martes, 27 de octubre de 2015

Hundimientos polémicos y otras historias


A lo largo de la historia se cuentan por cientos los hundimientos de barcos que se han producido de forma polémica y dramática debido a errores humanos o por actuaciones ilegales o sanguinarias. No pretendo escribir una lista de todos los casos, faltarían páginas, sino señalar aquellos que, bien por el número de víctimas o por sus características merecen una reflexión y un análisis de la conducta humana y de los pueblos.


Si atendemos al número de víctimas o a la maldad humana, siempre han sido más sorprendentes los hundimientos de barcos en época de guerra, no por lo predecible –durante un enfrentamiento siempre hay posibilidad de hundimiento en combate- sino por el proceder de los combatientes. En estas situaciones el número de fallecidos es siempre muy superior a cualquier hundimiento en periodo de paz, con algunas excepciones como la archiconocida del “RMS Titanic”, que durante el viaje inaugural, en la madrugada del 14 al 15 de abril de 1912, se hundió llevándose a 1517 almas tras chocar con un iceberg en aguas del Atlántico Norte, por no guardar las aconsejadas medidas de prudencia.


            En esa lista maldita habría que colocar en primer lugar al transatlántico alemán “Wilhelm Gustloff”, de 205 m de eslora que podía transportar 25.484 Tm, hundido el 31 de enero de 1945, por un submarino ruso. Se considera la mayor tragedia naval de todos los tiempos. Tras el fracaso de la invasión alemana de Rusia y ante el posterior contraataque enemigo invadiendo la Prusia Oriental, millares de refugiados alemanes huyen de las atrocidades de la guerra. El almirante alemán Dönitz destina varios trasatlánticos de lujo y grandes buques alemanes, como el Gustloff, el Goya, el Hansa, el Deutschland, el Thielbek y el General Steuben, entre otros, en la más desesperada evacuación militar y civil marítima conocida de la historia, para rescatar a esos refugiados, en la denominada “Operación Anibal”. Se realizó con temperaturas invernales de –20 ºC. Casi 100.000 refugiados alemanes llegaban a los puertos de Danzing y Pillau. La orden era salvar antes a los soldados sobrevivientes y heridos, y completar el barco con la población civil. En esas fechas, Alemania tenía prácticamente perdida la guerra. Para cumplir aquella orden se encontraba en la localidad de Gotenhafen el “Gustloff”, preparado para transportar a los refugiados a través del Báltico, en cuya costa las fuerzas armadas alemanas todavía mantenían algunas cabezas de puente.
El barco,  diseñado para acoger a 1.465 turistas, transportaba a más de 10.000 almas, ya que, debido al pánico que se desató durante el embarque, no fue posible contabilizar las personas que subieron. Se sabía que la gran mayoría eran mujeres, niños y heridos atendidos en la piscina por 99 enfermeras; también iban 1000 cadetes de submarinos.
El 31 de enero zarpó hacia el oeste por la bahía de Danzing, escasamente protegido y completamente abarrotado; incluso había refugiados al aire libre en la cubierta superior, con alto riesgo de congelación.
A las 21:08 horas de una noche cerrada y oscura se cruza en su camino el submarino ruso S-13 (inicialmente alemán que pasó a los rusos en el Tratado de Versalles que ponía fin a la Primera Guerra) comandado por el capitán Alexander Marinesco (en el centro de la imagen), persona ansiosa de reconocimientos que permitieran cubrir los escándalos que rodeaban su vida en tierra y que amenazaban su carrera. Dos torpedos hicieron que, en algo más de media hora, el barco, con sólo 20 botes salvavidas, se hundiera arrastrando a las aguas heladas del Báltico a más de 9.000 vidas (se señalan 9.343) en lo que fue un horrible crimen de guerra.

Pero no fue el único crimen de Marinesko. Repitió hazaña con el transatlántico de lujo “General Von Steuben”, transformado para aquella misma operación en transporte de refugiados. El barco, de 140 m de eslora, podía desplazar 14.660 Tm, tenía capacidad para 793 pasajeros y acudió a Gotenhafen para recoger a soldados heridos y población civil por el puerto de Pillau, antes que cayeran las desesperadas defensas alemanas de la cercada ciudad fortaleza de Breslau.
Partió el 10 de Febrero del puerto de Pillau, en la bahía de Gdansk, Polonia, llevando más de 4.000 soldados heridos, 320 enfermeros, 30 médicos y más de 800 refugiados. En la madrugada fue hundido por el submarino soviético de Marinesko que, 10 días antes había hundido al “Gustloff”. En esa madrugada fría y en aguas gélidas murieron 4.500 personas. Solamente se salvaron 659 supervivientes, recogidos por las escasas lanchas torpederas que lo custodiaban. En el plazo de 10 días Marinesko había hundido los dos transatlánticos más grandes de Alemania, matando a 12.000 personas.

