martes, 14 de junio de 2016

Don Cosme de Churruca y Elorza, marino ilustrado


A finales del siglo XVIII emerge Inglaterra como potencia naval mientras que España desafortunadamente se une en alianzas con Francia, despreocupándose de su Armada, priorizando los ejércitos de tierra y siguiendo así la política de Francia.
         Churruca perteneció al reducido grupo de  oficiales, denominados “científicos”, que defendían, además de construcciones de nuevos barcos con diseños y estructuras mejoradas, que los oficiales marinos pudieran recibir también una formación científica en las escuelas navales. Argumentaba que, tras tantos años de navegación por todos los mares del mundo, no bastaba para ser un buen marino el carácter intuitivo e intrépido, sino que los conocimientos de hidrología, cartografía de costas y control de la navegación por observaciones cósmicas, eran fundamentales tanto para la navegación marítima y el arte de la guerra como para las expediciones científicas.
 Retrato del marino, junto con un manuscrito de su puño y letra y un instrumento de navegación.
       Fue uno de los marinos que más ha contribuido al desarrollo de nuevas ciencias y técnicas en el seno de la Armada. Su heroica muerte en Trafalgar oscureció su formidable trabajo de cartógrafo y matemático. Dejó como legado el Atlas de la América Septentrional, elaborado en 1792 junto con su compañero D. Joaquín Francisco de Fidalgo, además de numerosos tratados sobre mejora de estructuras de barcos, instrucciones militares sobre disciplina en barcos, estudios sobre tiro y un sinfín de cartas esféricas y planos de islas (Trinidad, Granada, Sabá, San Eustaquio, San Cristóbal, Montserrat, Nieves, Martinica, Las Antillas y Barlovento), así como del canal entre Puerto Rico y Santo Domingo. En la actualidad, al margen del material extraviado, la biblioteca de Churruca en Motrico está compuesta por un total de 140 obras repartidas en 207 volúmenes que incluyen mapas, cartas, atlas y trabajos especializados en navegación, geografía y astronomía.

Placa en la localidad natal del marino. Grabado del joven Churruca y su firma.


D. Cosme Damián de Churruca y Elorza, nació en Motrico(Guipuzcoa) el 27 de septiembre de 1761. Fue el tercer hijo varón de una familia hidalga, siendo D. Francisco de Churruca e Iriondo su padre, y Dña María Teresa de Elorza e Iturriza su madre. Creció rodeado de objetos e historias del ilustre marino de Motrico D. Antonio de Gaztañeta e Iturribalzaga, militar, ingeniero y constructor naval de gran influencia en la localidad y posiblemente también en la vocación del niño Churruca. En 1771 estudió en el Seminario Conciliar de San Jerónimo de Burgos con el objetivo de prepararse para el sacerdocio, al igual que su hermano mayor, Juan Pascual. Sin embargo al segundo año de estudios en Burgos, se despertó su fuerte vocación marinera al conocer, durante una visita al palacio del arzobispo Rodríguez de Arellano, a su sobrino, oficial de marina, lo que le condujo a hablar con sus padres para iniciar su carrera en la milicia de marina. El padre utilizó toda su influencia para que ingresara en la Compañía de Guardiamarinas de la Academia de Cádiz, lo que consiguió en 1776 tras superar el examen de acceso, gozando durante seis meses del ambiente vivo y cultural de Cádiz. En aquella época era la ciudad más cosmopolita del país que, tras el traslado de la Casa de Contratación y el Consulado, se había convertido en un puerto internacional al que acudían agentes comerciales de todo Europa en busca de contratos y negocios con Las Indias. Allí Churruca adquirió soltura en sus relaciones y fue perfilando su carácter. Tras aprobar la aritmética decidió, junto con los compañeros del norte de España, proseguir sus estudios en la escuela naval recién inaugurada de El Ferrol, donde comenzó sus estudios técnicos con tan sólo quince años y que superó con muy buenas notas, comenzando tras dos años de estudio, las prácticas en el mar. En octubre de 1778 se embarca, con el grado de alférez de fragata, en el “San Vicente, mandado por D. Francisco Gil y Lemus y perteneciente a la  escuadra del  general D. Antonio de Arce. Pronto el joven Churruca destacó por sus dotes de mando y, sobre todo, por su afición a la maniobra; cuando se encontraban en riesgo frente a fuertes tempestades el joven marino asumía voluntariamente el trabajo de maniobrar el barco. Llevado por su fama, el teniente general Ponce de León, sustituto de Arce, lo tomó como ayudante personal, puesto que ocupó hasta diciembre de 1781, cuando por orden del General D. José de Mazarredo fue trasladado a la fragata “Santa Bárbara”, al mando de D. Ignacio María de Álava, con la que intervino en el sitio de Gibraltar.
          Entretanto la guerra entre Francia e Inglaterra parecía inminente, por el apoyo francés a las “trece colonias” norteamericanas que peleaban por emanciparse de Inglaterra. Los lazos de sangre entre las familias reinantes española y francesa hicieron que España apoyara a Francia, lo que aceleró la construcción de navíos españoles y la demanda de guardiamarinas con buena formación. España prestó una ayuda fundamental a los rebeldes norteamericanos para derrotar a los ingleses (más detalle, ver aquí). Consumada la derrota, España llevó a cabo algunas acciones para recuperar Gibraltar, comenzando el asedio en diciembre de 1781, en el que participó  brillantemente Churruca. España utilizó en el  ataque baterías flotantes, fracaso total, que fueron incendiadas por los proyectiles incendiarios de los ingleses. Al ver el desastre Churruca acudió en socorro de los soldados de las baterías con el bote de la fragata, para rescatar a las tripulaciones entre al fuerte cañoneo inglés y las peligrosas explosiones de baterías que ardían y saltaban hechas astillas. Para hacerse idea de la tragedia, ese nefasto día los españoles tuvieron más de 1000 bajas, y no fueron más por la actuación extremadamente arriesgada de Churruca. 
 Tras la firma de la paz en noviembre de 1783, volvió a Cádiz, donde tuvo noticia de la impartición en la Escuela de El Ferrol de un curso avanzado de matemáticas, mecánica y astronomía para oficiales avezados. Lo solicitó y lo aceptaron con el curso comenzado. Pronto se puso al día, convirtiéndose en el mejor alumno, de forma que lo eligieron para sustituir a profesores que debían ausentarse, impartiendo clases de aritmética. En febrero de 1787, dio una clase magistral de matemáticas, mecánica y astronomía, arrancando el aplauso general del auditorio. Era la primera vez que se daba una clase de este tipo.

Lámina del navío “San Juan Nepomuceno”, gemelo del “San Francisco de Asís” (construido en los mismos astilleros). Retrato del brigadier con “el Nepomuceno” tras él.

