Decía en mi libro “La Armada Invencible.
La Leyenda Negra”
que por suerte o por desgracia, durante los siglos XV y XVII en España se
dieron tal cantidad de grandes hombres coincidiendo en el tiempo que entre ellos
se eclipsaron y por eso, entre otros objetivos de mi blog y de mis libros está
el devolverles la gloria que les corresponde por justicia.
Hoy voy a escribir sobre otro militar heroico
español que en el siglo XVI escribió, junto con los tercios de Flandes, páginas
gloriosas del imperio español.
Cristóbal de Mondragón y Otálora de Mercado
nació en Medina del Campo en 1514, de acuerdo con la mayoría de los
historiadores, aunque su biógrafo Ángel Salcedo Ruíz, de acuerdo con “Relación de los españoles en Flandes, hecha el 3.VII.1574
(Nueva Co.Do.In, tomo III, Madrid, 1894) da el año 1503. De ascendencia guipuzcoana por parte paterna, que
procedía de Mondragón, obtuvo su apellido. Su madre pertenecía a la familia
Mercado, uno de los grandes linajes de Medina del Campo. Su valor, inteligencia
y genio militar le valieron el apodo gentil de “El Coronel”, mote que siempre honró, tras casi setenta años
luchando en los Países Bajos por el Imperio.
Se alistó en 1532, con 18 años, en el ejército
de Carlos I y pronto mostró su valor en los campos de batalla de Italia. En 1535
intervino como soldado en la reconquista de Túnez, regresando después a la Lombardía (Provenza, Francia)
para luchar contra los franceses en la liberación de los estados saboyanos. Después
intervino en Alemania y Flandes, peleando contra calvinistas y protestantes. Su
bravura le permitió que fuera sumando ascensos, desde sus inicios como soldado,
en su carrera militar.
Su primera heroicidad ocurrió en 1547 en la
batalla de Mühlberg, hoy situado en Brandeburgo y entonces en Sajonia, contra
los luteranos de la Liga
de Esmascalda. Esta Liga, fundada por Felipe I de Hesse y Juan Federico,
agrupaba a los príncipes protestantes del Sacro Impero Romano que luchaban
contra Carlos I. Tras una primera batalla, ganada por el Emperador, se
retiraron por un puente improvisado de barcazas hasta el otro lado del rio
Elvas perseguidos por el Duque de Alba. Cuando cruzaron el río, los luteranos
protestantes eliminaron las barcazas, evitando así que los tercios españoles
arremetieran contra ellos. Con la poca artillería y los arcabuceros que quedaban
defendieron el vado, dejaron a los españoles en una situación muy desfavorable.
Y aquí destacó Cristóbal de Mondragón, desarrollando una de sus facetas y la técnica
militar que más éxito le otorgó, consistente en el vadeo tanto de ríos como de
mares, actuación que Lope de Vega incluso inmortalizó en su obra. Con una
decena de infantes vadeo el río con el agua al cuello entre el fuego enemigo.
Cuando llegó a la otra orilla, se enfrentó al enemigo mientras se rehacía el
puente, lo que permitió que cruzara el ejército del Emperador, barriendo a los
luteranos. Tras esa gesta y en ese momento, Carlos I en persona, le nombró Alférez
añadiendo delante de la tropa “que era el
mejor soldado español del mejor tercio español”. A su segundo lo hizo
Maestre de Campo y al resto les obsequió con monedas.
Escena de la
película “El capitán Alatriste”, capitán de los Tercios en Flandes, donde salen
vadeando un río al más puro estilo Cristóbal de Mondragón.
En
1644 marchó a Flandes, donde se casó con una flamenca, lo que le posibilitó aprender
el idioma y donde permaneció hasta su muerte, con la excepción de dos cortos
viajes a España en 1570 y 1579.
En
Flandes participó con el Emperador en las guerras contra el rey francés
Francisco I, interviniendo también con el grado de capitán de infantería valona
en las victorias decisivas de Felipe II contra el rey francés en San Quintín
(1557) y Gravelines (1558). Combatió, después en 1559, a las órdenes de
Sancho Dávila, contra los rebeldes protestantes de Guillermo de Orange. En 1561
fue nombrado Gobernador (Gouverneur, prévôt et capitaine de
Damvillers pour le roi d’Espagn) de Damvillers, en el Ducado de Luxemburgo, y
coronel de valones de los Tercios de España, sustituyendo a Julián Romero y
permaneciendo en el cargo hasta 1572.
