jueves, 6 de septiembre de 2018

Historia y leyenda del Cid Campeador

            Soy Rodrigo de Vivar, castellano a las derechas”, sentencia orgulloso “el Campeador” en el famoso Cantar de Mío Cid, al darse a conocer cuando un religioso le pregunta su identidad (“a las derechas” quería decir tener unas convicciones firmes y nobles, ser fiel a sus principios). Y es que hoy quiero traer al blog al gran e invicto guerrero, D. Rodrigo Díaz de Vivar “El Cid Campeador”, un personaje al que la leyenda le atribuye gestas y actuaciones que han enmascarado el perfil real de este polémico personaje. Pretendo analizarlo como humano, por sus logros reales y sus méritos, desenmascarando en gran parte el manto épico que le añadieron los romanceros, que modificaron sus grandes actuaciones, cambiaron su historia y lo transformaron en un personaje idílico, casi un dios, al más puro estilo inglés o de Hollywood. Porque en realidad no hace falta pintar con mentiras ni exageraciones la vida de uno de los guerreros castellanos más importantes de la historia, tanto, que ha llegado a trascender las fronteras de nuestro país.  Cierto es que los juglares encontraron en sus hazañas un buen filón y en ello insistieron romanceros, poetas y trovadores, que cantaban sus hazañas verdaderas o ficticias, por palacios, plazas y villas en una época en donde la épica era necesaria para sobrevivir y difundir los principales acontecimientos que acontecían en los distintos reinos.


            Cuando apareció Rodrigo los reinos cristianos aún curaban las heridas causadas por los 30 años de terror y derrotas infringidas por las campañas de Almanzor, que hasta su muerte en 1002 los había derrotado en más de treinta campañas militares, al ritmo de dos por año. El terror y las razzias por tierras cristianas continuaron bajo el mandato de su hijo Abd-al-Melik, hasta que murió, posiblemente envenenado por su madre que quería a su hijo menor en ese puesto, en el año 1009, dando lugar con ello a una guerra civil entre musulmanes que llevó a romper el Califato en diferentes Reinos de Taifas con continuas luchas entre ellos, lo que hizo que algunos pidieran ayuda a los anteriormente derrotados reyes cristianos para luchar contra sus vecinos. Estas circunstancias hicieron que cambiara el panorama, dando tiempo a los reyes y condes cristianos a reforzarse, primero, y después a intentar recuperar los terrenos perdidos ante Almanzor, a la vez que prestaban ayuda a los reinos de taifas musulmanes, exigiéndoles una cantidad de dinero anual (parias) por sus alianzas.
            Esto hizo que en aquella época los distintos reinos y condados cristianos estuvieran continuamente  preparándose para la guerra. Hacían falta ejércitos en las fronteras, a la hora de intervenir en un enfrentamiento, o en una conquista, ya que el enemigo no era sólo el musulmán sino también el vecino cristiano que reclamaba localidades fronterizas para su reino o condado, tanto si estuviera en zona musulmana como en zona cristiana. Era normal el ataque a un vecino o ser atacado por éste, ya fuese taifa, reino o condado. Hacían falta historias épicas para levantar la moral del pueblo. Con las intervenciones triunfales de Rodrigo Díaz de Vivar, que además no era de la casta noble, se consiguió una fuente de inspiración para levantar la moral de un pueblo que pasaba necesidades. El Cantar del Mio Cid es uno de los poemas épicos más grandiosos de la Literatura, pero hay que verlo como tal, ya que a las heroicidades reales de Rodrigo Díaz no hacía falta sumarles cuentos ni mentiras; sus gestas ya de por sí lo convertían en un gran guerrero que nunca perdió una batalla, ni como súbdito de Sancho primero, ni de Alfonso después, ni como mercenario finalmente. 

Detalle de una de las páginas auténticas (s.XII) que se conservan con el Cantar de Mío Cid. Por lo general, los juglares componían sus poemas que iban recitando de palacio en castillo, por cierta suma de dinero. En los monasterios de la época se conservaba todo el saber de la antigüedad, que era repetidamente copiado por los monjes, para preservar tal conocimiento o incluso por encargo de algún noble que deseaba obsequiar con algún tratado que gozara de cierta fama, al monarca al que contentar. De acuerdo con los entendidos, se considera que participaron en el famoso cantar de gesta, hasta tres autores (uno de ellos, soriano, de Berlanga de Duero o alrededores). Abajo, derecha, monumento al Cantar de Mío Cid, en la localidad burgalesa de Vivar del Cid.

