Dada la extensión geográfica
y el largo tiempo que duró el Imperio Español, casi cuatro siglos, fue durante
mucho tiempo el objetivo de ladrones, piratas, intermediarios… que ávidos de la
riqueza que sus barcos transportaban, se echaron sobre él como buitres buscando
ricas presas. Aunque sobresalieron más en ese afán los ingleses, tampoco hay
que olvidar a holandeses y franceses, entre otros. Procuraban atacar a los
convoyes españoles que viajaban desde América hacia Huelva o Sevilla buscando el
momento oportuno, sobre todo si alguno, por avería quedaba rezagado. En la
mayoría de los casos eran rechazados los atacantes, en otros la defensa del
galeón español frente a la superioridad atacante acababa con el hundimiento de
éste y, en otros casos, los piratas se salían con la suya. Estos ataques, junto
a las tempestades marinas, hicieron que muchos barcos españoles que volvían del
Nuevo Mundo con tesoros, acabaran en el fondo de los mares de la Tierra. Un
estudio realizado sobre documentos de los archivos sitos en la localidad de
Viso del Marqués, en Ciudad Real, cifran en casi de 1600 el número de barcos
españoles perdidos. De hecho, se han montado grandes sociedades marítimas cuyo objetivo es encontrar pecios y
llevarse esos tesoros, aún saltándose la ley. Pero antes de continuar, ¿qué
dice la ley al respecto?.
¿Quién
no ha soñado, de pequeño, con cofres del tesoro o tesoros Godos escondidos y
encontrados en un golpe de buena suerte?.
Las
leyes y los tratados internacionales señalan, a este respecto, que todo lo que
se encuentre en las aguas territoriales de un país, pertenece a ese país. Sin
embargo, cuando el pecio se encuentra en aguas internacionales las leyes
permiten que sea del que lo encuentre, si bien hay algunas salvedades al
respecto. Está claro que si el barco se ha hundido hace seis años, es el país
propietario del barco el que tiene todos los derechos. Pero más allá de ese
periodo, la ley entiende que el país propietario lo ha abandonado y tiene todo
el derecho el que lo encuentra. Pero tampoco esta interpretación está a salvo
de excepciones, porque dentro de los pecios hay que tener en cuenta si son de
transporte o de guerra. Cuando son buques de guerra que se han hundido, se
consideran bienes que pertenecen al Estado
y por tanto son inalienables, esto es, no se pueden ceder o vender y en esos casos no
caduca el derecho de propiedad. Un ejemplo lo tenemos cuando en los años 1750 y
1802, en aguas del estado de Virginia, a la altura de la isla Assestage, se
hundieron dos galeones españoles, la “Galga”
y la “Juno”, respectivamente, como
resultado de enfrentamientos con los franceses. Fueron encontrados en la década
de los noventa del siglo pasado por la sociedad Sea Hunc Inc., perteneciente al buscador de tesoros Beb
Benson. El hundimiento del primer galeón
no costó vidas humanas, pero con la “Juno”
murieron más de 400 personas. Benson logró un tesoro valorado en más de 500
millones de dólares, la mayor parte de la “Juno”.
De acuerdo con la ley de Virginia, Benson pactó que podía extraer los tesoros
de ambos pecios, que pasarían a su propiedad al tratarse de buques abandonados,
a cambio de ceder al estado de Virginia el 25% de lo encontrado.
España
negoció con el Gobierno Federal de los EEUU, ante la existencia de un tratado
de amistad firmado en 1908, que contemplaba cierta inmunidad de barcos de los
que el estado es propietario, hundidos en circunstancias determinadas. Esto
hizo que el Gobierno Federal norteamericano se uniera al español para reclamar
ambos la propiedad española de los pecios. En primer lugar, porque se trataba
de buques de guerra propiedad de Estado español, y que nunca los había abandonado
de forma explícita y, segundo, porque
uno de ellos no se podía tocar por tratarse de la tumba de los que murieron en
el hundimiento. La presión de los abogados de Sea Hunt fue terrible, defendían
que, de acuerdo con la ley del Estado de Virginia, todos los buques abandonados
en sus aguas territoriales pertenecían al Estado. El juez virginiano falló
salomónicamente; al no haber fallecimientos en la “Galga”entendió que los españoles lo abandonaron voluntariamente, pudiendo continuar la Sea Hunt con sus trabajos
de extracción. Pero no así con la “Juno”, que pasó a propiedad del Gobierno
Español que era, además, la que transportaba la mayor parte de los tesoros. No se aceptó ni siquiera que España
pagara los gastos de extracción.
