La poesía, como la
música, en ocasiones tiene la virtud de ser el reposo del alma, calmándonos y
transportándonos sin darnos cuenta a otros paisajes, lugares o recuerdos. Por
eso hoy voy a hacer un paréntesis entre tantas grandes gestas, tantos misterios
históricos, o tantos datos que traten de desterrar falacias sostenidas por
centurias.
La poesía, como la música o la
pintura, con frecuencia depende de la persona que la lee, de forma que mientras
a unos puede parecer sublime, a otros el mismo texto puede resultan mediocre.
Así pues, hoy voy a poner algunas de mis poesías favoritas, conscientes de que
no a todo el mundo puedan gustar pero en fin, intentémoslo.
En esta ocasión voy a poner como
música de fondo dos bellas canciones cantadas en Euskara, y es que el rico
patrimonio peninsular no sólo se limita a monumentos, sino también a unas
lenguas, tradiciones, folclore y gastronomía que se han ido engrosando a través
de los siglos, con diferentes aportes de distintas culturas y pueblos.
Y como “la tierra tira”, que dice el
dicho, permítame el lector la licencia de usar diversas fotografías de Castilla
y León para adornar la entrada.
Ya
en la entrada que realicé sobre el Monasterio de Veruela compartí muchas
poesías que siempre me han gustado, por lo que remitiré al lector a esa entrada
evitando así repetir textos. Siempre he tenido una mente muy visual, y por eso
me quedé prendada de esta poesía desde que la leí por primera vez con unos doce
años. Desde entonces “sus imágenes” han acudido a mi mente en numerosas
ocasiones, en distintas circunstancias:
Hoy
las nubes me trajeron,
Volando,
el mapa de España.
¡Qué
pequeño sobre el río
Y
qué grande sobre el pasto
La
sombra que proyectaba!.
Se
le llenó de caballos
La
sombra que proyectaba.
Yo,
a caballo, por su sombra
Busqué
mi pueblo y mi casa.
Entré
en el patio que un día
Fuera
una fuente con agua.
Aunque
no estaba la fuente,
la
fuente siempre sonaba.
Y
el agua que no corría
Volvió
para darme agua.
Rafael Alberti
Obviamente
el caballo en la playa no es de Castilla y León (más bien, de Andalucía), pues carece de costa (posiblemente por eso me agobia tanto el ancho mar y en cambio me apasiona la montaña).
Una de las cosas que más me fascinan
de mi tierra natal, Soria -sin entrar en sus montañas, en sus castillos
templarios con raíces Celtiberas, en sus iglesias románicas, de su Cantar de
Mio Cid y de sus múltiples romances que aún algunas mujeres cantan como
vestigio cada vez más limitado de una memoria oral que agoniza-, es la grandeza
de su cielo. No puedo evitar quedarme como boba contemplándolo, tan espléndido,
tan azul y tan aparentemente cercano. Y es que Soria está a 1.045 metros de
altura sobre el nivel del mar. Las penillanuras que cubren su geografía tienen
la virtud de, como decía una canción, “al
cielo se le trata de tú a tú”. Por eso, comparto lo que recoge la siguiente
poesía:
¡Cielo
claro de Castilla!
¡Noches
de estío, serenas,
en
que las almas escuchan
el
cantar de las estrellas!.
¡Cielo
claro de Castilla!:
¿Quién
te ve, que no enloquezca
con
esa noble locura
que
es la cordura suprema?
Anhelo
de cosas grandes,
Sed
de verdades eternas,
amor
tan sutil y altivo
que
con nada se contenta.
¡Don
Alonso el estrellero
Tan
despreciado en la tierra
porque
perdías ciudades
cuando
contabas estrellas!
¿Qué
culpa tuviste, Rey,
de
haber nacido poeta,
y
que el cielo de Castilla
el
ánima te prendiera?.
Mi
Castilla la gentil
no
tuvo mejor grandeza,
tu
Reino vence a los siglos
y
no conoce fronteras.
Del
Reino que tú fundaste
habían
de ser lumbreras
Luis
de León el divino,
Juan
de la Cruz y Teresa.
Cielo
claro de Castilla,
noche
de estío, serenas:
al
veros ¿quién no olvidara
los
cuidados de la tierra?.
Lozoya
¡Alcotanes
altaneros
de
vuelo firme y veloz
que
anidáis en las almenas
de
mi castillo interior!
