La semana pasada, el ministro español de Asuntos Exteriores (en funciones),
Sr. García Margallo, colocaba en Cuba una placa conmemorativa de homenaje a D. LUIS DE VELASCO, héroe de la defensa
del castillo de El Morro de La
Habana contra los ingleses. Lamentablemente son muchos los
españoles que no conocen la vida de ese militar, cuya figura, de haber nacido
inglés, ya habría protagonizado media docena de películas y una docena de
capítulos en el Canal Historia o en el National Geographic. Pretendo hacer en
mi blog un breve recordatorio y homenaje a este insigne marino, recordando
alguna de sus gestas.
D. Luis Vicente de Velasco e Isla nació en la villa cántabra de Noja el 19 de febrero de 1711, hijo
de don Pedro de Velasco Castillo, natural de Noja y Caballero del Hábito de
Santiago, y de doña María Antonia de Isla Poves, natural de la villa cántabra
de Isla.
Inauguración de la estatua realizada por el
Ayuntamiento de Meruelo en honor a D. Luis Vicente de Velasco, en la localidad
natal del marino. Agosto de 2013.
Ya con quince años de edad
había alcanzado el grado de Guardiamarina en Cádiz y un año después participó
en el segundo asedio por tierra al Peñón de Gibraltar, tras haber declarado la
guerra el rey español Felipe V a Inglaterra, tras su coalición con Francia,
Holanda y Austria para atacar los intereses españoles en América. En este
ataque a Gibraltar, España no disponía de una armada potente, de ahí que el
asedio se hiciese sólo por tierra, por lo que no resultó operativo. Asedio que se
frenó al interceder el Papa Benedicto XIII en la disputa y cesar ésta. Aún así,
Inglaterra envió un conjunto de barcos al Caribe para intentar capturar
nuestras flotas coloniales. La enorme escuadra inglesa la mandaba el almirante
Jennings (el de la oreja famosa), que sólo logró la captura del galeón “Nuestra Señora del Rosario”, de 46
cañones, a cargo del barco inglés “Royal
Oak” de 70 cañones.
Por su parte, Velasco iba cobrando experiencia. En 1732
intervino, bajo el mando del general Cornejo (que trasladó al duque de
Montemar) en la conquista de Orán y Mazalquivir. En estas batallas coincidió
con su amigo y paisano Antonio de la
Colina, que también había participado en el asedio de Gibraltar.
Fueron los comienzos de una brillante carrera de este hidalgo marino. Velasco
intervino en muchas acciones en el Mediterráneo contra los piratas berberiscos.
En 1739 nuevamente España entra en guerra contra Inglaterra y Velasco, ya con
el grado de teniente de navío, participa en varias acciones contra los ingleses
desde su barco, que realizaba el transporte de soldados a Nápoles. Sus
brillantes actuaciones le valieron el ascenso, en 1741, al grado de capitán de
fragata, otorgándole el mando de una fragata con la que viajó a las Antillas
con el encargo de controlar el paso entre Veracruz y La Habana. Esto le hizo
participar en diferentes enfrentamientos con los ingleses en los que fue
consiguiendo una gran ingenio, temple, audacia y experiencia en la batalla. Una
prueba de su valía la demostró en 1742, cuando realizaba la vigilancia de la
ruta La Habana
– Veracruz al frente de una fragata de 30 cañones, y se encontró con una
fragata inglesa de 45 cañones seguida a cierta distancia de un bergantín inglés;
Velasco se preparó para la batalla y, aprovechando que un golpe de viento había
retirado al bergantín, se lanzó decidido a la lucha realizando una maniobra que
cogió por sorpresa a la fragata inglesa, superior en armamento. Su primera
andanada dio de lleno en el barco inglés, lo que aprovechó para lanzarse, al
frente de sus hombres, al abordaje. Tras más de dos horas de sangrienta lucha
cuerpo a cuerpo conquistó el barco inglés, volviendo rápidamente a su barco,
que no había sufrido graves daños, para lanzarse tras el bergantín inglés, que
rehuía la batalla. Tras varias interesantes maniobras, Velasco consiguió
perforar con dos disparos el casco de bergantín, que, ante su hundimiento, cambió
la bandera de combate por la de auxilio. Tras ser socorrido por Velasco y
salvada la tripulación, fue remolcado por el barco español. Velasco entró en el
puerto de La Habana
llevando los dos barcos ingleses, recibiendo la admiración de los ciudadanos
cuando comprobaron que el número de cañones de los barcos ingleses eran más del
doble que en el buque español y que el número de prisioneros ingleses eran casi
el triple que los marinos de Velasco. La Habana nunca había visto victoria semejante.