La
empresa apeló al Tribunal Supremo, que falló a favor de los intereses de España. Fue un fallo muy
importante del Tribunal Supremo, ya que puede ser aplicado a cualquier pecio
español que esté en aguas norteamericanas. En la mayoría de los países esta
sentencia se acepta como justa.
En
España, un barco que no sea de guerra ni haya sido reclamado pasa a la
propiedad del Estado a los tres años. Con respecto a la vigilancia de nuestras
costas, debería ser una tarea fundamental del Gobierno, ya que están saturadas
de pecios y artefactos arqueológicos, y de esta forma hubiésemos evitado el
saqueo de nuestras costas por la empresa Odyssey
Marine Exploration, una sociedad de cazatesoros marinos al margen de la
ley. Esta empresa, fundada en 1994 por
Greg Stemm, ha logrado una gran fortuna gracias a la explotación y venta de los
tesoros que encontró en diferentes pecios, utilizando tecnología punta en ese
campo, llegando a cotizar en bolsa.
Esta
empresa, el 18 de mayo de 2007, anunció haber sacado de un pecio el mayor
tesoro jamás rescatado en el mar (lo anunció cuando ya estaba en EEUU, llevado
en avión desde Gibraltar) valorado en más de 350 millones de euros. Pronto se
preparó el Gobierno Español para intervenir. Primero lo hizo el juzgado de La
Línea de la Concepción, de Cádiz, lo que hizo que patrulleras de la Guardia
Civil apresaran el 12 de julio a dos buques de la mencionada compañía, el “Ocean Alert” y el “Odyssey Explorer”, con bandera de Bahamas, sin encontrar nada. Este
apresamiento tuvo una gran repercusión en Gran Bretaña, EEUU y Alemania, por lo
que la Compañía dueña del Odyssey presentó una denuncia contra España en un
juzgado de Florida, solicitando una indemnización por parar su trabajo de
extracción. Esta denuncia se falló a favor de España. Tras las investigaciones
oportunas, se pudo saber que el tesoro lo habían extraído del barco “Nuestra Señora de las Mercedes”,
hundido en octubre de 1804 cuando volvía de América, acompañado de las fragatas
“La Clara”, “La Fama” y “La Medea”, por ataque de los ingleses en la batalla
del Cabo de Santa María, a pesar de que eran tiempos de paz entre los dos países.
La empresa le había dada el nombre en clave de “cisne negro” y transportaba
casi 500.000 monedas de oro y plata y 17 toneladas de oro y plata.
Además el
Gobierno Español presentó en Florida, en la localidad de Tampa, una denuncia
por la expoliación de un bien español, solicitando se le devolviera todo lo
expoliado. España ganó el juicio en el juzgado de Tampa, celebrado el 4 de mayo
de 2009, también el siguiente en el Distrito Federal de Tampa el 23 de
diciembre del mismo año; también en el Tribunal de Apelación de Atlanta, el 21
de septiembre de 2011 y, por último, en el Tribunal Supremo, en febrero del año
siguiente, por lo que la Compañía dueña del Odyssey tuvo que devolver todo lo
expoliado. Cosa que hizo en la Base de las Fuerzas Aéreas de MacDill, el 24 de
febrero de 2012, donde dos aviones Hércules españoles lo trajeron para casa. A
la par, una expedición española fue
enviada para ver el estado del pecio “Nuestra Señora de las Mercedes” que había expoliado el Odyssey, hundido a 30 millas de Cádiz. Esta expedición recuperó
un cañón de bronce y once piezas antiguas del barco. Ya en España se hizo un análisis de lo
devuelto y se encontró que no todos los
restos extraídos del pecio se habían devuelto. Tuvieron que intervenir los
investigadores judiciales para encontrar que los responsables
de Odyssey habían ocultado parte del tesoro en Gibraltar. Una vez
recuperado, en julio de 2013, se unieron al resto para exponerlo en el museo
Arqua de Cartagena. Por último y por orden
judicial, Odyssey pagó, en octubre de 2013, un millón de dólares (717.000
Euros) a España, tan sólo un tercio de los 3,2 millones de dólares que el
Gobierno español reclamó ante los tribunales por los costes judiciales.
En los
lingotes y monedas puede reconocerse fácilmente marcas oficiales del Imperio
Español. Para ver algunos vídeos relacionados, recomiendo visitar esta otra
entrada del blog, aquí.
