La caída del régimen nazi fue una enorme satisfacción, un inmenso alivio
y un gran triunfo para el mundo libre. Esa jauría de asesinos, de mentes
perversas, de pensamientos enigmáticos sacó lo peor de la especie humana. Sus
creencias contrastadas fueron un azote para la propia humanidad. Sin embargo,
tras su caída salieron muchos estudios y búsquedas extrañas, ocultas e
indescifrables. Algunas de ellas rayaban en el campo de lo imposible, de la
superstición y de lo esotérico, lo paranormal. Son muchas las historias y
misterios que ocultaban las cortinas del Tercer Reich y algunos de ellos
empezaron a salir a la luz en los últimos días del régimen.
Pero demos antes unas breves y curiosas pinceladas
sobre la caída de Berlín. Finalizaba el mes de abril de 1945. Eran los días
finales de la Segunda Guerra Mundial y Alemania estaba ya derrotada. Sólo
quedaba la capital, cuya conquista había que hacer calle a calle, plaza a plaza
y casa a casa. Una parte de la población alemana había respondido, una vez más,
a la llamada de Adolf Hitler de defender la capital hasta la muerte… ¿O tal vez
seguían en la lucha ante el temor creciente a la llegada de los crueles,
violentos y brutales rusos? No hay unanimidad acerca de los motivos que
condujeron a que el pueblo alemán continuara la lucha con la guerra perdida, porque
lo que desconcierta es que la dramática defensa alemana incidía sobre todo en
la parte este berlinesa, justo por donde entraban los soviéticos. En la parte
oeste, por donde llegaban los aliados a la capital, las defensas fueron muy
limitadas, casi testimoniales. De hecho, combatientes del este, cuando lo veían
todo perdido, huían al oeste para rendirse a los aliados. Pero lo cierto fue
que ese avance salvaje ruso les permitió llegar los primeros al centro de Berlín,
venciendo la desesperada defensa alemana, que poco a poco iba cayendo ante la
terrible violencia indiscriminada bolchevique.
Fueron
muchos los soldados que pasearon por la capital alemana como turistas que no
dudaban en hacerse fotos en los sitios más icónicos posando triunfalmente,
humillando a civiles e incluso violando a las mujeres con las que se cruzaban.
En los túneles del metro las fuerzas
soviéticas avanzaban a golpe de metralla y lanzallamas quemándolo todo sin
distinguir entre población armada o civil y sin tener en cuenta que el ejército
contra el que luchaban estaba integrado mayoritariamente por ancianos y niños.
Posiblemente los enfrentamientos más duros ocurrieron alrededor del bunker
subterráneo de la Cancillería, donde pasaba sus últimos días Hitler. Esta zona
estaba defendida por un reducido bastión
heterogéneo de soldados profesionales, en su mayoría extranjeros. Allí luchaban
soldados de la división Nortdland, integrada por voluntarios holandeses,
belgas, suecos y noruegos, junto con soldados franceses y españoles de la
división Charlemagne. Se comenta que los últimos defensores pertenecían a una
compañía española de esta última división, a la "Kampfgruppe
Ezquerra", mandada por el audaz teniente navarro Miguel Ezquerra, que con
métodos propios de defensa de guerrillas había conseguido destruir más de un
centenar de carros blindados rusos. Es curioso que los últimos defensores de
Berlín fueran españoles y que también fueran españoles republicanos los
primeros soldados aliados que entraron en Paris en la división Leclerc, como ya
vimos aquí a pesar de que la prensa hizo pasar el
triunfo por norteamericano. No obstante, recientemente como digo en esa entrada,
el presidente francés François Hollande, agradeció a los españoles su logro.
Tras la caída de los últimos defensores,
los servicios de inteligencia rusos comenzaron a examinar todos los edificios
oficiales de la zona, incluyendo al búnker de la Cancillería donde se había
suicidado Hitler con su esposa Eva Braun, en busca de informaciones, mapas y documentos. Y pronto
comenzaron a salir documentos sorprendentes. En uno de los edificios estatales
de la zona, antigua sede de la inteligencia alemana, hallaron unos mapas insólitos
que mostraban un acceso subterráneo en una zona de la Antártida, junto a mapas
que muestran lugares y planisferios que parecían no ser de este planeta. En
ellos aparecían nombres esotéricos como
Agartha y Shambala; nombres que recuerdan a la antigua mitología nórdica,
como Asgard. En esos mapas se señalaba un continente, cercano a una zona
Antártida explorada y reclamada por Alemania, denominada Neuschwabenland, en
donde se señalaba la ciudad “Neu-Berlín (Nuevo Berlín) junto con una base
costera de submarinos denominada "U-boot Stützspunkt”. En el continente
cercano se señalaba la "ciudad de los Ases", refiriéndose con este
nombre a los dioses de la mitología nórdica (Ases o Aesir).