Fue un auténtico héroe. Porque tenemos suficiente información veraz de esta figura histórica en crónicas, escritos, menciones y diplomas recibidos de los reyes, tanto de la parte cristiana como de la musulmana. Grandes investigadores y escritores han buscado la historia verdadera de D. Rodrigo Díaz de Vivar, como Menéndez Pidal y tantos otros que se acercaron mucho a la persona real. Un trabajo sin duda interesante es el de Martínez Díez, que hace un buen resumen de las conclusiones sobre El Cid. La Historia Roderici y el Códice Carmen Campidoctoris nos enseñan muchas actuaciones de nuestro héroe. De hecho, en la primera se recoge información sacada de los archivos familiares de Rodrigo. Pero además de estos documentos también se dispone de información escrita por enemigos de Rodrigo, como pudieron ser Ibn Alqama e Ibn Bassan, cronistas contemporáneos del Cid que recogieron su historia y sus hazañas, como la pérdida de Valencia, conquistada por Rodrigo.
            No hace falta señalar que existe gran diferencia entre el gran guerrero castellano conquistador de Valencia y el Rodrigo de las leyendas, del que robara las parias del rey musulmán sevillano al de la jura de Santa Gadea, del de las Cortes de Toledo y el de la afrenta a sus hijas que ajustó cuentas en el robledal de Corpes, porque casi todas las hazañas épicas no contiene nada de verdad.  Su historia y su grandeza fueron otras.


Tradicionalmente se viene considerando que “la afrenta de Corpes” con el ultraje a las hijas del Cid relatado en el Cantar tuvo lugar en las cercanías de la localidad soriana Castillejo de Robledo, ubicada no muy lejos del límite provincial con tierras de Burgos. La población posee restos de una fortaleza templaria junto a la que se encuentra la iglesia de la Asunción, con bellos frescos medievales preservados relativos al Apocalipsis de San Juan, evangelista predilecto de la orden de monjes-guerreros.

Su historia
            Acerquémonos en lo posible a la verdad del héroe con sus luces y sombras. Suele haber dudas acerca del lugar de nacimiento. Algunos autores señalan Vivar, otros Burgos y otros incluso Palencia. Sin embargo, de acuerdo con las propiedades paternas y con algún diploma de los recibidos es la aldea de Vivar, que añade a su nombre, la propuesta más acertada. También hay dudas en su fecha de nacimiento; se citan varias: 1026, según el padre Berganza; 1043, según Menéndez Pidal y hasta 1054, según Ubieto Arteta. Sin embargo de las crónicas estudiadas se desprende que tuvo que nacer sobre el año 1048. Su padre era el infanzón Diego Laínez, que vigilaba la frontera con Navarra por el río Ubierna y guardaba las tierras desde Vivar hasta Burgos. Fue un notable capitán que luchó contra los navarros, a los que arrebató Urbel, La Piedra y el castillo de Ubierna. Esta gesta hizo posible que su hijo Rodrigo, contando cinco años, marchase a la corte del entonces príncipe heredero de León, Sancho, para su educación.
Cuando Rodrigo nació reinaba en León Fernando I, que había sido conde desde 1029 y fue coronado rey en 1038, al estar casado con Doña Sancha, hermana del recientemente fallecido rey leonés, Bermudo III (muerto un año antes en la batalla del valle de Tamarón). Fernando I gobernaba además Asturias, Galicia y parte de Portugal, hasta Coímbra. El primogénito Sancho, futuro rey Sancho II, 10 años mayor que Rodrigo, lo acogió como paje o doncel. Armado ya caballero, Rodrigo acompañó al príncipe heredero en 1064 en la expedición a Zaragoza para cobrar las parias, interviniendo notablemente en la batalla de Graus, donde murió el rey aragonés Ramiro I.
            En diciembre de 1065 fallece el rey de León Fernando I, repartiendo su reino entre sus cuatro hijos. A Sancho le otorgó el pequeño condado de Castilla; a su segundo hijo, Alfonso, el reino de León y Asturias; al menor, García, Galicia y Portugal; y a Urraca, el condado de Zamora. Coronado rey a final de 1065, Sancho II hace una expedición militar un año después, en la que iba Rodrigo, por las tierras aragonesas entonces en poder del rey al-Muqtadir. Rodrigo tuvo entonces una brillante participación en la toma de Zaragoza. En esa expedición, que levantó cierta polémica entre los reinos vecinos, el ejército de Sancho II traspasó la frontera riojana, lo que originó un conflicto entre Navarra y Castilla en 1067. Rodrigo, ya caballero, capitaneó el ejercito castellano y venció al capitán navarro Jimeno Garcés, un gran guerrero que dirigía a los caballeros de Navarra. Este es un dato interesante para saber el año de nacimiento de Rodrigo, ya que para enfrentarse al navarro tenía que ser caballero y el ya rey Sancho tuvo que hacerlo en 1066 y para armarle tenía que tener al menos 18 años, lo que confirma que su nacimiento fuese sobre 1048.


