Son ya siglos los que dura el debate sobre el nombre de América para el Nuevo Mundo. Son muchos los historiadores que creen que el Nuevo Mundo debería haberse llamado “Colombia” en honor a su descubridor Cristóbal Colón y no “América”, en honor al cartógrafo florentino Américo Vespucio. De hecho, también son muchos los cronistas e historiadores que colocan a Américo Vespucio en la lista de expoliadores de los descubrimientos de Colón, ya que se atribuyó el hallazgo del Nuevo Mundo, de ahí que llevara su nombre. Incluso el misionero Fray Bartolomé de las Casas criticó que ese florentino le hubiera robado a Colón la autoría de su descubrimiento. Y la verdad no es tan absoluta cuando se analiza la intendencia o la gestión del descubrimiento.
Nadie puede arrebatarle al Gran Almirante genovés de la Mar Oceána la gloria de haber sido el primero en llegar en las expediciones españolas a las islas americanas y al continente. Pero el problema de Colón es que tenía sus pensamientos totalmente cerrados en el hecho de creer que había llegado al Extremo Oriente (Asia Oriental), cuya descripción fue dada por Marco Polo dos siglos antes, lo que hizo que Colón no describiera nada, ya que la descripción estaba dada y Colón se limitó solamente a contrastarla. De hecho, el Almirante murió sin saber que había descubierto un nuevo continente.
Américo Vespucio (Amerigo Vespucci), buen amigo de Colón, era un cartógrafo mucho más libre de pensamiento y sus análisis, sus mapas, además de sus medidas, tuvieron un alto grado de precisión. Posiblemente el que más, entre los primeros cartógrafos que acompañaron al Almirante y a otras expediciones.
Américo Vespucio estaba apadrinado por los Médicis, grandes negociantes considerados al nivel de príncipes. Como Colón, también Vespucio comenzó como comerciante, por lo que sus padrinos lo enviaron a Sevilla (1490) y trabajó en los talleres del también florentino Juanoto Berardi, que fue el encargado de preparar el segundo viaje de Colón.
Florencia no se concibe sin el inmenso aporte de los todopoderosos Médicis (a la izquierda y centro, detalle de uno de los palacios de la familia). A la derecha, en la isla de la Cartuja, en la ciudad de Sevilla, una de las calles entre facultades universitarias y empresas varias, lleva el nombre del explorador.
Tras la vuelta del primer viaje, ante las exageradas noticias que divulgaba el Almirante acerca de las riquezas de las tierras descubiertas, en todos los marinos se había despertado el deseo de navegar para descubrir nuevas tierras y volver ricos. No se libró de esto Vespucio. Tras la muerte de Berardi, le tocó a él hacerse cargo de su casa comercial, lo que le permitió conocer las diferentes historias y noticias que venían del Nuevo Mundo, además de contar con los medios para poder navegar.
Su primer viaje lo hizo en 1497, con limitado éxito. Su segundo viaje, en mayo de 1499, lo hizo bajo la dirección de Alonso Ojeda, acompañando al cartógrafo cántabro Juan de la Cosa por aguas del Caribe entre 1499 y 1500, siguiendo la ruta del tercer viaje de Colón y comenzando allí realmente su trabajo cartográfico con De la Cosa. Llegaron a la desembocadura del Orinoco, ya descubierta por Colón, y recorrieron la costa en dirección norte, señalando sus características geográficas y los accidentes previos a la entrada al lago Maracaibo, que recordó a Vespucio su Italia natal, de ahí que llamara a aquellas tierras Venezuela o pequeña Venecia. La expedición de Ojeda continuó su exploración hasta el cabo de Vela (actual Colombia) y en esta expedición ambos cartógrafos describieron por vez primera parte de las costas de las tierras descubiertas. Tras cada viaje informaba a los Médicis de sus hallazgos y descubrimientos.
Su tercer viaje lo realizó al servicio del rey de Portugal, Juan el Afortunado, y en él aseguró haber costeado Brasil, regresando a Lisboa en julio de 1502. También su cuarto viaje lo hizo bajo pabellón portugués (recordemos que el Tratado de Tordesillas se había firmado en 1494), volviendo nuevamente a las costas brasileñas, que recorrió a finales de 1503, señalando por escrito que aquellas tierras no eran parte de Asia, sino un nuevo continente.