No fue la única
gesta en el mar, de Velasco. Unos años después repitió otra hazaña análoga
cuando en junio de 1746 realizaba la vigilancia de la costa sur de Cuba al
mando de uno de los dos jabeques; el otro lo mandaba D. Vicente de la Quintana, que participaba
en la vigilancia, junto con una balandra y un paquebote. Divisó a una fragata
inglesa de 36 cañones y, lejos de huir ante un navío de fuerza mayor, acordaron
que se separaran los jabeques para atacar a la fragata inglesa desde diferentes
puntos, para descolocar su capacidad de fuego. Tras el cañoneo, la fragata
quedó desarbolada y arrió su bandera. Tras abordarla y trasladarla a Cuba se
contaron 150 prisioneros ingleses.
Tras la firma de la
paz con Inglaterra, Velasco realizó varios viajes de América a España
escoltando convoys y realizando diferentes misiones en las escuadras de los
generales D. Benito Spínola y D. Andrés Reggio, que le valieron para el
ascenso, en 1754, al grado de capitán de navío, dándole el mando del navío en
línea “Reina”, lo
más moderno de entonces. En sus manos, el navío español acalló las críticas
sobre defectos de diseño que se le achacaban a esos barcos. Con ese navío, agrandó
Velasco su fama de gran marino y honorable militar.
Biografía de De Velasco. Retrato de él y de
George Keppel señalando al fortín de El Morro de la Habana.
En 1761 accede a la corona española el Borbón Carlos
III, firmando un tratado, “Pacto de
Familia”, con los Borbones de Francia, por el cual ambos países se aliaban
para defenderse de una agresión a cualquiera de los dos. En 1762, de acuerdo
con el Tratado, España tiene que intervenir en la guerra entre Inglaterra y
Francia. El día 2 de junio de 1762, una formidable escuadra inglesa al mando de
Sir George Pocock, formada por más de 200 barcos, compuesta por 23 navíos de
línea, 24 fragatas, tres brulotes, tres bombardas, 140 barcos de transporte de
tropas y otros navíos menores que montaban entre todos 2.292 cañones y
transportaban 14.000 soldados junto con los 8.300 tripulantes, cruzaban el
canal de las Bahamas. En principio no se le dio importancia ya que creían que era
la flota de Jamaica que zarpaba
como siempre a comienzos del verano hacia las colonias inglesas
norteamericanas, pero saltó la alarma cuanto el día 6 los ingleses estaban a 12 millas de La Habana. La guarnición
de La Habana,
al mando del Mariscal de Campo don Juan de Prado, se componía de 4.000 soldados
de tropas regulares, 800 marineros de los navíos de la Armada del Marqués del Real
Transporte sitos en el puerto, y 14.000 hombres bisoños de las milicias
urbanas. El recinto de la ciudad tenía débiles murallas, sin ninguna
artillería, pocas armas y municiones, y un número insuficiente de soldados y
marineros. Al frente de la defensa se puso a una Junta de Guerra compuesta por el conde de Superrunda, el
teniente general D. Diego de Tabares; el mariscal de campo, D. Lorenzo Montalvo;
el capitán de navío D. Juan Antonio de la Colina; el comandante de artillería D. José
Cullel; D. Dionisio Soler, teniente Rey de la Plaza; y D. Baltasar Ricaud, ingeniero jefe.