Otro
aspecto a destacar de Cristóbal de Mondragón es que fue un militar que siempre
supo de la importancia del espionaje y de los servicios secretos como factor
decisivo en la victoria. En 1561 defendió con éxito las villas de Lieja y
Deventer, atacadas por los piratas holandeses llamados entonces “mendigos del
mar”. Esta denominación se trasladó a partir de 1566 a toda la población de
los Paises Bajos que se opusiera a España y esto ocurrió porque, al tomar
partido Felipe II contra el calvinismo a favor del catolicismo, parte de la
nobleza flamenca dirigida por Guillermo y Luis de Nassau, así como de los
calvinistas dirigidos por el príncipe de Orange, Guillermo de Orange, se
entrevistaron con Margarita de Parma, gobernadora de los Países Bajos. En
aquella reunión uno de los consejeros de estado de la Gobernadora les llamó
despectivamente mendigos y de ahí que ese nombre fuera adoptado por los
dirigentes de la sublevación -Orange, Horn y Egmon- contra España. Estos
rebeldes ocuparon fugazmente, en 1567, Amsterdam, Valenciennes y Amberes, pero
fueron derrotados por Fernando Álvarez de Toledo (Tercer Duque de Alba) que
ajustició a Egmont y Horn. Continuó la insurrección Guillermo de Orange, al
frente de marineros y pescadores de Zelanda, Holanda y Frissia, convertidos en
piratas y apoyados por la reina inglesa Isabel I, que ofreció el puerto inglés
de Dover como base de actuación y abastecimiento. Estos rebeldes tuvieron
actuaciones exitosas hasta que, en 1572, cesó el apoyo de la reina con el
objetivo de ganarse la amistad del rey español.
Retratos de
Guillermo de Orange (izda), de Fernándo Álvarez de Toledo, Duque de Alba (centro)
y de Sancho Dávila (dcha).
Iniciada
la “Guerra de los Ochenta Años”, el Duque de Alba encarga a Mondragón la
defensa de Amberes, Middelburg y Goes, en la provincia de Zelanda, donde nuevamente
demostró su imaginación, coraje y grandes dotes para la estrategia, lo que le
permitió derrotar al enemigo. Estas ciudades habían quedado aisladas y sitiadas
por el levantamiento protestante, de ahí que la labor de Mondragón fuera muy
importante. En Goes, en 1572, escribió otra gran gesta. Esta ciudad era la más
fuertemente sitiada por Guillermo de Orange, al frente del ejército protestante,
y por los mendigos del mar, que controlaban férreamente las dos bocas del río
Escalda, lo que amenazaba con estrangular a los españoles. Para neutralizar esta
situación, Mondragón repitió su estrategia de vadeo, acompañado de su jefe
Sancho Dávila, y aprovechando la bajamar recorrió con el agua al cuello 15 km acompañado de 3.000
infantes de los tercios. De madrugada salieron del agua por la isla de
Zuid-Beveland. Los 7.000 holandeses que mantenían el sitio huyeron despavoridos
cuando vieron salir del agua a esa terrible infantería. Era el 20 de octubre de
1572.
Sin
descansar apenas, 7 meses después ataca al frente de 300 infantes y recupera el
canal de la isla de Tholen, defendido por 1.200 soldados de Guillermo de
Orange, utilizando el vadeo para la sorpresa. Tras frenar un levantamiento
rebelde en Amberes, en 1575 se le nombra Gobernador de Gante. Ese mismo año,
tras otro espectacular vadeo, recupera la isla de Schouwen y un año después,
tras 9 meses de sitio, entra en la ciudad de Zierikzee.
Sin
descanso alguno, en 1578 conquista Limburgo y el castillo de Dalhem. Meses
después el ya Coronel Mondragón, tras una brillante participación, ayuda a
Alejandro de Farnesio a conquistar Maastricht tras 4 meses de asedio,
controlando las fuerzas españolas de esta forma todo el sur de los Paises Bajos.
Mondragón informó personalmente a Felipe
II de la situación en Flandes. Fue consejero de Alejandro de Farnesio y en
1582, con 67 años, es nombrado Maestre de Campo del Tercio Viejo, que
finalmente se denominó “Tercio de Mondragón”, continuando sus hazañas a pesar
de su avanzada edad. En 1592, con casi 80 años y tras la muerte de Farnesio, se
le asciende a Capitán General y Maestre General del ejército de Flandes, interviniendo
victoriosamente en sucesivas batallas a pesar de disponer a la sazón de un ejército muy disminuido ya que
el grueso de éste peleaba en Francia.
Recreación que
se celebra en Medina del Campo en honor a las hazañas del “Tercio de
Mondragón”. Para agrandar las imágenes, picar sobre ellas.
