Debo
decir que el pasado lunes 2 de marzo me llevé una agridulce sensación al ver el
capítulo segundo de la serie española “El Ministerio del Tiempo”. A pesar de
divertirme con las ocurrencias del personaje interpretado por Rodolfo Sancho y de
agradarme la interpretación de Nacho Fresneda, me supuso una desagradable
sensación ver cómo, aún a estas alturas (2015), la propia primera cadena nacional de
televisión sigue sosteniendo y difundiendo para el resto del planeta gran
cantidad de mentiras ideadas para crear una leyenda negra sobre el Imperio
Español cuando era el mayor del mundo. ¿A qué están jugando?, ¿por qué no se documentan
antes de meter repetidamente tanto la pata al respecto?. ¿Es que no tienen
suficientes libros magistralmente bien documentados sobre la Armada Invencible en particular
y la Leyenda Negra
en general?. Es deplorable. Así que para que no tengan que agobiarse mucho
leyendo los cientos de páginas escritos a este respecto, les haré el favor de
apuntarles algunas falsedades que han fomentado en su episodio. Aprovecho la
ocasión para sugerirles que se documenten, pudiendo empezar por mi libro “La
Armada Invencible. La leyenda negra” para que les sirva de
aperitivo.
En
un momento concreto del episodio, en el Ministerio del Tiempo uno de los
personajes “entendidos” explica al resto del equipo que la Armada Invencible fue un
intento de invasión de Inglaterra por los españoles que salió mal. Primer y
gravísimo error ya que son numerosos los documentos existentes que dejan claro
que nuestro monarca, Felipe II, jamás tuvo intención alguna de invadir
Inglaterra. Nunca.
De hecho fue el Papa quien le presionó para acudir en ayuda de los católicos que estaban siendo perseguidos por los anglicanos. Con tantos frentes abiertos como tenía, lo que menos deseaba Felipe II era una nueva rivalidad bélica con otro país, así que evitaba la cuestión. Hasta que la reina inglesa Isabel I comenzó a atacar posesiones españolas en Portugal (conquistada y añadida a la Corona Española) y lo que es peor, a dar patente de corso y protección a cualquier tipo sin ética ninguna que vivía de atacar con sus barcos a embarcaciones de otras banderas, asesinando a los ocupantes o pidiendo rescate por ellos y quedándose con lo transportado, de una forma muy similar a lo que hacen los actuales piratas somalíes. A estos personajes a los que llamaba afectivamente “sus perros del mar” les daba ciertos privilegios, siempre que atacaran navíos del imperio español que regresaban de las Américas. Se ve que la fiebre del oro no era únicamente asunto español, como tanto han tratado de hacer creer a todo el mundo.
De hecho fue el Papa quien le presionó para acudir en ayuda de los católicos que estaban siendo perseguidos por los anglicanos. Con tantos frentes abiertos como tenía, lo que menos deseaba Felipe II era una nueva rivalidad bélica con otro país, así que evitaba la cuestión. Hasta que la reina inglesa Isabel I comenzó a atacar posesiones españolas en Portugal (conquistada y añadida a la Corona Española) y lo que es peor, a dar patente de corso y protección a cualquier tipo sin ética ninguna que vivía de atacar con sus barcos a embarcaciones de otras banderas, asesinando a los ocupantes o pidiendo rescate por ellos y quedándose con lo transportado, de una forma muy similar a lo que hacen los actuales piratas somalíes. A estos personajes a los que llamaba afectivamente “sus perros del mar” les daba ciertos privilegios, siempre que atacaran navíos del imperio español que regresaban de las Américas. Se ve que la fiebre del oro no era únicamente asunto español, como tanto han tratado de hacer creer a todo el mundo.
En
la imagen, Felipe II y María Tudor. Museo del Prado, Madrid.