No se pudo extraer más información de los
lugares porque la descripción de los accesos, como el de Agartha, estaba codificada. Sin embargo, las pistas
encontradas eran sorprendentes. También aparecieron otros mapas que parecía que
señalaban rutas de acceso a zonas subterráneas y subacuáticas de gran
profundidad, de las que se señalaban ángulos de descenso y las coordenadas de
la entrada. Una de éstas daba una situación sorprendente (64º latitud Sur, 1º
longitud Este), ya que correspondía a un punto lejos de la Antártida en el que
parece que sólo había mar abierto. Además de añadir nuevas dificultades de
situación, ya que tras las descripciones cartográficas se podía pensar que el
punto de entrada podía estar cercano a los cuatrocientos metros de profundidad,
dificultad insuperable para los submarinos de entonces, que tenían un techo ligeramente
inferior a los trescientos cincuenta metros, me refiero a los submarinos
alemanes más modernos de entonces, que estaban construidos con la aleación especial
de acero denominada Wotan weich. Ante esta contradicción solo cabe una pregunta
¿Era posible que el Tercer Reich dispusiera de otros submarinos para esas
profundidades?
La toma
de Berlín supuso una carrera para llevar a cabo el expolio alemán. Así,
mientras los soviéticos arrasaron con todos los documentos que encontraron, los
norteamericanos se llevaron los médicos y científicos nazis que desarrollaron
las armas más dañinas y los tormentos más atroces, para alistarlos en sus
filas, otorgándoles una nueva identidad, casa y propiedades, y salarios generosos
(la conocida Operación Paperclip).
Hoy se sabe que los submarinos de aleación
de titanio, los nucleares, pueden alcanzar profundidades superiores al millar
de metros, pero entonces no existía constancia de que la marina alemana del
Tercer Reich (la Kriegsmarine) dispusiera de este tipo de submarino, si bien
oficialmente no se tiene registro de todos los U-boot alemanes. Sin embargo, conociendo
lo que ocurre hoy día con las diferentes naciones modernas que utilizan modelos
de naves secretas experimentales para operaciones especiales, no sería de
extrañar que se hubiera dado esta posibilidad. Un ejemplo lo podríamos tener en
el proyecto de diseño alemán de los U-boot "Tipo XI". Hay referencias
en documentos secretos de la Kriegsmarine de la propuesta de construcción de
cuatro de estos descomunales submarinos de crucero y parece que hubo alguna
evidencia de que una de estos submarinos fue construido en Bremen, en los astilleros
Deschimag-Weser,m asignándole el nombre U-boot-112, pero no hay ningún número
de registro sobre esta construcción de la Kriegsmarine, lo que significa que, oficialmente,
el Tipo XI nunca fue construido, a pesar de que algunos archivos militares de
Freiburgim-Breisgau recogen someramente los resultados de las pruebas en el río Weser de un Tipo de
submarino XI, señalando que había logrado una velocidad de 26 nudos en
superficie. De hecho Vicenc Zanon al analizar en profundidad la obra de
Eberhard Roessler, "The U-boat”, señala que en ella se certifica que las
pruebas no se realizaron con modelos a escala, sino con un modelo real. Lo que
deja una inquietante duda en el horizonte. Duda que crece en demasía cuando se
publicitan las entrevistas con los servicios de inteligencias alemanes y
aliados en las que se señala que en 1944 un submarino alermán Tipo XI,
denominado "El Caballero Negro" ("Der Schwarz
Ritter"), fue avistado en los
puertos de Vigo, de Lisboa y en otros puertos portugueses y españoles.
Que la Kriegsmarine no tuviera constancia
de ésto es extraño, ya que desde 1944 hubo un departamento independiente dentro
del Tercer Reich que tomó bajo su control todos los programas científicos de
todo tipo de armamento y de producción de energía, incluyendo nuevos métodos de
física avanzada; todo dentro del más absoluto secreto. Muchos de sus resultados
aún no se conocen a día de hoy y muy poco se conoce de lo investigado y
realizado por ese departamento durante la guerra.
A día de hoy se han hecho pruebas con
prototipos de submarinos tipo XXI, propulsados por turbinas Walther (que
utilizaban como combustible catalítico el peróxido de hidrógeno), de acuerdo
con el diseño alemán, encontrando que esos submarinos alcanzaron, sumergidos,
la velocidad de ¡28 nudos! Los grandes submarinos que utilizan este modo de
propulsión alcanzan los 25 nudos. Lo que significa que la experiencia alemana
significó un salto de varias décadas en el diseño de estas naves.
Pero entonces ¿Qué significan estos datos?