Toma
los castillos de Verló y Turnahaut entre otros, pero sin duda otra de sus
grandes gestas la escribe en 1595, ante las tropas de Mauricio de Nassau, a
orillas del río Lippe. Aquí Mondragón utilizó otra de sus brillantes tácticas
guerreras: el espionaje, que le permitió conocer la estrategia del de Nassau
cuando, con un ejército mucho más numeroso, pretendió emboscarlo. Tras una
brillante estrategia envolvente fue Mondragón el que sorprendió a Nassau,
muriendo en el enfrentamiento su primo, el conde Felipe de Nassau y haciendo
prisionero al otro Conde de Nassau, Ernesto, consiguiendo así una gran
victoria. En diciembre de ese año, muy cansado, se retiró al castillo de
Amberes donde falleció el día 4 de enero de 1596 tras 64 años de glorioso
servicio en los tercios españoles.
Retratos de
Cristóbal de Mondragón ya mayor y cartel de la celebración en Medina del Campo
de trajes de época que posteriormente se lucirían en la primera quincena de
agosto de 2015, en la representación de los Tercios de Mondragón.
Si
analizamos el admirable servicio prestado a los reyes Carlos I y Felipe II; si
tenemos en cuenta la admiración y el cariño que le tenían sus soldados y sus
mandos, que se transformaba en gran respeto en superiores como Luis de Requesens,
Pedro Ernesto de Mansfeld, el Duque de Alba, Alejandro de Farnesio o el mismo
Juan de Austria, debemos valorar que fue injustamente tratado por su rey.
Cierto es que obtuvo los títulos de Señor de Emerchicourt, Señor de Luz y de
Señor de Guzanville, además de los nombramientos de Gobernador de Gante (“Castellano
de Gante”), Gobernador de Amberes (“Castellano de Amberes”),
Gobernador de Damvillers, Capitán general de Zelanda, Coronel de Valones,
Maestre de Campo del Tercio Viejo, Maestre de Campo General del ejército de
Flandes y de Capitán General del ejército del Brabante. Son muchos honores pero
en aquella época eran del todo insuficientes. Nunca se le otorgó un título de
nobleza, ni consiguió tampoco el hábito de ninguna orden militar. Los
envidiosos halagadores de la corte lo evitaron, levantando infundios y
mentiras, como el que tuviera antepasados judíos; honores y nobleza eran
propios sólo de “cristianos viejos” en aquella época. Así pasó a formar parte destacada
de la leyenda de ese ejército de grandes héroes que consiguieron la gloria en
sus hazañas pero a los que reyes mal aconsejados y desagradecidos negaron
laureles y el justo renombre que le correspondía ganado con su propio y
continuo esfuerzo.
Interesante artículo el que ha realizado. Nos agrada que siga rescatando del silencio nombres de españoles que hicieron grande este pais y al que dedicaron su vida. Buen trabajo.
ResponderEliminarHe leído con interés su trabajo y hay algún tema que desearía complementarle, es sobre "los mendigos del mar" que tanto daño causó a los barcos españoles comerciales. Al margen de que su capitán, Guillermo de Orange fuera un noble militar, creo que además de contar con el apoyo de la reina inglesa que le ofreció para protegerse el puerto de Dover, también tenia en su poder el puerto de Amberes. Con esos dos puertos dominaban todo el Canal de la Mancha y evitaba el refuerzo a los tercios desde España. Me ha parecido un buen trabajo.
ResponderEliminarLe agradezco su entrada sobre Cristóbal de Mondragón ya que era un personaje del que desconocía parte de sus actuaciones y aunque soy estudioso de nuestra historia me faltaban datos y nombres sobre ese brillante militar. Muy buen trabajo.
ResponderEliminarExcelente artículo sobre Mondragón. Realiza una buena síntesis de lo que fue su vida y sus hazañas y le agradecemos que recupere del olvido a ese buen militar. En lo que no acabamos de estar de acuerdo es sobre el maltrato que recibió del mando superior. Enumera títulos, ascensos y nombramientos. Creo que en el deber de un militar está que se le valore sus logros y méritos y pienso que a Mondragón se le valoró. El resto, las otras concesiones novelescas, ya es un regalo o una prebenda del mandamás de turno que no debe sumar ni manchar el brillante expediente. Esa es mi opinión.
ResponderEliminarBueno...Realmente solo solicito un par de prebendas y no para el,Felipe los usaba y luego los dejaba a merced de políticos interesados.......Ya se la hizopoco antes a Farnesio......