Hasta las
narices de tener a Isabel I trapicheando en cuánto pudiera con tal de morder
parte del imperio español, finalmente Felipe II accedió a prestar ayuda a los
católicos ingleses, dejando en manos del gran almirante D. Álvaro de Bazán, el
diseño de una flota que pudiera soportar las peligrosas aguas del Canal de la Mancha, recoger a parte de
los Tercios de Flandes y, mientras parte de la flota (los barcos más voluminosos
y de mayor calado) aguardaban en el Canal, otros barcos ascenderían con los
Tercios Támesis arriba hasta llegar a Londres, desembarcando, atacando la
ciudad y, lo fundamental, deponiendo a Isabel I del trono y poniendo en su lugar
a otro rey o reina católica. Y fin de la misión, eso era todo. Nadie quería
invadir Inglaterra (entre otras cosas, porque para ese entonces estaba en total
bancarrota y con escasas posesiones que fuera de interés poseer y sostener con
la maltrechas arcas del imperio español).
Por cierto que
nadie parece o quiere recordar que el joven Felipe II fue rey consorte
de Inglaterra cuando se casó, en su primer matrimonio, con su prima María Tudor
(nieta de los Reyes Católicos e hija de Catalina de Aragón y de Enrique VIII ) en
la catedral de Winchester, el 25 de julio de 1554. Tenía entonces 27 años y su
esposa, 38. Al fallecer ésta todos pensaron en Inglaterra que se casaría con
Isabel I y sin embargo nuestro monarca rechazó la propuesta, abandonó
Inglaterra y se casó con una princesa francesa, algo que nunca le perdonaría la
reina inglesa, albergando un inmenso rencor hacia Felipe II, odio que le llevó a
aliarse con holandeses, portugueses y todo aquél que pudiera otorgarle el
placer de derrotar a Felipe II. Esta nefasta conducta de la despechada Isabel I supuso para las arcas inglesas un duro golpe
que se tradujo en grandes hambrunas, penurias y epidemias entre sus
súbditos. De hecho, pocos años después de ocurridos los sucesos de la Armada Invencible, tras morir
la reina inglesa, los Estuardo recuperaron (con ayuda española) el trono inglés que les arrebató
Isabel I, tal como quería Felipe II.
Otra gran
falacia que sostienen en el segundo episodio de “El Ministerio del Tiempo” es
la de dar a entender que casi toda la Armada Invencible se perdió,
llevándose gran cantidad de españoles consigo y que prácticamente el San Juan fue el único barco que
sobrevivió. Falso. Tampoco es cierto que saliera el último, de puerto. Lo
cierto es que hubo casi tantas bajas inglesas como “españolas” ya que
los Tercios gozaban de tan buena reputación que los británicos los temían
tremendamente. Se conservan numerosos documentos firmados por el almirante de
la flota inglesa dando orden de no acercarse a ningún navío del imperio español
ya que hacerlo, supondría dejarse tomar, lo que conduciría a la caída de la
flota inglesa y con ello, la caída de Inglaterra. Así lo dice, textualmente. No
hay más que querer documentarse.
Debió
de ser digno de ver la aparición por el horizonte de la
Gran Armada dispuesta en formación de media
luna y ocupando, de extremo a extremo, varios kilómetros de ancho. En la
imagen, abajo, reconstrucción de las señales de alarma en las costas inglesas
el 29 de julio de 1588, detalle de la formación adoptada por la Invencible (tomada de un grabado inglés, de los
varios que se conservan de la época), otro de ellos mostrando la diferencia
entre la ordenada Armada española y la indisciplinada flota inglesa (Drake
desobedeció continuamente las órdenes, llegando a poner en peligro a la flota
en varias ocasiones) y otro grabado inglés mostrando la diferencia en tamaño
entre los buques españoles y los ingleses.
De hecho, la denominación de “Armada Invencible” se la dieron los ingleses, concretamente el soldado de guardia que vio aparecer la Gran Armada por el horizonte y que, presa del pánico, corrió a avisar a sus superiores que se acercaba una enorme armada que lucía invencible. También ésto figura en documentos ingleses de la época.
