneles actualizados y basados en trabajos serios especializados y rigurosos. Para mi sorpresa me sonrió, se encogió de hombros y expresó un “no hace falta”. Pensé "qué idiota de mí, qué ingenua he sido al creer que a alguien en el museo le podía interesar poner información actual, rigurosa y cierta (contraria a sostenidas ideas demostradas ya como falsas) sobre Paleontología Humana, facilitada por una doctora en Paleontología"; como tal me había presentado.

Dicho esto, quiero enfatizar que lo he mencionado por compartir mi última experiencia frustrante en un museo arqueológico, no porque desee demonizar el Museo Arqueológico de Murcia, porque ya digo que para mí todas estas instituciones tienen el gran valor de preservar una parte de nuestro patrimonio que de otra forma se habría perdido. La pena es que podrían hacerlo mejor, sin sostener falacias aceptadas sino sacando pecho de las evidencias, que las hay y están en prestigiosas revistas científicas, señalando otra realidad histórica. No puedo entender ese miedo a reivindicar una Historia real, que encima deja a los antiguos peninsulares como grandes precursores culturales y no como meros indigentes culturales, imitadores mediocres de toda influencia externa. Y dado que he dicho un aspecto negativo de este museo diré dos positivos: en uno de los paneles se habla de la cerámica neolítica y se dice que la cerámica a la almagra será típica del área andaluza (cierto, pues se considera creación de allí) y al hablar de los íberos se señala: “Entre los siglos VII y I a.C., en el Levante de la Península se desarrolla una cultura dinámica y de rasgos muy originales: la ibérica, resultado de una convergencia entre la evolución interna de las sociedades indígenas de finales de la Edad del Bronce y  las aportaciones realizadas por los pueblos del Mediterráneo oriental y central: fenicios, púnico-cartagineses, griegos y etruscos. (…)” Por lo menos se separa relativamente de la concepción que otros museos tienen de los íberos, aceptando que poseen rasgos originales propios, y no que el 80 % de su cultura era “prestado” de culturas mediterráneas, como se viene defendiendo en contra de las evidencias;  ya he mencionado el tema de la escritura, pero qué decir de sus construcciones rectangulares, que se dice casi de forma unánime que toman de los extranjeros, cuando en el mismo territorio donde vivirán los íberos se dio una cultura netamente autóctona, El Argar, que construyó casas rectangulares y poblados en terrazas entre el 2.200 a.C y el 1.500 a.C., bastante siglos antes de aparecer por las costas peninsulares gentes del Mediterráneo central-oriental. Porque esa es otra, se admite que los Íberos siguen con iguales edificaciones, organizaciones sociales, etc que los argáricos, y sin embargo se es tremendamente reacio a creerlos sus sucesores, dejando un vacío cultural entre el 1.500 a.C. (argárico final) y el siglo VII a.C. (íbero temprano) ¿Por qué? Pues porque de otra forma sería harto complicado atribuir todas las maravillas íberas a pueblos extranjeros que influyeron en ellos, que hicieron sus obras imitando otras del Mediterráneo central-oriental, idea con la que disiento totalmente.


     Otros chascos, y en este caso debemos irnos nada menos que al Museo Arqueológico Nacional de Madrid y a un sinfín de museos regionales y locales españoles. Sigamos con la cultura Íbera. Por todos lados vemos dataciones de estatuas como la Dama de Elche, que encontró un labriego arando su campo, la sacó y siguió con sus plantaciones; la Bicha de Balazote (lo mismo); numerosos toros y leones íberos, siempre  hallazgos fortuitos, encontrados arando los campos. Entonces, ¿en qué argumentos objetivos se basan para datarlas, "sin ninguna duda al respecto", en los siglos V, IV o III a.C.? Soy geóloga y rotundamente digo que no existe un solo método de datación absoluta que pueda decirnos cuándo se hizo una escultura sobre un bloque de piedra. Entonces, ¿qué credibilidad merece esa datación? Porque si se hace en base a prejuicios, al “como me parece que es como aquella, debe ser de igual edad”, eso no es serio ni riguroso, sino una mera chapuza. Lo mismo cabe decir de las “estelas de guerrero”, con frecuencia encontradas fuera de su emplazamiento original, tal vez apiladas en un muro de piedras que separan parcelas, y aún así se atreven a datarlas con total seguridad y rotundidad. Alucinante.


    Detalle de sendas capturas de pantalla de la ficha técnica que nos aparece en Ceres para “estela de guerrero” y bicha de Balazote del Museo Arqueológico Nacional de Madrid. En el primer caso, la estela dicen que se halló en 1858 (o algo antes), que parecía tapar una tumba que no se ha conservado, con un recipiente de cerámica en su interior que se encuentra en paradero desconocido, encontrada en un lugar  concreto indeterminado… y lo fechan como realizada entre 1000-800 a.C., ¿basándose en qué?. En el segundo caso, la Bicha de Balazote, más de lo mismo, pues la encontró un agricultor en sus tierras y se desconoce el lugar exacto en el que se encontraba y el nivel estratigráfico correspondiente… pero lo fechan "exactamente" entre los años 525 -476 a.C., diciendo que perteneció a una estructura turriforme, Es que no salgo de mi asombro.

     Es más, tomemos un libro escrito sobre cualquier erudito en el mundo Íbero. No salgo de mi asombro con sus afirmaciones tipo “los Íberos vivían….”, “tal objeto o rito religioso no es propio de la cultura Íbera sino que se tomó de..” (fenicios, griegos, romanos,…) Bien, acudamos al registro arqueológico. Y veremos que tan sólo un 1 % o, estirando mucho, un 5 % de la totalidad de poblados íberos que se sabe que existieron desde Huelva hasta Cataluña se han excavado en su totalidad, el 100 % del asentamiento y su necrópolis? Seamos serios. Ese porcentaje no es suficiente para ser representativo de la totalidad de tribus íberas que existieron. Porque personalmente creo que para nada. Es un porcentaje patético que indica una variedad cultural, étnica y folclórica que ni mucho menos debería servir para atribuirse a aportes extranjeros. Porque esa es otra, vayamos a sus dataciones.

Con frecuencia se me acusa de mezclar culturas de tiempos distintos. Y yo les digo, ¿en serio? Es posible que se desconozca, porque por lo general las dataciones absolutas se suelen dar en Arqueología y por ello se piensa que pertenecen a ese ámbito, pero no es así. Tales dataciones las realizan geólogos o químicos, básicamente porque consiste en estudiar peculiaridades de determinados elementos químicos presentes en los sedimentos y por tanto es el ámbito de la Geología, el mío. Los arqueólogos se limitan a hacer sus dataciones relativas, que como su nombre indica, no se basan en otra cosa que la otorgación de una edad por el juicio (o prejuicios) que tengan, es decir “a ojo de buen cubero”. Pero como eso de datarlas “porque tienen pinta de ser tal” queda poco serio (que en verdad lo es) pues se le dice “datación relativa” y parece hasta riguroso, cuando no lo es en absoluto.