Camiseta reivindicativa, en memoria de los refugiados fallecidos (“Voces desde las profundidades” del océano, se entiende y se señalan las coordenadas donde descansa el  Gustloff”). Mapa explicativo (territorio aliado en rosa, alemán en amarillo y neutral en gris) señalando los tres buques con refugiados alemanes, hundidos. Para agrandar las imágenes, picar sobre ellas.

 Pero no obtuvo los resultados deseados porque Stalin le premió con la modesta “Orden de la Bandera Roja” que le supo a humillación y que le hizo volver a la bebida, principio de sus males. Ocupó cargos menores en los que hizo una gestión dudosa, dilapidando bienes socialistas. Cuando encontraron en su pobre domicilio una cama plegable de propiedad estatal fue arrestado, degradado y condenado a 3 años que  cumplió en la península de Kolyma, entre delincuentes y prisioneros alemanes de todo tipo. A su salida,  llevó una vida de extrema pobreza hasta su muerte por cáncer en 1963 en su apartamento comunitario de 10,2 m2.
Para responder a las demandas del pueblo ruso que lo consideraba un héroe, Gorbachov le otorgó la medalla póstuma al heroísmo, si bien esa cualidad no estuvo reconocida por toda la marina soviética al leer su informe del hundimiento del “Gustloff” en el que Marinesko señalaba que decidió atacar con la costa a sus espaldas, anulando prácticamente sus posibilidades de escape, en caso de persecución. Tuvo suerte al escapar porque el barco iba poco custodiado y las 200 cargas de profundidad que le lanzaron no lograron hundirle, aunque el submarino quedó muy dañado.  
        Igual suerte tuvo el barco hospital “MS Goya”, de 145 m de eslora y 5.230 Tm de desplazamiento, que participó en la misma operación. A las 23.00 h del 16 de abril, salía por la bahía de Danzig sobrecargado de refugiados alemanes, entre los que estaban 200 soldados supervivientes del 25º Regimiento blindado Panzer, superando así con creces la cifra permitida de 6.100 pasajeros. Al atravesar la Península de Hela, se cruzó con un pequeño barco ruso. Una hora después era torpedeado por el submarino soviético L-3, al mando del Capitán Vladimir Konovalov, hundiéndose en sólo siete minutos en las heladas aguas del Mar Báltico y llevándose más de 6.000 vidas, casi 7.000 de acuerdo con otras fuentes. Por este crimen de guerra, el capitán Konovalov recibió el título de Héroe de la Unión Soviética.

Imagen del Goya. A día de hoy todavía continúan hallándose abundantes restos humanos en el interior del buque hundido. Imagen del barco-hospital General Von Steuben descansando en el lecho marino, mostrando la perforación realizada por el torpedo ruso que lo hundió.

También hubo hundimientos parecidos en el otro bando. El más sonado fue el del transatlántico británico “RMS Lusitania”, de 239 m de eslora y 31.550 Tm de desplazamiento, que el 7 de mayo de 1915 cuando viajaba desde Escocia a EEUU, fue torpedeado por el submarino alemán U-20 al mando del capitán Walther Schwieger, frente a Irlanda a la altura del viejo faro de Old Kinsale. Se hundió en 18 minutos, falleciendo más de 1.198 pasajeros, incluidos 100 niños y 234 ciudadanos estadounidenses. Sobrevivieron 761 personas. Este percance fue una de las causas por la que los Estados Unidos entraron en la guerra contra Alemania (en la Primera Guerra Mundial), al acusar a los alemanes de disparar contra un barco de pasajeros, acusación que siempre negó Schwiegwer y que nunca estuvo claro, ya que probablemente se transportaba en las bodegas armamento y otros suministros bélicos. No se pudo comprobar este punto porque la Marina Británica nunca permitió examinarlo.

Llegada del Lusitania al puerto de Nueva York. Reconstrucciones del hundimiento.

