La expresión “tomar las de Villadiego” en el sentido
de salir huyendo con premura es posiblemente uno de los dichos más antiguos aún
en uso (aunque creo que contemporáneo al de “andar de la ceca a la Meca” que ya analizamos aquí) que conserva el castellano. Muy posiblemente deberemos remontarnos a plena Edad
Media para encontrar la explicación a esta curiosa frase.
En
“la Celestina”
(o “Tragicomedia de Calisto y Melibea”), Fernando de Rojas (s. XV) pone en boca
de Sempronio (diciéndoselo a Parmeno): “Apercíbete
a la primera voz que oyeres, a tomar las calzas de Villadiego”, siendo
respondido: “Leído has donde yo; en un
corazón estamos. Calzas traigo y aún borceguíes de esos lugares que tú dices,
para mejor huir que otro.” (Acto II). De forma que podemos deducir que llevando
“calzas” (pantalones de tela hechos en Villadiego) estarían salvados o les
ayudarían a huir (¿por ser más ligeros, tal vez?).
Como no puede
ser de otra forma, el Maestro de las letras españolas D. Miguel de Cervantes
Saavedra ya recogerá esta expresión en sus obras. Por ejemplo, en su trabajo
más famoso, la pone en boca de un barbero que es arrojado del asno que montaba
al suelo, por Don Quijote, al considerarle otro caballero que portaba el yelmo
de Mambrino, un supuesto casco de oro que tenía la virtud de hacer inmortal al
guerrero que lo portaba, cuando la realidad era la que señaló Sancho Panza, que
se trataba de un objeto que brillaba por el sol de mediodía. Del pobre hombre,
aún con el susto en el cuerpo por el percance sufrido y seguramente dolorido
por el golpe, dirá Cervantes “puso los pies en polvorosa y cogió las de
Villadiego” (I, capítulo 21). Es decir, vemos que en el siglo XVI se
empleaba con el sentido de tomar esa dirección para quedar a salvo de un
peligro.
En la comedia,
también obra de D. Miguel de Cervantes, “la Gran Sultana doña Catalina de Oviedo”,
Madrigal exclama “pondré pies en
polvorosa y tomarè las de Villadiego.”
De esta manera
nos encontramos con dos aparentes significados, uno refiriéndose a los
pantalones de Villadiego y otro como ruta para la salvación ante un peligro.
Pero, ¿qué nos cuenta la historia?.
Existe un
pueblo denominado Villadiego, a aproximadamente 38 kilómetros de la actual
capital de Burgos, fundado por el conde D. Diego Rodríguez Porcelos, señor de
Amaya, hacia la segunda mitad del siglo IX (concretamente en el año 880, cuatro
años antes que Burgos capital). Por tanto, primera duda despejada, relativa al
origen del nombre que lo tomo de su fundador llamándose “la ciudad de Diego”.
El pueblo ha decidido inmortalizar el dicho popular, en una de sus
rotondas o glorietas (como dice mi GPS). A la derecha, detalle de la plaza del
Ayuntamiento, con una estatua al padre e historiador Enrique Flórez, autor de
la obra “España Sagrada” (s. XVIII).
Fernando III El
Santo dictó un Decreto por el que prohibía que cualquier ciudadano judío
sufriera persecución, robo o atropello en esta villa. Su hijo Alfonso X El
Sabio renovará tal privilegio allá por el año 1255 (“Memorias para la vida del
Santo Rey..:”), mediante la siguiente sentencia: “Sépales que yo recibo en mi comienda, et en mio defendimiento los
judíos de Villadiego (…) et ninguno
que mal les ficiese a ellos”.
De manera que
como es de suponer, gran cantidad de familias judías comenzaron a trasladarse a
dicha ciudad pues actuando como actuaban de mercaderes y banqueros, era
frecuente que sufrieran atracos, palizas e incluso heridas por parte de
“cristianos viejos” que veían desproporcionados los intereses o los precios que
los judíos les pedían.
Para poder
llevar a buen término el decreto real, se acordó que los judíos que desearan
disfrutar de tal protección vistieran “calzas” amarillas para poder ser
reconocidos.
