Bastantes
lectores desconocerán el gran número de expediciones científicas que salieron desde
España hacia el Nuevo Mundo para estudiar la cartografía, geografía, astrología,
botánica o zoología de la zona recientemente hallada. Se ha intentado ocultar
estas actuaciones haciendo creer que todos los viajes españoles al Nuevo Mundo
iban siempre motivados por la sed de oro y conquistas. Cuando hablamos de expediciones
científicas siempre han pretendido imponer las realizadas por franceses o
ingleses porque, ¿a quién no le suena el viaje de Darwin, el de La Pérouse o el de Vancouver?.
Pues bien, ¿qué
diría el lector si conociera que 50 años antes que el viaje de Charles Darwin
hubo una expedición española de dos barcos al mando de los capitanes de corbeta
Malaspina y Bustamante que saliendo de Cádiz el 30 de julio de 1789
por la ruta atlántica navegaron hasta Australia y hasta la costa Pacífica de
Alaska cartografiando las costas, situando montañas, puertos y lugares geográficos,
elaborando mapas, estudiando la hidrografía de los países, así como multitud de
especies de plantas y animales y retornando a Cádiz el 21 de mayo de 1794,
cinco años más tarde de su partida?.
En este
artículo intentaré arrojar algo de luz sobre algunos equívocos y mentiras
arrojadas también en este campo contra el Imperio Español.
Las
expediciones científicas españolas nacieron como respuesta a las actuaciones de
la marina inglesa que, bajo el pretexto de investigaciones científicas y
reconocimiento de costas, buscaban enclaves territoriales en dominios españoles
donde existía la posibilidad de establecer cualquier tipo de negocio
productivo. Era otra forma de intento de conquista de territorios españoles, ya
que con las armas no obtuvieron ningún éxito. Los reinados de Fernando VI, Carlos
III y Carlos IV fueron muy fértiles en expediciones, a veces puramente científicas
y otras científico-militares. En 1775, dos buques españoles bajo las órdenes de
D. Juan de Ayala y de D. Antonio Maurell estudiaron la cartografía y la
geografía de la costa N.O. de América entre los paralelos 47 y 57º de latitud.
Realizaron mapas de la zona y crearon el Puerto Bucanelli en honor del Virrey
de México, que quedó tan complacido que en 1779 mandó una segunda expedición
que continuó la cartografía de las costas hasta los 70º de latitud, un año
después de que la hiciera el navegante
inglés James Cook.
Retrato de Juan
Manuel de Ayala y Aranza (Osuna, 28 de diciembre de 1745- 30 de diciembre de 1797)
y fotografía de la “Ayala plaque” o “Placa Ayala” que conmemora la primera
exploración europea a la bahía de San Francisco realizada por Juan de Ayala al
mando del San Carlos.
Los estudios
españoles fueron rechazados por los ingleses y aliados porque, en palabra de
Desborough Cooley “los españoles
calculaban la longitud según la estima mientras franceses e ingleses lo hacían
con cronómetros y observaciones lunares”. Una mentira más a sumar en esta
otra leyenda negra, cuando la realidad era que James Cook hizo su viaje de
investigación basándose en los conocimientos facilitados por la expedición de Antonio
Maurell. De hecho, su Diario sirvió
de guía y consulta para Cook, como se deduce del libro de Sir Barrington, “Misceláneas” (ver pág 538 del tomo IV de
la obra “Establecimientos Ultramarinos”
de la Biblioteca
del Depósito Hidrográfico de Madrid) en el que fue impreso ese Diario. Las falsas afirmaciones de
Cooley resultaban absurdas cuando era de sobra conocido que ya en 1772 un
oficial español, D. José de Mazarredo, navegando en la fragata “Venus”
cerca del Cabo de Buena Esperanza inventó
–así se puede afirmar- el procedimiento para calcular la longitud valiéndose de
las distancias lunares. En esa noche
despejada se encontraba Aldevarán cerca de la brillante luna. Mazarredo calculó
la altura de ambos astros y su distancia y en función de los triángulos
esféricos formados por los astros y su barco, tomando como base la distancia
lunar, pudo calcular la latitud.
