jueves, 10 de agosto de 2023

Otra visión de las brujas de Salem

            El juicio de brujas ocurrido en Salem (Massachusetts, en los Estados Unidos), posiblemente sea uno de los más sangrientos de la historia del país en lo concerniente a brujas y desde luego, dado el carácter de los anglosajones, es el más famoso y más turístico de los ocurridos en “el Nuevo Mundo”.

            Para los no versados en la materia, simplificaré los hechos contando que hacia finales de 1691, varias adolescentes comenzaron a experimentar espasmos y convulsiones que decían que les estaban provocando distintas brujas de la zona. En enero de 1692 se iniciaron los juicios que, como suele ocurrir en estos casos con la hechicería, una pequeña comunidad cerrada y muchos roces entre los vecinos, el cruce de acusaciones fue en aumento saldándose el asunto finalmente con una veintena de ejecuciones, y porque un alto cargo de fuera de la comunidad decidió dar por concluido el asunto.

            Imagino la estupefacción que debieron sentir los nativos indígenas (de las etnias Massachussets, Mohicanos y Connecticut) de las tierras que serían ocupadas por los colonos pálidos y vestidos de manera puritana, venidos de lejanos lugares,  cuando les arrebataron los terrenos  para instalarse allí y fundar pequeñas colonias cerradas, en Boston, Connecticut y Springfield (sí, la cuna de los Simpson), a partir de 1620; si se enteraron que apenas siete décadas después se estaban matando entre sí acusándose de estar poseídos por fuerzas demoníacas.

            Estas gentes, hoy conocidas como “Los Padres Peregrinos”, venían de Inglaterra y de la zona de los Países Bajos y procedían de sociedades ya decadentes, con más de tres mil años de invasiones, guerras, pestes, corrupción, hambrunas y sobre todo de una extraña religión cristiana, protestante y marcadamente supersticiosa con reminiscencias de tradiciones paganas ya diluidas y mal comprendidas que terminarían germinando en festividades como Halloween, por ejemplo.



Para hacernos una idea de la sociedad reinante entonces en las comunidades de colonos de los Estados Unidos recomiendo ver la película “La Letra Escarlata”; de 2015, buena adaptación de la obra homónima de Nathaniel Hawthorne (repárese en los soldados “ingleses” vestidos al más puro estilo de conquistador español).

             Pero no nos dispersemos. Entre estas comunidades, en ese oscuro y siniestro siglo XVII, se habían producido distintos casos de brujería, pero ninguno de la envergadura de lo ocurrido en Salem.

            El comienzo de todos estos extraños acontecimientos tiene lugar con la llegada a la comunidad inglesa de Salem -gobernada por puritanos y ultraconservadores dirigentes que pretendían rescatar la religión de contaminantes que se habían ido añadiendo con el paso de los siglos, eliminando todo aquello que no aparecía en las Sagradas Escrituras, tales como la celebración de cumpleaños, santos, fiestas de Navidad… e incluso la pleitesía al Vaticano o al monarca inglés en la Iglesia Anglicana-, y procedente de Boston, del reverendo Samuel Parris acompañado de su familia conformada por su hijo Thomas, sus hijas Elizabeth y Susannah, de una sobrina de una edad parecida a la de su hija, Abigail Williams, huérfana tras asesinar los indios a sus padres, y de la sirvienta esclava negra antillana, llamada Tituba.

            El pastor de la comunidad era una de las personas más influyentes en ella y con frecuencia se aceptaba su juicio como cierto por su vinculación con Dios. Los sermones de Parris eran estrictos, encuadrados en el estilo denominado “azufre y fuego”, que había hecho tendencia el autor del libro de título homónimo, el pastor puritano Thomas Vincent. Como se figurará el lector, básicamente consistía en aplicar el dicho popular: “muerto el perro, se acabó la rabia”, o como ocurriría con otro religioso en la cruzada cátara europea, aplicar la idea de “matadlos a todos, Dios ya reconocerá a los suyos”.