      Aunque estos hundimientos fueron terribles, ninguno de ellos alcanzó la magnitud dramática de los hundimientos del transatlántico alemán  Cap Arcona”, ni de los vapores “Thielbeck, Athen y Deuschtland, puesto que además del elevado número de muertos, el drama aumentó en función de quiénes eran las víctimas.
        Estaba decidida y finalizando la Segunda Guerra, cuando en abril de 1945 ante el avance aliado, Himmler (jefe de las SS), ordena no dejar ningún preso vivo en los campos de concentración de Neuengame (el más grande de Alemania, a 25 Km de Hamburgo, con 106.000 deportados) y Stuttof (cerca de Danzig, Polonia), para evitar juicios aliados futuros y, ante la lentitud para eliminar cuerpos, se decidió vaciar los campos de exterminio y trasladar a miles de presos a pie a marchas forzadas hasta el puerto de Lúbeck. Los que sobrevivieron a los golpes, al esfuerzo, al tiro en la nuca, al hambre y a la sed fueron hacinados en los mencionados barcos de transporte alemanes.
        A pesar de la negativa de embarque de los capitanes de esos barcos -ante la amenaza de fusilamiento-, tuvieron que acceder después de fracasar el intento de rescate de la Cruz Roja sueca, que sólo pudo liberar a 2.000 deportados franceses.
      Una vez abarrotados los barcos (4.500 iban en el Arcona, 2.800 en el Thielbek y 1.998 en el Athen) les hicieron soltar amarras e iban ser torpedeados por submarinos alemanes cuando apareció un avión inglés de reconocimiento que informó a su base de la situación difusa del puerto, ya que no pudo identificar la naturaleza de los barcos, al tener que elevarse ante los disparos nazis. Cuando llegaron los aviones de la R.A.F. los nazis habían colocado banderas blancas en los pocos barcos que había soldados alemanes y mantuvieron las banderas nazis en los barcos con prisioneros de los campos de concentración. 
       Tras el ataque de la aviación británica, el Cap Arcona (en la imagen, a la derecha, durante el ataque) y los demás buques, incendiados, se hundieron. Previamente los botes de salvamento fueron ametrallados, salvo los que utilizaron los vigilantes nazis para huir. Los deportados que no murieron durante el ataque se arrojaron al agua helada. La mayoría se ahogaron, otros murieron ametrallados por los cazas ingleses que volaban a ras del mar. Unos pocos fueron rescatados por pescadores alemanes.

      Tras el ataque aparecieron algunas informaciones problemáticas que señalaban que varias horas antes del ataque, oficiales británicos conocían por la Cruz Roja sueca en Lübeck, los detalles de los buques de prisioneros. Posiblemente esa información no llegó a la RAF. En menos de media hora algo más de 7.500 prisioneros de guerra, de 28 nacionalidades, fueron asesinados en la incursión aérea de aviones Typhoon de la RAF. Esa acción ocurrió después del 30 de abril, día en el que se suicidó Hitler, y cuatro días antes de la rendición incondicional de Alemania. Ningún gobierno británico informó de su hazaña, silenciando todo lo ocurrido. Sólo muchos años después, las autoridades británicas explicaron que creían que eran barcos de guerra alemanes.
      En otros hundimientos la excesiva pérdida de vidas se debió a fallos en el salvamento por “motivos militares”, como en el caso del crucero pesado estadounidense “USS Indianapolis”, torpedeado en la Segunda Guerra Mundial por un submarino japonés. Este crucero, con errores graves en la construcción (centro de gravedad excesivamente alto y carencia de sistemas de detección submarina) se encontraba en 1945 cerca de Alamogordo (Nuevo México) cuando se construyó la primera bomba atómica, por lo que lo eligieron, dentro del más hermético secreto, para transportar la bomba atómica que se lanzó contra Hiroshima. Tras el traslado de la bomba a la base aérea norteamericana de Tinian, cerca de Japón, debería volver a Filipinas a la máxima velocidad y sin escolta, manteniendo la radio en silencio a lo largo de la travesía, para no levantar sospechas en los japoneses. El alto mando americano no informó de su actividad por motivos de seguridad, por lo que nadie sabía que el crucero estaba en la zona de Guam. Al acercarse a Filipinas el crucero dejó de navegar en zig-zag para ganar tiempo, cruzándose en su camino el submarino japonés I-58 comandado por el capitán Hashimoto. Los torpedos dejaron sin luz al barco por lo que fue imposible mandar mensajes de auxilio. La altura del centro de gravedad hizo que se inclinara a estribor, lo que anuló la posibilidad de que la tripulación arriara los botes o soltara las balsas y sólo se soltaron unas cuantas de ellas. En ese momento ya había 316 marinos muertos, pero el problema fue peor para los 880 marinos que saltaron al agua con muy pocos chalecos salvavidas. Hashimoto envió un mensaje en el que comunicaba el hundimiento, pero ni japoneses ni americanos se lo creyeron ya que no existía información alguna de la existencia de un crucero en dicha área.
     Para los  náufragos, agarrados en círculos, comenzó una de las más trágicas historias de naufragio. Fueron atacados por manadas de tiburones durante los 5 días que tardó en descubrirlos, por casualidad, pues nadie los buscaba, un avión de patrulla antisubmarino (2 de agosto). Sólo hubo 316 supervivientes. El relato de lo ocurrido creo que fue la responsable de un odio visceral a los tiburones, gracias a una mítica escena de la película de Steven Spielberg, “Jaws” (1975), “Mandíbulas”, traducida al español como “Tiburón” (a continuación, la escena aludida). 