Son varias las estatuas que existen de este personaje, personificación del héroe medieval por excelencia, como el monumento donado en 1929 por Anna Hyatt a España, al término de la exposición Iberoamericana de ese año (izda) o la que adorna la Ruta del Cantar del Cid, pudiéndose leer en su escudo el pasaje que dice: “embrazan ya los escudos/ delante del corazón/ bajan las lanzas en ristre envueltas con el pendón,/ inclinan todas las caras por encima del arzón/ y arrancan a combatir con ardido corazón./ A grandes voces les dice el que en buena hora nació: ‹‹¡Heridlos, mis caballeros, por amor del Creador!/ Yo soy Ruy Díaz, el Cid, de Vivar Campeador››.”

            Esa victoria sobre el navarro (conocida posteriormente como “la guerra de los tres sanchos”, al pelear las huestes de Sancho II –capitaneadas por el Cid- contra las tropas de sus dos primos, Sancho Garcés IV de Navarra y Sancho Ramírez I de Aragón) le elevó a la categoría de gran guerrero, recibiendo el sobrenombre de Campi-doctor –vencedor de los campos de batalla- o Campeador. Aseguró su fama cuando meses después, defendiendo la frontera castellana de Berlanga, derrotó a un capitán musulmán que dirigía un ejército de Medinaceli.
Con la muerte de la reina madre, Doña Sancha, en noviembre de 1067, al verse Sancho II más perjudicado en el reparto de tierras en la herencia, reclama terrenos fronterizos a su hermano Alfonso VI, rey de León. Tras la negativa de éste se enfrenta a él en la batalla de Llantada (verano de 1068) y lo derrota, cediéndole León parte de su territorio pero sin perderse la relación entre ambos hermanos. Lo demuestra el hecho de que tras el ataque posterior del conde portugués Nuño Mendes al hermano de Sancho, García (rey de Galicia), el propio Sancho II ataque Galicia con ayuda de su también hermano Alfonso VI, repartiéndosela ambos (Sancho y Alfonso), desterrando a García al extremo opuesto de la península: a Sevilla. Tras el reparto no quedaron conformes los insaciables dos hermanos, por lo cual en 1072 vuelve a haber un enfrentamiento entre ellos y, en la batalla de Golpejera, Sancho conquista el reino de León.  En todas las batallas, el rey Sancho contaba con Rodrigo, que ya tenía el nombramiento de  alférez y era jefe de la mesnada real, portando la bandera regia. Tras la batalla de Golpejera, Sancho II ya había conseguido unir el reino que tuvo su padre, siendo conocido por ello como Sancho II El Fuerte,  y exige entonces que su estandarte se enarbole por todas las provincias de su reino. Esta orden no es aceptada por Zamora -entonces gobernada por Urraca, hermana de Sancho, Alfonso y García-, provocando que el rey Sancho acudiera con su ejército a la ciudad. Ante sus muros fue asesinado el rey, en octubre de 1072, a manos de un soldado de Urraca llamado Bellido Dolfos, que se hizo pasar por desertor. A pesar de que los jueces de la época sospecharan de Urraca, nada se halló que evidenciara que la hermana hubiera estado tras la muerte de Sancho II. Rodrigo acompañó el féretro con los restos del joven rey (33 años) desde Zamora a Oña (275 km) donde fue enterrado en el monasterio de San Salvador.
            La muerte de Sancho coge a Alfonso VI en Toledo, invitado por el rey de Toledo Al-Manúm tras la batalla de Golpejera. Al ser el segundo en la línea sucesoria, y por derecho de sangre, acude a León a recibir la herencia de su hermano Sancho, muerto sin descendencia. Allí, los obispos y grandes autoridades de los reinos de León, Castilla y Galicia avalan su coronación con un diploma fechado el 17 de noviembre de 1072 y firmado por todas estas autoridades, en el que figura además la firma de su hermana y de los magnates de Portugal. Para este acto se recoge la voluntad de Sancho de que, si falleciera sin descendencia, sus reinos pasarían a su hermano Alfonso, para evitar que existiera discordia en su sucesión.
 