Por eso, en los intercambios de fuego que tuvieron, los ingleses se negaron a volver a puerto y atender correctamente a sus heridos por miedo a dejar a sus enemigos acercarse, lo que supuso que comenzaran las epidemias a bordo, que posteriormente se extendieron a suelo inglés llevándose a la tumba a casi los mismos caídos que en el bando español. Pero Isabel I fue astuta al respecto sacando un bando real que prohibía expresamente hablar de las bajas sufridas bajo pena de muerte, mientras en España las cacareamos a los cuatro vientos e incluso las exageramos. Somos así de bocazas y defensores de lo nuestro..
Antes, al
hablar de las bajas “españolas” he añadido comillas ya que entonces “España”
era medio mundo, y por tanto no se la llamaba así sino "Imperio Español" (donde
no se ponía el sol, debido a su extensión, al añadir las colonias portuguesas a
la corona española). Por este motivo no todas las bajas de la Armada Española fueron del
territorio de la actual España, sino que hubo gentes de diversos países (Países
Bajos, Portugal, España, África,…e incluso de Asia). Así que aunque ciertamente
hubo muchísimas bajas en ambos bandos, la Armada Española se resintió tan
poco del percance que antes de un año estaba totalmente restituida. De manera
que cuando la flota inglesa, con Drake al frente, llegó a la Península para asestarle
un duro golpe, tuvo que salir por piernas perdiendo buques y hombres. El
filibustero, en su afán de querer apresar algún buque español, con frecuencia
dejaba sin protección a parte de su flota, llegando a abandonar a todas las
tropas inglesas en Lisboa, al ver llegar la flota española, huyendo hacia la
zona de las Azores con la intención de sorprender a algún buque que llegara de
las Américas, cosa que tampoco logró, regresando a Inglaterra con las manos
vacías. Drake cayó en desgracia para Isabel I, así que volvió a lo único que
sabía hacer, rapiñar a costa de los buques del imperio español que lo llevaron
a aguas americanas, muriendo en uno de los altercados con buques españoles.
De hecho, las
órdenes que Felipe II dio a los distintos almirantes a cargo de las diferentes
escuadras era la de no atacar barco alguno salvo en defensa propia y por eso,
cuando la Armada Invencible
llegó ante el puerto de Plymouth donde se encontraba toda la flota inglesa amarrada, muchos almirantes se revolvieron para sus adentros, pues con simplemente
haber cañoneado desde la boca del puerto, Inglaterra entera habría quedado
totalmente desarmada y a merced del Imperio Español. Así que, ¿Por qué se sigue
sosteniendo absurdamente que Felipe II deseaba conquistar Inglaterra?. No hay
nada que respalde esa falsa afirmación.
Tampoco es
cierto que Lope de Vega fuera a ir en un barco y que al no poder zarpar en él,
se incorporara al San Juan so riesgo de pena de muerte. De hecho, se sabe que
se enroló en la Armada Invencible
pero no en qué barco iba. Pero, en fin, pueden ser argucias comprensibles en búsqueda de guión.
Podría comentar más inexactitudes que aún a día de hoy, lamentablemente, se siguen
sosteniendo y alimentando esa leyenda negra tan absurda que podría entenderse
en una época de intenso analfabetismo pero que sorprende ahora.
Escribo este comentario después de leer la revista y su magnífico artículo. Reconforta su exposición ajustada y valiente de los hechos. ¿Por qué razón es tan habitual en nuestro país que callemos y hasta apoyemos manipulaciones históricas de tanto calado?. Es muy de agradecer su empeño en exponer con tanta claridad la otra cara de nuestra maltratada historia.