En 1504 se publicó un artículo en Augsburgo, “Mundus Novus” (Nuevo Mundo), en el que se reproducía una carta enviada a Lorenzo de Médicis en la que Vespucio narraba sus viajes. En 1505 publicaba una segunda obra, Lettera di Amerigo Vespucci delle isole nuovamente ritrovate in quattro suoi viaggi, en la que mostraba su convencimiento de que entre Europa y Asia existían nuevas tierras.
Todas las publicaciones de Vespucio se hicieron partiendo de Florencia. Se conocen cinco, aunque en vida él sólo conoció las dos primeras. Iban acompañadas de estudios cartográficos y de mapas. Al tener menos prejuicios que Colón y miras más amplias, pronto entendió que había encontrado un nuevo continente que mencionaba como “Quarta Par” escribiendo: “Al Sur de la línea equinoccial, en donde los antiguos declararon que no había Continente, sino un solo mar llamado Atlántico… yo he encontrado países más templados y amenos, de mayor población de cuantos conocemos…Es la Cuarta Parte de la Tierra”.
Las cartas de Colón habían despertado en Europa una enorme notoriedad, pero el incumplimiento de sus promesas de inundar Europa de oro hizo que poco a poco fuera disminuyendo la importancia de sus logros. En cambio, los escritos y estudios cartográficos de Vespucio, señalados en sus dos primeras publicaciones, empezaron a alcanzar en los ambientes científicos de Europa una enorme expectación. Despertaron la fascinación del cosmógrafo alemán Martin Waldseemüller, quien, con su grupo de trabajo decidió editar en 1507 las cartas de Vespucio como introducción al libro “Cosmographiae Introductio” en la ciudad de Saint-Dié.
A principios del siglo XVI, en esa ciudad de Lorena existía un grupo de investigadores y estudiosos llamado Gimnasio Vosgo, que patrocinaba el duque Renato de Lorena, y que integraban dos miembros de la familia Lud –propietarios de una antigua y famosa imprenta- el poeta Ringman, el latinista Jean Baptiste de Sandaucourt y el mencionado cartógrafo Waldseemüller. Esta sociedad había programado la publicación de una obra denominada “Cosmographaie Introductio”, que recogía los ocho “Libros de Geografia” de Tolomeo, con una amplia introducción para iniciar en su lectura y comprensión a los desconocedores del tema. El redactor fue Ringman, quien incluyó en este prólogo las fotografías de Ptolomeo y Vespucio, junto con las navegaciones de Vespucio, señaló en el prólogo el nombre de América, avalado por Waldseemüller, para denominar a aquella cuarta parte del mundo. "Ahora que esas partes del mundo han sido extensamente examinadas y otra cuarta parte ha sido descubierta por Américo Vespucio, no veo razón para que no la llamemos América, es decir, tierra de Américo, su descubridor, así como Europa, África y Asia recibieron nombres de mujeres". La publicación local que se realizó hacia 1507 iba acompañada de un globo terráqueo y un mapa.
Mientras muchos mapas mostraban a Colón (izda, con flecha amarilla) “olvidando” a Vespucio, otros como el de Waldseemüller (dcha) hacían lo contrario.
Poco a poco se fue conociendo la obra con aquél nombre para el nuevo continente, aunque para el cartógrafo Waldseemüller permanecía dudas sobre aquella denominación. Así, en 1511, año en que comenzó a extenderse el libro, no aparecía el nombre de América. Fue sustituido por una leyenda en la que aclaraba que aquellas tierras las había descubierto Cristóbal Colón, naciendo el nombre de Colombia, que se mantuvo hasta la muerte de Waldseemüller, en Marzo de 1520, para después volver a aparecer la denominación de América para el nuevo continente, cuando el ritmo frenético de descubrimientos en aquellas tierras eclipsó mucho el impacto e interés en la propuesta de cambio de denominación para el Nuevo Mundo de Waldseemüller. De esta forma, sólo una parte del continente americano llevó el nombre del almirante pionero: Colombia.