      La culpa de lo sucedido recayó cínicamente sobre el capitán del barco, contralmirante McVay, por no navegar en zig-zag, quien tras el fallo del Consejo de Guerra se pegó un tiro en la sien en el jardín de su casa, siendo exonerado de culpas en el año 2000, a propuesta del Congreso, por el Presidente Clinton.
      También se han dado hundimientos propiciados por la codicia humana, como el vapor "General Slocum" que, en junio de 1904, transportaba pasajeros por las aguas del East River desde Nueva Jersey a Nueva York. Durante la hora punta, cuando el pasaje duplicaba el aforo permitido, a mitad del trayecto explotó una caldera, posiblemente por exceso de carga, que desató un rápido incendio potenciado por el viento. Murieron más de mil pasajeros, que se ahogaron tras lanzarse al agua huyendo del fuego. Esta es la mayor tragedia de un barco ocurrida en los Estados unidos, sólo superada por el hundimiento del vapor "Sultana" en el río Missisipi, en 1865. Viajaba sobrecargado llevando a 2.300 personas (cuando estaba habilitado para 395), en su mayoría soldados de la Unión recién liberados tras la rendición de los confederados del general Lee en Virginia, que ponía fin a la Guerra de Secesión. Aunque el barco tenía serios problemas de caldera, los jefes de la Compañía prefirieron mantenerlo en activo, en una época con mucho tránsito de pasajeros, para lo que se hizo una reparación deficiente.


      La gran sobrecarga hizo que explotara la caldera y se incendiara rápidamente en la madrugada. El vapor fue arrastrado por la corriente del río, que se llevó 1.730 vidas. Fue el mayor desastre naval fluvial de la historia de los Estados Unidos.
      Otros hundimientos dramáticos se debieron a fenómenos naturales. Un ejemplo ocurrió en España, en la llamada “noche terrible” de 1911. En la noche del 31 de enero al 1 de febrero, en Valencia y Cataluña apareció “la tormenta perfecta” y en pocas horas se pasó de una tarde tranquila con mar sereno a una noche infernal. Vientos de hasta 80km/h levantaron olas de hasta 9 m, traídas por una tormenta oscura y compacta que se desplazaba muy rápida desde levante a poniente, arremetiendo contra toda embarcación, transportes y pesqueros, que navegaba por la costa levantina. Los barcos no tenían posibilidades de resguardarse en los puertos, ya que en aquellas fechas los puertos eran ensenadas o accidentes geográficos sin diques de protección, lo que hizo que muchas tripulaciones abandonaran los barcos cerca de la costa e intentaran alcanzar la tierra firme. El resultado de esa noche fueron decenas de barcos hundidos o estrellados contra la costa y 140 marineros muertos devueltos a la playa por el mar. De todos los pueblos valencianos y catalanes, fue el de Peñíscola el que más bajas de pescadores tuvo, con 27 muertos. Ese suceso aceleró las construcciones de espigones protectores en los puertos. Este terrible episodio se conoce también con el nombre de “Temporal de Candelaria o Candelera”, por suceder en la víspera de esa fecha.


He comentado este caso por ser único y extraño en nuestra costa mediterránea, ya que historias de terribles galernas se han dado más en la costa cántabra. El hermoso Cabo de Peña recoge muchas de estas historias.


