Debido a que recientemente he
tratado La Última Cena que realizó Salvador Dalí,
he decidido hablar ahora de La Última
Cena pintada por Leonardo Da Vinci, de la que tanto se ha hablado desde
la publicación de El código Da Vinci.
Como hiciera Dalí, tal vez
basándose en la obra de Da Vinci, en la
Última Cena del pintor italiano no aparecen coronas de santidad, ni hay
carne de la cena pascual que se supone que tomaron. Tampoco Jesús está
realizando la primera Eucaristía. Pero además, de acuerdo con ciertos
especialistas en arte, el propio Da Vinci se ha representado en el cuadro de
espaldas a Jesucristo.
Por
si esto fuera poco, parece ser que Leonardo escogió para dar vida a los rostros de los
diferentes apóstoles a personajes conocidamente heterodoxos de la sociedad
italiana. Ya Dan Brown dejó de manifiesto la ausencia de pan o del cáliz en la
escena figurada por el pintor. Pues bien, hay incluso quién ha ido más allá en
la propuesta de Dan Brown y considera que en el cuadro se esconde el bebé que
Jesús tuvo con María Magdalena y que se muestra a la familia reunida cambiando de ubicación los distintos
personajes en el lienzo. Esta curiosa interpretación
aparece recogida en varias imágenes que ilustran esta idea y que abundan en
Internet.
Ahora bien, en
mi opinión esta interpretación sobre Magdalena y no del joven Juan junto a
Jesús está cuando menos muy cogida con alfileres ya que en verdad me cuesta mucho
reconocer el supuesto pecho marcado, pues me parece que la tela cae lisa y sin marcar relieve alguno. Recordemos que los personajes jóvenes de
Leonardo son representados siempre con un marcado hermafroditismo. La propia
Mona Lisa presenta rasgos tan masculinos como femeninos, existiendo opiniones que defienden incluso que el pintor pudo usar sus propios rasgos para pintar a la mujer del
famoso cuadro.
Creo que posiblemente
afloraban las inclinaciones sexuales del pintor, bisexual, con un tórrido pasado
de acusaciones por sodomizar a un joven que posó para él cierta vez. Tengamos en cuenta
que en su época era normal que los hombres se acicalaran y maquillaran tanto o
más que las mujeres. Con todo ésto, pretendo decir que si bien es posible que
dibujara a una mujer, tampoco diría con rotundidad que no es un joven mancebo, Juan, el
que está representado a la izquierda de Jesús.
Lo curioso es
que siempre se ha dibujado al joven Juan apoyando su cabeza en el pecho de
Jesús pero en este cuadro parece apoyarla en Pedro, quién pone su mano en el
cuello del joven “discípulo amado de Jesús”, mientras que en la otra mano porta
un cuchillo (resaltado en verde), el único que aparece en toda la escena.
Claramente Da Vinci parece mostrar una fuerte discrepancia entre la iglesia de
Pedro y la que realmente trató de formar Cristo, mediante el joven continuador
de Jesús que, confiado, se apoya en aquél mientras éste trata de matarle a traición.
En la imagen
se han resaltado distintos aspectos que pasaré a comentar: 1, los nudos en el
mantel; 2, el cuchillo de Pedro; 3, no hay grial, sólo vasos de cristal (como
dibujó también Dalí); 4, no hay carne, sólo pan y pescado; 5, Leonardo dialoga
con Platón; 6, un supuesto gemelo de Jesús; 7, otro posible gemelo de Jesús
tapando a otra persona que alza el índice.
Hay un aspecto
que me inquieta más en este cuadro que todo lo que se ha escrito sobre él. Si observamos el lado izquierdo de la mesa,
encontraremos a un apóstol de perfil que es el vivo reflejo de Jesús y que incluso viste
idénticos ropajes. ¿Se trata del “Dídimo” de los Evangelios, que significa
“gemelo”?. ¿Tuvo Jesucristo un gemelo?. Si miramos ahora a la derecha de Jesús, vemos otro personaje, esta vez vestido de verde, muy parecido al Mesías y a sus
espaldas un apóstol alza amenazadoramente el dedo índice en similar gesto al que
ya pusiera Leonardo en San Juan Bautista. ¿Nuevamente está Leonardo
tratando de expresar que Jesús apantalló al Bautista quedándose de manera
fraudulenta con el reconocimiento que le correspondía en justicia a este personaje?.