Enterrado Sancho II en el Panteón Real, en Oña (dcha), el Cantar de Mío Cid se tomó la licencia de hacer que Rodrigo pidiera al rey Alfonso VI que jurara tres veces sobre la Biblia que no tuvo nada que ver en la muerte del rey Sancho II, motivo por el cual el nuevo monarca desterraría por su osadía al héroe.

La ausencia de la firma de Rodrigo en este documento no se interpreta como desacuerdo, tan magnificado por la leyenda. Simplemente, se considera que el documento debió ser firmado por los caballeros que tuvieran autoridad condal y no era el caso de Rodrigo ni de ningún otro infanzón. De hecho nadie niega que Rodrigo estuviera presente en León en el nombramiento de Alfonso VI como rey de los tres reinos y hay datos que señalan que antes de la visita del 8 de diciembre de Alfonso al reino de Castilla, para tranquilizar a magnates e infanzones del reino rival en la época de su hermano Sancho, ya Rodrigo había reconocido como nuevo rey a Alfonso y había sido confirmado en su cargo de Alférez Real por el nuevo rey, lo que echa por tierra el episodio épico de la jura de Santa Gadea en la que Rodrigo exigió jurar tres veces al rey Alfonso que nada había tenido que ver en la muerte de su hermano Sancho; era una notable escenificación poética pero sin base real, ya que Alfonso no tenía por qué jurar nada allí, pues todas las máximas autoridades religiosas y militares ya lo habían aceptado en León como monarca. De hecho, existe un diploma de aceptación de Alfonso VI como rey de León en el que se señalan los nombres de los que le aceptaron como rey, en grupos en orden ascendente según la importancia de los personajes. En el cuarto grupo se recoge a diez magnates sin dignidad condal y en él aparece Rodrigo, en octavo lugar.

Rodrigo siempre aceptó a Alfonso VI como su nuevo rey 
            El nuevo rey acepta a Rodrigo en su séquito como vasallo y le otorga diferentes cargos importantes, lo que le hizo conservar un lugar preferente como magnate en su reino. De hecho, Alfonso VI aprueba el matrimonio de Rodrigo con una sobrina suya, Jimena Díaz, hija de Diego, conde de Oviedo, con lo que se echa también por tierra la bella historia imaginaria en la que su mujer se cita como Jimena Gómez y es hija del conde de Gormaz, a quien Rodrigo había matado en un duelo. Cristina, la madre de la esposa de Rodrigo, era prima carnal del rey por la línea de su padre, el rey Fernando. Jimena tenía tres hermanos perfectamente identificados; el mayor, también llamado Rodrigo Díaz fue conde en Cangas de Narcea, condado que tras su muerte heredó su otro hermano, Fernando. Su tercer hermano (hermana, más bien) era Audovita Díaz.
Con su matrimonio, que elevó la categoría real de Rodrigo, se piensa que el rey Alfonso VI quiso unir a un personaje tan importante en Castilla con familias del reino de León para reforzar la unidad del reino. Desde entonces Rodrigo acompañó al rey en sus expediciones por tierras castellanas, haciendo méritos para lograr un condado pero no obtuvo ya que hasta 1077 sólo cuatro magnates accedieron a condes: García Ordoñez, Gonzalo Salvadóre, Gómez González y Munio González.
La relación con Alfonso no fue siempre afortunada. En 1079 el rey manda por separado a Granada al conde García Ordoñez (que gobernaba la Rioja y estaba casado con Urraca, hija del rey navarro), y a Rodrigo a Sevilla, para cobrar las parias (10.000 mizcales de oro). Cuando García Ordoñez llega a Granada se encuentra que el rey de esta taifa estaba enfrentado con el de Sevilla, por lo que solicita al conde que le ayude. El conde García Ordóñez accede, ya que le obligaba el acuerdo por el que debía cobrar las parias, y se pone en marcha hacia Sevilla con su mesnada y con parte del ejército granadino.
 