19 comentarios:

  1. Trabajo muy interesante e impresionante. Aunque soy un estudioso de las diferentes guerras, desconocía las circunstancias de los hundimientos de los buques hospitales que describe. Es despreciable que haya gobiernos que condecoren por esas “hazañas”. Es terrible la maldad humana en aquellas razas que llevan excesos de genes sanguinarios, pero lo que no esperaba es que los hijos de la gran bretaña disimularan esos genes con altas cotas de cinismo. ¿existen vestigios de que el Lusitania transportaba material de guerra junto con los pasajeros? Cuesta trabajo creer que un gobierno “ilustrado” sacrifique compatriotas y ciudadanos americanos para que Estado Unido entre en la guerra contra Alemania. Si fuera así, esos hijos de la libertad podrían mantener lo de hijos de…pero no de la libertad. Está claro que la humanidad es un bien escaso y muy oculto al alcance de pocos. Admirable trabajo.

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  2. He leído sobresaltado su trabajo y le felicito por la valentía de escribir sobre actuaciones denigrantes humanas que algunos o muchos quieren tapar. Lo que escribe del Luisiana ya lo conocía. Estuve dos años en Irlanda como asesor histórico y esa conducta británica tras el hundimiento del transatlántico a mano de un submarino alemán se ha debatido en diferentes ocasiones. Es la genuina actuación británica, cínica y egoísta, de sacar fruto de todo lo que toca y reescribir la historia a su gusto y beneficio. Lo del Capitán Arcona ya me parece extremo y terrible y no quiero creerlo porque sería tacharlos de criminales de guerra. Aunque cuando lo pienso fríamente creo que esa intervención puede estar también en línea. Enhorabuena por su trabajo.

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  3. Nos ha gustado su trabajo. Ofrece información interesante sobre las órdenes y el mando en los conflictos bélicos navales. Conocíamos la mayoría de los hundimientos que describe aunque, como siempre, sin tomar partidos en ellos. Debería haber profundizado más y evaluar la actuación británica, se moja en la rusa al tacharlos de crímenes de guerra, pero no en los otros casos que señala. De todas las formas nos ha parecido interesante su artículo.
    Sobre lo que señala del Pabellón de Marinos Ilustres en su artículo anterior, pienso que puso el dedo en la yaga, ya que no aprobamos la gestión que se hace de ese lugar emblemático y así lo hicimos saber por escrito. Felicidades por su trabajo.

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  4. Desconocía totalmente lo que cuenta de los hundimientos de los barcos Cap Arcona, el Athen, el Thielbek y el Deutschland. Realmente me ha impresionado mucho, pero más me ha impresionado lo que señala de la posible culpabilidad de la Real Fuerza Aérea británica. ¿Está eso realmente contrastado? ¿Hay pruebas de ello?

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  5. Impresionante su trabajo. Me ha dejado absorto. Conocía levemente lo del hundimiento del Gustloff y lo había definido dentro de crímenes de guerra como una crueldad más de los rusos, pero me ha sobrecogido la lectura del asesinato de los prisioneros de los campos nazis de exterminio. Me resisto a creer en la culpabilidad absoluta inglesa aunque tras lo que también señala del RMS Lusitania, en el que parece que los ingleses utilizaban ese transporte para llevar refuerzos bélicos me sume en el desconcierto y en la duda sobre el comportamiento británico en ambos casos.

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  6. Me ha dejado sorprendido su artículo. Desconocía lo ocurrido en el hundimiento del Cap. Arcona y en los barcos que le acompañaban. Es muy duro pensar que las tropas británicas actuaran de ese modo. Me imagino que hay una explicación definitiva a esas acusaciones. Una guerra no justifica que un país civilizado pierda su dignidad. Me gustaría conocer los mindicios o las pruebas que hay al respecto. Gracias

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  7. Ha sido increíble su artículo sobre los hundimientos dramáticos. Lo que más me ha conmovido ha sido el final de los deportados de los campos de prisioneros alemanes a manos británicas. Es terrible pensar que pudieran conocer la naturaleza de las personas que estaban en esos barcos y que encima los bombardearan… ¿puede ser que el enemigo levantara falsos infundios de lo ocurrido?