Las dataciones que clavan la fecha de realización de un objeto se basan en distintas técnicas y se denominan dataciones absolutas porque en teoría lo son. Estas dataciones suelen realizarlas laboratorios especializados en el análisis geoquímico de los sedimentos, en concreto de determinadas sustancias. Pero como todo, tienen sus limitaciones. Por ejemplo, para materiales orgánicos se suele utilizar el llamado “método del carbono 14”, que analiza la proporción de “carbono 12/carbono 14” y en función de la proporción que presenten, tendrán una edad (más apropiadamente, hará tanto tiempo desde que murió, y por tanto se puede deducir cuándo falleció). Dicho esto, prestemos atención a los detalles porque lo que se data es cuándo murió ese ser vivo. Por ejemplo, si cogemos un trozo de madera de una barca y la datamos, nos dará la fecha aproximada de cuándo murió el árbol en cuya madera se talló la embarcación pero ¿y si, pongamos por caso, fue una canoa que encontraron en un dolmen o un enterramiento anterior y se la adjudicaron por creencias rituales? Es un asunto delicado. Pero no es este el único problema ya que se parte de la premisa de que todos los seres vivos tenemos en vida igual proporción de carbono 12/carbono 14, algo que no es cierto, pues la personas que se alimenta casi totalmente de pescado y algas tendrá una proporción muy distinta del que se alimenta de caza, de carne. Si ambos murieran, nos darían por válidas dataciones de que vivieron en tiempos distintos, cuando no es cierto pues eran contemporáneos. Y esto es sólo un ejemplo, porque una talla de madera enterrada en sedimentos está expuesta a las aguas subterráneas, que proceden de las aguas de lluvia que se filtran disolviendo minerales y por tanto aportando nuevo carbono al original de la madera, cambiando su concentración y proporción de carbono 12/carbono 14. ¿Cómo resolverlo? Estableciendo unos valores generales de la proporción de carbono que había en cada tiempo. Estos valores estándar se sacan de los estudios geoquímicos de varvas glaciares (depósitos sedimentarios de antiguos lagos glaciares), de sondeos de hielos milenarios, sacando datos, contrastándolos con los de otros lugares y así sacando unos valores de carbono estándar para cada época. Estos valores deberán sumarse o restarse a las dataciones absolutas de cada nivel estratigráfico obtenido y el resultado de este proceso nos da las “dataciones calibradas” que deben usarse en cualquier estudio serio y riguroso de Arqueología.

Y  me pregunto cuantos de estos estudios hay para cada yacimiento íbero “estudiado”, con frecuencia excavado solo entre un 10-25 %  ¿Un 3 %? Y de éstos ¿cuántos presentan dataciones absolutas calibradas, posteriores al año 2000? Me refiero a este año en concreto porque se encontró un error en los estudios de las calibraciones que obligó a recalibrar lo calibrado; por ejemplo, los restos de Atapuerca que sirvieron para describir al nuevo taxón Homo antecessor requirieron un reajuste, un calibrado, siendo más antiguo de lo que en principio se consideró. Si llegan a un 0,5% ya sería para emocionarnos.

Y con todo, se sigue ignorando un error que todos los geólogos debemos reconocer pero que prefiere ignorarse por ser “lo menos malo”, y es que estas calibraciones se realizan tomando como ciertos estos valores de proporciones de carbono atmosférico estándar, al ser valores parecidos obtenidos en distintos lugares del planeta para una misma fecha o edad. Pero a poco que reflexionemos veremos que hoy no tenemos los mismos valores de CO2, CO y otras sustancias con carbono en los cielos de Madrid, Burgos, Barcelona, Bombay, Dubai, Chicago, Santiago de Chile … o Ushuaia, por decir unos cuantos ejemplos. Rotundamente no. Porque depende no ya del tráfico, la quema de combustibles fósiles, sino de parámetros como la cantidad de incendios forestales, de emisiones volcánicas que haya en la zona, de la alimentación que sigan … e incluso de detalles tan insignificantes como si para hacer harinas las culturas antiguas empleaban molinos de carbonato, por ejemplo (de caliza, mármol, etc) que en parte se mezclaba con el grano triturado y se ingería.

En fin, que como vemos no existen dataciones infalibles pero insisto en que las absolutas son las menos malas, mucho más certeras que las nefastas dataciones relativas a las que tan aficionados son los arqueólogos e historiadores españoles, y que tan en retroceso están en el extranjero, donde se apuesta crecientemente por distintos tipos de dataciones absolutas e incluso de varios métodos de ellas para encontrar la edad más exacta. Así, evitan que se den casos como los de las pinturas rupestres de Maltravieso, que los académicos estimaban que databan (por datación relativa, es decir, “a ojo de buen cubero”) del 12.000 a.C. o tal vez del 25.000 a.C., y que la datación absoluta ha evidenciado que poseen más de 40.000 años de antigüedad, siendo las pinturas rupestres más antiguas conocidas hasta hoy.

 

                Dicho esto, me gustaría saber la razón por la que nuestros museos arqueológicos y centros de interpretación de yacimientos arqueológicos tienen tal empeño por decir cosas que no son, sostener dataciones inventadas y seguir difundiendo la idea de que todo avance cultural llegó  a la Península Ibérica de fuera, ninguna se creó aquí. Llevan incluso la contraria a las corrientes de pensamiento extranjeras que, por ejemplo, admiten que la cerámica campaniforme surgió en la Península Ibérica, dio lugar a diversas tipologías y se difundió por el resto de Europa y parte del norte de África. Esta idea la sostienen arqueólogos rusos, franceses, alemanes … pero españoles no, en esto callan y se limitan a decir que es cerámica campaniforme. Juegan incluso con medias verdades señalando aportes importados de fuera de la Península Ibérica en la vitrina donde hay cerámica cardial (decorada con ayuda de los relieves de un bivalvo, Cardium) y cerámica campaniforme; así se hace creer al confiado visitante que lee el panel que ambas cerámicas llegaron “de fuera” cuando lo cierto es que solo lo hizo la cardial, pues la campaniforme es netamente peninsular. No dejo de preguntarme qué ganan con esta actitud obsoleta ¿cobarde? que caracteriza a los habitantes peninsulares como auténticos descerebrados incapaces de producir ninguna novedad cultural, negando encima las evidencias arqueológicas que señalan todo lo contrario.

                En la misma línea, el siguiente ejemplo, donde un panel señala que la cerámica campaniforme es “característica del Occidente de Europa” ¿Por qué esa media verdad?  Quedaría mejor, y haría honor a las teorías arqueológicas actuales (y evidencias) decir “de creación peninsular, difundida poco después por toda Europa, vía las rutas comerciales” Porque bien se dice en todos los museos (incluido éste mismo) que la cerámica a torno es fenicia, en lugar de indicar que la cerámica a torno es característica de toda Europa a partir del siglo VIII a.C.

 

          Eso cuando no se toma al visitante directamente por pardillo. Fue mi caso cuando toda emocionada me dirigí a visitar el fabuloso yacimiento de Alarcos (Ciudad Real), donde me consta que hay un Oppidum íbero (poblado amurallado), bella iglesia cuyo rosetón estrellado sopesé poner en la portada de mi libro de las Vírgenes Negras, y donde aconteció la batalla previa a las Navas de Tolosa, en la que los grandes ejércitos almohades y cristianos midieron sus fuerzas. Ahí es nada; esperaba encontrar un museo con maravillosos ejemplos de armaduras árabes, yelmos cristianos, armas, protectores de los caballos e incluso, con algo de suerte, las banderas de los bandos enfrentados, pero ¿qué encontré?: cuatro o cinco puntas de lanza, de hierro, oxidadas…eso es todo. Ni copas, platos, herraduras, monedas,… nada (un maravedí de oro de Alarcos, un plato decorado con la mano de Fátima y unas puntas de lanza de hierro se conservan en el Museo de Ciudad Real). Nada de los íberos, salvo una réplica de la estatua rota de una esfinge que se conserva en el Museo de Ciudad Real, en la sección de Arqueología, junto a un casco íbero espachurrado que se encontró en un campo de labor y unas falcatas. Menudo chasco. Pero es que luego hablé… con gente y me dijeron que en diez años solo se han excavado cuatro tumbas árabes y que un grupo de tumbas muchísimo más valiosas, al ser las más antiguas encontradas en Alarcos, se hallaron de nuevo de manera fortuita, por un agricultor que trabajaba sus tierras en una finca privada, fuera de los límites del yacimiento, en la falda de la colina… Eso sí, expoliadores se encuentran a todas horas, con detectores o sin ellos. Lo cierto es que el lugar se antoja una especie de Troya por excavar, con distintos niveles culturales unos sobre otros, aguardando a que se encuentren sus tesoros…o se expolien y vendan en el mercado negro, que me da que es lo más seguro, ante la inacción de autoridades y demás.