Si había alguien que se llevara entre sí aún peor que los reyes cristianos, esos eran los árabes. Tras la caída del Califato de Córdoba -propiciada por el manipulador y ambicioso Almanzor, “el victorioso de Alá”-, los envenenamientos, traiciones y muertes a manos de gentes de su propia raza fueron hechos habituales en el mundo árabe occidental, fragmentado en distintas Taifas en las que las muertes se sucedían desde los harenes (entre mujeres, entre éstas y los hijos de otras), hasta entre los capitanes, consejeros e incluso reyezuelos. En la imagen, mapa de los reinos de Taifas, busto de Almanzor en la localidad soriana de Calatañazor (donde sufrió su última derrota) y representación de un agonizante Almanzor transportado por sus hombres que huyen de las tropas cristianas (el caudillo musulmán fallecería pocas horas después junto a la atalaya de Cantojar, Soria, tratando de alcanzar la frontera árabe situada en “la ciudad del cielo” Medinaceli).

            Por su parte el rey de Sevilla pide ayuda a Rodrigo, que también estaba obligado por el mismo acuerdo, motivo por lo que sale al encuentro de la expedición granadina. Se encuentran en Cabra y allí se celebra una auténtica batalla, derrotando Rodrigo al favorito del rey Alfonso, al que encerró durante tres días y le arrebató como botín de guerra sus tiendas, pertrechos, e incluso algunos regalos que parece iban destinados al rey Alfonso. Se había ganado un enemigo potente muy cercano al rey, produciendo un hondo pesar en Alfonso VI, que dejó de confiar plenamente en Rodrigo, aunque procuró disimularlo, ya que en 1080 había un concilio en Burgos y Alfonso necesitaba a Rodrigo en su séquito. Sin embargo, un año después, Alfonso recibe petición de ayuda del rey de Toledo, Al-Qadir (nieto del rey que lo recibió en su destierro), pues el rey de la taifa de Badajoz Al-Mutawakkil, que antes se había negado a pagar las parias a Alfonso, había invadido Toledo. Alfonso acude con su ejército en su ayuda, llevando entre otros al conde García Ordoñez. Esta expedición fue pagada generosamente por Al-Qadir, dado que le restituyó en el trono de Toledo. Rodrigo no acompañó a Alfonso en esa misión porque se encontraba muy enfermo, siendo la primera vez que se cita la enfermedad del Cid. Cuando estaba recuperándose, le informan de que un grupo de musulmanes había atacado la fortaleza de Gormaz llevándose un fuerte botín. Rodrigo prepara su ejército y realiza una dura incursión por tierras toledanas, en la zona gobernada por Al-Qadir (el “amigo” de Alfonso VI repuesto en el trono toledano), quien presenta una fuerte queja a Alfonso VI por la devastadora incursión de las tropas castellanas. El rey Alfonso, para evitar cualquier sospecha por parte del árabe sobre la posible implicación del monarca en tal incursión, dicta la orden de destierro contra Rodrigo y sus vasallos, al que sale en 1081.A partir de este momento, Rodrigo inicia su vida de mercenario.