Si nos fijamos
en el extremo derecho de la mesa, veremos a dos personas discutiendo. Para
muchos expertos, se trata del propio Leonardo (vestido en tonos tierra) y de
Platón (con capa roja). De esta manera el pintor da la espalda a Jesús, a las
ideas de la iglesia cristiana y católica mientras dialoga con el filósofo
griego Platón.
También se observan sendos nudos en
ambos extremos del mantel. “Nudo” en italiano se dice “vincolo”, que recuerda a
“vínculo” (el que secretamente transmite, según los partidarios de María
Magdalena), o a “Vinci” y de ahí que la obra no aparezca firmada por el pintor
ya que este nudo sustituyó su firma, idea que me convence más que la otra
conspirativa y con pocos visos de realidad, a mi parecer.
Por si todo
esto no fuese suficiente, Giovanni Maria Pala publicó unos años después del
revuelo suscitado por “El Código DaVinci”, un libro con un cd añadido, titulado
“La música escondida” en el que sostiene haber hallado una melodía codificada
por Leonardo en el cuadro que estamos analizando, con la postura de algunas
manos de los apóstoles y de la comida en la mesa.
Nuevamente,
considero que es posible…pero poco probable. Y es que siempre, ante todos
aquellos que unen puntos obteniendo extrañas formas secretas, me planteo la misma pregunta, ¿por qué seleccionar esos puntos concretos y no
otros?. En este caso que nos atañe, ¿por qué fijarse sólo en ciertas manos y no en
todas, o en las cabezas, que creo más importantes?, ¿o por qué no los pies?, y que
curiosamente aparecen representados únicamente unos (13 o 14 creo contar).
En fin, que
son muchas las cuestiones que se han mencionado de esta obra, en la que, a mi parecer,
de forma similar a mi análisis simbólico de la Última Cena de Dalí,
el autor italiano trató a su manera de plasmar las Ciencias, las Matemáticas y
la Lógica por encima de las doctrinas cristianas difundidas por hombres mortales,
nada santos. Para mi no hay más misterio en este cuadro ni teorías
conspirativas de supuestas descendencias ocultas.
Si se desea profundizar aún más en algún otro aspecto de esta obra o incluso visitarla personalmente en Milán, recomiendo visitar esta entrada (aquí) de la web amiga http://www. laultimacenademilan.com/donde sin duda encontrarán todo eso y más.
Si se desea profundizar aún más en algún otro aspecto de esta obra o incluso visitarla personalmente en Milán, recomiendo visitar esta entrada (aquí) de la web amiga http://www.
Para entender el Cenacolo es innecesario leer las torpezas del ignorante Brown, sino es necesario estudiar la Geometría sagrada, así como la filosofía platónica (Simposio) y el De amore de Ficino.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Paz, pero no seré yo quién limite a los cada vez más escasos lectores, sus lecturas. Cierto es que no es un autor modelo para mí, por sus conspiranoicas conjeturas, pero si sus obras sirven para conocer a los Merovingios y su época, leyendas medievales artúricas sobre el grial, los Iluminados de Baviera y su cada vez más evidente intervención en la Revolución Francesa (pero sin absurdas conjuras remontadas al Egipto faraónico o a los supuestos neotemplarios) o la Divina Comedia, no tengo nada que criticar. Todo es bueno para fomentar en los lectores la curiosidad por obras pasadas y cómo llegar a ellas, depende de las inquietudes de cada uno. Con respecto a las fuentes que cita, estoy de acuerdo con ellas si bien soy más de la Cábala medieval y el sincretismo tan fascinante que se originó en territorio español, entre las tres culturas, por aquel entonces. Un saludo.
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