El
investigador Antonio Martínez, natural de la localidad menciona cómo en la
parte posterior de la iglesia de Villadiego (Iglesia Parroquial de San Lorenzo,
románica en origen pero gótica en gran parte) aún pervive un cártel con las
palabras “iglesia de asilo” debido a que los hebreos llegaban a la localidad,
accedían a la iglesia por dicha puerta posterior y en ella recibían las calzas
con las que salían ya puestas y gozando de plena protección, por tanto.
Otra fuente
informa que junto a una de las columnas del Ayuntamiento de la localidad hay un
cartel donde se lee
“Villadiego era un soldado
que a San Pedro,
en
ocasión de estar en dura prisión,
nunca le faltó del lado.
Vino el espíritu alado,
y, lleno de vivo fuego,
le dice a San Pedro: sal luego,
toma las calzas, no arguyas;
Pedro, por tomar las suyas,
tomó las de Villadiego”
Y junto a este
panel, puede observarse en la columna un relieve de San Pedro junto a un
soldado que se supone es el Villadiego del poema, que posiblemente era hebreo y
de ahí que al vestir las calzas de San Pedro (pues el santo se dice que vistió
las del soldado) lograra el perdón por parte de los cristianos.
El mencionado
Antonio Martínez lamenta que las tropas francesas prendieran fuego al
Ayuntamiento de la localidad, ardiendo todos los archivos que existían y que
sin duda contendrían documentos que respaldaran el origen de este dicho.
Pero no sólo
por esta expresión es célebre la localidad de Villadiego, pues en ella se
celebraba ya desde el Medievo la tradición de la quema de Judas, un muñeco de
considerable tamaño realizado con heno y otras hierbas secas y que tras ser
juzgado convenientemente, acusándosele de todos los males que habían ocurrido
ese año, era quemado públicamente el Sábado Santo. Tal vez por la barbarie que
fomentaba sucintamente o por atraer el recuerdo de juicios inquisitoriales,
vaya usted a saber, el hecho es que se prohibió esta celebración en los inicios
del siglo XX para volver a recuperarse en 2002. Desde entonces se viene
celebrando, atrayendo a gran cantidad de visitantes, curiosos y turistas (no
será exclusivo, pues en otras localidades como Talavera de la Reina o en
Salinas de Añaña ocurre similar celebración). A los visitantes recomendaría
pasear por las bellas calles que aún conservan todo su sabor medieval y sobre
todo, deleitarse con las dos preciosas iglesias (de San Lorenzo y de Santa
María) cuyo estilo gótico magistralmente desarrollado otorga un sosiego
envidiable.
Querida Valeria:
ResponderEliminarYa utilizo el término de querida y espero que me lo permitas porque al seguirte tan frecuentemente te metes en nuestros pensamientos y para mi eres ya así considerada.
No suelo hacer comentarios porque tengo dificultad para escribir pero ya hoy cuando he leído tu comentario me has terminado de sorprender.
No que en los demás no lo hagas sino que me veo en la obligación moral de felicitarte por tus artículos.Son variados, muy completos, muy documentados y te animan a seguir leyendo. Yo siempre espero el siguiente y cabildo sobre qué será lo que nos cuenta Valeria próximamente?
Otra cosa que consigues es que además de ilustrarnos con tus comentarios nos entran ganas de seguir buscando por nuestra parte.
Yo he hecho algún viaje y he visto cosas a las que tu ya habías reseñado y ....te da una alegría porque además puedes completar al grupo que te acompaña , buscando en tu blog. Y quedas estupendamente.
Continúa con esa variedad y amplitud de temas y reseñas que haces.
Me encantaría conocerte porque tiene que ser un gustazo charlar con una persona tan culta y ahora la vez lo asequible que haces los temas.
Enhorabuena y adelante Ardante! !!
Estimada Sra. Alcántara, únicamente puedo decirle que me he emocionado de veras con sus palabras. Lo cierto es que cada cosa que subo la añado porque realmente la he disfrutado y deseo compartirlo, pero en ocasiones me pregunto si realmente he logrado contagiar un poquito de esa pasión por lo leído o descubierto entre libros, haciendo que otras personas disfruten con todo aquello que nos rodea y que no siempre valoramos en su justo valor. Por eso me han emocionado tanto sus palabras. Gracias de todo corazón. Comentarios así motivan a seguir por este camino. Gracias.
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