            Efectivamente, Parris veía signos del malignos constantemente y alrededor de todos así que sus predicaciones acongojaban a los colonos hasta grados desmedidos. Domingo tras domingo.

            Esta actitud fue provocando una división entre las gentes de la comunidad de Salem, de modo que unos apoyaban la actitud del pastor (entre ellos estaban los pesos pesados de la sociedad de Salem, la familia de los Putnam, socios y afines, agricultores de la zona) y los que creían que el Dios bíblico no era ira y venganza, sino amor y respeto (los burgueses, comerciantes de la colonia portuaria que era Salem y que con frecuencia “tenían más mundo” pues viajaban aquí y allá, entre distintos puertos y ciudades demandantes de determinados productos que ellos les facilitaban).

            En esta pequeña comunidad –una creciente población portuaria- cada vez más tensionada, las niñas del pastor Parris (hija y sobrina), comenzaban a llegar a la adolescencia, con las hormonas cada vez más revolucionadas. Y como todas las adolescentes, no tardaron en recurrir a juegos que realizar para enamorar a jóvenes vecinos.



Izda, retrato del Reverendo Samuel Parris. Derecha, fotografía de la casa que el pastor habitó con su familia y esclava antillana, y donde supuestamente comenzaron los embrujamientos de Salem.

             Conocedoras de los extraños ritos antillanos con los que se había criado su sierva Tituba, no tardaron en presionarla para que compartiera algunos con ellas, de modo que aprendieron una manera de conocer la inicial de su futuro marido, mediante una práctica supuestamente adivinatoria que consistía en abrir un huevo, verter la clara en una palangana de agua y observar qué letra se formaba. Sobra decir que esta práctica de adivinación conocida como “la copa de Venus”, era considerada herejía.

            Enero de 1692. Las prácticas fueron más allá puesto que un día cundió el escándalo en la pequeña y reprimida población cuando trascendió que las adolescentes Betty Parris y Abigail Williams (hija y sobrina, respectivamente, del pastor de la comunidad) habían sido sorprendidas danzando desnudas en el bosque, mientras la esclava Tituba realizaba junto a ellas un ritual vudú junto a una olla.

            La conmoción fue total y más aún resultando estar emparentadas ambas jóvenes con tan estricto personaje ultra-religioso. Como era de esperar, las chicas rápidamente dijeron no recordar nada al respecto así que pronto surgió la idea de que habían sido hechizadas. No ayudó que días después otras jóvenes fueran encontradas presas de la histeria más aguda, tras haber realizado el rito de “la copa de Venus” y haber visto cómo la clara del huevo en el agua formaba un ataúd, presagiando sus inminentes muertes, según creían.

            Los puritanos consideraban toda práctica pagana como obra del diablo, así que la comunidad –ya de por sí desconfiada- comenzó a mirar con temor a su alrededor, a todo vecino con el que se cruzaban.

            Como muestra bien la película “La Letra Escarlata”, en esta etapa se produce además la llamada “Guerra del Rey Phillip” (década de 1670), producida por la reacción de repulsa de las comunidades indígenas nativas a los colonos que no dejaban de llegar (especialmente de Reino Unido y de los Países Bajos) para reclamar para sí las tierras que encontraban, talar los bosques e instalarse allí. Se llevarán a cabo atrocidades por parte de nativos contra los colonos y viceversa, de modo que aparecerán gentes con shock post-traumáticos que no saben canalizar sus sentimientos y circunstancias vividas, comportándose de forma errática, agresiva, inconstante, … o manifestando extrañas dolencias físicas y emocionales.

            Como era de suponer, los puritanos interpretarán en todo esto la presencia e influencia del Maligno.



La sociedad de Salem se conmocionó cuando sin causa aparente, hasta diez adolescentes sufrían brotes de histeria, blasfemaban, convulsionaban, babeaban copiosamente o incluso se ponían a andar a cuatro patas. ¿Histeria colectiva adolescente?, ¿ganas de llamar la atención?