Ese mismo mes, se encarga al capitán de navío D. Antonio de Córdova, al frente de los paquebotes “Santa Casilda” y “Santa Eulalia”, completar los estudios cartográficos del estrecho de Magallanes, que habían comenzado en 1785. Al enterarse Córdova de la existencia de nuevos oficiales preparados en esas ciencias, reclamó para la misión a D Ciriaco Ceballos, teniente de fragata, y  a D. Cosme de Churruca, teniente de navío. Zarparon de Cádiz el 5 de octubre de 1788. Iban a realizar también los estudios hidrográficos de la zona. Este viaje aportó a Churruca la experiencia y conocimientos prácticos que necesitaba; tuvo que navegar y hacer mediciones con fuertes vientos y terribles tempestades. Volvió muy agotado y desnutrido pero con un Diario con anotaciones muy interesantes del que salió su primera publicación: “Apéndice al Primer Viaje de Magallanes”.
A pesar de su agotamiento no dejó de trabajar; en junio de 1789, aún convaleciente, se incorpora al Observatorio de San Fernando, hasta que el malestar le pudo, teniendo que tomar un descanso. En 1790 se le nombra ayudante del Mayor General de la escuadra del Teniente General don José Solano, en defensa de la actuación de los barcos españoles que habían expulsado a los buques ingleses en la zona de Nutka en el estrecho de Fuca, norte de Norteamérica, ya que habían desembarcado allí para cazar sin pedir permiso a España. En prevención de la posible declaración de guerra con Inglaterra, zarpó en una escuadra compuesta por 42 barcos con rumbo al canal de la Mancha, sin llegar al enfrentamiento, al firmarse un acuerdo con Inglaterra. Tras el regreso de la flota a Cádiz, Churruca se reincorporó al Observatorio de San Fernando sin estar recuperado de sus dolencias. Los compañeros lo convencieron para pedir licencia, regresando en 1791 al hogar materno, donde pudo recuperarse completamente con los cuidados de su madre. 
El ministro D. Antonio Valdés propuso poner en marcha una nueva expedición científica por el océano Atlántico como complemento a la que años antes había salido hacia el Pacífico al mando de Malaspina y Bustamante, formada por dos secciones, una de las cuales debía recorrer las islas y costas del golfo mejicano y la otra el resto de las costas del continente hasta el sur, con el objetivo de editar el atlas de la América septentrional española. Ante este gran trabajo científico se ofrecieron muchos voluntarios y se utilizaron muchas recomendaciones, pero don Antonio Valdés no quería errores, por lo que pidió ayuda al teniente general D José de Mazarredo,  diseñador de la expedición, que impuso para el mando de la expedición a Churruca, que entonces tenía treinta años, desechando a marinos con mayor graduación y más experimentados. Churruca, con los bergantines “Descubridor” y “Vigilante”, se encargaría de las islas, y su recomendado compañero D. Joaquín Francisco Fidalgo, al frente de “Empresa” y “Alerta”, se encargaría de las costas. Salieron de Cádiz en junio de 1792 –Churruca tres días antes- previendo una duración de 6 años. El reto científico era grande, había que cartografiar, hacer mapas y editar cartas de navegación de toda la zona. El viaje fue duro, pero muy bien aprovechado por el buen mando y la decisión de Churruca; fue necesario entrar varias veces en diferentes puertos para suplir a los expedicionarios muertos, enfermos, o simplemente desertores. Tres años y cuatro meses después se ordenó regresar a Cádiz ya que algunos científicos fallecidos de la expedición eran difíciles de reemplazar. El mismo Churruca estaba muy enfermo. Se analizaron los logros conseguidos y al comprobar que se había cubierto más del 90% de las expectativas se dio por finalizada la expedición.
Tras breve tiempo para recuperación y tras la puesta a punto entre Churruca y Fidalgo, hubo una reunión de Churruca con Valdés para fijar los métodos de publicación. Tras un duro trabajo de selección y preparación, cuando se iba a publicar muere el ministro y, a pesar de que los resultados de la expedición eran conocidos por las sociedades científicas de Europa, se ordena el archivo de los trabajos. Churruca escribe a Mazarredo en los siguientes términos: “unas costas que son más conocidas por las demás naciones que por la española, éstas se deben instruir si se quiere que defendamos nuestros establecimientos ultramarinos; y si han de sumergir en un archivo los resultados de una expedición tan costosa ¿para qué se han hecho tales gastos?”. Sólo se publicaron en el extranjero algunas cartas esféricas de la expedición, así como el Almanaque Náutico.

          En febrero de 1797, Churruca fue elegido por D. José de Mazarredo  como Mayor General de la escuadra a su mando, “ya que -en palabras suyas-  quería tener a un verdadero marino para el puesto”, otorgándole el mando del navío “Conquistador”, muy deteriorado en armamento y tripulación, algo muy normal en la Real Armada en aquella época, pero Churruca demostró que con coloquios y disciplina podía cambiar la mentalidad de la dotación; en pocos meses el buque pasó a ser la envidia de la Armada Española. Zarpó la escuadra con rumbo al puerto francés de Brest, donde el 9 de agosto de 1799, quedó anclada. Aquella inactividad la aprovechó para escribir “Instrucción militar para el navío Conquistador“, publicada ese mismo año y repartida entre todos los comandantes de la Real Armada para su aplicación. Pidió permiso para visitar el observatorio astronómico, el depósito hidrográfico y otros establecimientos científicos de Paris, donde se entrevistó con los científicos franceses, que lo admiraban. Enterado Bonaparte, Primer Cónsul de Francia, se entrevistó con él, ofreciéndole extremadas muestras de aprecio y regalándole un maletín con sus armas personales y un sable de honor. 

En Brest, en 1793, Churruca dejó huellas de su ingenio. Al solicitar un barco para reconocimiento de los fondos del puerto, el general de la escuadra francesa ordenó que entrase en uno de los diques un buque de guerra para ajustarlo. El jefe de ingenieros prepara unos piques para ajustar su quilla en la forma conveniente para que cuando se retire el agua quede perfectamente apuntalado, evitando el quebranto de la quilla. Churruca solicitó al ingeniero Guignard que le explicara cómo conseguía el equilibrio en función de las medidas del barco; el ingeniero negó la explicación, señalando que era un “secreto guardado por siglos” Churruca sacó su amor propio ante la estúpida respuesta y se encerró en su camarote. A la mañana siguiente mostró al francés una fórmula matemática que, desde entonces, se emplea fácilmente  para realizar esa operación. Se publicó en 1804.

 


Placa en honor a D. Churruca en el Panteón de los Marinos Ilustres de San Fernando, placa en honor a D. Federico de Gravina en la casa donde falleció y placa en honor a los caídos en la Batalla de Trafalgar (Cádiz).

De vuelta a Cádiz publica un “Tratado de puntería para la artillería de Marina”, recibido con mucha satisfacción por el mando. En 1804, le conceden el mando del navío de línea “San Juan Nepomuceno”. En la primavera de 1805 se casa con Doña Mª Dolores Ruíz de Apodaca hija del brigadier D. Vicente Ruíz y sobrina del Virrey de México, D. Juan Ruíz de Apodaca. En Agosto de ese año ya está al mando de su navío, que forma parte de la escuadra española al mando del Almirante D. Federico de Gravina, que formaba parte de la escuadra combinada franco-española al mando del inepto almirante francés Villeneuve, bloqueada en Cádiz por la escuadra inglesa del almirante Nelson. Churruca mostró su descontento, por escrito, por el nulo servicio que podía prestar en una escuadra bloqueada en puerto, solicitando traslado de destino.
El 21 de octubre el almirante francés Villeneuve decide sacar del puerto a los 33 navíos (15 españoles y 18 franceses) para enfrentarse a los 27 navíos ingleses por el dominio del estrecho, en contra de la opinión de Churruca, Gravina y de Dionisio Alcalá Galiano, altos mandos españoles, que sabían que la flota inglesa estaba mejor situada, con el viento a su espalda que le permitía rápidos movimientos. Por el contrario, la flota española tenía el viento en contra, que la dispersaría y añadiría graves dificultades a la maniobra. Estos mandos señalaban que debían ser los ingleses los que atacaran porque así perderían su ventaja. No se tuvo en cuenta. El día antes, Churruca preparó a los suyos, indicándoles lo difícil de la empresa, señalando que había que utilizar todo el coraje y arrojo de la tripulación ya que no admitiría rendición, de hecho escribe a su hermano despidiéndose: “Si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, di que he muerto”.