El 6 de junio la escuadra se separó, enviando barcazas con
tropas para desembarcar en Cojima y Bacuranao, donde desembarcaron 8.000
soldados ingleses sin que el mando militar español enviara a nadie para
cortarles el paso, por lo que avanzaron fácilmente hasta Guanabacoa. Aquí se
perdió una oportunidad para frenar a los ingleses, que tenían que cruzar el río
Luyano, con su espesa maleza, para continuar el avance y era un lugar ideal
para frenar al invasor. Se limitaron a enviar sólo a 30 soldados españoles que
tuvieron que retroceder frente al número de enemigos que tenían en frente. La
entrada del puerto de la Habana
estaba defendida por el castillo del Morro, llamado entonces “de
los tres Reyes”. La Junta de Guerra puso
a su frente al brillante capitán de navío Luis Vicente de Velasco, situando al
otro capitán de navío, Manuel Briceño, como jefe del castillo de la Punta. A los otros
capitanes les fueron asignando otras fortalezas ya que la inmovilidad de la escuadra española la había
dejado con pocos buques operativos. Sólo se disponía de 9 en buen estado de
combate (América, Tigre, Conquistador, Reina, Infante, Soberano, Aquilón, San Genaro
y San
Antonio) que poco podían hacer contra las fuerzas británicas, muy
superiores. Se intentó rápidamente fortificar la altura de Cabaña, en la que no existía el esperado castillo,
consiguiendo subir cañones a la loma. La boca del puerto se obstruyó con los
navíos Neptuno, Asia y Europa, para impedir que la escuadra inglesa entrara en
La Habana. Desde
ese instante la conquista de la ciudad dependía de lo que pudiera hacer la
fortaleza y castillo de El Morro, en la parte izquierda de la boca de la bahía.
Dos lienzos obra de Dominic Serres el Viejo inspirado en la Batalla del Morro (1762),
desde el punto de vista inglés.
Velasco preparó la defensa
de El Morro de la mejor manera que pudo, macizó la puerta de entrada de forma que el único acceso fuese
por vía marítima, fortificó muros, ahondó el foso y situó las 64 piezas de
artillería de forma que tuvieran la máxima eficacia de fuego; a la guarnición inicial de 3000
soldados se sumaron otros 480 soldados (artilleros de los barcos, marineros…)
Con ellos realizó un operativo plan que logró aguantar durante cincuenta
y tres días la defensa de la fortaleza. En este tiempo no cesaron de noche ni
de día los intercambios de cañonazos entre ingleses y españoles. El día 11, los ingleses, tras
un fuerte bombardeo que destruyó las defensas españolas, tomaron Cabaña,
consiguiendo tener la “llave de la ciudad”, como comentara el gobernador español, aunque
no hiciera mucho por evitarlo. Fue reconocido que el Gobernador español
no estuvo nunca a la altura de las circunstancias y no se entendió que Carlos
III lo nombrara para ese importante puesto. Como señala en su obra (Historia
del reinado de Carlos III de 1856) el historiador y Miembro de la Real Academia
Española, D. Antonio Ferrer del Río, “Solo que el buen Monarca no sospechaba
que su capitán general de la isla de Cuba eran tan flojo y negligente como
confiado y palabrero”. Se podría
afirmar que este Gobernador era un inútil, en año y medio de gobierno no
había hecho nada para la defensa de La Habana. Los muros no estaban reforzados, ni
completados los castillos; en el importante sitio “la Cabaña” no se había
construido nada ni distribuido la artillería de tiro rasante que impediría los
desembarcos; no se había preparado la milicia del pueblo ordenada por el rey
español. Todo un desastre, a pesar de que estaba avisado con tiempo más que
suficiente para haberlo organizado, pero otra vez iban a pagar los errores
aquellos que no los habían cometido.
Imagen del Morro de la Habana y cuadro recogiendo
parte de la batalla.
Al oeste de la plaza también
desembarcaron 2000 ingleses, llevando 36 cañones. Sólo la fortaleza de El Morro
evitaba la conquista de La
Habana. El 13 de junio,
los británicos sitiaron el Morro. El almirante inglés envió a cuatro de sus
mejores barcos, mandados por experimentados capitanes, a bombardear la
fortaleza por el lado del mar. El combate fue de colosal violencia: treinta
cañones de esa parte de la fortaleza contra 143 de los barcos ingleses. El
barco inglés que más se aproximó fue el “Cambridge”, que perdió a su
capitán, tres oficiales, la mitad de su dotación y toda su arboladura, siendo
remolcado por el “Marlborough”, que también había
recibido un fuerte castigo desde la fortaleza, en una
arriesgada acción que evitó su hundimiento, Continuó después el “Dragón” que también tuvo
que retirarse con grandes averías. El cuarto barco, el “Stirling”, huyó evitando el combate, por lo que su capitán,
el más antiguo y experimentado de los cuatro, fue depuesto por su Almirante. Velasco resistía a pesar de sufrir graves
deterioros en sus cañones. Por tierra avanzaban también los ingleses con 8.000
soldados, contra los que la
Junta había enviado a sólo 640 hombres. La parte terrestre de
la fortaleza aguantaba el ataque del ejército inglés, siendo el fuego de los atacantes seis veces superior al de los
españoles. Velasco llevaba 37 noches sin cambiarse de ropa y con muy pocas
horas de sueño. Dirigía bravamente la defensa; ni las heridas sufridas, que le
obligaron a descansar unos días, frenaron su audacia e iniciativa. Era
incansable.