ResponderEliminarMuchas gracias por sus palabras. La verdad, es algo que no acierto a entender. Existe abundante bibliografía y numerosos documentos de la época que desmienten todas esas falacias. De hecho en mi libro "La Armada Invencible: la leyenda negra" precisamente me centro en esas incoherencias para ir desmontándolas. Pero no soy la única. Y con todo, es una lacra que se sigue sosteniendo incluso en programas actuales y lo más preocupante, españoles. Supongo que alguna vez, en algún momento, comenzaremos a sacar pecho en defensa de lo nuestro despojando todo tipo de ideología contemporánea o prejuicio. Considero que no hay que ser franquista o "facha" para indignarse si pitan contra el himno de tu país, insultan a tu rey gratuitamente o queman tu bandera. Simplemente amar a tu país, a la historia que tuvo e hizo. Pero en fin, dejemos ese tema porque tampoco lo entiendo, escuece a muchos. Un saludo.
ResponderEliminarHa sido interesante la exposición que hace de la Gran Armada, complementa y aclara algunas preguntas que salen a relucir tras leer su artículo en la revista "Vive la Historia". Me ha gustado la interpretación que da de los objetivos y de la actuación de la Armada Invencible, lejos de las otras informaciones difundidas. Es un desatino que no se aclare esta verdad por nuestra gente y nos dejemos llevar por historias sesgadas e interesadas. Buscaré su libro.
ResponderEliminarLe agradezco sus palabras. Lo más irritante de todo este asunto es que los documentos de la época que muestran lo falso de muchas ideas sostenidas al respecto están ahí, a disposición de cualquier persona que desee en serio documentarse. Con todo, seguirán publicándose libros y artículos, así como realizándose documentales que sigan sosteniendo tales falacias indocumentadas. Un saludo.
ResponderEliminarHe leído su artículo y me ratifica lo que yo pensaba sobre ¿la derrota de la Armada Invencible? que en tantos libros británicos y no británicos se exponen. Siempre pensé que no hubo batallas definitivas sino algunas refriegas, pero lo que nunca entendí es porque se le concedió el mando de la armada a un hombre que además de no desearlo nunca había participado en batallas navales, era imposible que Alvaro de Bazán la dirigiera por su fallecimiento, pero ¿porqué no Juan de Austria u Oquendo?. Algo difícil de entender ¿verdad?. Interesante trabajo, buscaré su libro.
ResponderEliminarBuenos días Carmina,
ResponderEliminarprecisamente en mi libro dedico numerosas páginas a reflexionar sobre la figura de Alonso Pérez de Guzman ya que creo que históricamente se le ha tratado de una manera sumamente injusta cuando el cometido para el que fue contratado lo cumplió con creces (limitarse a seguir órdenes, punto). De haber estado al mando personajes de la talla de Juan Martínez de Recalde (mano derecha de Álvaro de Bazán en numerosas batallas y el almirante más mayor y con más experiencia de los que figuraban en la flota), o de Miguel de Oquendo (que también participó en numerosas batallas bajo las órdenes de De Bazán), por citar sólo a dos de los notables marines que figuraban a bordo; dudo mucho que no hubieran dejado de lado las órdenes por carta y haber seguido su propio instinto en determinadas ocasiones y durante las numerosas meteduras de pata de Drake, por ejemplo. Claro que la historia habría sido bien distinta pero no eran esas sus órdenes. Considero que Alonso de Guzmán cumplió bien con lo que se le había encargado y por eso me duele ver cómo es considerado como una de las figuras negras de la Historia de España. Por eso, como digo, en mi libro trato de quitarle tanta tierra que sobre él se ha echado. De hecho, cuando él llegó a puerto lo hizo con el grupo más numeroso de embarcaciones de la Invencible (fuera por su criterio o porque supo delegar en otros almirantes, pero el hecho es que el grueso de la flota llegó con él, algo que tampoco se suele tener en cuenta). Si lee mi libro y le quedan algunas dudas o algunos puntos por comentar, estaré encantada de hacerlo. Un saludo y gracias por sus palabras.