Últimos momentos de D. Cosme de Churruca, dando órdenes mientras se desangraba, combatiendo contra seis barcos ingleses. Óleo recogiendo la batalla del “San Francisco de Asís” contra cuatro fragatas inglesas. Abajo, cuadro sobre la batalla de Trafalgar con el “San Juan Nepomuceno” en el centro, resistiendo los cañonazos enemigos.

Al salir del puerto, la armada combinada formó una línea demasiado alargada,  para intentar envolver a los barcos ingleses, acción difícil con el viento en contra; la armada inglesa se lanzó en punta de flecha al centro de la formación, rompiendo la línea y fraccionar en dos la escuadra hispano-francesa, ganando así una enorme superioridad. Muchos barcos españoles fueron desplazados por el viento y cinco barcos franceses huyeron de la batalla.

Muchos barcos aliados se enfrentaron en clara inferioridad numérica a los ingleses mientras algunos compañeros el viento los había alejado del combate. El “San Juan Nepomuceno” de Churruca tuvo que combatir contra seis navíos ingleses, a los que puso en serios aprietos gracias a la habilidad de Churruca, que estando dirigiendo el combate desde el puesto de mando, una bala de cañón le arrancó la pierna derecha por debajo de la rodilla. Churruca ordenó que trajeran un cubo con harina y allí metió el muñón sangrante para mantenerse en pie, en su puesto, e incluso siguió arengando a sus soldados para seguir combatiendo a pesar de que la batalla estaba decidida. Murió  desangrado 3 horas después. Se comenta que no hubo una queja y que se mantuvo firme hasta el final. De hecho, ordenó clavar la bandera de su barco para que no fuera arriada tras el abordaje inglés en señal de rendición




Retrato de D. Francisco Acebo, capitán de “El Montañés”, fallecido en la batalla de Trafalgar. Bandera del “Príncipe de Asturias”. Bandera del “San Ildefonso”, conservada en una sala del Museo Naval de Greenwich (Inglaterra) y que permite hacerse una idea de la envergadura de los navíos españoles.


         Protagonizó una curiosa anécdota después de muerto; tras el abordaje, los seis capitanes ingleses solicitaron al oficial de mayor rango del “San Juan Nepomuceno” que entregara, como era tradicional, la espada del capitán vencido a aquél de ellos que hubiera derrotado a Churruca. En ese momento, para sorpresa de todos, el español les respondió que deberían romper la espada en seis trozos pues, de haber atacado uno a uno, no habrían vencido nunca a su comandante.

Placa en Palermo (Italia, ciudad natal) en honor a D. Federico de Gravina. Imagen de un atardecer en el cabo Trafalgar (Cádiz).

Con su muerte, España perdió uno de los mejores marinos de su tiempo, probablemente el más preparado y el único que tenía conocimientos geográficos comparables a los  mejores marinos de la época.


Fotografía de la época del destructor español Gravina (1939-1963), de la “clase Churruca” (nombre tomado del primer destructor de la serie, construido en 1927 y llamado en honor al protagonista de nuestro artículo), construido en Cartagena (Cádiz, España). Fueron destructores tan admirados y eficientes, que son muchos los especialistas que tildan a esta clase (con 16 buques) como los mejores de Europa. Países como Argentina requirieron buques de este tipo para su propia Armada.

 


58 comentarios:

  1. Trabajo muy interesante. Le agradecemos que siga homenajeando a hombres que lo dieron todo por España.

    ResponderEliminar
  2. Enhorabuena por su artículo y por su interés e iniciativa en rescatar del olvido hombres de cuyas gestas y vida muchos de nosotros nos sentimos agradecidos y orgullosos. Un buen ejemplo.

    ResponderEliminar
  3. Admirable trabajo el que ha realizado de D. Cosme de Churruca; resume muy concretamente la realidad de lo que fue la batalla de Trafalgar. Una pregunta, ¿qué pasó en Nutka?. Nuestra admiración.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario Sr. Herrera y déjeme remitirle para responder su duda sobre el incidente hispano-inglés en Nutka, a la respuesta dada (en la entrada sobre el Lago Español) a los señores P. Rodríguez y De la Seca. Saludos.

      Eliminar
  4. Nos ha gustado su trabajo, Valeria. ¿Se puede decir que en Trafalgar perdió España el poderío naval?. Estamos completamente de acuerdo con usted en que aliarnos con el francés fue nuestra auténtica desgracia. Felicidades.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por sus palabras, Sr. Uribe. La derrota de Trafalgar no menguó el potencial naval español que tuvo antes de la batalla, de hecho recuperaron pronto los barcos perdidos. El daño fue más en la autoestima de la armada. Se perdieron brillantes jefes en la lucha y esa seguridad que España tuvo en los mares se fue diluyendo, no por efectivo sino por mentalidad. No se encajó mentalmente el golpe sufrido, lo que unido al malestar de los mandos con el gobierno que tomó decisiones absurdas, sobre todo con Godoy, y después con Fernando VII que separó a todos aquellos brillantes oficiales que habían peleado junto al francés sin entender que lo hicieron por orden y no por convicción, supuso un deterioro de la operatividad de la armada. Un saludo.

      Eliminar
  5. Muy valiente y muy buen trabajo. Todos hemos salido ganando.

    ResponderEliminar
  6. Ha realizado un trabajo muy serio y completo de D. Cosme de Churruca. Un marino vasco ejemplar y admirable como D. Blas de Lezo. Es una pena que no sean todos iguales por allá. Una postura muy valiente.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por sus comentarios, Sres Rodri y De la Seca, y comparto con Vds la valentía y el honor de D. Cosme. Saludos.

      Eliminar
  7. Ha sido un artículo serio y meticuloso, aunque podía haber profundizado un poco más en los trabajos que publico tras su viaje a ultramar y su importancia para la marina española. No obstante, nos ha gustado. Debemos felicitarles.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario, Sr. De la Concha. Echaba de menos su exigencia y su deseo de conocer más de los ilustres marinos españoles. Ya me acostumbré. Un saludo.

      Eliminar
  8. Buen trabajo, Valeria. Muy instructivo, didáctico y sobrio. Una duda, ¿se conocieron Malaspina y Churruca?.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario Sr. Asensi. Paso a responder su pregunta. Churruca, Malaspina, Bustamante y tantos otros marinos ilustrados formaron parte del denominado marinos “científicos” y fueron compañeros de estudios en la Escuela de Guardiamarinas de Cádiz. Un saludo.