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  8. Ha sido un artículo rompedor y desconsolador, pero de necesario conocimiento e interesante lectura, así como las respuestas que da. Con respecto al desastre de “ la noche terrible de 1911” que señala quiero aclararle que tormentas parecidas, además de en el Cantábrico, también las tenemos en las costas gallegas, de ahí viene el nombre de “La Costa de la Muerte” y que son muchos los pueblos costeros gallegos que tienen “sus marinos muertos”. Lo podrás comprobar si visita Xuño, Muros, Sofan, Quilma, O Pindo, Corcubión, Quende, Fisterra, La Insua, entre otros lugares, y visita las iglesias de los alrededores. Buen trabajo.

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    1. Agradezco sus comentarios sobre el hundimiento del RMS Lusitania y comprendo el asombro, no es para menos. Sobre el debate en torno a que si el barco era un objetivo militar legítimo, ya existe un alto grado de certeza de que en ese barco viajaban suministros bélicos y armamento. Se han realizado diversos intentos para sumergirse hasta el pecio y comprobar lo que señaló el capitán alemán del submarino. El gobierno británico impidió siempre que se explorara el pecio, y lo usó repetidamente como objetivo para prácticas de tiro de torpedos, lo cual choca (que esa operación o práctica se haga contra un barco que es la tumba de compatriotas y de aliados, cuando menos señala una falta de respeto, a menos que se pretenda destruir u ocultar pruebas comprometedoras). De hecho, en el informe de 1990 del oceanógrafo Robert Ballard, descubridor del RMS Titanic, detectó evidencias de una gran explosión desde adentro hacia afuera. Los expertos confirman que es imposible que ese daño fuera causado por un torpedo alemán, tipo G de baja penetración, de la época. Más bien apunta a artefactos explosivos que estallaran en las bodegas tras el impacto del torpedo.
      A todos estos datos, añadiré un libro de reciente publicación en España (Ed. Ariel, 2015), “Lusitania, el hundimiento que cambió el rumbo de la historia”, de Eric Larson y que aporta más información al respecto. Ha sido todo un best-seller en U.K.

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  9. Agradezco sus comentarios y referente a la culpabilidad de la RAF en el hundimiento del transatlántico alemán “Cap. Arcona” y de los vapores “Athen” y “Deuschtland”, yo también tengo leves dudas al respecto a pesar de que hay muchas evidencias que señalan que oficiales británicos conocían la naturaleza de los embarcados. Además de las dudas que ofrece el hecho de que ningún gobierno británico informó jamás de la muerte de los 7.500 deportados de la bahía de Lübeck, muertos por su aviación, silenciando cualquier información, evitando discursos o explicación al respecto. Sólo se limitaron a recoger los cientos de cadáveres que quedaron flotando o que llegaron a la orilla y enterrarlos en fosas comunes a lo largo de la playa entre Lübeck y Pelzerhaken. Como recuerdo sólo hubo un cenotafio de piedra construido por los supervivientes. En el año 2000, el historiador alemán Wilhelm Lange afirmó que los británicos sabían de la existencia de estos buques-prisión un día antes de sus bombardeos, aunque esta información no se había hecho pública.
    También algunos comisarios de la Cruz Roja sueca que estuvieron negociando con los jefes de la SS la liberación de los prisioneros de guerra, señalaron que estaban en continuo contacto con los oficiales ingleses de la zona y que les habían informado un día antes del fatal bombardeo. La operación rescate de prisioneros llevada a cabo por la Cruz Roja sueca con la SS en Lübeck (en la que se consiguió la liberación de los prisioneros franceses de los barcos), la iniciaron al enterarse gracias a la inteligencia británica, de la existencia de esos prisioneros en los barcos, con lo que se confirma el conocimiento británico de la tripulación que iba a bordo de dichos buques. En la euforia del triunfo, los diarios ingleses e internacionales sólo mencionaron el “Brillante Ataque” de los aviones ingleses. Ningún gobierno británico se refirió jamás a la muerte de más de 7.500 prisioneros en la bahía de Lübeck por el ataque de su aviación. Nunca se ofrendaron flores ni se produjo ningún discurso en su memoria.
    La tragedia de la bahía de Lübeck está considerada como un auténtico crimen de guerra. El gobierno británico ordenó el cierre de los registros durante 100 años, eliminando hasta entonces cualquier posibilidad de analizar los informes ya que son secretos. El drama ha permanecido impune e ignorado por los libros de historia.
    Hasta los años setenta, el mar Báltico estuvo arrojando cadáveres y restos de los deportados asesinados. Tuvo que pasar mucho tiempo para que las autoridades británicas explicaran que la presencia de una flotilla militar alemana junto al “Cap Arcona” les había inducido al error, pensando que el barco estaba ocupado por militares alemanes. Los restos del “Cap Arcona” permanecieron encallados en la bahía de Lübeck hasta 1950, luego fueron desmantelados y reducidos a chatarra. Los archivos de este magnicidio denominado el caso “Lübeck” son documentos clasificados como secreto de guerra y no serán desclasificados hasta el año 2045.
    Respecto a la Costa de la Muerte, en las decenas de veces que la he visitado siempre he admirado su paisaje, su bravura y su historia de hundimientos, pero le rogaría que repare en que al mencionar "la noche terrible" de 1911 aclaro que me sorpredió precisamente porque se dio en el Mediterráneo cuando estas cosas son habiturales en el norte y noroeste de España. Un saludo.