Los
ingleses, al ver imposible la toma de la fortaleza, minaron con gran cantidad
de explosivos una cueva natural situada bajo sus muros, que hicieron explotar
el 30 de julio de 1762, abriendo un agujero por el que entraron al recinto los
granaderos ingleses, mientras Velasco
almorzaba con su compañero González. Atacó a los ingleses el capitán Párraga
con sólo doce soldados, cayendo todos, pero permitió ganar tiempo para que llegara
Velasco, espada en mano, a atacar a los ingleses al frente de tres compañías
para evitar que llegaran a la plaza de armas del castillo, en una batalla
desigual.
Distintos esquemas de la batalla de El
Morro, en español (arriba) e inglés (abajo) y supuesto momento en que Velasco
es herido en el pecho por una bala.
En una de las descargas fue alcanzado en el pecho y retirado
gravemente herido, no antes de ordenar a su segundo que defendiera la bandera. González,
capitán del buque “Aquilón”, murió en el
empeño, junto con los capitanes, Mozaravi y Zubiria, y los tenientes, Rico,
Fanegra y Hurtado de Mendoza. Sólo quedó herido Montes, que tuvo que izar la bandera
blanca, al entender que no procedían más bajas ante el numeroso ejército
inglés. Después los ingleses fusilaron a todos los soldados negros rendidos,
respetando a los blancos. El Almirante Keppel entró en la fortaleza, se
precipitó en la sala de armas donde estaban curando a Velasco, le abrazó y le
dio a escoger entre curarse en la plaza o ser asistido por los mejores médicos
ingleses. Velasco optó por lo primero. Se hizo una tregua y los heridos Montes
y Velasco fueron conducidos a la plaza en una falúa en compañía del ayudante del
campo de lord Albemarle, que facilitaba el desplazamiento. Las heridas de ambos
no presentaban carácter mortal; sin embargo ante la subida de la fiebre en
Velasco se consideró urgente extraer la bala y, tras aguantar con gran valor la
dolorosa operación, le sobrevino el tétanos y la muerte. Se suspendió la
batalla para rendir a Velasco un caballeroso homenaje. Se le enterró el 1 de
agosto con gran solemnidad en el convento de San Francisco, en presencia del
alto mando inglés y español. Cuando lord Albemarle informaba a su gobierno se
refería a Velasco como “El más bravo capitán del Rey Católico”.
A la capitulación
de El Morro le siguió, días después, la
ciudad, que quedó en manos inglesas hasta que fue cambiada, en 1763, por la
península de La Florida.
Reverso
de una medalla conmemorativa de la gesta de El Morro (1762) por Carlos III y
realizada por Tomás Francisco Prieto, donde se lee “IN MORRO VIT.GLOR.FVNCT”(en
el Morro fueron vencidos con gloria). Retrato del marino, expuesto en el Museo
Naval de Madrid. Anverso de la medalla con las efigies de “LVDOVICO DE VELASCO
ET VINCENTIO GONZALEZ”.
Conocida por Carlos III la defensa de la fortaleza de
El Morro, concedió a sus sucesores el marquesado del Morro de Velasco, uniendo
de este modo los nombres del castillo y del heroico defensor; levantó un
monumento en Meruelo, cerca de su pueblo natal y ordenó que hubiera
siempre en la Real Armada
un barco con el nombre del valeroso Velasco. Muchos actos se realizaron en
honor a Velasco en España, entre ellos un hermoso poema que ganó en un concurso
nacional el poeta Nicolás Fernández de Moratín.
Por su parte, los ingleses grabaron
estampas con su retrato y le hicieron un monumento en la abadía de Westminster.