En el siglo de la independencia americana, su principal gestor, Simón Bolívar, soñó con un gran país llamado Gran Colombia e intentó cambiar el nombre al continente, pero no fue posible. Hubiera sido una justa compensación para aquel navegante que protagonizó la más grandiosa odisea de la Era Moderna, pero tampoco se logró. Teniendo en cuenta que Vespucio murió en Sevilla en Febrero de 1512, este cartógrafo nunca conoció que el nuevo continente llevaba su nombre. Tampoco Colón, que había muerto en mayo de 1506.
Ya en 1570 Abraham Ortelius otorgaba en su mapa el nombre de América, a dicho continente.
Nos queda entonces la pregunta sobre el acierto o justicia de haber llamado al nuevo continente América o si debía haberse llamado Colombia. Desde el punto de vista de quién llegó antes, o de quién lo descubrió, está claro que hubiera sido más apropiado el nombre de Colombia. Pero desde el punto de vista de exploración, descripción y estudio tampoco resulta inapropiado el nombre de América. Cierto es que parece injusto que este hombre, insignificante frente a la gran figura de Colón, diera su nombre al Nuevo Mundo, aunque no pudiera beneficiarse de ello, ya que como he dicho, también murió sin conocer los efectos de la gloria de la noticia. Aunque conviene dejar claro que Amerigo Vespucci no era un navegante menor. En 1505, Amerigo Vespucci se había convertido en Américo Vespucio al serle concedido en los reinos de Castilla y León el cambio de nombre. Tras sus estudios y su trabajo como navegante, pronto adquirió gran fama como marino y comerciante en los mencionados reinos, hasta el punto de participar en 1507 en la Junta de Burgos junto a marinos, descubridores y cartógrafos tan ilustres como Vicente Yáñez Pinzón, Juan Díaz de Solís y Juan de la Cosa, siendo nombrado en 1508 piloto mayor de la Casa de Contratación. La misma reina Doña Juana, hija de los Reyes Católicos y madre de Carlos I, le remitió una carta desde Toro el 24 de abril de 1505 en la que le reconocía sus méritos, sus trabajos y sus admirables servicios a la Corona Española.
Sus estudios demostraron que lo descubierto en el Nuevo Mundo era más importante que lo intuido por Colón, llegando a afirmar que entre Europa y Asia se interponía un continente, por lo que no se podía llegar directamente a la India. Lo que hizo que los Reyes Católicos tomaran iniciativas en el tema, por un lado rebajaron las desproporcionadas concesiones otorgadas a Colón, lo que dio paso a los pleitos colombinos contra la Corona, y a la creación de la Casa de Contratación de Sevilla, que monopolizaba todo lo que salía o llegaba de América. Era una agencia de la Corona que tenía el objetivo de planificar expediciones de marinos experimentados que no tuvieran únicamente buenas intenciones comerciales. También los reyes acordaron realizar debates y opiniones de los navegantes en las Juntas de Toro y Burgos. En resumen global, profesionalizar las expediciones.
Todo esto son puntos a favor de la denominación de América. Pero muy a pesar de ello mi opinión sigue siendo, por la decisión con que actuó el Gran Almirante y todo lo que le supuso lograr al fin el apoyo de una monarquía a su empresa del Descubrimiento, que Colombia hubiera sido un nombre más digno y apropiado para el conjunto de todo el continente.
Sus estudios demostraron que lo descubierto en el Nuevo Mundo era más importante que lo intuido por Colón, llegando a afirmar que entre Europa y Asia se interponía un continente, por lo que no se podía llegar directamente a la India. Lo que hizo que los Reyes Católicos tomaran iniciativas en el tema, por un lado rebajaron las desproporcionadas concesiones otorgadas a Colón, lo que dio paso a los pleitos colombinos contra la Corona, y a la creación de la Casa de Contratación de Sevilla, que monopolizaba todo lo que salía o llegaba de América. Era una agencia de la Corona que tenía el objetivo de planificar expediciones de marinos experimentados que no tuvieran únicamente buenas intenciones comerciales. También los reyes acordaron realizar debates y opiniones de los navegantes en las Juntas de Toro y Burgos. En resumen global, profesionalizar las expediciones.
Todo esto son puntos a favor de la denominación de América. Pero muy a pesar de ello mi opinión sigue siendo, por la decisión con que actuó el Gran Almirante y todo lo que le supuso lograr al fin el apoyo de una monarquía a su empresa del Descubrimiento, que Colombia hubiera sido un nombre más digno y apropiado para el conjunto de todo el continente.