El Cid mercenario
            Se dirigió a Barcelona para ofrecer sus servicios a los condes de Berenguer, que lo rechazaron; después acudió a Zaragoza, donde gobernaba el gran rey Al-Muqtadir, ya enfermo, que lo aceptó con agrado. Tras su muerte, el reino de Zaragoza es dividido entre los dos hijos: para Al-Mutamin (que mantuvo el mismo trato con Rodrigo), Zaragoza, y para su hermano, el belicoso Al-Hayib, Denia, Tortosa y Lérida. Deseoso este último de conquistar Zaragoza, se alinea con el conde de Barcelona, Berenguer II, y con el rey de Aragón y Navarra, Sancho Ramírez, atacando la amurallada Zaragoza. Rodrigo los derrota en la batalla de Almenar (1082) donde murieron la mayor parte de los caballeros de la coalición, cogiendo prisioneros a grandes condes, incluido el conde de Barcelona, Berenguer Ramón II, y los condujo cautivos al castillo de Tamarite, donde aguardaba el rey Al-Mutamin, que lo recibió en medio del júbilo de la población de Zaragoza. Como mercenario del rey de Zaragoza, Rodrigo realizaba expediciones saqueando las tierras cercanas a Monzón (en poder del rey Sancho Ramírez) y después por tierras de Morella, del rey de Lérida, cortando el acceso a Valencia, para las tropas cristianas. Al-Hayib pide ayuda a Sancho Ramírez y atacan a Rodrigo en Morella, cerca del Ebro. Rodrigo les derrota el 14 de agosto de 1084, tomando más de 2000 prisioneros, entre los que había condes y obispos. Tras esta batalla los soldados musulmanes de Zaragoza le añadieron el apelativo de “Sidi” (señor). Es de suponer que las hazañas del héroe llegaran a oídos el monarca castellano, dado que seguramente los primeros cantares que compondrán el Cantar de Mío Cid, ya sonarían entre los diversos castillos haciendo saber de las correrías de Rodrigo. Alfonso VI contacta con él y hace las paces, si bien ni se habló de vasallaje, ni Rodrigo volvió a Castilla.

Izda, figuración de Santiago “matamoros” en el Beato de Ginebra. Centro: representación de tropas cristianas en el Beato de Magius, de San Miguel de la Escalada (en poder de la Morgan Library de NY; muy sonado fue cuando la entonces alcaldesa de Gradefes y varios expertos españoles entre los que figuraba el director del museo de León, solicitan en 2007 a la institución que les cedan por un tiempo el Beato, con el fin de conmemorar su creación en el siglo X en el lugar de origen, respondiéndole el conservador de la Morgan Library, William Voelkle, que no será posible “en mucho tiempo” y que por 13.000 euros tienen disponibles varios facsímiles de la obra, de la que además duda de su creación en San Miguel de la Escalada, citando trabajos de “expertos” norteamericanos que contradicen las afirmaciones españolas; sin comentarios). Dcha, representación de tropas árabes en el Beato de Urgell.

            El 25 de mayo de 1085, Alfonso VI conquista Toledo y hace una incursión por Andalucía. Llega después a sitiar Zaragoza, manteniéndose Rodrigo al margen. Los reinos andaluces piden la ayuda del emir Yussuf, de 65 años, que desembarca en Algeciras y, reforzado con los ejércitos de las taifas del sur, avanza contra las huestes de Alfonso VI. Este rey sale al encuentro de los árabes rodeado de todos su condes y vasallos, menos de Rodrigo, al que no llamó. El 23 de octubre de 1085 se enfrentan ambos bandos en Sagrajas, cerca de Badajoz, siendo derrotado el ejército cristiano y perdiendo Alfonso VI todas las tierras que previamente había conquistado. Y si no perdió las de su propio reino fue porque Yussuf tuvo que volver urgentemente a África, tras la muerte de su hijo. Se sucedieron  un número excesivo de derrotas para Alfonso VI y sus afamados capitanes, siempre con la excepción de Rodrigo. Consciente de ese hecho, Alfonso se ve obligado a llamar a Rodrigo para la defensa de su reino, ya que desconocía que Yussuf había vuelto a África, y tras nombrarle gobernador de siete fortalezas, Rodrigo vuelve a Castilla, a la cabeza de los magnates castellanos.
       Para no alargar en demasía esta entrada, continuaremos con la historia en la siguiente.

7 comentarios:

  1. Interesante trabajo, Valeria. No creía que los poetas modificaran tanto la historia del Cid Campeador. Esperaremos a la segunda parte. Buen trabajo.