¿Realizaron los alemanes viajes submarinos a otro lugar perdido o incluso a
otro mundo? La posible respuesta afirmativa está rodeada de circunstancias tan
sorprendentes que rayan con la ficción. Existen documentos, incluso submarinos,
que están perfectamente implicados e identificados, como es el caso del
submarino de clase VII, U-209, que no
llegaba a las prestaciones de los revolucionarios tipos XXI. Hay datos
curiosos, como una carta de Karl Haushoffer, marinero del submarino mandado por
el capitán Heinrich Brodda, que envió al coronel norteamericano William F. Woodard,
al que conoció durante la guerra. Cuando finalizó ésta, le envió una carta en la
que le explicaba detenidamente la sorprendente misión del submarino, consistente en penetrar en
el interior de la Tierra. Facilitaba cartas de navegación mediante las cuales
podrían llegar a una gran gruta submarina en donde la corriente se encargaría
de llevar el submarino a su destino a una velocidad de seis nudos y tras parar motores dejarse
llevar por la corriente de unos 6 nudos, que les llevaría a su destino. En la
misiva se dice que consiguieron llegar pero que era imposible volver. Afirmaba
que la Tierra era hueca.
Sin embargo hay algunas incógnitas no
resueltas. Aunque efectivamente era correcto que el capitán del submarino era Heinrich
Brodda, no había ningún Karl Unger en el listado oficial de la tripulación. Por
otro lado, hay cierta inexactitud en la localización del U-209. Había zarpado
de Kiel el 6 de abril de 1943, pero su contacto desapareció 5 de julio de 1943,
en las coordenadas 52º00´N-38º00´0, cuando navegaba entre Groenlandia e
Islandia, y su ruta estaba perfectamente comprobada porque sufrió diferentes
ataques aéreos por aviones aliados de los que salió dañado, pero continuó su
navegación. Se llegó a certificar su hundimiento en esa zona, pero posteriormente
se ha comprobado que se confundieron con su gemelo, el U-954, cuya pérdida sí se
confirmó. Pero sobre el U-209 no hay pistas. Se sabe sólo que desapareció y que
su misión transcurría por el Océano Ártico ¿De ruta hacia la Antártida?. Se
conoce que los polos terrestres, norte y sur, tenían mucha consideración en la
Alemania nazi, y no sólo por las riquezas minerales que contienen. Para altos
cargos del Tercer Reich eran puertas a otro mundo, pero ¿dónde situar a estos
mundos?, ¿cómo eran?, ¿enormes cavernas submarinas o quizás la entrada de la
conocida teoría de la Tierra Hueca? Lo cierto es que se abrió un mundo de enigmas, para los que no se han
encontrado respuestas, cuando se descubrieron esos documentos, presididos todos
ellos por la orden “destruir a la primera señal de peligro”. A ello han de
sumarse las declaraciones del piloto y almirante norteamericano Richard E. Byrd,
cuando dijo haber observado una enorme entrada al interior de la Tierra en la
Antártida, y haber entrado en ella con su avión.
El
almirante y aviador Byrd (1888-1957) sostuvo haber dado con una entrada al
interior de nuestro planeta y recogió numerosas anotaciones de ésta en su
diario. Su localización en la Antártida parecía coincidir con la zona explorada
por los nazis.. Desde entonces son muchos los “conspiranoicos” que sostienen la
veracidad de estas ideas y una gran trama conspirativa de ocultación por parte
de la NASA que manipula las imágenes de los satélites para ocultar estas
entradas.
Interesante nota, la leeré nuevamente y veré de aportarle material. Solo una corrección (si me lo permite) al principio. Cuando cae Berlín, muchas zonas de Alemania, así como también de países ocupados por Alemania (Rep.Checa, Dinamarca, etc) aún no habían caído en manos de los aliados (incluyo obviamente a URSS en este conglomerado)
ResponderEliminarSaludos cordiales
Gracias por su comentario, Incorrección, pero me temo que su corrección es un tanto extraña (lógicamente si los soviéticos entraron en Berlín y de la forma tan cruenta como lo hicieron, es obvio que la URSS seguía en manos de los soviéticos; como UK que era parte de los Aliados, o como USA). Por lo demás, es cierto que quedaban bastiones nazis que aún resistían al avance aliado pero en general ya estaban derrotados y sin sus líderes o cúpula, estaban descabezados. De hecho, unos ajustados siete meses después de la caída de Berlín se iniciarían los juicios de Núremberg, contra todos los dirigentes nazis detenidos. Permítame remitirle a un mapa bastante claro (recuerde que estamos en abril de 1945): http://3.bp.blogspot.com/-2WPA0nXyl88/TbdMXEo1Q2I/AAAAAAAACt4/l_-aDAglBcg/s1600/mapa_2GM_ofensiva_aliada.jpg
EliminarPor lo demás y aunque siempre se agradecen aportes, no es mi intención hacer de este tema un tratado de la Segunda Guerra Mundial, existen numerosos foros centrados exclusivamente en este asunto y en los que se analizan prácticamente cada gesto realizado por los actores de la contienda. No es mi intención imitarlos, la verdad. Un saludo.