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No me gustaría finalizar esta entrada sin dar mi más sincero agradecimiento a todos los lectores y seguidores que en Norteamérica y el cono sur de América han dado una gran acogida a mis obras. Nuevamente se confirma el dicho de “nadie es profeta en su tierra” y en mi caso, las ventas de mis libros triplican allí a las de acá. De la misma forma me gustaría agradecer desde aquí a la Editorial Austríaca United PC su total respaldo a mis obras y su disposición en todo instante y por cualquier particular, desde el primer momento, cuando fueron muchas las editoriales e instituciones españolas relacionadas con mis trabajos que rehusaron publicarlas, por no ser una escritora conocida y no contar con miles de miembros registrados en mi blog. Gracias de corazón por ese voto de confianza, tanto a los lectores de mis libros como a los editores y personal de la editorial, vosotros me animáis a seguir con mi labor.
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Ayer, cuando subía este recordatorio en memoria de los niños, adolescentes y padres de éstos muertos en el atentado de Manchester, ocurría otra masacre. En esta ocasión se daba en un paraje de Egipto, cuando un autobús con 44 cristianos coptos entre los que había familias con niños que se dirigían a un monasterio a orar, era interceptado y tiroteado por terroristas islámicos, un día antes del comienzo del Ramadán. Es lamentable este incesante derrame de sangre tan absurdo:
Trabajo interesante y curioso. Nunca nos habíamos planteado ese debate con las razones que Ud. señala. Nos ha gustado.
ResponderEliminarGracias, Sr. De la Seca, por su comentario. El enfocar el debate de la forma que lo he hecho ha sido por buscar de cien razones, una con las que pudiera, aunque sea en parte, justificar que le dieran el nombre de América al nuevo continente, ya que las otras 99 posiblemente anularían esa justificación. Saludos.
EliminarHa dado usted una posible justificación a que el nuevo continente tuviera ese nombre. Lo que fastidia es que haya tenido que intervenir fuerzas extranjeras para asignarle ese nombre. Un buen debate.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Candau. Comparto su opinión. Saludos.
EliminarNo conocia que Vespucio murió sin saber que su nombre se lo habían dado al Nuevo Mundo. Curioso artículo. Clarificador.
ResponderEliminarGracias Sra. Helena por su opinión. A Vespucio le ocurrió igual que a Colón. Ninguno de ellos conoció ni gozó la plenitud y la gloria que le concedió la historia. Un saludo.
EliminarHemos disfrutado con su artículo. Dá un perfil correcto de ambos descubridores, pero nos seguimos quedando con D. Cristobal y seguimos pensando que los florentinos y su dinero le robaron su descubrimiento.
ResponderEliminarGracias, Sr. Arostegui, por su comentario. Desgraciadamente, las cosas ocurren de forma ajena a los méritos contraídos. Pocas veces la fortuna o los dioses premian al mejor, ya lo comprobamos con De Lezo, Peral, Balboa, o con la Ilíada de Homero al hablar del sitio y caída de Troya. Un saludo.
EliminarUna buena descripción de dos ilustres personajes, la pasión frente al cerebro. Pero yo me sigo quedando con el Gran Almirante y opinando que le robaron su descubrimiento. Saludos.
ResponderEliminarSr. Uribe, gracias por su comentario y opinión, con la que coincido plenamente. Saludos.
EliminarEstupendo trabajo, Sra Valeria. Dos preguntas. ¿Llegaron a conocerse Colón y Vespucio? ¿Compartieron alguna aventura juntos?. Gracias.
ResponderEliminarDisculpe Sr. Sintes, mi respuesta con retraso, tuve un despiste a la hora de responder a diversos comentarios de distintas entradas y se me pasó la suya. Respecto a sus dudas, sí se conocieron ambos navegantes, en Sevilla concretamente, ya que cuando Colón preparaba sus viajes, Vespucio proporcionaba el avituallamiento a los barcos. Pero si compartieron alguna aventura juntos, debo responderle negativamente ya que Vespucio viajó por primera vez en buques españoles, como cartógrafo, acompañando a Juan de la Cosa (que también era cartógrafo). Un saludo.
