martes, 8 de diciembre de 2015

Sintra y sus misterios


        En una entrada anterior (aquí) dejé pendiente el hablar con un poco más de detenimiento del área de Sintra, en la vecina Portugal. Sin duda, por los elementos que alberga, fue desde épocas milenarias un poderoso lugar sagrado que a continuación trataremos de analizar con un poquito más de detalle. ¿Me acompañan?.


            Para quién lo desconozca, si consideramos el mapa de la Península Ibérica como si de un rostro se tratase, podríamos decir que Sintra se encuentra en “la nariz”, cerca por tanto de la capital de Portugal, Lisboa. Al este limita con Fátima, famosa por sus apariciones marianas y al oeste, con el océano Atlántico.
            Muy posiblemente estemos en una zona de gran poder telúrico que suele manifestarse en superficie con el hallazgo de antiguos santuarios rupestres, leyendas de seres encantados de la naturaleza, numerosas iglesias y, cómo no, hechos extraños tales como apariciones, extrañas luces e incluso visiones de la Virgen.
            Sorprendentemente, en Sintra se dan todas ellas. Ya mencionamos el cercano santuario mariano de Fátima, donde tres niños dijeron haber visto y conversado con la mismísima Virgen María, quien les trasmitió un mensaje de suma importancia para la humanidad.
            Como otras zonas de la Península, fue invadida por el Islam en el siglo VIII y reconquistada por los cristianos gracias a las huestes del rey Alfonso I de Portugal (Alfonso Henriques), quién arrebató, hacia 1147, el territorio a los árabes de la Taifa de Badajoz, 

Representación de Alfonso I de Portugal y a su lado, la cueva sagrada de Massabielle (Francia), presidida por la Virgen de Lourdes, cerca del santuario mariano y que guarda grandes similitudes con la portuguesa de Fátima. Sorprende ver la pervivencia de mitos como el del Rey Sagrado milenario, tan arraigados en el pueblo español que se manifiesta en los villancicos, como vimos aquí.

            Rápidamente las órdenes militares-religiosas y monásticas se sintieron atraídas por la mágica zona de Sintra, de tal forma que durante la Edad Media avanzada era necesario disponer de permisos o salvoconductos si se deseaba transitar por los bosques de la zona. La costumbre se perpetuó hasta entrado el siglo XVIII, en el que las órdenes religiosas comenzaron a perder poder, cediendo el territorio a los aristócratas que comenzaron a disponer de los terrenos como cotos privados.
            La orden franciscana fue la que más arraigo tuvo en la zona, dejando su huella en topónimos tales como “caminho dos frades” o “camino de los frailes”, donde aún puede observarse el via crucis que usaban. Por esta senda (en la imagen), se pasa por lugares con nombres reveladores tales como Casal de Sao Jorge (santo que venció al dragón, que en otro tiempo representaba a los cultos matriarcales y por tanto, la imposición de ritos patriarcales; recordemos que las mujeres instruidas en cultos matriarcales posteriormente fueron calificadas de brujas, como se vio al hablar de la población soriana de Barahona) y el Casal de Santa Margarida, donde estuvo hospedado el mago inglés Aleister Crowley.

Atardecer en el bello Almaa Sintra Hostel, mapa señalando el camino de los frailes y famosa fotografía de Crowley.