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    1. Gracias por sus palabras, Sr. Uribe. Es que piense que en esa época los juglares eran los periódicos y noticiarios de aquella época. Además es que en la batalla del Guadalete se diezmó a las tropas godas (a lo que hay que añadir la alta mortandad infantil, de ahí que muchos relieves en las iglesias, bajo los tejados -los llamados canecillos- en ocasiones tuvieran alta carga erótica, para algunos estudiosos porque de esta forma se pretendía fomentar la fertilidad y las intensas relaciones sexuales dentro del matrimonio), de manera que los juglares hacían un doble papel: informaban a los nocles que los contrabajan para amenizar la comida o cena, de lo que sucedía en otros lugares y reinos, y exageraba las victorias contra el sarraceno a fin de reclutar más soldados para la causa. Recordemos que incluso varios Papas y numerosos clérigos predicaban por toda Europa el perdón de los pecados si se marchaba a tomar Tierra Santa para los cristianos y si no se podía, en su lugar se les ofrecía participar en la Cruzada contra el infiel en la Península Ibérica, para expulsarlos del continente (de hecho, Carlomagno frenó el avance musulmán ya en tierras francesas, entraron con ímpetu, si bien otros académicos creen que tan asombroso avance lo lograron gracias al apoyo de los judíos, cansados de los abusos por parte de los Godos, arrianos: cristianos, que no católicos; y de sus impuestos que no paraban de crecer; es una explicación que me convence, de hecho hubo dos comandantes árabes luchando por conquistar más que el otro: Musa -superior en mando a Tariq-, y Tariq -que al desembarcar en la península puso su nombre al lugar, Tarifa- pues bien, Tariq era judío al servicio de los sarracenos). Disculpe que me haya extendido pero este tema me apasiona. Saludos.

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  2. Hola Valeria! No sabía muy bien dónde dejarle mi nueva consulta , pero entonces me he encontrado con esto, y me ha parecido una buena idea comentárselo aquí .
    Resulta, que en un viejo libro, del cual le mando el enlace, encontré una “leyenda “ sobre una
    Ciudad con 13 puertas, llamada Iberia, cuyo rey era Hijo de Tubal, la cual los autores nombran más de una vez en el citado libro, dando incluso referencias que hoy en día siguen en La misma localización. Citan varias fuentes, la más antigua el becerro de behetrías.
    Se que es una barbaridad pedirle que se lea el libro entero ( aunque no me extrañaría nada que ya lo haya hecho ), una de las veces que se nombra este tema que comento, se encuentra en las páginas 24 y 25.
    Le importaría darme su inestimable opinión ?
    También quería preguntarle , a qué cree usted que se debe el hecho , de que un libro que parecer estar hecho para promocionar El Valle de Valdivielso al clero, esté censurado .
    Sin más, me despido como siempre, esperando impaciente e ilusionada su respuesta. Gracias.

    https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=10065740

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    1. Buenas tardes, Sra. Díaz, gracias por su comentario (¡y por el libro!). Lo cierto es que en concreto esa obra no la conocía, si bien mucho de su contenido ya me era conocido. Por cierto, veo que menciona al conde Fernán González (pág.23), alcaide de Soria y al que se le atribuye la construcción del castillo que controla los territorios extramuros templarios, junto a la "curva de ballesta" que describe el Duero en torno a Soria, que rimó tan magistralmente Antonio Machado (y en cuya curva, por cierto está la sumamente esotérica cueva-santuario que fue hogar el eremita godo y patrón de Soria, San Saturio, cuyo busto se ajusta al enigmático Baphomet templario, ¿el nombre de la sierra sobre el que se asienta? Santa Ana, cómo no, la madre de la Virgen, esto es la Madre de las Madres, la Madre Tierra; curiosamente los cronistas latinos anotaron que el pueblo prerromano asentado junto al Guadiana o río Ana usaban esa palabra, Ana, para referirse a una cueva; mi sorpresa fue mayúscula cuando al visitar la Isla de Pascua me dijeron que los antiguos pobladores daban igual significado a esta misma palabra).
      Pero regresemos a su duda, la ciudad de Iberia. La verdad es que de esta leyenda han sido muchos los que se hicieron eco de ella, incluyendo a mi admirado Adolf Schulten -aprendiz del descubridor de las ruinas de Troya, Heinrich Schliemann- y descubridor de la capital de la gran Celtiberia, Numancia, cuyas excavaciones llegó a pagar de su propio bolsillo pues nadie le creía ya que creían que Numancia se ubicaba en otra provincia y cuando comenzó a dar frutos, lo quitaron del medio para proseguir con las excavaciones académicos españoles, ante lo cual el alemán -convencido de la cuna de la civilización de Occidente estaba en la Península Ibérica, contra los propios académicos españoles y portugueses que consideraban a los pueblos peninsulares meros mal imitadores de toda influencia externa- decidió irse a Doñana en busca de la mítica Tartessos). Tal es así que como el autor del libro que adjunta señala, posiblemente el nombre del río Ebro procedió de Iberia. Aún hay más ya que como nuevamente señala el libro que enlaza, las leyendas milenarias atribuyen la fundación de la ciudad Iberia al rey tartesio Ispar, del que algunos autores creen derivar la denominación "Hispania" (por tanto, no sería latina, de manera que nuevamente el Imperio Romano habría tomado prestada la denominación de los poblados prerromanos, como les copió mucho armamento, el empleo de la caballería en las batallas y tácticas militares peninsulares, las capas de pastores de Celtiberia, el Garum tartesio, etc, etc, etc).