Los
problemas con la Compañía dueña del Odyssey no son nuevos para España. Ya con
anterioridad tuvo un nuevo tropiezo cuando años antes esta Compañía anunció que
al sur de Virginia, en el Estado de Carolina del Norte, habían encontrado un
pecio, denominado codificadamente “Luciérnaga”
(Firefly), del que sacaron lingotes de oro, plata y esmeraldas junto monedas
españolas. Eso hizo pensar que el pecio podía ser “El Salvador”, un barco mercante que un huracán hundió en 1750. Al
estar en aguas de otro país y al no ser un barco de guerra la reclamación
española tenía visos difíciles de prosperar. Igual ocurrió en la República
Dominicana, cuando la Compañía Marine Exploration
Inc. declara que ha conseguido extraer la carga del pecio español “Nuestra Señora de la Concepción” hundido
en 1641 por un huracán. Son muchas las sospechas de que esa compañía de cazatesoros
es una filial de la Odyssey, ya que en la página web de esta última se informa
sobre el proyecto “Concepción”.
Todos estos
casos han hecho que el Gobierno español pase al ataque, aumentando el control
de sus aguas jurisdiccionales. Así las patrulleras “Infanta Elena” y “Serviola” expulsaron
al “buque de investigación Endeavour”,
con bandera de Togo, de la zona del Mar de Alborán, donde intentaban hacer
prospecciones arqueológicas. Antes, también en esa zona se tuvo que expulsar de
la plataforma continental española al buque cazatesoros “Seaway invencible” y antes, al mismo Odyssey-
Por otro lado, España intenta llegar a acuerdos con otros países para defender su patrimonio arqueológico, de estas sociedades de rapiña. El último acuerdo, “para la cooperación en la gestión, investigación, protección, conservación y preservación de recursos y sitios del Patrimonio Cultural Subacuático”, lo ha firmado con México, en junio de 2015, para que ponga fin al intento de las compañías de cazatesoros por expoliar al galeón español del siglo XVII "Nuestra Señora del Juncal. Este barco había zarpado, el 14 de octubre de 1631, junto a la expedición de la flota de barcos españoles de Nueva España, de Veracruz, con más de 300 personas a bordo y una carga valiosa de plata, metales preciosos, chocolate, sedas y tintes, pero con vías de agua sin reparar -se decía que a Felipe IV le urgía la plata, para pagar a sus ejércitos y mantener a raya sus fronteras- y dos semanas después un huracán lo hundió en la Bahía de Campeche, salvándose sólo 39 tripulantes.
El acuerdo es un avance más contra la piratería submarina. “La colaboración científica y de protección legal es indispensable entre ambos países, ya que tenemos una historia marítima tejida en conjunto a lo largo de varios siglos. Además, es la oportunidad para generar un modelo de participación conjunta y mostrar que trabajando en equipo se logran mejores resultados que discutiendo a favor o en contra de los dos países. La ciencia y el conocimiento no tienen fronteras”, es la declaración favorable al acuerdo que realizó la subdirectora de Arqueología Subacuática del INAH mexicano, Pilar Luna, una figura muy importante en aquella zona geográfica, en la defensa del patrimonio subacuático.
Por otro lado, España intenta llegar a acuerdos con otros países para defender su patrimonio arqueológico, de estas sociedades de rapiña. El último acuerdo, “para la cooperación en la gestión, investigación, protección, conservación y preservación de recursos y sitios del Patrimonio Cultural Subacuático”, lo ha firmado con México, en junio de 2015, para que ponga fin al intento de las compañías de cazatesoros por expoliar al galeón español del siglo XVII "Nuestra Señora del Juncal. Este barco había zarpado, el 14 de octubre de 1631, junto a la expedición de la flota de barcos españoles de Nueva España, de Veracruz, con más de 300 personas a bordo y una carga valiosa de plata, metales preciosos, chocolate, sedas y tintes, pero con vías de agua sin reparar -se decía que a Felipe IV le urgía la plata, para pagar a sus ejércitos y mantener a raya sus fronteras- y dos semanas después un huracán lo hundió en la Bahía de Campeche, salvándose sólo 39 tripulantes.
El acuerdo es un avance más contra la piratería submarina. “La colaboración científica y de protección legal es indispensable entre ambos países, ya que tenemos una historia marítima tejida en conjunto a lo largo de varios siglos. Además, es la oportunidad para generar un modelo de participación conjunta y mostrar que trabajando en equipo se logran mejores resultados que discutiendo a favor o en contra de los dos países. La ciencia y el conocimiento no tienen fronteras”, es la declaración favorable al acuerdo que realizó la subdirectora de Arqueología Subacuática del INAH mexicano, Pilar Luna, una figura muy importante en aquella zona geográfica, en la defensa del patrimonio subacuático.