EliminarInteresante trabajo; sin embargo conviene precisar esto: Abya Yala es el nombre con que se conocía, antes de la invasión de los españoles, al continente que hoy se denomina América, que literalmente significaría tierra en plena madurez o tierra de sangre vital. Dicho nombre le fue dado por el pueblo Kuna en Panamá y en Colombia y la nación Guna Yala del actual Panamá, antes de la llegada de Cristóbal Colón y los europeos.1
ResponderEliminarEl nombre es aceptado hoy ampliamente por los actuales indígenas como el nombre oficial del continente ancestral en oposición al nombre extranjero de América. Hay otras naciones aborígenes le dieron otros distintos nombres al continente en sus respectivos idiomas de acuerdo con sus propias visiones culturales específicas del concepto de continente o de territorio (Mayab en el caso de los mayas de la actual península de Yucatán), visiones que no se identificaban con la idea española del continente.1
Actualmente, en diferentes organizaciones, comunidades e instituciones indígenas y representantes de ellas de todo el continente prefieren su uso para referirse al territorio continental, en vez del término América.
El uso de este nombre es asumido como una posición ideológica por quienes lo usan, argumentando que el nombre "América" o la expresión "Nuevo Mundo" serían propias de los colonizadores europeos y no de los pueblos originarios del continente.
Gracias por sus palabras, aunque le agradecería que no se escondiera tras el anonimato para decir una serie de cosas totalmente manipuladas, carentes de base argumental y, siento decirlo, tremendamente aburridas por incidir SIEMPRE en el mismo tema. Qué razón llevaban los sabios griegos cuando decían aquello de "no hay peor sordo que el que no desea oír". Cansan. Tremendamente. Para empezar, por su absurdo de "la invasión de los españoles" cuando se refiere al hecho de 400 españoles en toda América Latina. Pues vale, sí, aceptamos pulpo como animal doméstico si eso le hace feliz (no lo hará tanto a portugueses, franceses, ingleses, italianos, holandeses y demás europeos que por allí también andaron haciendo de las suyas, pero sí lleva usted razón: malísimos fuimos los españoles, no hay más que verlos a ustedes lo bien que se tratan entre ustedes o sus dirigentes a ustedes, pero en fin...que sí, muy malos fuimos). Sobre el resto de lo que dice...siento ser tan rotunda pero me parece de lo más absurdo que he oído nunca y me pilla sin muchas ganas de adornarlo de florituras. Reclamar, a estas alturas que llamen al continente como un pueblo de escasa dispersión por todo el continente tuvo, me parece eso: simplemente carente de lógica. Y si lo que quiere es cambiar los nombres a los países, ¿a mi qué me cuenta?, hable con el gobierno panameño o colombiano, o mexicano; son ellos los que gobiernan allí. Digo yo que algo tendrán que opinar ¿no?, ¿o que se fastidien y usted le cambia porque así lo quiere, el nombre a todo país que se le antoje? (diga que sí, y luego quéjese "de la invasión española", de verdad que menuda argumentación tan inconsistente se ha marcado usted). Todos los países han tenido, siglos y milenios atrás, civilizaciones que denominaban a sus territorios de una forma u otra y volver a esas épocas me parece que es no tener mejores cosas que hacer, por decirlo finamente. ¿Por qué no mejor recurrimos a los términos que Neandertales y otros homínidos dieron al mundo, mientras se dispersaban por él?. En fin, que dejemos ya temas trasnochados y absurdos. Si desea hacer un bien a los pueblos indígenas, aconsejaría menos ganas de seguir con errores absurdos (le recuerdo que más indígenas mataron los indígenas aliados a los europeos, que éstos que se encontraban en mucha minoría; no lo digo yo, lo dicen sus arqueólogos) y más convencer a multinacionales y gobiernos de que eviten genocidios indígenas por asuntos de drogas, territorios (como en el Amazonas, para ganado), minería o tráfico de órganos. Dejémonos de desviar la atención hablando de matanzas del siglo XVI manipuladas y contadas de una manera muy dudosa con fidelidad a los hechos, para tratar de tapar con ellas genocidios que ocurren a diario y mira tú por dónde, con un alto porcentaje de víctimas indígenas. Lo siento pero las frivolidades no van conmigo. Un saludo.
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