Sus barcos de guerra, hasta mediado el siglo XIX, ponían los pabellones a media
asta y disparaban salvas o hacían sonar sus sirenas, cuando pasaban delante de
Noja, su pueblo natal.
Termino este artículo con una cita
del genial escritor argentino Jorge Luis Borges, a modo de humilde homenaje:
“Así
combatieron los héroes, tranquilo el admirable corazón, violenta la espada,
resignados a matar y a morir.”
El ministro en funciones, José García Margallo y el embajador español en Cuba,
Juan Francisco Montalbán, rindiendo honores en la Habana a De Velasco y
besando la bandera española en el buque Elcano.17 de mayo de 2016.
Mi enhorabuena por su trabajo, Valeria. Rescatar del olvido a brillantes navegantes españoles es hacer justicia con la historia. Un homenaje muy completo de D. Luis.
ResponderEliminarNo puedo estar más de acuerdo con Vd, Expleu, es lo mínimo que les debemos. Un saludo.
EliminarLe agradezco que haya resucitado a un antepasado. Un noble artículo de un soldado que lo dio todo por su país. Le aconsejo que visite en lugar su estatua en Meruelo, cerca de su localidad Noja, está representado como cayó. Fue una pena que no tuviera más graduación que le hubiera suavizado la dependencia con el Gobernador Juan Prado, ya que era de los pocos militares que sabía qué hacer en La Habana en aquellos momentos. Con la graduación de Lezo otra suerte le hubiera sonreído en la batalla. Excelente trabajo.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. De la Concha y me congratula que por esta vez estamos de acuerdo en todo. Me anotaré su sugerencia. La próxima vez que visite su tierra la sumaré a mis otras visitas por cuevas, castros y rutas del románico. Un saludo.
EliminarMe ha alegrado y me ha entristecido su trabajo. Alegrado porque es muy satisfactorio releer la vida de D. Luis, y entristecido porque me recuerda porqué perdimos a tantos grandes hombres por culpa de políticos inútiles e incompetente que colocaba la Corte al frente de una colonia. Se sabía, y así lo avisó entre otros D. Luis, que cuando el almirante inglés Pocock cruzaba el canal de Bahamas, el destino era la invasión de La Habana y nadie les hizo caso. Se actuó tarde y mal, pagando la incompetencia del mando los auténticos señores del mar. Una vergüenza. Buen trabajo.
ResponderEliminarEfectivamente, Sr. Alcaide, la historia se vuelve a repetir. Son muchos los casos que por culpa de un gobernador incompetente, los grandes soldados han tenido que sufrir y pagar caro los errores de los jefes. Éste es un ejemplo más. Saludos.
EliminarMuy buen trabajo Valeria. Ha expuesto usted una de las páginas más tristes de la conquista española. Ha creado usted un buen debate en la parroquia. Fue lamentable que el heroísmo de ese militar no sirviera para mantener la plaza. Una plaza que la perdió el gobernador español al no hacer caso de los avisos de militares como Velasco o del mismo Mariscal español Prado. De hecho cuando ese mando llamó a las armas cuando vio que la flota inglesa cruzaba el canal de Bahamas el mismo gobernador lo reprendió acusándole que alarmaba a la población de La Habana. Todo muy lamentable.
ResponderEliminarSr. De la Seca, estoy bastante de acuerdo con Vd., si bien pienso que Prado debio extremar sus decisiones, como lo hizo D. Blas de Lezo en Cartagena. Al ser Mariscal de Plaza tenía suficiente poder para actuar en caso de peligro o de guerra y sin embargo evitó enfrentarse al mando político, ¿hizo lo correcto?. Un saludo.
EliminarEnhorabuena por su artículo. Ha hecho usted un admirable trabajo de D. Luis de Velasco, héroe de La Habana. Aunque tras su lectura queda el sabor amargo de que un militar de esa valía sacrificara su vida por incompetente decisiones del mando. No se le permitió salir al frente de su “Reina” junto con sus compañeros, capitanes de los otros ocho barcos que estaban fondeados en la Bahía, éramos mejores marinos que los ingleses y conocíamos las aguas. Aunque la diferencia de fuerza con los ingleses era muy grande, las características costeras de Cuba hubieran permitido a esos marinos frenar el asedio inglés y ganar tiempo para intentar montar, de forma operativa, las defensas de la capital. Si los puestos superiores de mando lo ocuparan los mejores, la historia se pudo escribir de otra forma.