Tanto el
buque como el minisubmarino “Zeus” que participaron en el expolio ilegal del “Nuestra
Señora de las Mercedes” acabaron vendidos como chatarra. Triste fin para unas máquinas
que vieron tan maravillosos tesoros.
Tras los conflictos con España,
la Empresa Odyssey tuvo problemas de solvencia económica. El precio de su acción en
bolsa cayó por debajo de la barrera
psicológica de un dólar en 2014 y llegó a descender hasta 0,25 dólares en 2015. Lo que hizo que tuviera que
vender parte de sus posesiones y activos. La Sociedad Mónaco Financial los
compró por 21 millones de dólares de los que más de la mitad se fue en pagar
deudas bancarias. Señalan que ahora se dedicaran sólo a prospecciones mineras.
Por su parte el barco “Odyssey Explorer” –desde el que se expolió la fragata “Mercedes”
en 2007, buque insignia de la compañía Odyssey
Marine Exploration-, también ha sido vendido y su nombre cambiado por el de
“Empire Persa”. Un triste final para un barco que estuvo en mayo de 2007 en el centro de los debates mediáticos mundiales
y que participó en la Guerra de las Malvinas como barco de apoyo británico,
antes de ser vendido y transformado en un laboratorio marino.
Me ha agradado su artículo. Valeria, ha sido interesante y recoge en él todos los problemas que tuvimos con el Odissey. Me gustaría, no corregirle, pero si añadirle una palabra que se nota que se ha trastocado, es al comienzo, cuando dice "Está claro que si el barco se ha hundido hace seis años...", debería decir "Está claro que si el barco se ha hundido hace menos de seis años...". Estuve de visitador en un rescate de restos de pecio en las costas de Florida y créame que es muy ineteresante. Buen trabajo.
ResponderEliminarGracias por su opinión, Sr. Benítez, y estoy conforme con lo que señala cuando dice “hasta seis años…”, si bien cabe señalar que eso es aplicable a una gran parte de los países costeros, pero no a todos. Por ejemplo, en el caso español es hasta tres años. Me imagino la emoción que sería participar en una exploración marina de un pecio, le envidio por ello. Saludos.
Eliminar¿Es cierto, Valeria, que el tesoro del Odissey no ha sido tan rentable para España?. Gracias
ResponderEliminarGracias por su opinión, Sr. Felipe B., con respecto a su pregunta, la mayoría de las opiniones de especialistas en ese tema señalan que ha sido un buen negocio recuperar el tesoro del Odyssey a coste cero. Son muchos los que lo cifran entre 140 y 500 millones de euros. El problema radica en que esa cantidad se calcula en el apartado de antigüedades o desde el punto de vista numismático, y aún así se exageró demasiado. Si el cálculo lo hacemos desde el punto de vista de colocarlo en exposición en alguno de nuestros variados museos navales y/o en el M.A.N (el arqueológico de Madrid) y en el museo ARQVA de Cartagena, esos valores ya son muchísimo menores pues sólo queda su valor histórico.
EliminarEl pecio “Nuestra Señora de Las Mercedes” transportaba 574.341 reales de a ocho (esta moneda fue la base del dólar norteamericano) y 212 doblones de oro. Si deseáramos realizar el valor numismático de ese tesoro habría que tener en cuenta que la tasación actual de los reales está sobre 40 dólares y el doblón en 1700 dólares. Suponiendo que todas las monedas estuvieran en perfectas condiciones, tendríamos una valoración de algo menos de 24 millones de dólares (alrededor de 21,5 millones de euros), pero no todas las monedas estaban en perfectas condiciones. Sólo alrededor de 300.000 monedas podrían ser recuperadas, las restantes estaban destrozadas, inservibles, por lo que el cálculo hecho ya no es correcto, se aproximaría mejor la cifra de 12 millones de dólares. Pero no sería un valor neto, ya que el Ministerio de Cultura español tendría que invertir entre 4 y 6 millones en su recuperación y restauración, de ahí que la cifra que resultaría como ganancias no llegaría a los 8 millones; cifra que está infinitamente lejos del valor de ganancia de 500 millones de dólares que señalaba en 2007 la empresa Odyssey.
Aunque no estoy acuerdo con que los barcos hundidos aquí no sea para aquí, felicito por el bueno trabajo para recuperarlos por ley. Mi esposa Lhosan da su opinion en la historia del gran guerrero español De Soto.
ResponderEliminarGracias por su opinión, Sr. D.Summer., y le agradezco sus felicitaciones por la recuperación que entiendo que es de justicia. Un saludo.