Tras dos días
de trabajo intenso, Mazarredo ayudado por Juan de Lángara y Ruíz de
Apodaca diseñó unas tablas –aún no se habían generalizado las tablas
náuticas inglesas- donde se daban “las
distancias de luna a estrellas”. Estas tablas también fueron utilizadas por
Antonio Maurelle cuando en 1780 al frente de la fragata “Princesa” viajó
durante 10 meses desde Manila a Nueva España elaborando mapas con la situación
de los bajos e islas observados durante el viaje.
Antes, en
1760, el Alférez de Fragata D. Vicente de Doz realizó el plano del Río Orinoco y en 1769
describió el paso de Venus en California y determinó la situación de de la
misión de San Jorge. Don Santiago de Zuloaga, autor de las “Maniobras
Navales” trazó, en 1751, los límites de
Venezuela. El capitán de fragata D. Domingo de Boenechea descubrió y
cartografió varias islas en el Pacífico, como la isla de Amat (Tahití) y tras
su fallecimiento continuó la expedición D. Tomás Gayangos. En dicha
expedición se describieron 41 islas. D.
Joaquín Fidalgo realizó un importante trabajo hidrográfico en las costas
desde la provincia de Cumaná a Darien del Norte y Portobello. En 1778 D.
Gonzalo López de Haro cartografió la costa N.O. americana hasta los 60º,
después el Estrecho de Juan de Fuca, también los límites del puerto de Nutka, y
confirmó los planos de California, Sonora e islas cercanas. Ese mismo año, el
teniente de navío D. José Valera y Ulloa, profesor de Matemáticas de la Academia de
Guardiamarinas de Cádiz, cartografió y realizó estudios hidrográficos en las
costas de África occidental y de las Islas Canarias. Después tomó posesión de
las islas de Annobon y Fernando Póo, realizando estudios geográficos de ellas y de las islas de Santo
Tomé y Príncipe.
Detalle de la casa
natal de D. José de Mazarredo, en Bilbao. Grabado del fuerte español de San
Miguel en Nutka (Columbia Británica), en 1793. No lejos de allí se encuentra la
isla Eliza, así denominada en honor al marino militar español Francisco de
Eliza (1759-1825).
En 1779 los
tenientes de navío D. Ignacio Arteaga y D. Juan F. de la Bodega, al mando de dos
fragatas, zarpan de San Blas, pasan Puerto Bucarelli, situándolo en 55º 17´ de
latitud y prosiguen la cartografía de la costa hasta los 60º 30´de latitud
(Puerto de Santiago), llegando hasta la altura del volcán de Miranda
(Quirós). El capitán de navío D.
Antonio de Córdova, durante los años 1785 y 1788, al mando de una fragata
de 36 cañones, ante la posibilidad de asentamientos extranjeros en territorio
español, navegó por el Estrecho de Magallanes e hizo un importante, completo y
difícil estudio cartográfico, geográfico, hidrográfico y etnográfico de los puertos
y las costas. En 1791 el teniente de
navío D. Juan José de Elizalde, ante la noticias del establecimiento de
los ingleses en la Tierra
de Fuego, comandó una expedición científico-militar, por orden del virrey del
Río de la Plata,
con dos navíos para realizar un detenido reconocimiento de aquella zona. La
expedición realizó una detallada descripción hidrográfica y etnológica de
Puerto Deseado, costas de Patagonia, Isla de los Estados e Isla del Fuego.
Fueron muchos
los navegantes que describieron y realizaron brillantemente estudios de lugares
geográficos, entre los que también destaca D. Gabriel de Aristizabal con
sus trabajos hidrográficos en Turquía.
Para resaltar
la preparación científica de nuestros marinos cabe señalar que, cuando en 1734 la Real Academia de
Ciencias de París decidió enviar una expedición para estudiar la forma de la Tierra y la medición del
grado de Meridiano en la
América Central por los importantes científicos franceses
Sres Bouger, Godin y la
Condomine, solicitaron para esa finalidad a dos jovencísimos
guardiamarinas que tuvieron que ser urgentemente ascendidos a Tenientes de navío
para acercar categorías, llamados D. Jorge Juan y D. Antonio de Ulloa, a
los que recibieron con desdén pero que despidieron con enorme admiración, por
el conocimiento y la labor científica que desarrollaron. Esos dos ilustres
marinos llenaron páginas de oro en expediciones científicas posteriores.