                No obstante, a bombo y platillo anunciaban por todas partes el nuevo Centro de Interpretación del yacimiento de El Cerro de las Cabezas, junto a Valdepeñas, a la que consideraban “la Pompeya íbera” pues durante una etapa de revueltas bélicas los romanos levantaron sobre el poblado íbero sus construcciones defensivas, de modo que el pueblo quedó preservado para la posteridad, tal cual se dejó de un día para otro. “Fabuloso”, pensé, “una auténtica ventana al pasado íbero”… Toda mi ilusión se desplomó a mis pies cuando leí  entre otras cosas el siguiente artículo (pongo la parte que más me sorprendió):

 
           Es decir, que tras 24 años (que se dice pronto) excavando el yacimiento, y sin encontrar necrópolis alguna, presuponen sus ritos religioso-funerarios y su pieza estrella es… (lo dicen en distintas noticias de prensa local) una rueda de carro. Todo lo demás son maquetas, suposiciones y reconstrucciones. Pues estupendo. Si eso es todo lo que ha dado de sí en 24 años “La Pompeya íbera”, con todo conservado tal cual estaba siendo usado… y no ha proporcionado una sola pieza de metal, creo que algo no cuadra… Pero claro, si solo se conoce un 8 % del yacimiento me planteo si no habría sido mejor para el conocimiento de la Historia invertir el dinero del Centro de Interpretación en más excavaciones, y aguardar a tener al menos el 60 % excavado antes de atreverse a decir cómo era y qué costumbres y creencias compartían sus gentes. Fuente: aquí.

         Y luego dirán que la que especulo soy yo …

                 Vuelvo a recalcar que cuando menciono estos casos no es para destacarlos en negativo, sino para poner como ejemplo el mensaje que quiero transmitir. Insisto que en todos los casos, tanto museos como centros de interpretación gozan ya de entrada de mi respeto, por preservar y proteger un patrimonio que de otro modo se habría perdido. La pena es que no actualicen la información, que se pierdan fondos económicos y tiempo (décadas) para excavar apenas un 10 % de un yacimiento y se caiga en el error de que tan escaso porcentaje realmente es representativo de una cultura, tanto, como para hablar con absoluta certeza de sus peculiaridades y defectos, atribuyendo hallazgos a culturas extranjeras y no a las autóctonas. Porque tal vez, algo más de interés por realmente dar con la verdadera Historia nos llevaría a encontrar que muchos de tales objetos se crearon y salieron de la Península Ibérica al Mediterráneo, en lugar de creer que todo llegó de fuera. En este sentido, admiro a egipcios, turcos e ingleses, pues con ellos cada hallazgo arqueológico supone reescribir la Historia, otorgándose ellos el papel protagonista, innovador y civilizador, difundiendo al mundo ideas, objetos y ritos por ellos creados. En cuanto a los ingleses, todo cuánto encuentran es único: un barco funerario vikingo, una escuela de gladiadores, unas cartas de legionarios romanos… y el mundo los escucha asombrados. Todo lo contrario de España, donde a tenor de nuestros especialistas todo son copias chapuceras de objetos “de fuera” realizados encima tardíamente.

                No obstante, como valoro la crítica constructiva por encima de todo, hay otros estupendos ejemplos del buen hacer. Es el caso del museo que se encuentra junto al maravilloso castro galaico-romano de Villalonga/Vilalonga, en Castro del Rei (Lugo, Galicia). Ahí todo el castro está excavado, se puede caminar por él (una auténtica gozada) y el museo se limita a hacer un estudio serio y riguroso, mostrando lo hallado pero sin juicios de valor. Pondré un ejemplo donde se observa tanto cerámica romana sigilata producida en la Galia como la producida en distintas zonas alfareras hispanas; todas ellas “de igual a igual”, y preciosa cada una por su peculiaridad y diferencias en el decorado.


                Cierto que los paneles están totalmente en galego, pero se han elegido palabras muy similares al castellano, perfectamente entendibles, y si hay alguna duda se pregunta al personal del museo, que es muy atento y en un segundo te lo aclaran aportando incluso más información de la que figura en los paneles (y es que lo diré mil veces, para mí las lenguas peninsulares siempre suman, son un aporte enriquecedor más, pero detesto cuando tratan de usarlo como “un arma excluyente”, tan de moda últimamente en la zona de todo el Este peninsular, salvo Murcia).

                Otro museo que me resultó una verdadera joya fue el Museo del Hombre, de Santa Cruz de Tenerife (Canarias), en todo su contenido (desde fósiles, minerales y meteoritos, hasta el contenido arqueológico y etnográfico).

                Finalmente, para todos aquellos que critican que señale alguno de mis logros académicos, exigiendo humildad (eso, los educados, pues en las redes sociales se pierden las formas con una facilidad pasmosa), no dejo de asombrarme con ese igualitarismo tan absurdamente impuesto (pero haciendo tabla rasa a la baja, eso sí); mis logros me enorgullecen porque costó un esfuerzo tremendo obtenerlos y nunca me avergonzaré de ellos. En casi todos los países civilizados, los políticos, por ejemplo, provienen de facultades de universidades con gran competencia académica, siendo inimaginable un político sin más estudios que Bachiller, y nadie parece sentirse ofendido porque otros los muestren sino al contrario, son personas que merecen respeto. Igual que no dejo de reconocer a fontaneros, herreros, arquitectos, relojeros, dietistas… sus méritos, preparación y experiencia, considero en justicia que yo pueda hablar de los míos sin que nadie se ofenda como si les estuviera insultando, porque sería como ofenderse porque se diga la edad, el número de sentadillas que se logra hacer o la montaña que se haya escalado; allá sensibilidades y complejos, pero desde luego yo seguiré orgullosa de mis logros, pues no en vano me considero muy exigente conmigo misma.

jueves, 18 de noviembre de 2021

La cultura más antigua de Europa

        Hasta hace unas décadas, la Arqueología consideraba la primera civilización organizada y bien desarrollada, con innovaciones con respecto a otras comunidades humanas, a la cultura minoica. Los minoicos, también llamados cretenses, fundaron un imperio marítimo que se extendía por las islas del Mar Egeo y mantenían contactos comerciales con otras zonas de la Grecia continental y del Antiguo Egipto.


A la izquierda, una de las salas decoradas del palacio de Knosos, en Creta, donde su descubridor consideró que era la residencia del rey Minos, bajo la cual se encontrarían los laberintos del Minotauro, el hombre-toro que se alimentaba de seres humanos. A la derecha, fresco decorativo minoico donde se observa una de sus grandes ciudades. Algunos investigadores, principalmente anglosajones, creen que se trata de la cultura atlante real, a pesar de que Platón –ateniense que escribió el relato de la Atlántida- la ubicó más allá de las columnas de Hércules, como se denominaba al estrecho de Gibraltar.