      Eliminar
  9. Admirable artículo, Valeria, aunque un poco más estricto que de costumbre. Me ha gustado completar el conocimiento del Brigadier Churruca, tenía algunas lagunas pendientes. Un placer leerte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por sus palabras. La verdad que sí es algo más estricto que los publicados hasta ahora, Sr. Sarmiento, pero es que en Trafalgar confluyen a mi parecer varios factores históricos que deseaba analizar. El primero es que desde mi punto de vista, la batalla no fue tanto una victoria inglesa (por mucho que se haya hecho de ella el motivo para la principal plaza de Inglaterra) sino una derrota nuestra. Es sabido que la estrategia francesa fue absolutamente errónea (tanto en la formación como en la disposición de los navíos, gran parte de ellos arrastrados por los vientos que imposibilitaron que entraran en combate) y que parte de la flota, francesa, salió huyendo abandonando a los españoles a su suerte. Veo muchos paralelismos entre Trafalgar y la batalla del Guadalete cuando el último rey godo, Don Rodrigo, confió su potente caballería al bando que conspiraba contra él (partidarios de Witiza), abandonándolos en plena batalla y decantando así el triunfo a favor de los musulmanes. El segundo aspecto a destacar era que en ese momento los marinos se convirtieron en auténticos hombres de Ciencia y Churruca es un claro ejemplo. Lástima que surgieran estos hombres cuando la Marina estaba ya en franca decadencia. Ahora bien, hace poco tuve un interesante debate al respecto ya que creo que estos hombres de Ciencia los hubo siempre en nuestras expediciones, sólo que nunca se ha reconocido porque eran judíos conversos, muy ilustrados, pero con la lacra judía que absurdamente se le dio tras el Medievo (y no digamos en la Segunda Guerra Mundial) empañando e impidiendo reconocer que muchos personajes destacados de nuestra sociedad estaban sobradamente versados en las artes y las ciencias por ser hebreos o musulmanes. Tal es así que ya tengo un par de personajes en mente en los que centrarme en próximas entradas de mi blog, con este propósito. Gracias por sus palabras. Un saludo.

      Eliminar
  10. Nos agrada que siga en la línea de rescatar del olvido general a grandes hombres. Un trabajo serio y ejemplar. Nos gusta como enfoca los temas, facilita el debate. Felicidades.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por sus palabras, Sr. Serna. Me agrada que el artículo sea un motivo de debate entre sus compañeros.
      Un saludo.

      Eliminar
  11. No conocía las expediciones científicas de Churruca, sólo conocía su heroismo en la batalla de Trafalgar. ¿Cómo permitió Carlos III, con los grandes marinos que había en España, que un franchute inutil mandara la escuadra aliada en Trafalgar?. Siempre ocurre lo mismo.

    ResponderEliminar
  12. Un artículo serio e interesante, aunque tengo una pregunta, ¿qué pintaba la armada española en el puerto francés de Brest?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenas tardes, Sr. Carrión, la armada española acudió a Brest siguiendo las órdenes de Napoleón que pretendía que los barcos españoles estuvieran controlados (y frenados) en los puertos de su influencia. Un saludo.

      Eliminar
  13. Un trabajo muy adusto y sensato sobre D. Cosme. Estoy de acuerdo con Ud sobre la mala y desastrosa compañía que ha sido siempre para este país Francia. ¿A quién se le ocurrió unir nuestras fuerzas a las de ellos? ¿tan inútil era el gobierno?. Excelente trabajo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por sus palabras, Gutiérrez M.V. y Juan de Dios. Los pactos familiares de la familia Borbón hizo que ambos países vecinos formasen una alianza con el interés común de frenar a Inglaterra (y aliados). Con la entrada de Napoleón en el juego, hubo en el gobierno simpatizantes del militar francés porque se pretendía con ello un doble juego: unir fuerzas contra el inglés y evitar un posible enfrentamiento Francia-España. El problema fue que nuestro monarca no pasó de ser un mero títere del francés. Un saludo.

      Eliminar
  14. Me ha dejado un tanto desmoralizada su artículo. Lamento que tan grandes hombres tenga ese final, aunque heroico e ilustre. He percibido un artículo más serio de lo normal, veo que también es sensible a las grandes historias. ¿Sabe si hay un Museo Churruca en el país vasco?. Mis felicitaciones por su artículo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenas tardes, Isabel. El Museo Naval de San Sebastián tiene varios retratos del brigadier Churruca. Aparte, suelen llevar exposiciones itinerantes relacionadas con la mar. Y además, las publicaciones que realizan periódicamente, tienen la cortesía de subirlas en formato pdf a la web para que se puedan descargar gratuitamente. Un saludo.

      Eliminar
  15. Antonio José Benitez15 de junio de 2016, 12:10

    Muy serio y completo el artículo sobre Don Cosmes Damián de Churruca y Elorza. Me ha servido para completar biografía porque no conocía su intervención en el intento de recuperar Gibraltar. Es interesante tener una persona tan polifacética como usted que tan bien domina la historia. Un trabajo escrito muy bueno.

    ResponderEliminar
  16. A los Sres Peña, Barro, Sarmiento y Benítez. Les agradezco sus comentarios y comparto su satisfacción de recuperar del olvido patriotas ilustres.

    ResponderEliminar
  17. He leído su artículo y aunque me ha parecido serio me parece estúpido que arremeta contra el Almirante Villeneuve y lo responsabilice de una derrota que se debió más a la superioridad inglesa. Pienso que la opinión que los españoles vierten contra Villeneuve es innecesaria y solo persigue manchar su nombre, y el de Francia, cuando ya había demostrado su valía como marino. Desearía que leyera su biografía y reconsiderara su opinión. Eso espero.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario, Sr. Alain, aunque entenderá que no lo comparta. No sé que conoce Vd. de la biografía del almirante Pierre Villenueve, pero le aconsejo que acuda Vd a otras fuentes, porque le veo un poco perdido. Déjeme que le refresque algunos hechos. Como leerá en mi respuesta al Sr. Souza, antes de Trafalgar, en Finisterre se midieron ambas escuadras, venciendo la inglesa del almirante Calder. En el informe de la intendencia de Napoleón se puede leer que la derrota se debió a “la desidia y al mal gobierno del comandante de la escuadra aliada Sr. Villeneuve”. Tras leer dichas conclusiones, Napoleón no tuvo reparo en valorar la batalla con las siguientes palabras: “Los españoles se han portado como leones”, pero del almirante Villeneuve sólo dijo insultos e improperios. Después de lo ocurrido, la armada inglesa subió hacia Inglaterra para proteger sus costas, mientras la aliada se refugiaba en La Coruña. Napoleón le ordenó a Villeneuve que pusiera rumbo a Brest, pero el almirante francés, conociendo que cerca estaba la armada inglesa, desoyó la orden tajante del emperador francés y huyó en sentido contrario hacia Cádiz (¿miedo a los ingleses del almirante?). Ya en Cádiz, permitió que volviera la armada inglesa y que se posicionara con el viento a favor y cuando “el brillante” almirante Villeneuve se enteró que llegaba un correo enviado por Napoleón con su cese inmediato, no hizo otra cosa más disparatada que salir, con el viento en contra, a enfrentarse a Nelson, en la batalla de Trafalgar (en 1805), desoyendo las opiniones contrarias de Churruca, Gravina, Escaño y Alcalá-Galiano.