            No será el único británico que estuvo por estos lares pues, una vez que la orden franciscana se retiró de este lugar mágico, la familia de Francis Cook se haría con las posesiones que los religiosos tenían en el “lugar da Boiça”, así como con el “Palácio de Montserrate”. En la primera finca mencionada, la parcela posee la nada desdeñable extensión de 10 hectáreas de bosque en donde se encontraba la Fons Magna Sapientia donde, en opinión de Vitor Manuel Adriao, se reunía un selecto grupo de iniciados dentro de la propia orden franciscana, que a su vez formaban la “Ordem de Mariz” para rendir culto a Melki-Tsedek a través de enclaves señalados en la sierra de Sintra, tales como :
       El “Castelo dos Mouros” o castillo de los moros (que representaba al Sol), Santa Eufemia (la Luna), Sao Martinho (Marte), Seteais (Mercurio), Pena (Júpiter) y el “Lagoa Azul” o Lago Azul, representando a Venus. De esta manera, como vemos, el Sistema Solar estaba representado en tierra.
           No es la única Luna que encontraremos relacionada con la zona (recordemos que la Luna se ha asociado desde siempre a los cultos matriarcales de fertilidad; los cronistas latinos dejaron anotado cómo los celtíberos de la actual tierra soriana solían celebrar sus fiestas en las noches de luna llena, danzando en torno a una enorme hoguera adorando a la diosa lunar Noctiluca). Pues bien, como digo, hay en la zona un “monte da Lua” o “monte de la Luna” y sobre él, hacia 1503 comenzó a edificarse el castillo que lleva el evocador nombre de “Castelo do Santo Graal”, considerado el más precioso de todo Portugal y reconstruido con sumo cuidado tras el terrible terremoto de Lisboa de 1755, que en Cádiz también se sintió (al llevar ligado además un destructivo tsunami). A este complejo se le conoce también como “Palacio da Pena”.

Parque da Pena, perteneciente al palacio mandado construir por el monarca portugués Fernando II, en el siglo XIX, como residencia vacacional.

No lejos de allí se encuentra la bella “Quinta da Regaleira” (o también “Quinta da Torre”), construida a principios del siglo XX y conocida entre los esotéricos, que la frecuentan, por el simbolismo alquímico que encierra, con cuevas, caminos que hacen “andar sobre las aguas” (en la imagen), pozo iniciático de 9 plantas (número usado también por Virgilio y Dante en su recorrido por el Infierno) decorado con símbolos masónicos (fotografía de la derecha) y tradición de aguas beneficiosas. Al final del descenso “al inframundo” del pozo nos aguarda la cruz templaria sobre una rosa (representación del culto matriarcal y de la Virgen). Curiosamente esa rosa y la cruz (rosa-cruz) forman 8 puntas, que encierra en sí mismo todo un sinfín de significados; mientras que en el esoterismo árabe representa a la divinidad, lo perfecto, alquímicamente también posee “su mensaje” al obtenerse por combinación de las tres vías de La Gran Obra (seca, húmeda y breve) con los cuatro elementos que reconocía la Grecia clásica (agua, aire, tierra y fuego), más el éter de los alquimistas y los tres planos de “este mundo”, cielo, suelo e infierno.



            Como supondrá el lector, la orden del Temple también tuvo posesiones por la zona (¡como no!) y es que ciertamente las piedras que sobresalen entre la maleza bien pudieran pertenecer a antiguos santuarios al aire libre, milenarios.
            Ya hablamos en otro momento de las letras talladas en una enorme roca dentro de esta “Quinta da Boiça”, llamada “piedra Santa de Kurat” y la extraña “traducción” efectuada de ellas, que la relacionaban con cultos fenicios y con la misteriosa orden de Mariz.
            La Sierra de Sintra, con su Monte de la Luna, es carbonatada y como tal, el agua cargada de sales y acidificada por el CO2 ha ido labrando un intrincado sistema de cuevas y galerías kársticas donde existen leyendas de tesoros enterrados, de doncellas encantadas, del propio Grial e incluso de encontrarse en alguna de estas cuevas la entrada al mítico reino de Agharta, en el inframundo, con una biblioteca con libros contenedores de gran sabiduría y el mítico Rey del Mundo que tan afanosamente trataron de buscar los nazis en el Tibet.


 Reptiles, cuevas y doncella encantada, ya tenemos todos los componentes de las leyendas medievales, en la Quinta da Regaleira. Para agrandar las imágenes, picar sobre ellas.

            En fin, que podríamos seguir relatando “detalles” de esta zona tan mágica como bella y a la vez peligrosa pues, como bien decían los gallegos al tratar temas como la Santa Compaña o las Meigas, hay temas o lugares en los que es “mejor no meneallo”.


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