 

            La Pompeya minoica es la urbe de Acrotiri, en la isla de Santorini cuyo volcán –al que los antiguos griegos llamaban Tera-, sería el responsable de la decadencia de la cultura minoica.

            La población de Acrotiri –inmortalizada por la catástrofe volcánica del Tera acontecida hacia el 1650 a.C.- nos permite comprobar la arquitectura civil minoica, con calles rectas flanqueadas de edificios de varias plantas, con el cuarto de baño y váteres similares a los que hoy día poseemos en nuestras casas. Por su parte, el palacio de Cnosos (en Creta) nos muestran detalles similares, agua corriente en las habitaciones, eficiente sistema de evacuación de aguas sucias y un conjunto de columnas que sustentan todo el edificio palacial construido de manera que lo hace sísmicamente resistente.

Urbanismo de la cultura minoica, tanto a nivel civil (izquierda) como palaciega (derecha). Repárese en las columnas  en forma de triángulo invertido, con un tronco de madera interno, recubierto de estuco decorado.

 

            Los adelantos de la cultura minoica se materializó en la metalurgia –aunque parece que desconocían el uso del hierro-, la cerámica, la arquitectura la ingeniería –sus buques permitieron constituir un gran imperio del mar-, poseían al menos dos escrituras distintas (lineal A y lineal B), sin contar la jeroglífica del disco de Festo, etc.


             Ahora bien, de nuevo me toca barrer hacia casa cuando vemos que la cultura minoica –la supuestamente primera civilización avanzada de Europa- queda datada hacia el 3.100 a.C. pero todo el conjunto esencial de ésta –Cnosos y Acrotiri- corresponde al 1600-1500 a.C. En España, la cultura de los Millares data del 3.200 a.C.-2.200 a.C. e igualmente contaba con un sistema urbanizado en tres niveles, murallas reforzadas con torreones, estructuras funerarias megalíticas colosales… y todo eso con los escasos yacimientos estudiados (¡qué falta hace Luis Siret!, qué maravillas nos habría mostrado ya, frente a la desidia española por desempolvar el esplendor de culturas pasadas y mirar hacia otro lado ante el expolio generalizado del patrimonio español).

 

A la izquierda, reconstrucción de la puerta principal de acceso a la urbe de los Millares (Almería). A la derecha reconstrucción de uno de los edificios funerarios (tholos). Debajo, reconstrucción del aspecto de la ciudad de los Millares.

 

            No obstante, otros países sí han decidido apostar por poner en valor su patrimonio como elemento que sin duda atrae a un turismo pudiente y de calidad; en este contexto es encomiable la labor de Bulgaria, que ha logrado imponer una revisión de los libros de historia de toda Europa. Todo ocurrió en 1972, durante las operaciones de urbanismo de un polígono industrial cerca la localidad portuaria de Varna, según informan Petko Stoyanov Dimitrov y Dimitar Petkov Dimitrov en su libro “The Black Sea, The Flood and the ancient myths” (2004). Las máquinas se habían topado con casi trescientas tumbas en las que destacaba una de ellas en particular, la llamada nº 43, posiblemente de un jefe tribal o sumo sacerdote, en cuyo rico ajuar funerario habían numerosos elementos realizados en oro. Gran parte de los restos excavados –entre los que se encontraban restos humanos, piezas de sílex trabajado, cerámica, joyas de oro, cobre y conchas marinas- se enviaron al Instituto de Antropología de Bulgaria, en Sofia, procediendo a tomar muestras de los huesos de la necrópolis que han sido datadas por técnicas de radiocarbono en más de 6.000 años de antigüedad (mediados del quinto milenio antes del cambio de era). Esto convierte a las más de tres mil piezas de oro extraídas de la necrópolis de Varna en la evidencia más antigua de metalurgia conocida, dos mil años anterior a las procedentes de Mesopotamia, de Creta o del Antiguo Egipto.

 
                               Detalle del contenido de la tumba 43 de la necrópolis de Varna (Bulgaria).

 

            Por si esto no hubiera sido poco, los arqueólogos de la universidad de Varna, al inventariar el tesoro de esta necrópolis repararon en unas proporciones que parecían alejarse de la mera casualidad. Por ejemplo, una de las placas de oro de forma rectangular presenta una proporción entre su diagonal y el lado corto equivalente al de la proporción entre los dos lados de la Gran Pirámide de Gizah (la de Keops), construida 2.000 años después. De igual forma, hay dos pequeñas figuras idénticas de un toro, realizadas en distinto tamaño y la proporción de las patas de ambas piezas es 5:3, mientras que la proporción entre las alturas de ambas figuras es 22:14, esto es, pi al cuadrado.

 


            Algo más al norte, en Durankulak, se encontró otro yacimiento todavía más antiguo, del VI milenio a.C. Excavado parcialmente, se hallaron el basamento y muros de casas rectangulares de entre 160-180 metros cuadrados cada una de ellas. Los arqueólogos la llamaron “la Troya búlgara” aunque es dos mil años más antigua que la homónima griega.

            Los autores del libro, científicos búlgaros, creen haber dado con evidencias geológicas de un repentino ascenso de las aguas del entonces lago de agua dulce que había en la zona cuando fue inundado por las aguas del Mar Mediterráneo que entraron cataclísmicamente por el estrecho del Bósforo aumentando consideramente el tamaño del antiguo lago que, salinificado, pasó a convertirse en el actual Mar Negro. Los científicos búlgaros estiman que el nivel de las aguas ascendió 60 metros hacia el 6.500 a.C., frente a los investigadores del Instituto Oceanográfico de América que consideran un aumento de “tan solo” 10 metros de elevación de sus aguas, hacia el 9.500 a.C.

Sea como fuere, esta zona que sería un auténtico vergel con abundante fauna, el enorme lago de agua dulce y tierra fértil pasaría a inundarse en parte mientras que las aguas salinas del nuevo mar contaminarían los acuíferos y las tierras, haciéndola inhóspita para el cultivo. Entonces estas gentes emigraron, tal vez hacia Anatolia (en la actual Turquía), Mesopotamia (Próximo Oriente), Egipto o Grecia. Según los científicos búlgaros, serían el germen de las nuevas civilizaciones que allá se desarrollarían.

Dicho esto (con los datos que aparecen en diversas publicaciones), creo de rigor recoger un párrafo del mencionado libro que me intriga pues dice lo siguiente: “The data derived by the relative method indicates as age of 4,600-4,200 BC, while the conventional dating refers the finds to 3,500-3,200 BC. The Durankulak necropolis is dated to 5,270 BC by absolute dating. We think that the dating of the Varna necrópolis is significantly underestimated. According to our opinion, the age of the findings in Varna should be dated to 5,000-6,000 BC.” Que traducido al español viene a ser: “Los datos obtenidos por métodos relativos indican una edad de 4.600-4.200 a.C., si bien la datación convencional los ubica en el 3.500-3.200 a.C. La necrópolis de Durankulak está fechada en el 5270 a. C. por datación absoluta. Creemos que la datación de la necrópolis de Varna está significativamente subestimada. Según nuestra opinión, la antigüedad de los hallazgos en Varna debería fecharse entre el 5000 y el 6000 a. C.

 

Restos del yacimiento de Provadia (Bulgaria), un asentamiento con 350 habitantes, del 4700-4200 a.C. A la derecha, figurilla procedente de la necrópolis de Varna (Bulgaria).