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  10. Me ha parecido interesante su página y lo que describe, pero hay dos cosas que no entiendo, ¿porqué dice que el Titanic se hundió por falta de prudencia?, creía que era porque llevaba un acero muy malo en el casco. Otra pregunta, ¿Rusia está al margen de los juicios por los crímenes de guerra que puedan cometer?. Conmovedor trabajo.

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    1. Hola Adela, uf, se podría decir mucho sobre el cúmulo de negligencias, falta de prudencia y simple prepotencia que ocurrió en la tragedia del Titanic. Simplemente se creyeron que era indestructible y que no podía hundirse, bajando la guardia. Entre los mil fallos, el capitán que se echó a dormir desoyendo los avisos de icebergs, el director de la White Star que en el viaje de estreno del Titanic, de noche, en pleno cruce con el corredor de icebergs se le ocurre poner los motores a toda máquina, el oteador o vigilante que estaba de guardia y que olvidó sus prismáticos, la mala idea de esquivar de lado el iceberg (rompiendo justamente los 4 compartimentos que hicieron que el Titanic se fuera a pique, de chocar frontalmente únicamente se habrían roto dos y el Titanic habría flotado), una noche de luna con el mar tan en calma que no hacía olas que delataran la presencia de icebergs, los barcos cercanos que al oír la pedida de auxilio del Titanic creyó que bromeaban, etc, etc. De hecho, el acero que llevaba el buque era de una calidad excelente...y eso le condenó ya que en temperaturas gélidas, el acero puro se corta como mantequilla.
      Respecto a Rusia, este país no está al margen de los crímenes de guerra, el problema radica en que al ser entonces una superpotencia y aliada, en ese momento, no se le pudo llevar a juicio (de hecho, le remito a la entrada sobre el general Patton y su opinión con respecto a Rusia).
      Un saludo y gracias por su comentario.

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  11. Valeria, además de felicitarle por su resumen de esos hundimientos terribles, que te hielan el alma, me gustaría contestarle al Sr. Cano en el sentido de que no sé porqué se extraña de que un gobierno, como el inglés, sacrifique gentes suyas por conseguir unos beneficios mayores, ¿no se acuerda lo que hicieron sus “primos” norteamericanos con el hundimiento del acorazado USS Maine en el puerto de La Habana por los mismos norteamericano que, aunque asesinaron a 266 compatriotas, consiguieron un motivo para intervenir en la guerra de Cuba contra una España arruinada y en decadencia, todo por tierra y azúcar. Le recuerdo al Sr. Cano que las autoridades españolas de Cuba nunca autorizaron el atraque del Maine en el puerto cubano. Lo hicieron sin autorización, saltándose la legalidad, porque tenían las cosas muy claras esos otros hijos de…no de la libertad, también.

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  12. Ha sido un artículo muy interesante y amargo. Como bien dices permite hacer una reflexión crítica sobre el comportamiento humano, aunque prefiero fijarme en la reacción que se tuvo con el contralmirante McVay, que a pesar de ser culpable se le exoneró de su culpa. Es la grandeza de los americanos. Me ha gustado