ResponderEliminarSr. Hernando lamento decirle que ha puesto Vd. el dedo en la llaga, ya que lo ocuirrido en La Habana se repitió bastante a lo largo de todo el imperio español, en tiempo y espacio. Saludos.
EliminarExcelente resumen de la vida de un gran militar. Entiendo que haya reflejado lo más florido de ese paisano, aunque nos hubiera gustado que hubiera mencionado algunas de las gestas que realizó bajo las órdenes del General Spinola. Pero reconozco que el perfil del héroe lo ha enmarcado muy bien. Buen artículo.
ResponderEliminarEstimado Sr. Candau, comprenda que ya el artículo ha sido bastante extenso para incluir las muchas gestas de ese militar. Ya comento que el imperio ingles temblaba tanto frente a él como lo admiraba, y entieda que eso no se consigue con dos o tres batallitas. Un saludo.
EliminarUn trabajo muy interesante. Nos agrada que rescate a Don Luís de Velasco del olvido. Increíble fue su táctica y su batalla contra los cuatro mejores buques ingleses que mandó Keppel para destruir El Morro. Don Luís tiró por tierra la teoría inglesa de que dos buenos barcos de guerra ingleses podría eliminar en poco tiempo la mejor fortaleza defensiva de un puerto. Los 30 cañones que Don Luis tenía en esa parte de fortaleza que daba al mar, ya que con los otros 12 se tenía que defender del ataque de tierra inglés, frente a los 143 de los barcos ingleses lo demostraron ampliamente, pero aún hizo más, desterró el mito honorable inglés de que nunca hubo un marino que rehuyera la batalla. El capitán del Stirling lo hizo con el único arañazo de una bala de cañón de Velasco que atravesó una de las velas, y era el capitán de barcos de guerra ingleses más experimentado. Muy buen artículo.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con sus observaciones, no es la primera vez que defiendo que la "enorme" grandeza británica estaba respaldada por verdades muy descafeinadas. ¿Ha reparado que en los mapas y en los cuadros ingleses que acompañan a mi texto aparecen 3 bascos y no los 4 que acosaban El Morro?, ¿se "olvidaron" de pintar el buque Stirling?. Personalmente creo que la política inglesa, bien amparada por Hollywood, prefiere borrar un fracaso (como pudo ser no pintar el buque), antes que aceptarlo. Saludos.
EliminarMuy buen trabajo, Valeria, aunque me ha dejado entristecida de ver como grandes hombres cayeron por estúpidas decisiones de estúpidos e ineptos gobernantes. Tendría que ser un tema que este país debería conocer, sobre todo los jóvenes, para que dejaran de hacer mitos con bufones, ineptos, parlanchines, incompetentes y gentes sin escrúpulos que sólo miran por lo suyo. Entonces si hubiera merecido la pena el sacrificio de ese gran militar.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con Vd. Rosana, aún no he perdido la esperanza de que haya posibilidades en la educación para introducir la historia de lo nuestro y sus ejemplos. Un saludo.
EliminarTrabajo perfecto Valeria. Ha descrito muy bien la situación colonial del imperio español en esa época. Me ha gustado que haya indicado el trato que daban los ingleses a mis compatriotas de color que peleaban en el ejército español. Agradecido.
ResponderEliminarGracias por su comentario y lamento que la furia inglesa cayera sobre unos soldados cubanos-españoles, que ya se habían rendido, y que tenían un color de piel diferente. Saludos.
EliminarNo conocía el detalle de que la reconquista de Cuba por los españoles se hizo cambiándola en 1762 por la Península de La Florida. ¿ya entrábamos en decadencia?
ResponderEliminarNi mucho menos, Sr. Uribe. El problema del "accidente" cubano es que ocurrió cuando España y Francia estaban peleando contra la liga Inglesa-holandesa-belga-... en la guerra de los 7 años, y aún no habiamos salido de ella cuando guerreamos con Portugal por una ciudad española en la frontera entre Brasil y la antes Argentina, de ahí que tuvieramos que resolver Cuba de esa forma. Pero no le duró mucho a los ingleses el acuerdo, ya que diez años después, con España recuperada, llegó a Virginia, cedida por los franceses, el gobernador D. Bernardo de Galvez, que controlaba 2/3 de los actuales EEUU frente al 1/3 de Inglaterra (le remito a las dos entradas que hay sobre D. Bernardo de Galvez en este blog y su decisiva intervención en la independencia de EEUU). En 1775, comenzó sus ataques contra los ingleses y en diez años éstos habían perdido todas sus colonias. Saludos.