      No digo con ello que los españoles hubiéramos ganado la batalla, de estar a su mando un auténtico marino como alguno de los nombrados, pero lo que le puedo asegurar es que no lo hubiera tenido tan fácil Nelson. Recuerde que en el intento de la conquista de Tenerife por Nelson, en 1797, el General español D. Antonio Gutiérrez (al mando de un grupo reducido de soldados, pescadores, labradores y artesanos) derrotó a Nelson, que atacaba con 9 barcos de guerra y 3700 soldados. Allí perdió el inglés el brazo derecho y 800 hombres. No se puede decir nada parecido de su almirante francés, ya que la única vez que se enfrentó a Nelson en Abukir, Alejandría, se llevó una sonora derrota y lo que fue peor, Villeneuve controlaba la última fila de barcos de las tres filas que expusieron los franceses, formada por aquellos cuatro barcos que huyeron tras la embestida inglesa sin socorrer a sus compañeros.

      Por tanto, no tilde de invención española lo que es una realidad reconocida por la mayoría de los historiadores serios y vea que por buena voluntad no hablo de los cinco bergantines franceses que no presentaron batalla en Trafalgar y huyeron hacia Francia. Si no los encontró por allí es porque no llegaron; unos barcos ingleses los hundieron antes de llegar a La Coruña. Tampoco doy mi valoración al hecho de que cogieran vivo a Villeneuve y lo hicieran prisionero en Trafalgar. No cogieron vivo a ningún alto mando español. Tampoco quiero comentar sobre su muerte, sólo señalar que tras la suertuda liberación Villeneuve marchó hacia París para dar explicaciones a Napoleón. No llegó. El 22 de abril de 1806 lo encontraron muerto con varias puñaladas en una sucia habitación de un hotel, en Rennes. La investigación dictaminó suicidio. ¿Una heroica muerte?. Si observa algún error en lo que le digo, le ruego que me lo traslade y lo corregiré. Saludos.

      Eliminar
  18. Me ha agradado su trabajo, aunque no entiendo cómo marinos de la talla y experiencia de Gravina, Chrruca, Alcalá-Galiano, Moyna.... permitieron que se encerrara la flota en Cádiz. También quiero recordarle que tiene una deuda pendiente con la historia de los navegantes portugueses.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario, Sr. Souza y paso a responder sus dudas. Una vez que se firmó la coalición Franco-española contra Inglaterra, D. Cosme, al mando del navío en línea San Juan Nepomuceno, buque de dos baterías y 74 cañones, se encontraba en el puerto de El Ferrol adiestrando a la tripulación. El Jefe de la escuadra española, el capitán general D. Federico de Gravina, lo mandó llamar asignándole un puesto de honor en la vanguardia de su escuadra. Como siempre, lo hizo brillantemente. En Cádiz estaba la escuadra francesa, al mando del almirante Villeneuve, junto con la española. Había recibido la orden de atraer al sur, lejos de las costas inglesas ante una eventual invasión de Napoleón, a la armada inglesa, además de querer controlar la entrada al Mediterráneo. Napoleón había puesto al frente de ambas armadas al almirante francés sin que el rey español ni su secretario, Sr. Godoy, hicieran nada por evitarlo. Para atraer a la armada inglesa, la armada aliada se dirigió a la Martinica, entonces en manos inglesas, donde se apoderaron del fuerte, del peñón del Diamante y de un convoy inglés. Creyendo que se había retirado la escuadra inglesa de Europa, volvió hacia Francia para realizar la invasión francesa de Inglaterra. A la altura del cabo de Finisterre, la escuadra aliada se encontró con la inglesa dirigida por el almirante Calder que obtuvo la victoria gracias a la anarquía de la escuadra francesa, con lo que voló la posibilidad de invasión de Napoleón. Después Villeneuve puso rumbo a Cádiz en contra de la orden de Napoleón que le ordenó subir a Brest y ya en Cádiz, permitió que llegara la flota inglesa de Nelson. También le digo que no he olvidado el artículo sobre los admirables navegantes portugueses. Deme tiempo, lo tengo en “tareas pendientes”. Saludos.

      Eliminar
  19. Excelente trabajo, Valeria. De lo que dice sobre la amistad de Churruca con los franceses en París y del homenaje de Napoleón me sorprende porque creo recordar que D. Cosme mantuvo una batalla contra barcos franceses en Martinica ¿me equivoco?. Mis felicitaciones.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario, Sr. Rodríguez. La pregunta que hace es correcta. Cuando D. Cosme comandaba los bergantines Descubridor y Vigilante en su expedición científica de 1792 por el Atlántico, donde levantaba mapas cartográficos de las Antillas y de las islas de Sotavento, se encontró en medio de la guerra franco-española por las posesiones españolas del Caribe. Aparcó las labores científicas y participó brillantemente ayudando en la victoria, en la batalla de Martinica defendiendo los intereses españoles. Le valió el ascenso al grado de Capitán de Navío. Saludos.

      Eliminar
  20. Muy interesante su trabajo, Valeria. Aunque me gustaria que me respondiera a una cuestión, ¿el ascenso de Churruca se debió en parte a su actuación al frente de la fragata Santa Barbara en Buenos Aires?. Gracias

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario, Helena. El suceso que señala de la fragata Santa Bárbara ocurrió en 1783, cuando Churruca hacía las prácticas de mar recién salido de la Escuela Naval de Guardiamarina. Sirvió para demostrar la gran iniciativa y alta cualificación que tenía el joven Churruca. No ocurrió rumbo a Buenos Aires, sino al vecino Montevideo. Navegaba la fragata en medio de un temporal que hacía impreciso los cálculos del piloto. Por la afición de Churruca a maniobrar los barcos, vigilaba de cerca la derrota del buque, cuando reparó en que los cálculos realizados por el piloto tenían errores interviniendo rápidamente en la maniobra y evitando el naufragio de la fragata. Esto le ayudó a que fuera altamente valorada su capacidad y entre el mando pronto se habló del guardiamarina, facilitando su proceso de aprendizaje. Cuando volvió a puerto se enteró que había comenzado en la Escuela Naval de El Ferrol un curso sobre una nueva materia marina: las matemáticas. Solicitó asistir al curso y a pesar de que a estaba comenzado y de que no había plaza, se le creó un hueco como “ayudante de guardiamarina” para que asistiera el innovador curso. Saludos.

