Sobre el origen de esta popular
expresión existen distintas versiones. De acuerdo con José María Iribarren,
procedería de la indumentaria de los predecesores de la Guardia Civil actual, en tiempos de los Reyes Católicos.
En
la época de los Reyes Católicos existía un cuerpo de hombres dedicado a
salvaguardar y proteger las leyes y el orden en la sociedad que se denominaba Los cuadrilleros de la Santa Hermandad. Vestían una camisola verde de manga larga sobre la
que se colocaban un chaleco de color amarillo, o bien el peto de la
armadura, o un chaleco de cuero, según fuera su cometido. Y es que estos
“cuadrilleros”, pagados por los distintos Concejos creados en el Medievo,
fueron los precursores de la
Guardia Rural o los actuales SEPRONA. Surgidos hacia el siglo
XI en Talavera de la Reina
y Toledo, en 1302 en Ciudad Real y otras ciudades, solían vigilar que los
caminos y vías de comunicación fueran seguros, que los montes estuvieran
debidamente limpios, que los colmeneros no sufrieran robos en sus colmenas,
etc. Su cometido era plenamente rural y, por tanto, tenían plena capacidad para
detener, perseguir, juzgar e incluso condenar y ejecutar a los ladrones y
asesinos del campo (no así en las ciudades).
Se
distribuían por pequeños destacamentos en los que había cuadrilleros
(soldados), ballesteros (arqueros) y capitanes (a la cabeza de cada
destacamento), que más tarde pasaron a reducirse a un número de cuatro por
cada unidad (actualmente van en parejas).
Como
digo, solían patrullar por los caminos rurales, así que era más o menos normal
que los pueblerinos comentaran que nunca había un cuadrillero cuando se le
necesitaba, forjándose el dicho popular “a
buenas horas, mangas verdes” para referirse a un cuadrillero de manera
popular, en alusión al color de las mangas de éstos.
Conforme
las urbes fueron creciendo en importancia y habitantes, los alcaides de las
distintas poblaciones comenzaron a ver su poder comprometido por estos
cuadrilleros, dándose situaciones desagradables por la pugna de poder
entre ellos. Para poner fin a esto, en 1476, los Reyes Católicos les dan el
respaldarazo definitivo creando un “ejército” permanente de 2.000 cuadrilleros
armados, destacados en diferentes zonas rurales con el fin de evitar
bandolerismo, atropello de aristócratas, robos de cosechas y enseres, etc;
constando en cada Concejo o destacamento un jinete por cada 100 vecinos y un
cuadrillero (soldado) por cada 150 habitantes.
Este
particular e independiente cuerpo militar (recibían instrucción para la
batalla) respondía a las órdenes del duque de Villahermosa, el hermanastro del
rey católico. Destaca el apoyo que prestaron a los Reyes Católicos en la Toma de Granada (1492). En la
imagen, uniformes de la Santa Hermandad
en el siglo XV.
A lo largo de
los años, muchos de ellos en épocas con hambrunas, muchos Concejos y Cabildos
municipales comenzaron a sentir como una carga la obligación de mantener a este
ejército, aparte del que oficialmente tenía cada reino, ya que resultaba demasiado
numeroso para la mera vigilancia rural pero insuficiente para actuar como ejército
en las distintas batallas que se daban. Por eso, en el transcurso de la
historia comenzaron a eliminarse cargos intermedios (como la Capitanía General
o el Tesorero, por ejemplo) y finalmente la Corona determinó que. tanto el cargo de
alcaide como de cuadrillero jefe de cada Concejo, fueran elegidos por consenso
cada año. También se limitó el número, formándose cuadrillas de cuatro
cuadrilleros por norma general. Con todo, la ineficacia de estas cuadrillas en
muchos hurtos y asesinatos cometidos, en los que comenzó a ser norma habitual
que llegaran tarde y a destiempo, así como los cada vez más abusos de poder,
comenzaron a crear gran malestar en el pueblo.
Bella mesa del siglo XV o XVI conservada en el Ayuntamiento de Toledo, decorada con el escudo real de Castilla realizado en un elaborado trabajo de marquetería y en cuyo frente puede leerse: “SOI DE LA HERMANDAD VIEJA DE TOLEDO”, posiblemente la Cuadrilla de la Santa Hermandad más antigua y de acuerdo con muchos historiadores, el primer cuerpo de “policía rural” creado en toda Europa.
Finalmente,
en 1834, en el Estamento de Próceres se termina por disolver este “ejército”,
ya que una década antes se había creado la Superintendencia
General del Reino que tomó el relevo. José Bonaparte, popularmente conocido como “Pepe
Botella”, fundó el Ministerio de Policía General, aunque no
tardará en aparecer, décadas después, la Guardia Civil, implantada por el segundo duque de Ahumada,
el 13 de mayo de 1844. Para los interesados en la formación de este cuerpo
resulta muy didáctica y de gran interés ambiental la visita al Museo del Bandolero en Ronda (Málaga).
Curioso artículo. La verdad es que aunque he escuchado muchas veces esa frase en mis mayores no conocía su procedencia. Me ha alegrado conocerla.
ResponderEliminarInteresante historia relacionada la que hace de las fuerzas de seguridad. No sabia la anécdota de José Bonaparte que, a riesgo de ser criticado, siempre pensé que pudo ser un buen gobernante. Estupendo artículo.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBuenos días, Emilio y Osorio, la verdad es que al documentarme me sorprendió comprobar que el dicho tan usado actualmente hunde sus raíces en el siglo XV e incluso en el XIII. Nunca dejo de sorprenderme sobre la riqueza cultural que tenemos (ya sea por personajes ilustres, hazañas, creencias o dichos).
ResponderEliminarOsorio, nuevamente comentas algo con lo que me he ido topando en distintas fuentes o hechos acontecidos y que tal vez merecería alguna entrada, la de la figura de José Bonaparte en la historia de nuestro país pues parece ser que ni mucho menos fue tan nefasta como algunos han tratado de atribuirle. Tomo nota. Un saludo.