Ningún país pudo
enorgullecerse más que España a la hora de formar a los jóvenes navegantes. En
1681 el Colegio de San Telmo de Cádiz desarrolla un nuevo tipo de enseñanza de la Geografía, la Cosmografía y la
navegación que contribuiría en gran medida a la renovación del saber
profesional de los marinos españoles. En 1745, el capitán de fragata D.
Joaquín Olivares, al mando del navío “San Antonio” y en compañía de D.
José Quiroga, misionero de la
Compañía de Jesús, cartografió las costas patagónicas,
anotando observaciones posicionales y estudiando la flora y fauna de los
lugares visitados. En el Diario del misionero se recogieron descripciones
detalladas de la Bahía
de los Camarones, Puerto de Santa Cruz, Puerto Deseado y Puerto de San Julián.
En la misma línea, en 1768, el capitán de fragata D. Domingo Perler, al
mando del jabeque “Andaluz” cartografió la costa que va desde el Río de la Plata al Estrecho de
Magallanes, levantando planos de fondeaderos, de costas y accidentes
geográficos, señalando corrientes, datos astronómicos y estudiando la historia
natural de la zona. En 1770 los capitanes de fragata D. Felipe Haedo y D.
Antonio Domonte, al mando respectivamente del navío “San Lorenzo” y de la
fragata “Santa Rosalía” parten de El Callao, reconocen primero las costas
magallánicas y exploran después las aguas del Pacífico, llegando el 15 de
noviembre a la isla de Pascua (descubierta por Juan Fernández a mitad del s.
XVI, avistada en 1686 por el inglés Davis y visitada en 1722 por el holandés
Roggeveen) de la que levantan planos, cartografían la costa fijando su posición
geográfica, estudian su etnografía y toman posesión para España, dándole el
nombre de San Carlos.
En 1751 el
mencionado Jorge Juan, ya Capitán
de Guardiamarinas, desarrolló su Compendio
de Navegación (cuyo título completo es Compendio
de navegación para el uso de cavalleros Guardias Marinas). No había obra
más completa en Europa. De hecho, cuando comisionado por el gobierno viajó a
Inglaterra en 1749 para estudiar los
métodos de construcción naval de allí, a las pocas semanas inventó un nuevo
sistema más ventajoso que hizo que los ingleses abandonaran el suyo y lo
adoptaran. Aún hoy se aplica allí para las construcciones de los buques de
vela. Recogido en la obra “Examen
Marítimo”, su discípulo, el hidrógrafo D. Juan de Langara, difundió
los últimos descubrimientos en este campo que asombraron a los marinos ingleses
y franceses que pudieran entenderlo (la mayor parte de su admirable trabajo se
guarda en el Depósito Hidrográfico de Madrid). Bajo sus órdenes sirvió el
Alférez de Fragata D. Diego Alvear y Ponce, Comisario de la demarcación
de fronteras entre Portugal y España en América, y de cuyo interesante Diario
(5 tomos) se guarda muy bien una copia en el Museo Británico de Londres.
También sirvió a sus órdenes el navegante D. Bruno de Heceta, que en
1773 cartografió costas y puertos de la Alta California.
También D. Francisco Millau, que
en 1776 calculó los límites entre Paraguay y Buenos Aires, cartografió las
costas de Las Malvinas y realizó los planos de Río Grande. D. Juan Varela,
en 1774 situó la Isla
Trinidad, después las islas del Golfo de Guinea, las de Santa
Catalina en Brasil y cartografió los puertos del Río de la Plata. D.
Antonio de Córdoba, en 1785 y 1788, realizó un estudio descriptivo e hidrográfico
del Estrecho de Magallanes. Fueron tantos los brillantes oficiales alumnos de
Langara, entre ellos el mencionado Mazarredo, que podríamos hacer de sus logros
y descubrimientos una lista interminable.
Ejemplares de las
obras Compendio de Navegación (de
Jorge Juan) y Tablas de Mendoza (de
José de Mendoza y Ríos).
También en el
campo divulgativo tuvimos grandes navegantes, como D. Vicente Toriño, creador
del Atlas marítimo de España o D. Julián Sánchez, sublime constructor de
puertos y arsenales desde 1748. Una de sus mejores construcciones fue la
dársena de El Ferrol. D. José de Mendoza y Ríos fue autor de la “Navegación Astronómica” que le valió el
ascenso a Capitán de Fragata cuando aún era menor de edad. Construyó las
conocidas “Tablas de Mendoza”, que
utilizaban todos los marinos del mundo para calcular longitudes por las distancias
lunares, y tantos más, como el navegante matemático D. Gabriel de Císcar
o el navegante academicista D. Martín Fernández de Navarrete. En 1786, gracias a los datos recabados en el Real
Observatorio Astronómico de Cádiz, modernizado por Mazarredo con instrumentos
modernos, se comienzan a publicar las Tablas
Astronómicas respecto del meridiano de Cádiz y el Almanaque Náutico, con lo que se eliminaba totalmente la
dependencia con el extranjero.