Los
que tan alto volábais
que
vuestra vista oteó
el
desfile de los siglos
en
solemne procesión;
¿Quién
abatió vuestro orgullo?
¿quién
rindió vuestro valor,
que
andáis zahereños y huídos,
con
miedo en el corazón?.
Tended
el vuelo, mis aves,
con
nuevo y pujante ardor,
en
el azur explaiyadas
como
piezas de blasón;
vuestra
mirada avizore
los
llanos que Dios tendió
del
confín de las Castillas
a
los montes de León;
allá
donde el Duero engrana
con
plata que brilla al sol,
ciudades
que son joyeles
de
rica y noble labor.
Tal
vez veáis levantarse
la
generosa nación
que
fue señora de pueblos
cuando
así lo quiso Dios.
Si
hambre tuviérais, yo os diera
por
cebo mi corazón.
¡Alcotanes
altaneros
de
mi castillo interior!.
No necesariamente la
poesía debe ser larga para ser bonita:
Quédate
ante la puerta,
si
quieres que te abran.
no
dejes el camino,
ni
quieres que te guíen.
Nada
está nunca cerrado
si
no a tus propios ojos
Favid at-bin Ahar
Nuestras horas son minutos
cuando esperamos saber,
y siglos cuando sabemos
lo que se puede aprender.
Antonio Machado
Nuestras horas son minutos
cuando esperamos saber,
y siglos cuando sabemos
lo que se puede aprender.
Antonio Machado
Otra entrada que disfruto muchísimo. Preciosa selección de música, poesía y gusto al compartirlo.
ResponderEliminarComo española que soy, agradezco el documentado y riguroso esfuerzo de los artículos en los que proporciona una visión más ajustada de nuestra maltratada historia. Comparto plenamente la certeza de tanto relato anglófilo interesadamente falso. También creo que con demasiada frecuencia nos bastamos nosotros solitos para enturbiar o ignorar nuestra historia. Las tribus íberas o anteriores parecen no descansar nunca. Hace un buen trabajo con sus entradas.
Vuelvo al principio. Mucho más gozosas me resultan este tipo de entradas, más intangibles, pura armonía y belleza
Saludos, Valeria
Gracias por su comentario, Sra. Hernández, como bien cantaba en una de sus canciones el grupo zaragozano Héroes del Silencio: "éste es mi sitio/ y esta es mi espina/ Iberia sumergida/ en sus rumores clandestinos".Y es que como bien señala, parece que los pueblos prerromanos peninsulares, con sus rencores y deseos de mirar únicamente por ellos, parecen latir tan vivos como en el siglo V a.C. Creo que en España sobra egoísmo, la gente mira por ellos mismos únicamente, basta salir en coche para comprobarlo. Apenas hemos evolucionado en mentalidad y eso supo muy bien usarlo el pueblo inglés, ya que con frecuencia les bastaba decir medio rumor o media mentira para que los españoles de turno con sus extrañas intenciones personales (o tribales) terminaran por añadir la otra mitad de la mentira y vociferarla a los cuatro vientos. Creo que fue Fernando Sánchez-Dragó quién tituló una de sus obras como "si habla mal de España, es español". Lo que es menos conocido es que esa frase es de un poema del escritor catalán Joaquín Bartrina y que dice: "Oyendo hablar a un hombre, fácil es / acertar dónde vio la luz del sol; / si os alaba Inglaterra, será inglés, / si os habla mal de Prusia, es un francés, / y si habla mal de España, es español".
ResponderEliminarCon todo, creo que por encima de esta peculiar forma de ser, las "distintas tribus" tenemos en común más cosas que las que nos separan, habitamos un país de lo más variado (en todos los sentidos) y por encima de todo, somos capaces de gestas increibles que, a pesar de la tendencia de otros compatriotas por echar tierra sobre ellas (de verdad que me cuesta olvidar cuando en el Museo de San Sabastián uno de sus funcionarios me dijo que era políticamente incorrecto hablar de Don Blas de Lezo, alucinante), personalmente me tomaré un poquito de mi tiempo libre en seguir subiendo a este blog esas realidades. España se crece en las adversidades, tanto sus héroes como los otros héroes cotidianos que no dudan en arrimar el hombro con el fin de tratar de enmendar una injusticia. Es por ello que aunque agradezco y valoro su opinión sobre este tipo de entradas y sobre pintura, seguiré mencionando lugares de la geografía española que me han llamado la atención, así como tratando de retirar la tierra que cubre muchas grandes gestas de españoles, en el pasado. Un saludo.