jueves, 30 de abril de 2015

Sobre proverbios y pintura


           El refranero popular español es un compendio de sabiduría popular adquirida a lo largo de los siglos, y como consecuencia, del influjo de las diversas culturas que se han ido sucediendo en un territorio. No es de extrañar, por tanto, que haya cautivado a personajes de distintas facetas culturales a lo largo de la historia.
            De hecho, entre los muchos aficionados al estudio de estas sentencias se sabe que llegó a fascinar al mismísimo pintor flamenco conocido como Pieter Brueghel el Viejo, quién plasmó en 1559 dicha sabiduría popular en un cuadro que, representando una concurrida aldea holandesa junto a un lago, llega a plasmar hasta 112 refranes y dichos de su época y de su tierra, motivo por el cual lo denominó “Los proverbios flamencos”.  No obstante, seguramente su cuadro más conocido sea el que representa la construcción de la bíblica Torre de Babel.

 
 En la imagen, junto a lo que se considera un autorretrato del pintor, el cuadro aludido titulado "los proverbios flamencos".

De este autor, de biografía en gran parte desconocida, algunos amigos contaban cómo le gustaba disfrazarse de pastor o de labriego y asistir a bodas en los pueblos para mezclarse con la gente humilde y sacar inspiración de poses y escenas para sus cuadros. Es considerado, junto con Pedro Pablo Rubens, Jan Van Eyck y el Bosco, uno de los cuatro grandes maestros flamencos de la pintura.
            Pero regresemos a su curioso cuadro inspirado en expresiones populares holandesas. En lo relativo a los proverbios representados, veamos algunos de ellos. Como se muestra en la imagen, aparece “es como dar con la cabeza contra un muro”, para aludir a tareas imposibles; “defecar sobre el mundo”, para referirse a las personas que se creen a salvo de todo o a las que todo les da igual; “estar casados bajo la escoba”, expresión que Italo Sordi (La obra pictórica completa de Brueghel) considera como vivir en el concubinato; vivir en la opulencia de tal forma que las “hogazas (panes redondos de gran tamaño) nacen en el tejado”; corren tiempos tan absurdos que hasta “los cerdos corretean por entre el trigo”; “lanzando una flecha tras otra”, sin cesar de hacer trabajos que no son reconocidos por otros; “afeitar a un loco sin jabón”, timar a una persona; y “en tejado viejo, todo son reparaciones”.


         También aparecen otras que nos resultan más comunes, al usarlas también en castellano (recordemos que Flandes perteneció al Imperio Español), como por ejemplo “ojo por ojo” (con un ojo humano entre los extremos afilados de unas tijeras abiertas); “nadar contra corriente” para tareas complicadas; “pez grande se come al chico”; “agarrar a la serpiente del rabo”, que en la expresión castellana es “coger al toro por los cuernos” para referirse a hacer frente a las adversidades; “echar margaritas a los cerdos”, que equivale a otro refrán también castellano y que dice que “no se hizo la miel para la boca del asno”.


             Igualmente, se pueden encontrar referencias a cuentos populares como el de la lechera, que va tan distraída fantaseando en cómo prosperará conforme vaya vendiendo la leche que lleva recién ordeñada, que termina tropezando, derramando el contenido de su recipiente y viendo cómo se esfuman sus sueños por no prestar más cuidado a lo que hace en cada momento. También representó cómicas expresiones como “ser el culo del mundo”, “estar armado hasta los dientes” y “poner el cascabel al gato”, “ir un ciego guiando a otros ciegos”, “echar más leña al fuego”, “soplar el viento a favor”, “enfadarse porque el sol se refleja en el río”, tan absurdo como “hablar a un muro”.


             Y así hasta 112 proverbios reconocidos en este curioso cuadro. Toda una hazaña.


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