 

Estos datos son sumamente relevantes porque la datación relativa es la que se viene usando en gran parte de los yacimientos españoles y es sumamente subjetiva (“a ojo de buen cubero”, podría resumirse; esto es, “como otros restos han resultado tener tal edad –generalmente también datados relativamente- pues éstos que se parecen, serán de la misma edad”; es lo que se viene aplicando en las “estelas de guerrero” halladas fuera de su emplazamiento original y en una gran cantidad de restos metidos dentro del llamado “Periodo Orientalizante” que tanto detesto; es una manera de no hacer un trabajo pulcro por parte de los arqueólogos que optan por dar prioridad a sus prejuicios en lugar de aplicarse a tomar muestras no contaminadas de materia orgánica en los estratos por encima y por debajo de la pieza hallada, también en el suyo, mandarlo a un laboratorio donde se aplican métodos de datación absoluta, se calibra y voilá, tenemos su datación fiable y objetiva; o bien, si esto no es posible por las chapuzas que suelen realizarse -casi siempre campañas rápidas de prospección de si acaso un 2 % del yacimiento antes de volver a taparlo y olvidarlo generalizando que lo escaso excavado es lo que da de sí el asentamiento sin tener ni idea de la verdadera realidad-, al menos reconocer que no pueden datarse fiablemente, en lugar de decir que son del periodo Orientalizante, adjudicándoles automáticamente una datación inventada que va a misa…. Así nos luce el pelo, como evidencio en mi entrada sobre las Damas Iberas).

Así pues, “la datación convencional” de la necrópolis de Varna “los ubica en el 3.500-3.200 a.C.”, esto es, contemporánea a la cultura de los Millares del sur de España (pero como el yacimiento almeriense ha sido profundamente expoliado a lo largo de los años y aún hoy, pues los metales han desaparecido, así que no se tiene constancia de la metalurgia de oro o plata en los Millares). Con respecto al asentamiento de Durankulak “está fechada en el 5270 a. C. por datación absoluta.” El problema es que las dataciones absolutas son eso, rotundas, de manera que requieren una adaptación a nuestro calendario, este proceso recibe el nombre de “calibración” y con frecuencia suele rebajar la edad otorgada, según el método empleado, así que posiblemente correspondiera al 5.000 a.C., o 5.100 a.C., más o menos.

Pues bien, aún con esta aclaración efectivamente vienen siendo los restos más antiguos de civilización encontrada en Europa, que sigan estando visitables para ser estudiados y analizados por cualquier investigador. Esto es así porque no lejos de Bulgaria se encuentra la zona de extensión de la enigmática “cultura Vinca”, ubicada en el V-IV milenio a.C. (datación calibrada), de manera que entre ambas compiten por ser las más antiguas del continente europeo, que se tenga constancia.

 

Extensión de esta manifestación cultural y detalle de parte de su cerámica característica (ver aquí  para más detalle).

 

            Los restos hallados de Vinca, al menos sus idolillos, parecen guardan una cierta similitud con los de Varna, por lo que no descartaría que pudieran pertenecer a la misma cultura.

 
          Como puede apreciarse por los agujeros, sin duda las estatuillas de la cultura Vinca debieron también haberse adornado con laminillas de metal, tal vez de oro; por tanto también Vinca desarrolló seguramente avanzados conocimientos de metalurgia.

miércoles, 29 de septiembre de 2021

Un yacimiento desconcertante

         Necesitaba desconectar de la locura de los últimos años (pandemia, estados de alarma, encierro por meses destinados a duros y productivos trabajos que han desembocado en la publicación de tres nuevos libros míos, gente que ha salido del encierro totalmente desquiciada y sin atender a normas de protección propias y ajenas, etc) y decidí tomarme una semana para mí, en uno de los lugares que mejor combina el cuidado a mi persona con la posibilidad de realizar escapadas culturales a cada cual mejor: el balneario de Alange, en Badajoz, lugar donde hasta tres emperadores romanos vinieron a relajarse y cuidar sus cuerpos. Ahora me tocaba a mí y la verdad es que no decepciona (piscinas de aguas de manantial frías y calientes, ducha escocesa realizada por mujeres expertas conocedoras de cómo dar masajes mediante caños de agua caliente-fría reactivando la circulación de todo el cuerpo a la vez que lo relaja como si de un buen masaje se tratara, inhalaciones para despejar las vías respiratorias, parafangos para la zona lumbar y cervical, tan castigada por largas horas escribiendo frente al ordenador…). Y todo ello manejado por un personal tan agradable y atento, como educado y profesional.

                Luego estaba la parte lúdica, mis escapadas. Tener la bella ciudad de Emérita Augusta a un paso es un gozo; estar rodeado de vírgenes negras es asombroso; poder pasear por el casco antiguo de la ciudad de Cáceres (Patrimonio de la Humanidad) es todo un lujo; y poder escoger qué castillo visitar, pertenecientes en su día a las órdenes de caballería de la Reconquista como la Orden de Santiago, la Orden del Temple o la Orden de Alcántara, entre otras es fascinante. Pero en esta ocasión era a mi otra pasión a la que deseaba dar prioridad, la protohistoria.

                Está el Centro de Interpretación de las Pinturas Rupestres de Cabeza del Buey, donde se habla de la infinidad de yacimientos existentes en la provincia de Badajoz, casi todos ellos de figuras esquemáticas y datados tardíamente; y que sin embargo es difícil de visitar dado que abren los dos primeros sábados de cada mes, o ya hay que llamar para concertar cita (algo complicado porque estaba pendiente de mis sesiones de baños termales y de otras visitas) así que me quedé con ganas de verlo. Con todo, a escasos kilómetros de Alange hay una de las estaciones de pinturas, la de la Zarza, con figuras tipo tallo vegetal, entre otros motivos.

                Ya en mi obra “Tartessos, 12.000 años de historia” avancé que muy posiblemente el imperio tartesio dispusiera de un tipo de vías comerciales  terrestres (a lo largo de la vía de la Plata hasta Galicia, de la que poseía su versión costera; y otra hacia levante) y marítimas (por la costa lusitana hasta las islas británicas, las Casiátides, a por el estaño, enlazando con las leyendas irlandesas que aseguran que los primeros pobladores de allí fueron “gentes de Breogán” que construyeron los primeros megalitos irlandeses, así como con el hallazgo cerca de Stonehenge del enterramiento de un hombre extranjero que por su ajuar funerario era típicamente campaniforme, cultura oriunda de la Península Ibérica (como opinan los académicos extranjeros, a pesar del esfuerzo de los españoles por intentar atribuirla a cualquier otra nación). En mi trabajo posterior, “Tartessos y su prehistoria” muchas de mis suposiciones recogidas en el libro “Tartessos, 12.000 años de historia”  se transformaron ahora en evidencias, confirmándose por descubrimientos arqueológicos, que mencioné, mostré fotográficamente y cité en la bibliografía puesto que como siempre sostengo, no deseo sentar verdades absolutas sino plantear los fallos en las existentes, aportando alternativas más plausibles con las evidencias arqueológicas.