            Es de suponer que el hogar del reverendo Samuel Parris se convirtió en un lugar insoportable debido a la tendencia del personaje a ver los influjos demoníacos en la menor desviación de la conducta que se esperaba de un buen católico bíblico. De modo que las dos adolescentes, lejos de admitir las prácticas paganas que habían hecho con el huevo y el agua, comenzaron a decir improperios a las primeras de cambio, blasfemar, ladrar, andar a cuatro patas, reaccionar histéricamente en determinados momentos e incluso a caer al suelo y comenzar a convulsionar.

            Y no son las únicas. Es de suponer que estos juegos adivinatorios del porvenir matrimonial de las adolescentes se habrían extendido rápidamente entre todo el círculo de amigas, así como la posible “solución” para no reconocer lo que han hecho, herético.

            El médico de la comunidad, William Griggs, está sobrepasado porque no sólo no logra entender qué hace que tan angelicales niñas se comporten de una forma tan descarriada sino que no sabe cómo detener la propagación de semejante comportamiento a otras jóvenes de la comunidad (a mi entender, es relevante que todas ellas sean chicas, mujeres, sin ningún muchacho afectado de semejante cuadro demencial). También hay que tener en cuenta que por ese entonces la medicina se limitaba a la aplicación de algunas hierbas, así como a la creencia de los 4 humores (sangre, bilis negra, bilis amarilla y flema), con las consiguientes sangrías que no solo debilitaban al enfermo sino que podían provocarles graves infecciones por las deficientes condiciones sanitarias de los hogares.

            De modo que no podría haber podido identificar un cuadro de shock post-traumático, ni si eran testigos de abusos de cualquier tipo por parte de familiares, si las adolescentes estaban montando ese número por un afán de notoriedad dentro de la comunidad o si era simplemente una conducta de evasión de culpar por terror al castigo del reverendo Parris … e incluso hay quién apunta a que algunos de esos síntomas mostrados por las jóvenes pudieron ser producidos por la viruela, aún no bien conocida y muy habitual en esos momentos en los Estados Unidos (diezmando comunidades nativas y de colonos). Debemos recordar que entonces, Salem se alzaba junto al mar, en una bahía pantanosa rodeada de espesos bosques. Los mosquitos y las moscas debían ser habituales. Otros investigadores sugieren que tal vez las adolescentes sufrieron las consecuencias de intoxicación por cornezuelo del centeno (similares a la ingesta del alucinógeno LSD, sin embargo sorprende que solo afectara a chicas adolescentes, de toda la comunidad).



Por designación del Gobernador Sir William Phips, el juez Samuel Sewall  (a la izquierda, retratado) estuvo al mando del tribunal de Oyer and terminer encargado en última instancia de los juicios de Salem por brujería efectuados entre 1692 y 1693.

             Sea como fuere, el médico termina reconociendo al pastor Parris y a los dirigentes de la comunidad de Salem  que cree estar ante hechizos causados por alguna o varias brujas.

            Febrero de 1692. Se conforma un tribunal para enjuiciar el caso de hechicería en Salem. Lo presidirán los magistrados Jonathan Corwin (rico comerciante y dos veces miembro de la Asamblea  de Salem) y John Hathorne (rico terrateniente, con propiedades hasta Maine; tatarabuelo del autor de “La Letra Escarlata”, quién modificó su apellido levemente para no ser asociado a estos juicios de Salem). Para conocer la identidad de esta hechicera, o de varias, una de las mujeres presentes en la reunión sugiere a Tituba que cocinara el llamado “pastel de brujas”, realizado con harina de maíz al que se añadía la orina de las supuestas víctimas embrujadas y se le daba de comer al perro, que acudiría junto a la bruja o al hechicero causante del mal. Así se hizo pero como no hubo resultados claros, se procedería a preguntar directamente a las hechizadas.