Del olvido de
la obra y logros de estos grandes hombres nada tuvieron que ver los enemigos
patrios, sino los sucesivos gobiernos españoles, indiferentes y pasivos ante
estos grandes descubrimientos. Se han rescatado en muchos lugares de edificios
estatales, documentos que perdonaron las polillas, la humedad y el polvo, que muestran
páginas admirables de nuestros marinos, como el descubrimiento de las Islas de
Salomón, entre otras del Pacífico, o el descubrimiento de la Península de California por el navegante Castillo, o las nuevas rutas hacia las Molucas y tantas otras
gestas dormidas o ya perdidas. Pero sobre toda la dejación e ignorancia
gubernamental sobresalen los descubrimientos de dos marinos notables que entre
1789 y 1794 circunnavegaron una gran parte de nuestro planeta a bordo de dos
corbetas “DESCUBIERTA” y “ATREVIDA”
trayendo un inapreciable tesoro de gloria y ciencia, que permaneció 100 años
oculto y que por odio o envidia a un hombre eminente estuvo en riesgo de
desaparecer. De hecho, a pesar de Internet, aún queda mucho público que desconoce
la expedición MALASPINA, llevada a cabo por Alessandro Malaspina y José de
Bustamante y Guerra, acompañados por Tomás de Suría (artista, militar,
explorador y científico). A su vuelta,
presentó al Gobierno Español para ser publicados, además de la Relación General
del viaje, tratados de investigación de cada una de las ciencias de las que
realizaron estudios: cartografía,
astronomía, geografía, geología, zoología, botánica, física, etnología,
demografía y política, que en bastantes campos se adelantaban a los estudios de
Darwin, además de mostrar mayor profundidad (para tener una ligera idea cabe
señalar que sólo el Tratado de Historia Natural ocupa 5 tomos con 500 páginas
cada uno en las que hay 40 mapas y dibujos). Fue vergonzosa su ocultación a
pesar de que algunos países como Chile publicaron manuscritos, anotaciones y
dibujos de esa expedición. Esas investigaciones tuvieron tanto calado que en la
actualidad son manuales útiles para la Marina Española.
Hablaremos en un futuro de dicha expedición.
Trabajo muy interesante por la cantidad de nombres de grandes hombres de la marina española que señala, así como una gran parte de sus gestas. No obstante faltan algunos nombres de importantes navegantes marinos españoles que realizaron grandes gestas como la hazaña del teniente de navío D. Salvador Fidalgo o del navegante D, Bartolomé Fonte en California. Creo que ambos personajes merecían la atención suya y formar parte de su artículo. No obstante ha sido de nuestro total agrado. Felicidades por ello.
ResponderEliminarMi agradecimiento por su trabajo que saca del anonimato a españoles que hicieron grande España, además de señalar que junto con grandes militares guerreros tuvimos también grandes sabios y maestros del conocimiento científico que ayudaron a que de nuestras escuelas navales salieran tan enormes marinos. Un trabajo muy completo. Enhorabuena.
ResponderEliminarMe ha gustado su artículo, es muy completo.Me interesa la expedición de Malaespina, conozco algo de ella y desearia profundizar más. Espero con interés su artículo sobre la EXPEDICION MALAESPINA.
ResponderEliminarBuenos días y gracias por sus comentarios. Soy consciente de la ausencia de numerosos nombres pero la longitud de las entradas son limitadas y ni mucho menos pretendía dar un listín telefónico de nombres que tirara para atrás al curioso que quisiera leerlo. Es mi intención continuar mencionando personajes insignes de nuestro pasado, pero todo a su tiempo y con espacio suficiente, por supuesto. Si se fijan, a Francisco de Eliza, por ejemplo, no he podido más que mencionarlo en el pie de una figura y no me gusta "descuidar" a los personajes a los que trato. Igualmente, en breve trataré de resumir las complejidades y gestas de la Espedición Malaspina. Tiempo al tiempo (todo se andará). Un saludo a todos.