Pues bien, una de esas confirmaciones se encuentra precisamente en tierras de Badajoz. Aquí se han hallado yacimientos que evidencian la presencia tartesia en la Guareña (temporalmente cerrado para su visita porque se sigue investigando el lugar; pero cuyas fotografías me recuerdan rabiosamente a la necrópolis de Carmo, la tartesia Carmona, en Sevilla, no lejos de los Gazules y su conjunto megalítico); la necrópolis tartesia -a menos de 10 kilómetros de Guareña- en la imponente Medellín de Hernán Cortés (concretamente en el cerro del magnífico castillo que se construyó encima, donde se localiza el teatro romano junto a la iglesia de San Martín, lugar donde una placa recuerda que en su pila bautismal, el pequeño Hernán Cortés fue bautizado); posiblemente el destruido yacimiento de El Palomar (en la localidad de Palomas) y finalmente en la bella población de Campanario (la carretera quita el hipo, al pasar por el impresionante castro que es la localidad) con el edificio protohistórico de La Mata, en medio de una llanura entre cerros y berrocales graníticos con petroglifos, algún que otro dolmen como el de Magacela (el dolmen de la Serena) y de nuevo bastantes pinturas esquemáticas datadas en la Edad del Bronce, como el propio dolmen mencionado.



Lo cierto es que el lugar transpira historia, mal conocida y peor contada por unos arqueólogos y académicos emperrados en denostar su patrimonio y hacerlo pasar por el hueco del alfiler de la historia oficial castrante de la Península Ibérica que se viene sosteniendo desde comienzos del siglo XX si no antes, y tan absurda como anticuada, que se esfuerza por mostrar la Península Ibérica como el último bastión de primitivas tribus que terminarán siendo salvadas de su incultura por los buenos fenicios, griegos y romanos, idea que es minada continuamente por evidencias arqueológicas presentes en museos de todo el mundo, como muestro en mi obra “De Iberos, Griegos, Fenicios… y otras incógnitas” y que sin embargo parecen ignorar los académicos nacionales, manteniendo aún esas absurdas interpretaciones.



El yacimiento de La Mata consiste, como un panel gigante señala, en un edificio protohistórico (sobre el que más tarde se construiría una villa romana). Está vigilado y mostrado por un joven e inquieto geógrafo de amplia mente, Agustín Banda, que no duda en compartir la opinión de los académicos sobre el yacimiento… pero también los fallos que él encuentra, aportando su opinión alternativa que ciertamente suena más lógica que la arqueológica; como por ejemplo sostener que en las dos salas inferiores más oscuras y vacías se hacía la vida de los moradores, frente a su idea de que el piso inferior actuó como zona de amplia despensa, almacenaje y comercio, dejando el piso superior, más aireado y luminoso, permitiendo observar lo que ocurría alrededor y prevenir un ataque, para la vida de los que allí moraban.


Izquierda, varios molinos de mano encontrados en el edificio y alrededores (consejo de Geóloga, si desean que se degraden rápidamente, lo mejor es dejarlos como lo hacen, expuestos a la intemperie en lugar de ponerlos bajo el techado del yacimiento). Derecha, la llamada “estela de Magacela”.


Es un sitio peculiar, nos encontramos ante un gran edificio de tipo torreta, con unos 6 metros de altura y posiblemente parte inferior de mampostería mientras su segundo piso lo era de madera, dotado de un pequeño muro defensivo y muchas estancias en las que se han hallado varios recipientes cerámicos con grano, vino, cerveza y otros alimentos, así como muchos molinos de mano. Por tanto, seguramente funcionó como almacén –se desconoce si de una gran familia aristocrática de entonces, o comunitaria, de toda una tribu- durante unos años, hasta que finalmente fue destruido por un incendio que no se sabe si ajeno (lucha entre tribus tras largos meses de sequía) o propio (destruido antes de irse del lugar). Posee, no muy lejos de él, un río que posiblemente funcionara como zona donde se llevaban a cabo los intercambios comerciales de alimentos y otros productos.


Derecha, vista del conjunto. Centro, una de las dos salas de acceso, donde se encontraron las estelas de guerrero y algunos molinos de manos. Derecha, una de las salas de almacenaje y despensa, en la planta inferior. Los muros eran de arena compactada y el suelo estaba tan presionado que asemejaba mármol.


El conjunto se data hacia el siglo V a.C., pero confieso que la visita me desconcertó. Conforme Agustín nos iba relatando la forma de este edificio, admito que acudió a mi cabeza el texto de un cronista del siglo I que mencionaba numerosas “torres cartaginesas” en Sierra Morena, si bien a fecha de hoy aún no se han encontrado ninguna de ellas, como tales.

Todo en ello desconcierta, comenzando por su supuesta muralla, que como bien explicaba mi guía era absurdamente inoperativa como tal pues podía ser fácilmente sorteada y saltada; la aparente ausencia de herramientas en el interior o alrededor del yacimiento (si bien le dije que tal vez esto respondiera a expoliadores con detectores de metales, a lo que reconoció que ciertamente había tenido que espantar a un par de ellos en algunas ocasiones, y en otras encontraba huecos dejados por éstos), e incluso de objetos metálicos cuando en teoría estamos en el periodo Orientalizante en el que de cada 5 elementos fabricados, tres eran de metal; se encontraron dos estelas de guerrero, actualmente en el Museo Arqueológico provincial de Badajoz. Y el propio guía del yacimiento, Agustín Banda, ha recogido más de cincuenta molinos de mano en los campos de labor que rodean al edificio protohistórico, llevándolos a las instalaciones del yacimiento para su preservación y protección. No sé, todos estos elementos me sugerían una datación muy anterior a la otorgada por los arqueólogos, era como encontrar restos paleolíticos dentro de una basílica visigoda, era extraño. Con todo, si se desea leer el artículo científico realizado por los arqueólogos que trabajan en el yacimiento, pinchar aquí.


Izquierda, reconstrucción de una de las salas de almacenaje. Derecha, reconstrucción de  escalera de acceso a la planta de vivienda, superior.


Huelga decir que dado que este edificio se databa en el siglo V a.C., y contenía dos estelas de guerrero, han sido varios los que se han apresurado a argumentar “ergo las estelas de guerrero son del siglo V a.C., si no más recientes” idea con la que discrepo tremendamente.


Izquierda, comparación de la tipología de construcción de los muros observable en el yacimiento. Derecha, como una de las estelas de guerrero halladas llevaba esta especie de estrella en el escudo, ha quedado como símbolo del yacimiento.


Veo probable que este edificio se abandonase en el siglo V a.C., en el incendio señalado que afectó al edificio y del que quedan rastros de cenizas por doquier, pero me parece que fue habitado mucho antes. Junto a este edificio, aprovechando las estancias que menos daño habían sufrido tras su destrucción, los romanos levantarían una villa romana, que actualmente se encuentra sumamente arrasada.

No lejos de aquí se encuentra el llamado “túmulo chico” (este edificio era conocido como “túmulo grande” por los vecinos de la localidad, según recuerda Agustín), una necrópolis de incineración con cerámicas algunas de ellas decoradas con motivos florales, aunque fueron robadas poco después de encontrarse y algo antes de comenzar las excavaciones arqueológicas en el lugar. Su datación también parece corresponder al siglo V a.C., como igualmente se cree que corresponde la realización del dolmen de Magacela e incluso de muchas de las pinturas de arte esquemático dispersas por la zona. Por doquier hay rocas graníticas de formas caprichosas y cubiertas de petroglifos que recuerdan a determinados paisajes gallegos cargados de historia y leyendas de meigas.