EliminarMe gustó su artículo. Honra la memoria de un marino ejemplar y eso es una bella gesta de una analista como usted. Le agradecemos la cita.
ResponderEliminarMe ha gustado su trabajo, ha sido un buen complemento a lo que conociamos de D. Luis. Levanta usted una buena polémica cuando realiza la pregunta en la respuesta que da a D. Juan De la Seca y, aunque no hay acuerdo, voy a mojarme. Creo que el mariscal de plaza actuó legalmente. Buen trabajo
ResponderEliminarExcelente trabajo, Valeria, y excelente la pregunta que le hace a De la Seca. Creo que es una pregunta envenenada porque tiene varias respuestas si se responde con la cabeza o con el corazón. Con el corazón creo que el Mariscal actuó mal, debería haber tomado la iniciativa y prepararse para la batalla colocando a pelotones y armas en los posibles puntos de desembarco del enemigo, de forma coordinada con los bravos capitanes que habían allí y evitar con ello el paseo inglés en el desembarco. Pero creo que algunos compañeros no lo comparten
ResponderEliminarGracias Sr. Carrión por su comentario. Con respecto a la pregunta que le formulé al Sr. De la Seca no me sorprende encontrarme con las dos posturas, la oficialista que proviene del cumplimiento de la ley del mando defendida por el Sr. Rodri y la de justicia (mas acorde con mi postura), que señala el Sr. Rodríguez. Sigo manteniendo que de haber actuado como D. Blas de Lezo, la historia hubiera sido diferente y posiblemente se hubiera evitado tantas pérdidas de admirables militares. Saludos.
ResponderEliminarNe ha agradado la polémica que ha levantado con su pregunta a De la Seca. Debo decir que me ha podido parecer bien la respuesta de Rodri, pero debo recalcar que lo legal no es siempre lo justo. Correcto?
ResponderEliminarSeñor P. Rodríguez, hace usted una observación en línea con mi opinión, pero más que referirme a legal o justo, yo hablaría de "JUSTICIA" en la amplitud del término, en el sentido de plantearme si mereció De Velasco el resultado (el fin) que tuvo, consecuencia indirecta de la conducta del Mariscal Prado. Más aún teniendo conocimiento de lo ocurrido años antes en Cartagena de Indias con un irrepetible D. Blas de Lezo, frente a una escuadra enemiga mucho más numerosa en barcos, hombres y equipación.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con sus observaciones. Mis felicitaciones por el trabajo. No conocia tan a fondo a Don Luis de Velasco, Otro buen trabajo.
ResponderEliminarSeñala usted que en 1763 España pierde La Habana y se la tiene que cambiar a Inglaterra por la peninsula de La Florida, pero 20 años después Bernardo de Gález conquista Pensacola, capital de La Florida, ¿la recuperó nuevamente para España?
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Aróstegui y le confirmo lo que Vd. señala. Sólo corregirle la cifra que señala sobre los años que La Florida estuvo en manos inglesas, no fueron 20, sino 3 menos. Saludos.
ResponderEliminarSoy un historiador particular de Cuba y seguidor accidental de su blog, por el que debo felicitarle. Me ha interesado el artículo que ha realizado sobre D. Luís de Velasco, el héroe de La Habana fente a la toma inglesa y aunque el artículo ha sido muy explicativo debo señalar que no ha explicado usted correctamente la defensa que hizo ese militar de la fortaleza de El Morro ni porque durante muchos años los ingleses le rendieron homenaje cada vez que pasaba por su ciudad natal. Pienso que debería ser más explicito con ese militar.
ResponderEliminarEn la ponencia realizada sobre la toma de La Habana por Mr. Desmont habla del ataque de tres barcos ingleses al fortín de El Morro defendido por D. Luis de Velasco. Tras leer su blog nos ha quedado la duda, ¿fueron tres o cuatro los barcos de guerra que atacaron la fortaleza de El Morro?