EliminarSr. Caffarena, siento no coincidir con usted en esa idea. Para mí, Felipe II fue un gran monarca, aún muy difuminado de la leyenda negra, falsa e interesada de los enemigos del entonces imperio español, que se encargaron de decir muchísimas mentiras, medias verdades mal difundidas (con mucha mala intención, aplicándoles además aquello de ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio), muchísima ignorancia sobre los verdaderos hechos y muy poquitas ganas de leer entre líneas de sus maneras de proceder. Un ejemplo es el caracterizarlo siempre como un ultracatólico ciego por castigar a todo el que no fuera un beato consumado, cuando lo cierto es que se bebía los libros del mallorquín Ramón Llull (que pedía a su buen amigo Benito Arias Montano que se los facilitara, junto con grandes obras de la Grecia clásica más empirista que creacionista y muchas obras hebreas e incluso árabes), o emplazar la enorme biblioteca del Escorial en la parte principal de su palacio, entre otras muchas cosas. No comparto la idea de que Felipe II usara y se desentendiera de los militares. Creo que él confiaba en su gente, en sus políticos y asesores y por ello solía delegar en ellos. Recuerde que era tan solo un hombre controlando un reino que se extendía desde las Américas hasta las Filipinas, pasando por Europa, África y Asia. El resto de las naciones ya se encargaban de hacer de la corte española un nido de víboras, espías e intereses. Si ya ahora nuestros políticos no dan pie con bola, manejando asuntos de la España actual, imagine si tuviera la extensión que le he mencionado. Y con Farnesio recuerde que surgió la peor figura que se dio en aquella época en nuestra corte: el retorcido Antonio Pérez, hábilmente usado por Inglaterra para iniciar la tan sólida y aún presente leyenda negra. Me atrevería a decir que gracias a este odioso personaje, Antonio Pérez, el prestigio de España comenzó a caer en desgracia. Fue una infeliz marioneta que nunca llegó a suponer el terrible daño que causaría a su nación (y lo peor, posiblemente ni le importó), por no lograr más que desgracias y pasarse el tiempo mirando hacia atrás en su huída. Ya sentenciaría siglos antes un general latino: "Roma no paga traidores".Un saludo.
EliminarGracias, Sr. Padilla, por su comentario y le agradezco el que haya querido complementar mi artículo, si bien debo corregirle algunas afirmaciones referentes a la situación y mando de los “mendigos del mar”. Comparto con Vd. la valoración que hace del Príncipe de Orange acerca de su preparación militar y del poder que tenía sobre los enemigos protestantes, pero no era el capitán de los “mendigos del mar”. El capitán era Guillermo de la Marck. Por otro lado, también debo corregirle el otro puerto de apoyo de los “mendigos del mar” que señala en Amberes. Lo confundió con el de puerto francés de La Rochelle que estaba controlado por los hugonotes con los que Guillermo de Orange tenía una buena relación, lo que hizo posible esa concesión. La relación de los dos "guillermos" fueron buenas ya que formaban frente común contra los españoles y a pesar de sus sucesivas derrotas contra los tercios, nunca faltó una buena relación entre ellos ya que, como bien dice, siempre intentaron dificultar, no con mucha suerte, la comunicación por mar entre España y los Países Bajos. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, Sr. De la Concha, por compartir su opinión. Me temo que de nuevo entramos en nuestro recurrente conflicto desde el punto de vista militar/civil pues aunque respeto su opinión como militar, en mi papel de civil e investigadora me choca constatar cómo personajes con los mismos o inferiores méritos a los logrados por Cristóbal de Mondragón, recibieran el respaldo nobiliario de la corona (que era tanto como significar una admiración pública por sus trabajos y logros), algo que sin embargo no ocurrió con Cristóbal de Mondragón. Es en esa diferencia de trato donde encuentro la injusticia. Un saludo.
ResponderEliminarAsí es ,Te felicito por el artículo ,Un inciso ,Otalora no tenía nada que ver con nuestro Cristóbalde Mondragón y de Mercado.
EliminarAparte de eso ,el resto es un poquito ,como tú dices ,de sus azañas.un saludo cordial y aunque Yan pasado 3años desde este escrito.lo reeleo de vez en cuando .
Gracias por su comentario, Sr. Caffarena, pero de acuerdo con diversas fuentes, el nombre de nuestro personaje era D. Critóbal de Mondragón y Otálora de Mercado. Por lo demás, no era cuestión de hacer aquí un tratado de la vida y hazañas de este personaje, mi intención era más bien rescatarlo del olvido, ahora que parece que los diversos gobiernos y políticos apuestan por ignorar nuestros personajes, hitos y logros a lo largo de la historia. Un saludo.