        El problema, nos cuenta Agustín Banda, es como siempre monetario, pues tener la maravillosa ciudad de Mérida cerca es una bendición pero también una maldición ya que todo el dinero que se destine en dicha urbe es siempre poco, así que el resto de yacimientos menos vistosos suelen salir mal parados en esa distribución de ayudas a la investigación. Y en el caso de La Mata, cuya actividad plena se estima enclavada en pleno periodo “orientalizante”, es un claro ejemplo. Admito que el edificio de la Mata desconcierta, pero no hace falta ser muy experto para observar el dolmen de Magacela y ver sus similitudes con otros del III milenio a.C.; es más, me parece un insulto a la razón sostener que ciertamente mientras en pleno siglo V a.C. todo el Mediterráneo florecía con los intercambios comerciales, adelantos de ingeniería civil y de agricultura, aquí andaban aún alzando megalitos, como creer que en Abu Dabi entre todos los impresionantes rascacielos y puentes futuristas, se va a realizar un anfiteatro de estilo griego clásico, en lugar de un cine 3D o un auditorio dotado de los últimos avances.



                No quisiera cerrar esta entrada sin agradecer a Agustín Banda sus atenciones, explicaciones y tiempo, intercambiando opiniones, interpretaciones y compartiendo información sobre otros yacimientos cercanos que poder visitar y hallazgos efectuados en la zona, a fin de poder contar con una visión más completa del contexto. Fue una visita sumamente recomendable.

sábado, 19 de junio de 2021

Patrimonio prescindible

Eso es lo que deben pensar los políticos de nuestro país cuando deciden aprobar determinadas obras generalmente relacionadas con la especulación del terreno. No sé por qué extraña razón, los políticos tienden a ver a nuestro país como un terreno que parcelar y vender a toda costa, aunque haya aún en la localidad cientos de pisos en venta o alquiler, o terrenos en los alrededores, desprovistos de restos arqueológicos, en los que poder construir.

Por si la canallada de destruir unas ruinas arqueológicas para construir sobre ellas un aparcamiento, un centro comercial o unos bloques de pisos, no fuera suficiente; a ello debemos añadir el hecho de que “cree el ladrón que todos son de su condición” y suponen que como para ellos esas piedras sueltas no son más que un impedimento para sacar su mordida correspondiente, dan por supuesto que al resto de los ciudadanos tampoco nos importan. Grave error. Porque si en lugar de meter las máquinas excavadoras para allanar y destruir antes de hormigonar, limpiaran el yacimiento, lo acondicionaran apropiadamente para su visita e instalaran bares, zonas de sombra, un museo donde ver las piezas más relevantes dotado de una tienda de recuerdos, la gente acudiría interesada.

Porque esa es otra, debido a que casi todas las excavaciones arqueológicas que se llevan a cabo en nuestro país son de urgencia, es decir, que les dan un límite de tiempo a los arqueólogos para desenterrar aquí y allá, llevarse lo poco que puedan sacar y obtener conclusiones rápidas de lo que hay allí antes de cementar y perder el yacimiento para siempre, todo lo que suele aparecer es “un algo más”, como yo digo (un horno de cerámica más, unas casas más, unas tuberías más…). Nunca es nada relevante, cosa que no deja de sorprender porque si uno toma los libros de cronistas latinos, encontrará que la Península Ibérica era para los romanos poco menos que Hollywood, mientras que Britania era unas tierras más, al norte…y resulta que en España, que ha proporcionado tres emperadores a Roma, a cada cual más importante, los arqueólogos solo sacan “unas casas más”, “unos hornos más”, “una factoría de Garum más” mientras que en Britania todo lo que aparece, poco menos que redescribe la historia: una escuela de gladiadores, un sistema de fortines romanos intercomunicados, basura romana con restos de tablillas que contienen cartas que se escribían los legionarios en los confines del imperio (en el muro de Adriano, emperador español, por cierto…). Pero es que la protección que Gran Bretaña ofrece a su patrimonio es todo lo opuesto que en España. Si allí se sabe que un bloque de edificios descansa sobre un yacimiento medianamente importante, o se echa abajo el edificio y se levanta en otra zona de la ciudad, o se quitan las plantas bajas y se acondiciona el yacimiento para su visita. Y resulta ser maravillosa, porque ellos sí saben vender bien su patrimonio y se les nota el orgullo que tienen de él.

Si suelto toda esta perorata es porque me han enviado un vídeo donde un joven sale pidiendo movilización ciudadana para evitar que el yacimiento tartésico de La Joya lo destruyan pues el ayuntamiento de Huelva quiere urbanizar sobre él, construir bloques de apartamentos. ¿En serio? Para el que lo desconozca –y lo digo porque he escrito dos libros sobre la cultura tartesia, sus ancestros y sus contemporáneos y he sudado lo mío para dar con información relevante - APENAS HAY YACIMIENTOS TARTESIOS QUE ESTUDIAR, que no sean unas hileras de piedras bajas en las murallas de Carmona, o de Niebla, o excavaciones de urgencia efectuada de manera puntual en hallazgos casuales que son pronto enterrados para siempre.

Así que comienzo a estar un poco hasta las narices de la incultura de nuestros políticos, del desprecio de nuestros dirigentes hacia el patrimonio de nuestro país y del pasotismo generalizado de la población, que les deja hacer.

¿En serio se creen que son solo unas pocas piedras desmontadas, un “algo más” de cosas que ya existen? Bien, pues veamos los escasos titulares que escondidos en páginas interiores de los periódicos, se hacen eco de esta destrucción indiscriminada de nuestro patrimonio:


Regresando al salvajismo del ayuntamiento de Huelva, la necrópolis de la Joya es como su nombre indica una auténtica caja de sorpresas, una ventana abierta al maravilloso mundo de todo tipo de lujos y exotismo que para el mundo antiguo era Tartessos. Dice la Biblia que dos veces al año llegaban las naves de Tarsis al Israel del rey Salomón y se las recibía como agua de mayo, pues iban cargadas de piedras preciosas, de artículos de lujo, de productos exóticos… Un poquito de esas maravillas han salido a la luz en las escasas excavaciones llevadas a cabo en la necrópolis citada, que sin duda guarda aún tesoros que ni nos imaginamos. Baste un mero ejemplo para hacernos a la idea, pues aquí se encontró, en una tumba, un carro completo, con el ajuar funerario de lujosa exquisitez, con tapacubos en las ruedas con cabezas de león y colocado en el estante donde debería ir quién controlara las riendas, una caja reforzada en cuyo interior se encontraban los restos incinerados del personaje ilustre que fue enterrado allí. ¿Alguien puede indicarme una tumba similar en toda la protohistoria peninsular? ¿verdad que no? pues esto va a desaparecer para siempre si no lo remediamos. Es una salvajada de tal magnitud como plantearse edificar bloques de pisos sobre el Valle de los Reyes de Luxor. Una canallada que en cualquier otro lugar, ni se hubiera planteado y si lo hacen, motivo suficiente para expulsarlos de su cargo, al tratar de destruir las raíces de nuestra cultura, la joya de la corona. Pero al pueblo le da igual, que es peor.


Por si este atentado a nuestro patrimonio no fuera suficiente, que no se preocupe el lector que tiene más casos, para aburrirse. Aquí va otra bestialidad ocurrida en Córdoba, que ha visto mejor contar con una estación de AVE (tren de alta velocidad) en ese punto concreto, no podía ser en otro, que disponer de uno de los mejores palacios romanos de nuestra Península Ibérica. Será que como tenemos tantos ya, para qué “otro más” (nótese la ironía porque por ejemplo la cuna de emperadores que es Santiponce, a escasos kilómetros de Sevilla, solo poseen muros de escasos centímetros que delimitan lo que en su día fueron viviendas. Y lo proponen para ser patrimonio de la humanidad (la osadía de nuestros políticos nunca dejará de sorprenderme), digo yo, por sugerir algo, que si igual invierten algo más de presupuesto en el yacimiento, se realizan excavaciones serias, se acondicionan las existentes, se reconstruye uno de esos bellos palacios y en fin… SE INVIERTE EN PATRIMONIO, igual hasta consiguen que los propios españoles se interesen por el pasado esplendor que tuvo la Península Ibérica, en lugar de ser un erial lleno de basuras, apartamentos que vender a los turistas y cientos de jóvenes sobradamente preparados para terminar cambiando camas de turistas o sirviéndoles copas. Es patético.