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    2. Ahora bien, siempre que leo sobre esta leyenda sobre un castillo con trece puertas (en verdad, si atendemos bien sería más propio hablar de un castro amurallado), no puedo dejar de recordar la leyenda de la caída de España a manos de los musulmanes y que precisamente los Godos remontaban a tradiciones milenarias peninsulares. Se la recordaré: según tales leyendas, cada nuevo rey que se alzaba en el trono, añadía un nuevo candado o una nueva puerta, además de más joyas y riquezas, so pena de suponer la caída de la Península si se hacía lo contrario. Y allí, en la puerta número 13 (o candado), llegará el curioso rey godo D. Rodrigo, que lejos de añadir su puerta correspondiente, decidió abrir todas las anteriores para cotillear qué se guardaba tan celosamente. Y claro, supuso la fulminante invasión islámica. De hecho, algunos autores creen ver precisamente en esta leyenda tan arraigada en las tradiciones populares peninsulares, el temor supersticioso al número 13. En esta leyenda, la variación está en la ubicación, que se llevan este castillo de ubicarlo en la frontera cántabra-castellano leonesa, a la mismísima capital peninsular goda: la cabalística Toledo. Y fue allí en una de mis visitas donde adquirí varios libros sumamente curiosos sobre leyendas de esta ciudad eterna. Pues bien, ese castillo estaría sobre la llamada Cueva de Hércules -sí, exacto, cómo no, nos terminó saliendo a relucir este héroe peninsular, tartésico, tan asociado a los monarcas tartésicos por ejemplo en la leyenda del faro de La Coruña- ¿es casual que muchas monedas tartésicas lleven el rostro de este héroe con su característica piel de león de Nemea en la cabeza, en lugar del dios ibero Endovellico?). Precisamente en esta cueva de Hércules, en Toledo, estaba la enigmática Mesa de Salomón, cuya leyenda y las crónicas reales de su hallazgo podrá encontrarla en mi obra "Jesús y otras sombras templarias"; y si desea leer todo tipo de detalles de la búsqueda de este objeto llevada por los SS nazis durante el franquismo que incluso trajo a España a Himmler, le remito a mi obra "Hitler quiere el grial". En estos dos libros encontrará bien explicado, y acompañado de numerosas fotografías, todo tipo de pormenores y otras tradiciones, hallazgos, ... y demás cuestiones relacionadas con este apasionante asunto que me resulta imposible sintetizar aquí. Un saludo.

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  3. Valeria! Como siempre , sus aportaciones me resultan casi oráculos!! Donde me recomienda adquirir sus libros? Muchas gracias otra vez!

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  4. Hola Sra. Díaz, muchas gracias por sus palabras. Con respecto a su pregunta, si acude en esta web a la sección "Libros" encontrará mis publicaciones y en cada uno se señala el enlace a las editoriales correspondientes que han publicado las obras. Me consta también que los tiene en Amazon, si compra online, tal vez a precios más asequibles. Gracias por su interés. Un saludo.

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