      Eliminar
  21. Trabajo muy intenso el suyo, Valeria, y más aún el complemeno que le da con sus ajustadas respuestas a los diferentes comentarios. Amplíelo un poco más: en la batalla de Trafalgar el navio en línea "San Juan Nepomuceno" de Churruca, entiendo por lo que dice, que no fue hundido a pesar de ser atacado por seis navios ingleses ¿qué fue de él?. Hizo D. Cosme mucho daño en los buques ingleses. Mis felicitaciones.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario, Sr Jaime. Paso a responder su pregunta. El navío San Juan Nepomuceno de D. Cosme fue uno de los últimos barcos españoles en rendirse. Inicialmente empezó la lucha contra dos navíos ingleses, pronto se sumaron dos más y terminó luchando contra seis, cuando varios navíos españoles y franceses habían ya abandonado la batalla y se refugiaron en el puerto de Cádiz. Su comandante D. Cosme de Churruca, ya herido de muerte, prohibió a sus oficiales rendirse, clavó junto a él la bandera y ordenó continuar la lucha. Tras su muerte desangrado, su segundo comandante, D. Francisco de Moyna, continuó la batalla con un barco ya muy dañado. Al morir también éste (ya había a bordo 100 muertos y 150 heridos) el oficial de mayor graduación que quedaba detuvo la batalla, siendo abordado por los ingleses.
      Durante la batalla, Churruca mostró una alta precisión en el tiro y un gran arrojo y eficacia en la batalla, ya que los barcos ingleses quedaron muy maltrechos, teniendo algunos de ellos que ser remolcados por otros barcos, a Gibraltar. Tras arrancarle la pierna una bala de cañón, Churruca se mantuvo, sin quejarse, en su puesto de mando dirigiendo la batalla ante la admiración de los ingleses que no acertaban a entender cómo ese oficial seguía al frente de la batalla, herido de muerte. Su navío, desarbolado, fue remolcado a Gibraltar, siendo uno de los pocos botines de guerra que obtuvieron los ingleses. Allí fue remodelado y expuesto a los visitantes. En la puerta del camarote del capitán colgaba una placa con el nombre de Churruca en letras de oro. Terminó siendo vendido y desguazado años después, en 1818.

      Eliminar
  22. Admirable respuesta la que da al francés.

    ResponderEliminar
  23. Un artículo muy apasionante y más serio de lo habitual. Conocía superficialmente la figura de Churruca pero créame que me ha impresionado su historia y su final. ¿fue reconocida su trayectoria y su gesta por su gobierno? ¿o fue un anónimo más como Blas de Lezo?. Entiendo que con esa madera lograran tan inmenso imperio. Muy buena sus respuestas. Un artículo impresionante.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario, Sr Gomes. Con D. Cosme de Churruca no sucedió como con D. Blas de Lezo. Tras su muerte fue nombrado Almirante a título póstumo y se le otorgó el título de Conde de Churruca que, al no tener hijos, pasó a su sobrino. Se elevaron monumentos en su pueblo natal de Motrico (Guipúzcoa) y en El Ferrol (La Coruña) lugar donde estudió. Su figura y los hechos en los que fue protagonista fueron inmortalizados por Benito Pérez Galdós en el primer libro (Trafalgar) de sus Episodios Nacionales. En el Pabellón de Marinos Ilustres de San Fernando (Cádiz) se le recuerda con la lápida mostrada en este trabajo. Pero no sólo le rindieron honores España, también lo hizo Inglaterra. El tiempo que estuvo su barco en Gibraltar, su camarote se mantuvo completamente cerrado, escribiendo en la puerta su apellido con letras de oro y se ordenó a todo aquel que penetrara en su estancia que se quitara el sombrero como muestra de respeto al valor del heroico brigadier español. En las exequias, los ingleses, que le conocían por la fama de su valor y conocimiento, formaron ante el cadáver del malogrado marino, junto con la marinería española para rendirle honores. Y en todos los actos se mostraron caballerosos, magnánimos y generosos.

      Eliminar
  24. Me ha sorprendido su artículo en lo referente a lo que señala sobre la valoración del resultado de la batalla de Trafalgar. Acepto que no la mandaba el Almirante francés de mayor prestigio pero tampoco está comprobado que barcos franceses huyeran de aquella batalla. Probablemente, como indica en su entrada, el fuerte viento desplazó algunos barcos franceses y españoles, pero no se produjo huída alguna. Los marinos franceses se batieron con honor en Trafalgar. No tenga duda de ello.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario, Sr. Berges. Estoy de acuerdo con Vd en que gran parte de los marinos franceses se batieron con honor. No fue baladí que Francia perdiera doce de sus dieciocho barcos, sufriendo más de 5000 bajas en la batalla (3.300 muertos, 1.200 heridos y algo más de 500 prisioneros). Habría además que destacar los comandantes de barcos que se batieron como auténticos colosos. Ese fue el caso del comandante Jean-Jacques Lucas, capitán del navío Redoutable, que estando en minoría de artillería, se enfrentó al buque insignia de Nelson, agrupando inteligentemente al fuego de los cañones, el de los mosquetes de sus soldados de marina. De hecho uno de ellos mató a Nelson hora y media después de iniciada la batalla. Fue el más destacado y valiente de la escuadra francesa y sobrevivió a la batalla.
      También hubo otros que se batieron con honor, de hecho sólo un tercio de los 15.000 franceses volvieron a su país. Pero eso no justifica que hubieran barcos franceses que huyeran de la batalla, posiblemente por la poca confianza que le tenían al inútil almirante jefe francés. Iniciada la batalla, Villeneuve ordena al contralmirante Dumanoir dirigirse hacia el centro para apoyar a Lucas. La respuesta fue que ese contralmirante, en un acto de cobardía, se fue hacia el oeste huyendo con su barco, el Formidable. El Mont-Blanc al mando de Lavillesgris, el Duguay-Trouin al mando de Touffet y el Scipion comandado por Berenguer, huyeron de la batalla rumbo a las costas francesas y fueron apresados por los ingleses a la altura del Cabo Ortegal doce días después de Trafalgar.

      Eliminar
  25. Pasaje muy completo sobre un paisano marino científico excepcional, sin él comenzó la decadencia española, ¿hubo muchas pérdidas de militares y de barcos en Trafalgar?. Hermoso e ilustrado trabajo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario, Sr. Mikel. La verdad es que Trafalgar no significó el fin de la armada española, ya que sólo 15 navíos españoles combatieron de los 45 navíos de tres puentes que formaban la flota de guerra española, y de hecho se perdieron la mitad de los 15. El problema grave venía de antes, de que la flota española que se pudría fondeada en los puertos españoles, durante la Guerra de Independencia contra Francia. Ese fue el verdadero motivo de la decadencia. De hecho, si los aliados hubieran ganado la batalla el resultado no hubiera tenido mucha trascendencia en la guerra contra Inglaterra, ya que se hubiera visto obligada (nuestra flota) a sufrir reparación en Cádiz por no tener los otros barcos totalmente operativos. La decadencia empezó antes, en el momento que Inglaterra, una isla, apostó por la armada para defender sus costas y Francia y España por un ejército fuerte para defender sus fronteras, abandonando el mar. De hecho los ingleses se hubieran podido rearmarse fácilmente de haber perdido la batalla, pues tenían una armada de algo más de 100 navíos de guerra.
      No voy a negar que Trafalgar consolidó el liderazgo de la armada inglesa en la mar, pero eso era sólo cuestión de tiempo, pues a ese país únicamente le importaba su flota. Sus ejércitos en tierra no tenían esa eficacia. Sin embargo, para España, Trafalgar fue más duro de lo que parecía, no tanto por las pérdidas materiales (perdió 8-9 de los 15 barcos y sufrió bajas en la tropa de la mitad de los 12.000 hombres que participaron), sino por el efecto psicológico generado. Se empezó a perder la confianza en las fuerzas armadas. Es cierto que allí cayeron grandes jefes militares. Además de Churruca, cayó el brillante marino cántabro D. Luis Pérez del Camino Llarena o el brigadier cordobés D. Francisco Alcedo y Bustamante al mando del Montañés, el vicealmirante D. Federico Gravina y Nápoli (herido de gravedad al frente del Príncipe de Asturias, murió meses más tarde por las heridas sufridas), D. Cayetano Valdés Flores (capitaneó el Neptuno y resultó herido de gravedad). De los grandes, sólo el almirante cartagenero D. Baltasar Hidalgo de Cisneros (último virrey del Río de la Plata, que combatió heroicamente al mando del navío Santísima Trinidad, el mayor navío de la batalla y que protagonizó uno de los episodios más heroicos al batirse con cuatro navíos ingleses), fue el único que se salvó, aunque sordo, de batalla, participando después en la guerra contra Napoleón. Cierto es que se perdieron grandes oficiales, pero también los perdieron los ingleses, que sufrieron algo más de 2000 bajas, entre las que estaba el mismo Nelson y trece de sus mejores oficiales. Por ello, a pesar de la derrota, la suerte ya estaba echada mucho antes.