ResponderEliminarGracias por sus comentarios, Sres Hermes y Cabrera y permítanme que les conteste juntos, ya que el tema de sus intervenciones son análogos. El homenaje inglés a Velasco se debió a la batalla inicial que tuvo con CUATRO barcos de guerra ingleses, aunque los ingleses citen sólo tres. Fue un combate terrible en el que Velasco echó por tierra la teoría inglesa de que una fortaleza nada puede hacer frente a tres barcos de guerra. Velasco se enfrentó a cuatro que sumaban 5 veces más cañones que los que él tenía, como digo en mi artículo. Fue un combate muy duro por ambas partes y que tuvo por resultado la retirada apresurada de los británicos que recibieron una derrota sin paliativos, pero como esta acción estaba encuadrada en el ataque general de la Habana, que lograron conquistar por culpa de un inepto gobernador político, en consecuencia no consta como tal. Ya después estuvo la admirable defensa por tierra del fuerte frente a un regimiento inglés muy superior. Y sobre el número de barcos insisto en que fueron 4, lo que ocurrió es que sólo el Stirling, que huyó de la batalla, pudo llegar a Inglaterra tras cambiarle la vela central destrozada por Velasco. Los otros tres no llegaron, debido a la dureza de la acción a la que fueron sometidos. Dos meses después del enfrentamiento, el navío de 70 cañones Dragon, tras comprobar el almirante Pocock el lamentable estado en que se encontraba, fue hundido en la bahía de La Habana. El navío de 80 cañones Marlborough fue mandado a Inglaterra arrastrado por Antelope de 50 cañones, pero en el transcurso del viaje empezó a hacer demasiada agua por el daño sufrido y se hundió el 29 de noviembre. A otro navío, el Cambridge de 70 cañones, lo intentaron remolcar a Inglaterra. El 18 de diciembre tuvo que ser abandonado a 300 millas de Cabo Clear, al sur de Irlanda, donde se hundió por los destrozos que le hizo Velasco. Los tres rezan en el listado de la Marina Real inglesa (Royal Navy) con la palabra de “naufragado” sin más explicación, como si la mar bravía hubiera sido la única responsable del final de esos buques. El hundimiento de estos barcos se conoce como “la venganza de Velasco”. Un saludo.
ResponderEliminarHOLA VALERIA ESTABA MIRANDO TU BLOG Y CON CERTEZA TE EQUIVOCASTE EN RELACIÓN A LA CIUDAD NATAL DEL CAPITÁN VELASCO,NO ES MERUELO,EL HA NACIDO EN NOJA PUEBLO VECINO,MIRALO BIEN Y RATIFICA LA INFORMACIÓN ERRONEA,LA ESTATUA SI ESTA EN MERUELO DELANTE DEL AYUNTAMIENTO,EL REY CARLOS III HA SIDO EL CULPADO PQ ESTA ESTATUA ERA PARA ESTA EN NOJA EN MI CONCEPTO.
ResponderEliminarUN SALUDO
Gracias por su comentario, Sr. Cunha, pero me temo que no ha leído bien mi texto. Permítale remitirle a la primera frase de la entrada (tras el párrafo de la introducción), justo a continuación del nombre de tal ilustre personaje, en negrita, donde escribo "D. Luis Vicente de Velasco e Isla nació en la villa cántabra de Noja el 19 de febrero de 1711...". Con respecto a la estatua, en el pie de la imagen me limito a poner dónde se encuentra, por si alguien desea ir a verla, nada más. Es por ello que no hay certeza de que me equivocara al respecto, más bien creo que lo hizo usted, dicho sea con los debidos respetos. Un saludo.
ResponderEliminarHola Valeria he mirado otra vez tu publicación y es cierto que pone que la estatua está en su ciudad natal o sea que no es meruelo y si Noja,he encontrado otro fallo en tu publicación en relación con la fecha de nacimiento del capitán Velasco,el día de su nacimiento no es el 19 de febrero y si día 9 de febrero de 1711,miralo bien .
EliminarUn cordial saludo
Hola de nuevo Sr. Cunha. Gracias por su aporte, pero siento comunicarle que según las referencias que maneje, tendrá por válidas ambas fechas. No obstante esa posible discordancia es para mi anecdótico y para nada relevante con el objetivo de mi entrada (su brillante actuación en Cuba). Otro saludo.
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