ResponderEliminarAunque me ha gustado su notable artículo soy de la opinión, en línea con el señor. Benitez, que hubiera quedado mucho más completo si se hubiera extendido algo más y recoger gestas de otros marinos ilustres, aunque tuviera que haber iniciado otros artículos. No obstante, apruebo su trabajo, valoro el objetivo propuesto y admiro su iniciativa.
ResponderEliminarEstimada Valeria: Me ha gustado tu artículo sobre las expediciones científicas españolas del s. XVIII que me ha servido para completar algunos estudios que tenía al respecto. También ha sido interesante la intervención del Sr. Benitez, aunque creo que debería haber cumplimentado un poco más la solicitud de información cuando señala la participación de D. Salvador Fidalgo en el reconocimiento de las costas de California, ya que posiblemente debería de haber acompañado ese nombre con los de los otros dos compañeros que lo acompañaron, el teniente de navío D. Francisco de Eliza, del que tú hablas y que comandaba la fragata “Concepción” y la del alférez de navío D. Manuel Quimper que comandaba la balandra “Princesa Real” que durante 1790 y 1791 acompañaron a Fidalgo, que comandaba el paquebote “San Carlos” ya que en aquella expedición cartografiaron desde San Blas, a 59 º de latitud hasta casi los 61º de latitud, reconociendo la Bahía del Príncipe Guillermo, la isla de Montague, el Río Cook llegando hasta la isla de Kodiak pasando el cabo Dos Cabezas y logrando una enorme información geográfica. Con respecto al marino D, Bartolomé Fonte (más conocido por Bartolomé Fuentes), entiendo que no esté en tu listado de marinos , y que su descubrimiento del paso de la Península de California fue en 1640, siglo XVII, y aún así yo lo hubiera añadido al nombre de D. Jacinto Caamaño, que en 1792, mandado por el conde de Revillagigedo certificó y completó el descubrimiento de Fuentes (Fonte) ya que el informe que elevó en 1640 tenía algunos errores y carecía de datos fehacientes definitivos. Caamaño saliendo del Callao hacia la Alta California, corrigió los datos y aportó excelentes datos científicos.
ResponderEliminarMuy buen artículo el tuyo, Valeria.
No entiendo como tan grandes hombres permanecen en el olvido, ¿Cuándo se editarán libros de historia que los rescaten? ¿Es que estos gobiernos imitan en la nulidad a los gobiernos que padecieron tan grandes marinos?
ResponderEliminarTrabajo excesivamente denso pero necesario. Los que sabemos de la mar valoramos su trabajo porque recupera páginas hermosas y necesarias de nuestra historia. Nuestras felicitaciones y mi agradecimiento por ello.
ResponderEliminarBuenas tardes. En relación con el comentario del Sr. De La Concha, le agradezco su opinión pero debo insistir en el simple objetivo divulgativo de mi web, por lo que he optado por entradas no excesivamente largas, ni densas y por la selección de contenidos.
ResponderEliminarLe confieso que he tenido la tentación de haber hecho alguna publicación más específica y profunda en ese apartado, dando a conocer ese ingente y maravilloso legado de los grandes marinos españoles, pero tendría dificultades a la hora de buscar una revista o editorial especializada que quisiera publicarlo; ya me ocurrió con el Museo Naval de Madrid cuando quise dar a conocer mi obra sobre la Armada Invencible y amablemente me respondieron que les había satisfecho pero carecían de presupuesto para publicarlo.
Si me decidiese a hacerlo, añadiría otros nombres ilustres como los de los Brigadier cántabros D. Juan Gutiérrez de la Concha y Mazón y D. Ciriaco Ceballos y Bustillo, o del balear capitán de navío D. Felipe Bauzá y Cañas, o de los andaluces Brigadier D. Dionisio Alcalá-Galiano y Pineda y D. Cayetano Valdes y Flores Bazán, que llegó a capitán general, o del español guatemalteco coronel D. Antonio de Pineda y Ramírez; y tantos otros, como D. José Ortiz Canela, D, Cayetano Valdés, D. Juan Vernacci, D. José Ortiz, D. Secundino Salamanca, D. Manuel de Novales, D. Antonio de Tova, D. Ciriaco Cevallos, D. Arcadio Pineda, D. Martín de Olavide, D. Juan de Apodaca, D. Fernando Quintano, que consiguieron grandes logros. Incluso pensaba profundizar en alguno de los nombrados en el texto comentado, como el compañero de Malaspina, el cántabro D. José Bustamante y Guerra que llegó a Teniente General y que ostentó los puestos de Gobernador de Montevideo antes y Capitán General de Guatemala después.