      Eliminar
  26. Una entrada muy completa e interesante, así como la calidad de las respuestas que facilita a algunos contestulios. ¿sólo tuvo el almirante inglés Nelson una derrota en su historia naval?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El almirante Nelson fue un marino brillante y excelente que obtuvo importantes victorias en el mar, pero no pudo contar todas sus batallas por victorias. Con los españoles perdió dos batallas, la anteriormente mencionada (en febrero de 1797, en el intento de tomar la isla canaria de Tenerife, frente al General español D. Antonio Gutiérrez) y la segunda la padeció en el intento de apresar una escuadra española en Cádiz, el 14 de julio de 1797. Esta se dio tras el enfrentamiento de una escuadra española con una inglesa, que se saldó con victoria inglesa en la batalla del Cabo de San Vicente. Entonces Nelson preparó el ataque a Cádiz, para apresar a la escuadra española que tras la batalla se había refugiado allí. Entre los días 3 y 7 de julio, Nelson con sus barcos intentó penetrar en el puerto utilizando un intenso bombardeo, mientras que tropas inglesas desembarcaban en la Caleta. Rápidamente el Almirante español al mando de la zona, el ilustre marino vasco D. José de Mazarredo Salazar (que ya había tenido varios éxitos contra los ingleses como, cuando en el año 1779, a la altura de las islas Azores, apresara un importante convoy británico de cincuenta y tres barcos, con mercancías y víveres para su ejército que luchaba contra los independentistas norteamericanos, haciendo prisioneros a 3000 ingleses y pasando a la armada españolas tres de los barcos apresados con los nombres de Colón, Santa Paula y Santa Balbina) atacó a los barcos de Nelson contundentemente con cañoneras españolas, rechazando el ataque inglés y haciendo que Nelson huyera hacia Canarias. Esta victoria fue recogida por el gracejo popular gaditano y transformado en cante por alegrías que decía "¿De qué sirve a los ingleses tener fragatas ligeras, si saben que Mazarredo tiene lanchas cañoneras?.". Nelson no era imbatible.

      Eliminar
  27. Ha realizado usted un trabajo muy serio y responsable de la biografia de D. Cosme de Churruca. Hemos brindado por él. Pero los datos que facilita sobre las pérdidas españolas en la batalla de Trafalgar no coinciden con los que tenemos. Usted señala cifras de baja superiores en los españoles, ¿podría revisarlas?. Un gran artículo con buenas respuestas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario, Sr. De Gracia. Sobre las bajas españolas, el número suele variar si se tiene en cuenta el resultado in situ de la batalla o el global. Si se refiere Vd a los resultados específicos de la batalla, las pérdidas aliadas fueron aproximadamente las siguientes: en la parte española se contabilizaron 1022 muertos y 1383 heridos; curiosamente la mitad de los fallecidos lo hicieron en sólo tres barcos españoles, los que con más fragor pelearon. El barco más grande de nuestra flota, fue el Santísima Trinidad, comandado por D. Baltasar Salazar de Cisneros, que sobrevivió a la batalla. En él fallecieron algo más de 300 españoles. El barco se hundió como resultado del castigo sufrido. El San Juan Nepomuceno, dirigido por D.Cosme de Churruca, donde fallecieron cerca de 200 españoles, destrozado, fue remolcado a Gibraltar. Y el Santa Ana (comandado por el capitán de navío D. José de Gardoqui, donde fallecieron algo menos de 100 españoles), fue rescatado por el navío Rayo y llevado a Cádiz.
      Los franceses se llevaron la mayor parte de las bajas aliadas con 2.220 muertos y 1.155 heridos. Mil muertos se concentraron en la lucha del Redoutable comandado por D. Jean-Jacques Lucas, contra el superior buque insignia de Nelson, el Victory, y dos más que acudieron en su ayuda (un escopetero francés del barco mató a Nelson). Murieron en él algo más de 500 franceses. Lucas quedó vivo. Otros 500 franceses murieron al explotar el Achilles, capitaneado por D. Louis Gabriel Deniéport. Este oficial peleó fieramente en la batalla, contra dos barcos ingleses. Herido de gravedad, se mantuvo en su puesto de combate hasta su muerte. Con todo perdido, continuó la batalla su segundo, que también murió. Tras las andanadas de un tercer barco inglés se prendió la cubierta, cuando los pocos franceses que quedaban vivos eran ayudados por los ingleses a llegar a las barcas, el fuego llego a la santa bárbara y explotó. Estas señaladas cifras fueron los resultados de la lucha en la batalla, aunque no son ni mucho menos definitivas. Muchos soldados de los tres bandos que fueron socorridos en tierra murieron días, semanas o meses después como consecuencias de sus heridas. Con respecto a las bajas, era normal que fueran mayores por parte de los aliados, ya que en el lado inglés todos los que peleaban eran profesionales, no así en el español, ya que tuvieron que recurrir a pescadores, agricultores y otros trabajadores sin experiencia en el mar y sin saber nadar, y aún así todos los informes de los oficiales ingleses resaltaban el gran valor y la gran bravura con que luchaban los españoles.
      Las cifras de bajas inglesas pueden resultar engañosas ya que los barcos ingleses iban siempre con tripulaciones menos numerosas que los aliados. Un barco inglés de 74 cañones podía llevar 550 hombres, mientras uno aliado llevaba 700 hombres. De hecho, hubo navíos ingleses que sufrieron hasta un tercio de bajas, algo a lo que no estaban acostumbrados. Además en sus cifras de bajas no contaron los ahogados ni los muertos por el temporal de los días siguientes.

