martes, 28 de abril de 2015

El origen de la expresión tocar madera


            Con la entrada anterior abríamos una nueva sección sobre el refranero popular español. Aprovecho esta ocasión para comentar posiblemente el dicho más común hoy y día ya que ¿quién no ha tenido en las últimas semanas alguna conversación con sus amistades en las que alguno comentaba algún temor y otro pretendiendo hacer una gracia fácil se tocaba su cabeza como aludiendo a que la tiene llena de serrín?.
            Siempre que he oído la expresión “tocar madera” me imaginaba que posiblemente se originó en algún hecho relacionado con un crucifijo (por su relación con el cristianismo y que de esa forma se trataba de atraer la protección de Jesús) o bien a la época del dominio del Imperio Español en los mares, por aquello de que la madera siempre flota y puede salvar a un náufrago. Suposiciones aparte, ¿de dónde procede realmente dicha expresión?.

            Pues bien, por consenso entre diversos historiadores y antropólogos que han tratado el tema, parece ser que se remonta a las Cruzadas, cuando los caballeros de toda Europa alentados por el Papa de Roma, trataban de acudir en tropel a Oriente Próximo a salvar los Santos Lugares, donde se había desarrollado la vida de Jesucristo, de mano de paganos que habitaban en ellos.
            Y se desató una serie de acciones, batallas y persecuciones donde se realizaron tanto las más sanguinarias y vergonzosas acciones, como las más loables y heroicas en todos los bandos, en nombre de su propia fe (ya fuera islámica, judía o cristiana). Como comenta en cierto momento el personaje de Ron Perlman en “Tiempo de Brujas” (2011), peleando precisamente en una de las cruzadas orquestadas por el Vaticano, “¿no tienes la sensación de que Dios tiene demasiados enemigos?”. Y es que son numerosos los documentos de la época que relatan cómo por las calles corrían ríos de sangre de los masacrados, cristianos o árabes según las ocasiones.


             Uno de los errores difundidos por las películas de Hollywood es considerar que los cruzados peleaban con espadas lo suficientemente livianas como para moverlas con soltura con una mano, hacer virguerías con ellas lanzándolas al aire, cogiéndolas con la mano a la espalda y lindezas por el estilo, cuando lo cierto es que eran sumamente largas, pesadas y difíciles de maniobrar. De hecho los propios soldados del Imperio Romano sufrieron milenios antes problemas parecidos, lo que les llevó a adquirir la gladio hispana, mucho más corta y manejable, de tal forma que únicamente dejaron las largas espadas típicamente romanas para los desfiles militares en Roma, la capital del Imperio.
             Por este motivo, y para aligerar el peso que cada caballero cristiano llevaba en su cuerpo durante las batallas en las áridas tierras de Oriente Medio, prescindieron de armaduras metálicas en gran parte de sus cuerpos dejándolas únicamente para cubrir piernas, hombros y la parte superior de los brazos. El resto se cubría con prendas de cuero, telas rellenas de heno y otros elementos que pudieran evitar que las flechas enemigas se clavaran.


             Hecha esta aclaración de vestuario, resulta que durante las Cruzadas, antes de entrar a pelear era costumbre entre los caballeros cristianos santiguarse y tal vez rezar una pequeña plegaria a Dios, que finalizaban haciendo la señal de la cruz, para encomendarse a Dios. En ese momento, al alzar el brazo dejaban vulnerable la zona de la axila, que quedaba protegida por el cuero que reforzaba la zona de los hombros y brazos. Así, al santiguarse era de las pocas ocasiones en que quedaba desprovista de protección esa zona bajo el brazo y, conscientes de ello, los musulmanes aguardaban ese momento para lanzarles una certera flecha que, clavada en dicha zona, penetraba en el corazón o dañaba los pulmones, hiriendo mortalmente al guerrero cristiano. Esta herida, similar a la que causó la muerte al rey inglés Ricardo Corazón de León y de la que morirá también el padre en la ficción del protagonista de “El Reino de los Cielos” (2005), causó gran cantidad de muertos cristianos.
            Por ello, la Iglesia terminó por difundir el contenido de una Bula Papal en la que se recomendaba a los religiosos guerreros sustituir la santiguación por posar la palma de la mano en el pomo de la silla de montar, que solía ser de madera reforzada con cuero. De esta forma, antes de entrar a luchar era frecuente oír en los campos de batalla a los capitanes ordenando a sus tropas a caballo tocar madera antes de espolear a los animales y cargar contra el enemigo. Curioso, ¿no es cierto?.


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