            Marzo de 1692, Iglesia de la comunidad de Salem. Las dos jóvenes que primero mostraron síntomas de estar embrujadas, Betty Parris y Abigail Williams, son preguntadas por el reverendo sobre quién o quienes creen que les están haciendo daño. Las respuestas coinciden: Tituba (la esclava negra antillana y quién les enseñó los “trucos” de adolescentes para encontrar marido y conocer la inicial del nombre de éste), Sarah Good (una indigente) y Sara Osborne (una anciana de la comunidad, muy respetada por muchos de los habitantes de Salem).

            Las tres acusadas son detenidas e interrogadas. Toda la comunidad está abarrotando la iglesia, pendiente del juicio y con el corazón en un puño temiendo que sus nombres sean nombrados.

            Se les hace saber que la pena por practicar brujería es la muerte en la hoguera y a continuación proceden a interrogar a las acusadas. Se empieza por la esclava negra, Tituba. Para intentar eludir la pena de muerte, la mujer termina afirmando que “He visto al diablo en el bosque. A veces toma la forma de un hombre muy alto de pelo negro, o de perro negro, o de cerdo, y he visto a un pájaro amarillo besar el dedo de otra bruja, y Betty, Abigail, Ann Putnam –otra niña, de 12 años y con “síntomas” similares a las dos chicas parientes del reverendo Parris–, Sarah Osborne, Sarah Good ¡están al servicio de Satanás! Y he visto el nombre de otros vecinos en el libro del Mal". Tal libro, como aclararía luego, era una especie de registro de las brujas que había en Salem, realizado por el Demonio y mostrado por éste a Tituba, cuando le hizo firmar en él a ella con su propia sangre.

            A este respecto, me sorprende que se pasara por alto el hecho de que Tituba supiera leer o escribir, cuando la sociedad de entonces era mayoritariamente analfabeta. Pero en fin, sigamos con los hechos.



             Las amenazas de tortura prosiguen en el duro interrogatorio e incluso hay autores que afirman que Tituba se presentó con la cara deformada y dolores por todo el cuerpo a consecuencia de una fuerte paliza recibida por parte del reverendo Parris, razón por la cual, cuando éste presiona mucho más a la mujer, ésta termina reconociendo que efectivamente es una bruja y que forman parte de su aquelarre Bridget Bishop (el prototipo de mujer bruja de entonces: decidida, sincera, no encajaba en ninguna parte, casada hasta tres veces, autodidacta y conocedora de hierbas con las que se cuidaba a ella y a sus animales de granja) y otras dos mujeres de Salem.

Otros en cambio sostienen que “la confesión” de Tituba la efectúo consciente de que al culpar a mujeres sobresalientes en la sociedad, éstas acusarían a otras, y así al terminar toda la comunidad acusada directa o indirectamente, se daría carpetazo al asunto mirándose a otro lado e ignorando lo ocurrido, dejando libres a todos los acusados. Quién sabe.

            Tanto Sarah Osborne como Sarah Good rechazan ser brujas y acusan a las adolescentes de ser una treta para desviar las culpas de ellas mismas mientras las miran coléricas. En ese preciso momento las astutas adolescentes (cerca de 10) comenzaron a convulsionar, gritar histéricas unas, blasfemar las otras, … admitiéndose que con su sola mirada esas brujas podían producirles grandes males, tal era el poder demoníaco de las despreciables mujeres.



Izquierda, monumento que se ubica en el espacio que ocupó la antigua colonia de Salem (hoy, Danvers) y que es el único que honra a las 25 víctimas totales, 20 ahorcadas y 5 muertas en prisión (una de ellas era un bebé nacido en la cárcel y cuya muerte condenó a la madre), En los muros pueden leerse declaraciones de los condenados que estremecen la sangre, al saber que no hubo brujería alguna. Derecha, lugar en el que se encontraba el tribunal y en el que prestaron declaración tanto los acusadores como los inocentes implicados en esta absurda carnicería.