Las dificultades crecientes que encuentro para publicar, me obligan a posponer de momento estas iniciativas.
En relación con el comentario “Anónimo”, quiero agradecerle la información que aporta que ya había contrastado, confirmando por ello lo que señala.
En relación con el comentario del Sr. Souza estoy conforme con que esos nombres no deben quedarse en el olvido, y que es justo que los libros de historia hagan eco de ellos, si bien tengo dudas sobre en qué nivel de enseñanza deberían tratarse (y hacerlo además de manera general, en todo el Estado Español aunque en eso…con las Comunidades Autónomas hemos topado, amigo Sancho). Está claro que trabajos tan importantes como el de Malaspina, el de Jorge Juan, el de Mendoza o el de Zuloaga, entre otros, deberían formar parte del conocimiento básico histórico de los jóvenes escolares por la trascendencia que tuvieron, de acuerdo con lo que señala el Sr. Alcaide; pero los otros me resulta difícil situarlos en un determinado nivel de enseñanza.
Les agradezco a todos sus comentarios. Un saludo.
Su artículo hace justicia con nuestra historia. Ya era hora de que una persona cultivada señale las gestas de patriotas que hicieron grande nuestra historia y que no son conocidos por sus paisanos. Sorprendente su respuesta al marino P.. Lamento no disponer del libro futurible que señala, tendría un seguro comprador. Enhorabuena por su artículo.
ResponderEliminarGracias por su respuesta. No desfallezca en sus iniciativas y esperanzas. Disfrutará cuando lo logre.
ResponderEliminarMuchas gracias por sus palabras. Es una satisfacción disponer de lectores tan selectos y versados en nuestra historia naval, ya que contribuyen a que el blog mejore en calidad. Un saludo.
ResponderEliminarAcabamos de debatir los dos artículos ligados, expediciones científicas-expedición de Malaspina y realmente han sido trabajos notables, aunque nos consta que deja mucho en el equipaje según se deduce de las dos respuestas que ha dado, aquí a De la Concha y en el otro artículo a De Gracia, es una lástima que no complete ese interesante tema, tendría seguidores. Mis felicitaciones por los trabajos..
ResponderEliminarHola Benítez, me satisface mucho que mis artículos sean motivo de debate. Ahora bien, rogaría que entendieras que mis entradas en el blog no me suponen ningún beneficio económico y a cambio se corre el riesgo de frecuentes "copia y pega". Lamentablemente, me veo obligada a guardar mis investigaciones para futuros libros por lo que os ruego algo de paciencia hasta que estos vean la luz. Por cierto, seguidores en sentido estricto, únicamente constan 21 vía gmail y 67 vía facebook. De hecho se ha dado el caso de revistas que no han admitido mis artículos, por el bajo número de seguidores. Con todo, me consta que estos seguidores reconocidos son un mínimo porcentaje de las visitas a la web. Un saludo.
ResponderEliminarEstimada Valeria, nos interesaria que hiciera un trabajo sobre expediciones cientificas españolas por el oceano pacífico. Estamos editando un periodico grupal y no encotramos muchas referencias al respecto. Con los años se pierde concentración y me he atrevido a perdirselo como redactor, ya que con su formación le resultará más facil. Se lo agradeceriamo en demasia.
ResponderEliminarBuenos días, Sr. De la Seca, gracias por pensar en mi para tal trabajo pues ciertamente lo encuentro un reto muy seductor (considerando la ingente cantidad de datos existentes sobre el particular que solicita). Afortunadamente en estas fechas cuento con tiempo que poder dedicarle a la tarea. Para concretar las condiciones de esta colaboración necesitaría tener contacto más personal con usted por lo que le rogaría que me escribiera a través del formulario de contacto de esta web (en la parte superior, solapa "contacto") facilitándome un correo electrónico a través del cual pudiéramos hablar en privado. Un saludo.
