Mucho
se ha comentado sobre la precisión del calendario maya y ciertamente lo era,
pero parece ser que otras culturas aún más antiguas que las sudamericanas
desarrollaron calendarios igual de precisos.
Por
ejemplo, ¿sabía el lector que en el Egipto faraónico el año constaba de 12
meses, cada uno de los cuales tenía 30 días? Adicionalmente se añadían al año
cinco días festivos, por lo cual puede decirse que el año egipcio abarcaba (12 x
30) + 5 = 365 días. Pero es que además, cada día egipcio, como el nuestro,
comprendía 12 horas diurnas y otras doce nocturnas. Es decir, que hace más de
5.000 años los moradores del país de las pirámides ya se regían por un
calendario similar al nuestro.
Los
egipcios distinguían tres estaciones, de cuatro meses cada una, que se
correspondían con el ritmo de río Nilo, considerando así el periodo de
inundación (de junio a septiembre), el de la siembra (coincidiendo con la
retirada de las aguas, de octubre a febrero), y el de la recolección o periodo
más seco (de febrero a junio). De esta forma, el primer día del año egipcio
ocurría cuando se observaba por primera vez, tras su periodo de ausencia, la
estrella Sothis en el cielo (la actual Sirio). Esto ocurre cada 19 de julio.
Pero,
¿cómo sabían los egipcios en qué momento concreto del año se encontraban?
Fácil, tras un conjunto de observaciones. Primero, por el estado del curso del
río Nilo (concretamente, de su cantidad de agua relativa). Y, una vez ubicada la
estación en la que se encontraban, mediante la observación de las estrellas
reflejadas en recipientes de agua que hacían las funciones de espejo del cielo
nocturno, podían precisar el mes y el día. La hora la marcaban los relojes
solares y la posición de las constelaciones y de la Luna respecto a un punto
fijo.
Este calendario, según los
historiadores, surgió allá por el tercer milenio antes de nuestra era, siendo el
primer calendario solar del que se tiene noticia. Se han encontrado diferentes
jeroglíficos con la mención de meses o de estaciones. En la imagen, por
ejemplo, se muestra un detalle de uno de los muros decorados en la tumba de
Mereruka, donde aparecen distintos egipcios sentados. Consiste en la
representación de la celebración del Nuevo Año (o Año Nuevo, como le decimos en
España), llamada Wepet Renpet por los
egipcios. Dado que este comienzo de año variaba en el tiempo, diversos
investigadores creen que, en determinados momentos en que el año nuevo coincidía
con un hecho solar destacado, se realizaban determinadas construcciones que
inmortalizaran ese momento (recordemos que el faraón era considerado el
hijo del Sol). Si se desea profundizar algo más en este aspecto,
recomiendo visitar la siguiente página.
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