             Las torturas comienzan (algunas consistían en atar a la mujer en una silla y zambullirla en el agua repetidas veces; por entonces muy pocas personas sabían nadar así que entraban en pánico y terminaban muriendo ahogadas; si sobrevivían eran presuntamente inocentes, lo que no evitaba que se pasara el siguiente nivel como el potro alargaextremidades, empleo de hierros incandescentes sobre sus pieles, etc), así que las pobres atormentadas terminaban citando distintos nombres, bien porque fueran los primeros que les venían a la cabeza o bien porque se lo sugerían los torturadores.

            10 de junio de 1692, ante la presencia de toda la comunidad allí reunida,  Bridget Bishop es ahorcada, convirtiéndose en la primera ejecución de los juicios de Salem. Su juicio había durado un solo día y en él se le había encontrado culpable de hechizar a cinco niñas, entre las que se encontraba la sobrina del reverendo Parris. Ella mantuvo siempre su inocencia. En el mismo juicio, otra acusada –Rebecca Nurse-, buena amiga del juez, fue liberada de las acusaciones por expreso deseo de éste, lo que provocó algunas revueltas y vandalismo en la población, a raíz de la arbitrariedad de los juicios. Para apaciguar a la población, también sería encontrada culpable de brujería y ejecutada en la horca.

            No tardarían en ser también ahorcadas la anciana Sarah Osborne y la mendiga Sarah Good, al negarse a reconocerse como brujas. Sorprendentemente, la esclava Tituba permanece encarcelada pero en ningún momento será requerida su ejecución.

Para entonces, hasta 172 personas habían sido acusadas formalmente, todas ellas de la pequeña población de Salem. Nadie estaba a salvo. Por ejemplo, el reverendo George Burroughs fue acusado por miembros de la familia Putman (Ann Putnam declararía que en sueños se le presentó y le confesó ser el líder de una secta satánica, “que mató a sus dos primeras esposas y que embrujó a los soldados que combatían a los indios en las fronteras de Maine”), John Alden fue acusado de haber sido visto entregando el libro del Mal a Tituba, otro habitante acusó a Susanna Martin de haber hechizado y enfermado a sus bueyes, … imaginación al poder.



El lugar donde ahorcaron a todos los ajusticiados durante los juicios por brujería es hoy un curioso monumento semicircular, en cuyas paredes se recuerdan a las víctimas y en el centro se ha decidido plantar un árbol en honor a las víctimas (uhmm, no sé, me da que no estuvieron muy inspirados a la hora de elegir un árbol para recordar a víctimas ahorcadas, ¿no hubiera sido mejor unos rosales?).

             Giles Corey, que se negó a declarar y a participar en tan macabro asunto que estaba asolando a Salem, fue encontrado culpable de rebelión por no encontrar al tribunal competente para juzgarle y ejecutado atándole las extremidades, tumbado, y apilando sobre su cuerpo bloques de piedras hasta que murió cruel y lentamente por aplastamiento.

            1693. El asunto se ha descontrolado tanto que son necesarios cuatro tribunales para resolver éste caso; uno de ellos sigue en Salem, los otros se ubican en Ipswich, Boston y Charlestown. Más de 200 personas están acusadas de brujería, 150 están encarceladas y sometidas a sesiones de torturas y el asunto no tiene visos de finalizar. Prácticamente no existe una familia en Salem que no tenga al menos a un miembro encarcelado y torturado.

12 de octubre de 1692. El Gobernador William Phips decide intervenir (su propia esposa ha sido acusada de brujería). Escribe privadamente al rey inglés Guillermo II notificándole que este asunto está desbocado y que se corre grave riesgo de ejecutar o torturar inocentes. Pondrá fin a tanta carnicería el 29 de octubre, al prohibir nuevos arrestos y dejar a libertad a muchos presos (acusados de brujería), disolviendo el tribunal de Oyer and terminer (una especie de Tribunal Supremo y coordinador de los 4 tribunales que estaban llevando los juicios). Al ser cuestionado, afirmaría: “prefiero que diez presuntas brujas escapen que la condena de una sola persona inocente.”