ResponderEliminarMe ha gustado su artículo,aunque no señala en él los intrépidos navegantes españoles que defendieron hasta la saciedad las fronteras del imperio frente a los saqueadores ingleses, holandeses, franceses.... Cierto que comenta que algunas de esas expediciones eran científico-militar, pero me hubiera gustado presenciar los nombres de Felipe González, Domingo de Bonechea, Cayetano de Langara y tantos otros que hicieron grandes gestas en ese siglo. Espero que pueda gozar de esa lectura en otros futuros trabajos suyos, tan interesantes como éste.
ResponderEliminarGracias por sus palabras y opinión, Candau. Con respecto a lo que comenta sobre los marinos españoles ausentes, el título del artículo era “expediciones científicas del s. XVII” y de ahí que se priorizara a este tipo de expedición, así como a los insignes capitanes que las dirigieron. Por supuesto que hubiera sido también interesante hablar de los “otros” pero eso haría del artículo una hemeroteca que excedería con creces los límites permitidos de la página. Claro que me hubiera encantado hablar de D. Felipe González de Haedo por sus actuaciones en 1770 en la Isla de Pascua, o de D. Domingo de Bonechea y D. Cayetano de Lángara por sus actuaciones en 1774 y 1775, respectivamente, en Tahití, o de D. José de Moraleda y Montero por sus actuaciones en 1787-95 en Patagonia y en Chiloé, o de D. José Salas y Valdés, y de tanto otros marinos insignes. Tendrá que tener paciencia porque todos ellos ocupan lugares preferentes en mi memoria pero son tantísimos de los que encargarse que me temo que la tarea nos llevará bastante tiempo (y con todo, seguro que habrá que seleccionar la información "sacrificando" algunos datos o por el contrario terminaría haciendo auténticas tesis o biografías, que no es lo que persigo en esta web, el público y las inquietudes son variopintas). Un saludo.
ResponderEliminarLamento que no sea prioritario para Ud. este tipo de artículos ya que a muchos de nosotros nos encantaria que rescatase del olvido a personajes que escribieron nuestra historia y que hoy están sepultadas en ella, porque además Ud. sabe hacerlo y como llegar. De la respuesta que le da al veterano Candau se desprende que hay mucho trigo en su granero y por lo que hemos leído suyo en este campo pensamos que un buen escaparate que mostrar. Podría empezar por "los comienzo de cuando hicimos caminos por el mar", por nuestro Pacífico -spanish lake- que tan bien domina. No estaria nada mal un artículo sobre el inicio de nuestras andaduras por esos lares. Le gustaria a su público, Valeria.
ResponderEliminarValeria, me sorprende el conocimiento tan completo que tiene sobre las expediciones marítimas españolas. En mi vida de marino mercante he conseguido un buen listado de marinos insignes pero veo por sus artículos y por las respuestas que da en éste, como a Candau, que aún me queda mucho por investigar. He disfrutado con su otro artículo sobre "el lago español" y son varios los compañeros de la Asociación interesados en su historia ¿habría alguna posibilidad de introducirnos en los comienzo de la aventura por ese "lago"?
ResponderEliminarMe ha gustado su trabajo y también las respuestas que da a los diferentes comentarios. Soy un amante de la historia naval española y disfruto con artículos, tan instructivo, como éste o con la colaboración marina suya sobre el Pacífico. Seria muy satisfactorio disponer de un artículo en su blog sobre el lago español. ¿se lo pensará?
ResponderEliminarGracias a todos por sus comentarios. Tomo nota de lo que señalan, pero les ruego paciencia. Mi agradecimiento de antemano y un saludo.
ResponderEliminarAdmirable trabajo, Valeria. Ha realizado una buena recopilación de la historia naval pasada de una época en la que seguiamos haciendo escuela. Su artículo, las respuestas a los comentarios, la odisea de Malaespina y el "otro" sobre el lago español han sido de una lectura reconfortante para los amantes de nuestra historia en el mar. Me agrada su respuesta a Sanz. Estaré esperando ese futuro artículo.
ResponderEliminarMe ha gustado volver a leer su artículo porque me ha sido de gran ayuda a la visita de ayer al Museo Naval de Madrid. Lo visité en navidades y, aunque es una maravilla el lugar, tras la lectura de su artículo se ve con otra dimensión y contenido. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias a De Vidal y Jorge por sus comentarios. Me agrada que mis textos les hayan servido para complementar visitas de nuestro rico patrimonio. Un saludo.
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