      Eliminar
  28. Nunca nos hemos aclarado sobre la pérdida de barcos, aliados e ingleses, en Trafalgar. ¿Cuantos barcos se salvaron y cuantos cayeron en mano inglesa? Denos una pista que frene la discusión. Un trabajo muy respetable y magníficas respuestas.Enhorabuena.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario Sr. Arostegui. El número de barcos salvados, hundidos o apresados variaron a lo largo de los días. Los ingleses sufrieron menos pérdidas debido a la táctica de Nelson, que rompió la línea horizontal penetrando por el centro como dos columnas verticalmente en forma de doble lanza, permitiéndole concentrar sus barcos en el centro de la línea de los aliados de modo que contaron con más barcos en la batalla que los aliados. Los barcos aliados de los extremos de la línea de batalla no llegaron prácticamente a luchar ya que el viento en contra y el temporal que venía, los dispersaron y tardaron o no llegaron a tiempo. Por eso hubo otros barcos, los que estaban en el centro de la línea y sufrieron el principal impacto inglés, que tuvieron que luchar contra 3, 4, 5 o 6 barcos enemigos. Con todo, los ingleses sufrieron lo suyo, la fracción de barcos aliados que entraron en la batalla pelearon muy bravos, dañando y desarbolando a un gran número de barcos ingleses. Los más dañados fueron el "Victory", ", "Bellerophon", "Royal Sovereing", "Belleisle", "Tonnant" "Temeraire” y "Africa" que fueron remolcados para evitar sus hundimientos. También "Colossus", "Achilles", "Mars", "Revenge" y "Defiance" fueron duramente desarbolados, tuvieron que preparar velas y aparejos improvisados para poder llegar a Gibraltar. Algunos de ellos tardaron semanas en recorrer las pocas millas que distaban del puerto del Peñón. Hubo otros, los que estaban a la cola de la lanza, que apenas sufrieron daños porque llegaron a la batalla cuando estaba prácticamente decantada. A pesar de la victoria, los botines logrados en ella fueron minimizados por la fuerte tormenta que barrió la zona en los días posteriores a la contienda. Algunos barcos aliados, en muy mal estado y que pretendían remolcar a Gibraltar, se hundieron. Fue tal el desánimo causado por tal resultado que algunos barcos, con pocos daños, salieron a la mar para intentar capturar a algún buque aliado. Lo intentaron con el "Argonaute" francés, capitaneado por D. Antonio Pareja que, en mal estado, se acercaba a Cádiz cuando se vio atacado por navíos ingleses repelidos por los cañones de los fortines de Cádiz. Además la sensación que había en Gibraltar no era muy diferente a la que había en Cádiz. Su flota que había quedado algo menos destrozada que la española, sufrió después los rigores del temporal así que a barcos que en la batalla no habían sufrido mucho daño, la tormenta los desarboló, como Minotaur, el Colossus o el Prince. Todos tuvieron que ser peligrosamente remolcados. Los daños de Trafalgar aumentaron tras la batalla, dando sensación de tragedia. Tras el resultado, lo que pudo ser un paseo triunfal a Gibraltar, se transformó en lo contrario.

      Eliminar
  29. ¡ Que gran hombre y que gran marino fue Churruca ! Esos personajes siempre fueron los tesoros de España. Que poco han aprendido de ellos los nuevos políticos ambiciosos de ahora. Una pena.
    ¿Qué ocurrió en trafalgar con los heridos y los prisioneros de ambos bandos. Un artículo serio y atractivo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario, Sra Rosanna. Paso a responder su pregunta. Inicialmente los ingleses hicieron más de 7.000 prisioneros en los barcos rendidos, pero esta cifra se redujo a menos de la mitad ya que barcos aliados acudieron a liberar a los navíos rendidos para remolcarlos a Cádiz. La mayoría de los prisioneros españoles que quedaron en Gibraltar y que no estaban heridos fueron puestos en libertad a final de mes. Los aliados cogieron a varios centenares de prisioneros ingleses que vigilaban en los barcos rendidos a los españoles, cuando esos barcos fueron rescatados nuevamente por los aliados. En este teatro de captura y contracapturas se dieron escenas muy curiosas. Una de ellas ocurrió con el Santa Ana, al mando del Teniente General D Ignacio de Álava. Fue inicialmente capturado por los ingleses pero posteriormente volvió a ser rescatado por los españoles. Días después el Almirante Colingwood escribía a Álava, muy caballerosamente, indicándole que al haber entregado el español en combate su espada como rendición, era un prisionero de guerra y que, como tal y de acuerdo con las reglas vigentes, debía ser intercambiado por prisioneros ingleses, recordándole que hasta entonces no podría servir ni en las fuerzas armadas españolas. Álava, caballerosamente, le indicó que analizara la espada que el Vicealmirante le señalaba como de su propiedad, para que comprobara que el nombre grabado no era el suyo, ya que era de otro oficial español, por lo que no estaba obligado a cumplir esa norma. Fue el comienzo de una "amistad" por carta entre ambos generales. Afortunadamente los ingleses prisioneros que iban a bordo del "Santa Ana" fueron puestos en libertad, sin necesidad de intercambio.
      El resto de los prisioneros ingleses fueron intercambiados por los españoles, incluso se mantuvieron a los heridos en los hospitales españoles hasta su curación y se ofreció a los ingleses los hospitales de Cádiz para curar a sus heridos, detalle que agradeció el Rey inglés. El gesto fue exaltado con admiración por la prensa británica.
      Todos los españoles, soldados y oficiales, fueron liberados. Los franceses no tuvieron esa suerte. Fueron muchos los que pasaron las guerras napoleónicas hacinados en sórdidos lugares, muriendo por las duras condiciones, muchos de ellos.
      Por parte del rey español, dado el gran valor demostrado por muchos de los combatientes se concedieron muchas condecoraciones, títulos, ascensos -muchos de ellos a título póstumo- y gratificaciones económicas, concediéndose varios meses de paga extra, cosa bastante sorprendente ya que había muchos oficiales que pelearon en Trafalgar, así como tropa, que llevaban 6 meses sin cobrar. Por supuesto, no hubo tales pagos. Algo verdaderamente bochornoso.

      Eliminar
  30. He disfrutado con la historia de ese gran hombre y marino, también con la visión que da de la batalla de Trafalgar, también con los comentarios y más con las respuestas. Ha hecho que sea agradable y claro un tema que siempre me pareció pesado y oscuro. Brillante didáctica y conocimiento, señora.

    ResponderEliminar
  31. No conocía los hundimientos de los submarinos españoles, pensaba que en esos tiempos no tenían. Lo ha explicado muy bien y lo entendí. Una pregunta, cuando habla del submarino B6 señala entre corchetes ¿qué quiere decir con ello?

    ResponderEliminar
  32. He descubierto en su página a ese gran marino español, Churruca. Conocía su presencia y heroicidad en Trafalgar pero desconocia su vida y hazañas personales. Me ha gustado conocerlo y también me ha gustado, y mucho, la explicación capitular que da en sus diferentes respuestas sobre la batalla, y posterior valoración, de Trafalgar. Muy clarificadora.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Adela, por su opinión. Desgraciadamente son muchos los compatriotas españoles que con su vida y sacrificio hicieron grande este país pero que pocas veces se les ha reconocido como los innovadores que fueron. De hecho, en algunos casos, fueron maltratados y condenados al ostracismo. Riesgos de vivir en un país de tribus dónde nunca nos planteamos una empresa común unida.

      Eliminar
  33. Un trabajo completísimo, con muy buenas intervenciones y respuestas. Una pregunta, cuando dice que el Almirante Mazarredo repelió el ataque de Nelson a la armada española en Cádiz, huyendo la armada inglesa hacia Canarias ¿fué cuando Nelson atacó Tenerife y fue derrotado por el General Gutiérrez?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por sus palabras, Sr. Rovira. Respecto a su pregunta, la respuesta es afirmativa. Nelson pretendía aprovechar que la flota española estaba en el puerto de Cádiz y que no podría prestar ayuda a Tenerife ya que la meteorología no favorecía su salida a prestar batalla a la flota inglesa que custodiaba a distancia el puerto gaditano. No contó con la capacidad del general Guttiérrez, al frente de los tinerfeños. Un saludo.

      Eliminar