Porque esa es otra, el “algo más”…. Cierto es que, principalmente en la Comunidad Valenciana y Cataluña, hay bastantes yacimientos arqueológicos de la cultura Ibera pero me atrevería a decir que el 80 % de ellos se encuentra sin protección de ningún tipo, expuestos a expoliadores. Y los pocos que han sido excavados, de nuevo resultan ser un erial a pleno solazo, con muros de escasa altura asomando y poco más. El visitante se supone que debe ser capaz de imaginar allí un maravilloso poblado ibérico cuando lo cierto es que dan ganas de decir “pues sí, para ver este secarral, podían construir apartamentos”. ¿No me creen? Tomen dos segundos de su tiempo y tecleen en su buscador de internet “yacimiento de la Alcudia”, quizás el más afamado por ser allí donde salió la Dama de Elche. El chasco que me llevé cuando al fin saqué tiempo para ir de viaje hasta las cercanías de Elche y ver el impresionante yacimiento fue rememorable. Un asco. Un muro aquí…. Otra cosa excavada a unos 500 metros por el secarral… pero eso sí, numerosas estatuas descomunales aquí y allá que supongo que justificaron una inversión monetaria. Y lo que fastidia es que en el museo que allí hay había auténticas joyas. El personal es también sumamente agradable y atento pero el yacimiento es penoso. De hecho, uno va andando y va viendo pequeños agujeritos que pensé que serían de conejos (aunque no había excrementos) y me dijeron que no, que eran de gente que se cuela, con detectores de metales. Estupendo. La lástima es que ese yacimiento debía ser “una troya”, uno de esos yacimientos habitados casi ininterrumpidamente, con cientos de niveles arqueológicos y culturales sobreponiéndose, cual capas de un dulce milhojas. Pero ahí está, olvidado y sin interesar a ningún político de turno para ser excavado y acondicionado para los cientos de visitas que sin duda irían gustosas a verlo.



Déjenme que les enseñe tres imágenes que tomé del impresionante yacimiento de la Alcudia, en Elche, donde se encontró la espectacular Dama de Elche (el yacimiento de la Dama de Baza está igual que este). Al menos debemos agradecer que no lo urbanicen.

 

Igual es algo puntual y tiene esta pinta de solar demolido… vaya usted a saber por qué. Muy bien, vayamos entonces a otro yacimiento que es nombrarlo y resuenan los ecos de los miles de escritos por cronistas de la época relatando lo que allí aconteció, siglos antes del cambio de era: Sagunto.



Tachaaan, ante ustedes los restos de la increíble Sagunto, la ciudad que hizo temblar a Roma, cuando la visité. En el castillo hay un edificio bajo y alargado donde recogen todos los restos de estelas y piedras con inscripciones que van apareciendo mientras se reurbaniza el pueblo, se hacen obras como remodelar tuberías, etcétera. Eso es todo lo que se conserva.

 Dejemos a los cartagineses y romanos y vayamos a los Godos, ¿qué tenemos de ellos, salvo las iglesias visigóticas que milagrosamente nos han llegado?, bueno… necrópolis:


O un yacimiento donde se conserve bien el nivel correspondiente a ellos:



Yacimiento de Recópolis, la capital construida por el rey Recadero. A la derecha, Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete), donde solo se ve la base de la basílica que allí hubo.

Restos puntuales (fíbulas, trozo de puñal, coronas votivas destrozadas y que formaron parte del tesoro de los Godos, cuando saquearon Roma y que contenían restos del saqueo del templo de Salomón por los soldados de Tito, trozos de cerámica gruesa y vulgar que se encuentra en los campos de labor..).Y escasas tumbas antropomorfas excavadas en la roca, que se diseminan por el norte de España y que están expuestas a la intemperie, lluvias, expolios y destrucción deliberada. Con esto, los libros de historia son capaces de decirnos cómo eran, sus costumbres, folclore, cómo vivían… De nuevo, patético.

Pasemos pues a los árabes, los siguientes en invadir la Península Ibérica. Sabemos que con ellos llegó un superviviente de una estirpe que había sido pasada a cuchillo en sus tierras, por cuestiones de religión y aquí echaría a andar una cuna de Ciencias, Cultura y Arte (los Omeyas, también los Nazaríes posteriores siguieron con este tipo de corte con científicos de todo tipo, especialmente en ingeniería civil; y poetas-filósofos). Pues a Dios gracias que tenemos la Alhambra, la mezquita de Córdoba y la Giralda de Sevilla (y ya más dañados, el palacio zaragozano de la Aljafería y los Reales Alcázares sevillanos) porque digamos que no mucho más se puede conservar del esplendor que alcanzaron en su día.



A la derecha, recorte de periódico señalando la destrucción en 2002 de la necrópolis de la dinastía nazarí de Mondújar (Granada), así como de la mezquita que sin duda debió de ser gloriosa, para construir una autopista. Sobra decir que los restos que se tienen de esta etapa y dinastía son escasos e incluso una de las funcionarias del museo arqueológico de Almería me comentó que la cerámica (piezas completas) nazarí son sumamente escasas. Da igual, ¿a quién le importa una necrópolis de una de las dinastías que más hizo por el avance científico y cultural de la Edad Media europea? Por desgracia, lo mismo es extrapolable a la población judía medieval.

Y tantas bestialidades más que se hacen casi a diario contra nuestro patrimonio, sin que nadie proteste. Es penoso. Baste un ejemplo de noticias de 2020 y 2021 (son solo 4 de las varias que he hallado):



Pero no pasa nada porque lo sabemos todo de las culturas que se han ido sucediendo. Sobre ellas se escriben numerosos libros con el total convencimiento de que son del todo conocidas por nosotros así que ¿para qué conservar yacimientos arqueológicos, con lo rentable que resulta destruirlos, para algunos? Mientras, podemos deleitarnos con documentales como los que el Canal Historia exhiben. Pardilla de mí, grabé uno sobre el Camino de Santiago, ahora que estamos en año xacobeo y cuál fue mi sorpresa al encontrarme a varios eruditos, todos ellos de universidades inglesas, hablando del camino español y de la Reconquista, mostrando escenas tan dignas de elogio como hablar de cuándo los musulmanes invadieron “España” y arrasaron a los ejércitos que había, insuficientes para contenernos… y muestran a supuestos árabes cabalgando por una rambla tipo almeriense, cargándose a… ¡templarios o cruzados!, caballeros con tela blanca y cruz roja en su pecho… ¡¡¡en el año 711!!! Cuando los templarios son del siglo XII y la Primera Cruzada de finales del siglo XI. Otra estampa que me encantó es, cuando tratando de vender el Camino de Santiago como una pura invención política para reconquistar la Península Ibérica, muestran una pelea en Asturias… ¡en un secarral tipo murciano! (supongo que los osos irían con cantimplora y un matojo seco delante para camuflarlos). En fin… no puedo contar más porque paré el documental, lo borré y me puse a leer. Así está la cultura española…

Lo triste de todo esto es que no es la primera entrada que hago en el blog denunciando estas atrocidades contra nuestro patrimonio. Y mucho me temo que no será la última. Patético y triste, me reitero.