EliminarMe ha interesado su artículo, tenia mucho interés por ese tema y he aprendido con él. También queremos agradecer a su pais la ayuda prestada a nuestro INAH para evitar que esos saqueadores cazatesoros sigan robando por nuestras costas. Gracias al asesoramiento de su Ministerio de Cultura hemos podido solucionar y evadirnos del fuerte acoso que empresas norteamericanas han ido ejerciendo por el pecio el Juncal, como usted menciona, hundido en Cayos Arcas frente a La Victoria. Gracias.
ResponderEliminarGracias por su opinión, Sr. Chuy, y me alegra que encontremos puntos de cooperación entre los dos países con el objetivo de lograr mejoras para México y para España, sin necesidad de mirar para atrás. Son muchos los vínculos que unen ambos países y creo que debemos seguir trabajando juntos como dos países hermanos, porque sin dudas progresaremos juntos. Un saludo.
EliminarHa sido interesante y sorprendente lo que señala sobre el Odyssey. No sabia que se habían llegado a tanto. ¿De veras que la marina española apresaron a un barco de esa compañía?
ResponderEliminarGracias por su opinión, Sr. Argensola, paso a responder su pregunta. No fue la Armada la que apresó a un par de barcos de la compañía Odyssey, sino la Guardia Civil marítima. Arrestó a dos barcos de esa compañía cazatesoros, al “Ocean Alert” y al mismísimo “Odyssey Explorer”. En ambos casos los dos barcos fueron llevados a puertos de Cádiz. Este último fue arrestado en octubre de 2007, cuando salía de Gibraltar tras expoliar un yacimiento arqueológico español, por orden de un juez de la localidad gaditana de La Línea de la Concepción. El capitán del “Ocean Alert” permitió que registraran su barco y tras prestar declaración en el juzgado de Cádiz fue puesto en libertad cuando concluyó el registro, continuando su camino. El capitán del “Odyssey Explorer”, el norteamericano Sterlyn Vorus, se negó a que registraran su barco, por lo que fue llevado, escoltado por dos patrulleras de la Guardia Civil Marítima, al puerto de Algeciras donde pasó la noche en un calabozo. A la mañana siguiente, se avino a declarar ante la Unidad Operativa de la Guardia Civil (UCO), permitiendo el Juez que saliera de la cárcel pero quedando el barco anclado en el puerto para su total y completo registro. En su poder se halló un riguroso estudio basado en documentos del Archivo Nacional de Indias de Sevilla (http://www.diariodesevilla.es/sevilla/Cazatesoros-Archivo-Indias_0_868113525.html). Un saludo.
EliminarUn nuevo trabajo interesante. Desconociamos la poca rentabilidad obtenida en la recuperación de nuestra carga de Nuestra Señora de las Mercedes, como adecuadamente explica a Barrientos, ni el gran negocio montado con esa pirateria. Aunque siempre nos queda la satisfacción de tenerla con nosotros, en nuestros museos. Satisfactoriamente empieza a existir acuerdos que iran acorralando ese pirateo, aunque me temo que nunca tendrá fin. Buen artículo.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Rodri, es cierto que "la rentabilidad" del rescate de estos tesoros con frecuencia está magnifizada por la sociedad. De ahí la falsedad de las afirmaciones de todas aquellas personas que a la ligera se apresuran a rememorar el típico tópico de la avaricia española por el oro, en cuánto salta a los medios el hallazgo de algún buque de la Armada del Imperio Español y nuestro país se apresura a reclamar un respeto por él (que no sea saqueado) o en caso de que ocurra, a hacer valer los derechos de la Corona sobre él. Como expliqué en mi entrada "el oro del San José", esta demanda española está frecuentemente más motivada por el respeto a los soldados y ciudadanos del imperio que murieron en el naufragio o ataque y hundimiento (frecuentemente rompiendo un pacto de paz o de no ataque, por parte de piratas europeos), que por la supuesta fiebre del oro que tanto nos atribuyen los que olvidan que el resto de Europa se volcó en tratar de arrebatar las cargas americanas a los buques del Imperio Español. Pero en fin, espero que algún siglo, algún día esta absurda acusación termine por fin dejándose de lado. Ya va siendo hora y, utilizando una frase del Dr. House en uno de sus episodios: "ya cansa". Por lo demás, me temo que la piratería nos acompañará siempre como especie, siempre habrá "amigos de lo ajeno" dispuesto a apropiarse indebidamente de ello y no es por filosofar pero me atrevería a asegurar que ese afán de hacerse con lo del prójimo es lo que ha motivado el avance de las civilizaciones, "lupus est homo homini" escribiría Plauto en su obra Asinaria, en el siglo III a.C., "el hombre es un lobo para el propio hombre". Saludos.
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