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  13. Gracias por su opinión, Gomes. Aunque difiero de ella. Estoy de acuerdo con ud., en que los Estados Unidos es una nación con muchas cualidades, pero ninguna de ellas son aplicables al ejemplo que señala, ya que antes de valorar la gracia otorgada por Clinton tendríamos que analizar el motivo del procesamiento del vicealmirante McVay al mando del USS Indianápolis. Y si lo hacemos, llegaríamos a la conclusión de que fue elegido por el alto mando naval norteamericano como “chivo expiatorio” de aquel hundimiento para evadir su responsabilidad. Como tal fue sometido a un Consejo de Guerra, que lo encontró culpable, por no utilizar la navegación en zig-zag, a pesar de que el capitán Hashimoto del submarino, hecho prisionero, atestiguara que si hubiese venido en trayectoria de zig-zag, el resultado hubiera sido el mismo, ya que habría utilizado sus Kaitens. McVay fue degradado deshonrosamente a capitán y enviado a un puesto administrativo en la Marina. En 1968 se suicidó de un disparo en el jardín de su casa. Cometió un grave error y fue tan imprudente el Alto Mando norteamericano de Filipinas que aún sabiendo que el Indianápolis debería llegar a Guam cinco días antes, no envió ningún avión de reconocimiento a la ruta para ver si le había sucedido algo. Recuerde que los náufragos fueron encontrados por casualidad. De ahí que la propuesta del Congreso del año 2000 al Presidente Clinton para exonerar de responsabilidades a McVay no fuera magnánima sino de justicia, porque con ello solucionaba un grave error del Alto Mando, aunque tarde y sólo en parte. No olvide que por ese error McVay se suicidó.
    Respondiendo a Paz, además de agradecerle su opinión, también debo decir que en el hundimiento del Mayne en el puerto de La Habana tampoco podemos destacar alguna de las muchas cualidades del pueblo norteamericano. Nada puede disculpar que se asesinen a compatriotas para lograr un oscuro fin. Ahí no se pude aplicar cualidad alguna. Un saludo a ambos.

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  14. Nos ha parecido brillante la respuesta que da a Gomes y a Paz, aunque algunos de nosotros lamentamos que una persona de su sapiencia en estas lides contabilice tantas cualidades a los norteamericanos ¿se olvida de como se portaron con nosotros después del terrible gasto en dinero, provisiones y armamento, además de que intervenimos directamente en la guerra contra sus subyugadores?. Pensamos que esos personajes son como menos ingratos y desagradecidos hasta el límite de silenciar nuestra definitiva ayuda. Esa es su más grande "cualidad".

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  15. Estimado P. De la Concha, gracias por su comentario pero es que considero que cuando alguien se porta (consciente o no) mal y luego rectifica merece al menos que se tenga en cuenta el cambio de actitud. Precisamente eso ocurrió con respecto a la ayuda de D. Bernardo de Gálvez (entre otros) a la independencia norteamericana, olvidaron rápidamente la ayuda y el esfuerzo que se hizo, pero recientemente el Congreso norteamericano y el presidente Obama han reconocido con justicia esa labor de nuestro país a su independencia. Por otro lado, no puedo dejar de mostrar mis simpatías por los millones de norteamericanos que participaron en la Segunda Guerra Mundial peleando por la libertad de Europa. También en mis años en Inglaterra tuve la oportunidad de trabajar con investigadores norteamericanos y me agradó el gran respeto y continuas muestras de sincero reconocimiento a mis investigaciones, muy superior a lo recibido por parte española. Todo ello me lleva a ver a ese país con cierta simpatía. Un saludo.

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  16. ¡ Pues vaya con la familia británica y anglófila ! ¡ Vaya con los defensores de la libertad ! Tras todo lo leído creo que hay que admirar de esa raza, además de su cinismo y de lo hipócrita que son, el arte que tienen de ocultar y cambiar la verdad. Aunque pienso que es fácil por el poder que tienen con el cine y con los distintos medios de comunicación, quizás lo que no contaban eran con internet, Buen trabajo Valeria.

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  17. Gracias por compartir tu opinión con nosotros, Ponce, estoy de acuerdo con tus apreciaciones. La supremacía inglesa del s. XIX y el pensamiento de querer ser los primeros en todo, podría justificar que hechos tan admirables como los acaecidos en el Imperio Español en los tres anteriores siglos se pretendieran tapar con una leyenda negra u ocultando la verdad. De hecho, a pesar de internet -que poco a poco va poniendo las cosas en su sitio-, quedan muchas "gestas" anglófilas por aclarar. Lo que encuentro más triste es que no sean pocos los escritores (y series) nacionales que siguen sosteniendo parte de esas falacias. Está claro que en este país sigue faltando unidad. Es triste que se tilde de trasnochado nacionalista a quién se preocupa por contar simplemente la verdad de la gente que hizo un día grande a España. Un saludo.

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