 

Por fin se cierran los juicios de Salem con un balance de 19 ahorcamientos (un gran número el día 22 de septiembre de 1692; sumándose a la condena la agonía de aguardar el turno para la horca, que se hacía en grupos de 4), un ejecutado por aplastamiento y seis fallecidos a consecuencia de las torturas o enfermedades en prisión. Más de 250 personas fueron torturadas.

En 1702 un Tribunal Supremo de los Estados Unidos declaró que los juicios habían sido ilegales y exoneró a  casi todos los que habían sido condenados por brujería.

            *                                   *                                   *                                  *

            Hasta aquí los hechos. Se han escrito muchos libros sobre el tema, se han realizado varias películas (por ejemplo “El Crisol”, también llamada “Las Brujas de Salem”), documentales, artículos más o menos divulgativos, … y en ellos se han dado todo tipo de posibles explicaciones, desde ataques de epilepsia, envenenamiento por distintos hongos de los cereales, viruela, …

            De todas las razones esgrimidas es la mezcla de dos de ellas las que más me convencen. Una, genérica –y en un documental que no aludía a este asunto, pero sí a otros acontecimientos turbios ocurridos por fechas similares en USA– explica que cuando muchos irlandeses huyeron a tierras norteamericanas a raíz de las fuertes y continuas hambrunas habidas en su tierra, se encontraron desembarcando en comunidades sumamente cerradas y regidas por puritanos desconfiados, con gentes reacias a admitir a otras familias con costumbres distintas a las de ellos.

            La segunda, continuando en este marco contextual citado, se limita ya a la Salem anterior en dos décadas antes de los juicios por brujería. Nos encontramos a una comunidad que está empezando a destacarse como puerto comercial y en ella hay disputas entre dos clanes rivales, la de los Porter que eran burgueses comerciantes de los negocios del puerto y la de los Putnam que se encontraban tierra adentro, agricultores y granjeros. Las disputas iban en aumento con el transcurrir de los años y ganar fama creciente la ciudad como punto comercial, hasta que se llegó a un momento en el que –tras unas generosas lluvias-, el río que pasaba por tierras de ambos clanes se desborda, de modo que inunda los terrenos de los Porter, rompiendo la represa que habían construido para hacer funcionar a un molino de harina que tenían allí. Este volumen de agua descontrolada continuó su marcha y arrasó todos los cultivos que el clan de los Putnam tenían aguas abajo, ahogando además a muchos animales de granja. Medio arruinados, los Putnam hacen responsables a los Porter de los daños sufridos por no haber podido controlar la presa que los Porter poseían en sus tierras. Y esta división se mantendrá en la comunidad de Salem -fundada en 1626 tanto por puritanos ingleses y holandeses, como por irlandeses- en todos los ámbitos relacionados con la población, entre ellos la elección del futuro reverendo (persona de gran influencia en la comunidad) que como hemos visto será Samuel Parris, gracias al apoyo del clan Porter.

            Pues bien, la hija y sobrina del reverendo serán las encargadas de efectuar las primeras acusaciones de brujería eligiendo a su sirvienta negra (Tituba, que solo será encarcelada un año), a una indigente en la ciudad (y posiblemente irlandesa), y a la anciana Sarah Osborne que tenía mucho reconocimiento y aprecio en el clan Porter. Lo mismo ocurrirá con las nuevas acusadas por Tituba, posiblemente obligada a señalar a destacadas mujeres del clan Porter tras ser torturada por el reverendo Parris. Se verá claramente con las acusaciones de Ann Putnam, por entonces con doce años, quién unos años después del fin de los juicios pedirá perdón públicamente a las familias afectadas por sus acusaciones, alegando que “estaba confundida por el diablo”.

Así que al comienzo de los juicios, gran parte de las acusadas pertenecían al clan de los Porter o eran afines a éste. El problema es que cuando alguien decide dar rienda suelta a la visceralidad, el asunto se descontrola y al final termina volviéndose contra uno mismo. Ya lo dijo el sabio chino Confucio: “antes de embarcarte en un viaje de venganza, cava dos tumbas”.

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