EliminarInteresante artículo el suyo, Valeria. Conocía las hazañas de Don Cristóbal porque era el maestro creador de la táctica de “vadeo” que tantos éxitos nos trajo en los Países Bajos y en Italia. Cierto que para ello se necesitaba de gente templada como fueron los tercios. Un buen homenaje a todos ellos.
ResponderEliminarBuen artículo sobre Cristóbal de Mondragón, si bien quería hacerle una pregunta ¿a los mendigos del mar también se les llamaban mendigos de los bosques? Ya que estos últimos llegaron a conquistar la provincia de Zelanda a los españoles.
ResponderEliminarBuenas tardes, J. Candau. La verdad es que “mendigos de los bosques” suena más a los seguidores de Robin Hood en Sherwood (U.K.) pero sí, fue un calificativo que se dio a los insurgentes afines a los “mendigos del mar” (cuya zona de acción era básicamente el Canal de la Mancha y el Atlántico frecuentado por la flota del Imperio Español) que operaban en algunas zonas de los Países Bajos. Su nombre deriva de la expresión francesa “gueux du bois” que literalmente se traduce como “mendigos de la madera”, ya que básicamente eran leñadores y pastores que compartían las ideas de los rebeldes al Imperio Español en los Países Bajos.
ResponderEliminarComo dije en la entrada, el apelativo procede de la anécdota ocurrida entre la gobernadora de la zona, Margarita de Parma cuando se reunió con los nobles flamencos con el fin de evitar que los desencuentros entre católicos y protestantes fueran a mayores, pero los nobles se presentaron armados para la reunión, pidiéndoseles que entregaran las armas si deseaban entrevistarse con la gobernadora. Como es de esperar, Margarita se sobresaltó y uno de los consejeros le sugirió, quitando hierro al asunto, que no se dejara impresionar por un grupo de mendigos y de ahí que los rebeldes decidieran tomar ese apodo despectivo como nombre identificativo. Un saludo.
Me encanta.....
EliminarBuen artículo Valeria, pero me gustaria ampliar la constestación que das a Candau en el sentido que si bien los mendigos del bosque también existieron en la época de Robin Hood como dices, hubo otros mendigos que pelearon en los Paises Bajos contra los españoles. Estos mendigos del bosque era otra fracción de los rebeldes protestantes integrado por gentes del interior que también se levantaron contra el imperio. Efectivamente llegaron a tomar temporalmente la provincia de Zelanda y también la de Holanda, a finales de 1573. Los mendigos del mar lo formaban piratas y hombres del mar que dedicaron más su actividad contra el tráfico marítimo español además de algunas intervenciones en poblaciones portuarias, como las conquistas temporales de Brielle, Flesinga y Enkhuisen, en 1572. Fueron sus intervenciones más gloriosas.
ResponderEliminarAsí es ......Aún así Valeria te has acercado muchísimo,pero hay que desconfiar de algunas publicaciones que cortan y pegan todo lo que les llega....
EliminarGracias por intervenir, Sr. Caffarena, aunque no entiendo bien su comentario. Sí le diré que cuido mucho las lecturas que tomo por fidedignas, tengo la costumbre de contrastar informaciones. Un saludo.
EliminarMe ha gustado mucho su artículo. No conocía muy bien a Mondragón y me ha alegrado que lo haya recuperado del olvido. Breve historia y buena.
ResponderEliminarBuenos días, Juan de Dios. Gracias por sus palabras y por completar la información dada, si bien posiblemente me expliqué mal cuando hablaba de una posible alusión de ese nombre ("mendigos de los bosques") con la leyenda de Robin Hood. Sin embargo, no tiene nada que ver pues recuerde que Robin Hood ("sombrero con pluma de petirrojo", si lo traducimos pierde toda su gracia ¿eh?)luchaba por el retorno de "Corazón de León" cuando su hermano "Juan sin tierra" usurpó el trono de Inglaterra, durante las Cruzadas, varios siglos antes de que naciera D. Cristóbal de Mondragón. Si hice mención de Robin Hood es porque hay muchas personas a las que les suena "Robin de los Bosques" (posiblemente por las películas de Hollywood) pero desconocen a los "mendigos de los bosques", que efectivamente fueron otra fracción de rebeldes que lucharon contra el Imperio Español, como dije, y usted ha completado. Un saludo y gracias Osorio por sus palabras, creo que siempre gusta conocer la historia y hazañas de compatriotas durante los complicados siglos de dominio del Imperio Español, siendo el enemigo a abatir (y la causa bajo la que unificarse, aunque fuera temporalmente; ya lo dijo un filósofo, la guerra y la política hacen extraños compañeros de cama...). Un saludo a ambos.
ResponderEliminarValeria , ahí le has dado.....
EliminarQue no se diga que no estás enterada.......