miércoles, 28 de enero de 2015

Scapa Flow, el cementerio de barcos de guerra alemanes


Scapa Flow es una ensenada en las islas Orcadas (Okney) sur, situadas al norte de Escocia, que jugó un papel importante en las dos guerras mundiales. Estas islas, junto con las islas Shetlan más al norte, controlan el paso marítimo entre el Mar del Norte y el Océano Atlántico. Este fondeadero está rodeado por diferentes islas (Mayland, Burray, Graenmay, Flota, Hoy…) que lo convierten en un lugar resguardado de las inclemencias del tiempo y del mar bravío habitual de la zona. Esas condiciones ambientales junto con sus inhóspitas costas, con 315 Km2  marinos, hicieron de ese lugar el mejor refugio para la flota británica en ambas guerras, lo que resultó clave para controlar la salida de la flota alemana, ya que domina la única salida abierta de Alemania, pues la otra sería a través del  estrecho y vigilado Canal de la Mancha.
     
Con este control se consiguió anular el paso marítimo de suministros enemigos y que la flota alemana nunca pudiera cruzar el Mar del Norte. También fue clave en la mayor lucha naval de la Primera Guerra Mundial, la batalla de Jutlandia, ya que de allí salieron los más de setenta barcos de guerra que formaban la Flota Británica (British Grand Fleet).
Al entrar en guerra con Alemania, uno de los problemas que tenían que resolver los británicos era cómo tapar las diferentes entradas a la ensenada para evitar que cualquier submarino alemán pudiera torpedear la flota. Para ello montaron campos de minas submarinas, barreras y redes, torres y globos cautivos de observación, llegando hasta hundir viejos barcos de guerra para tapar algunos estrechos de acceso a Scapa Flow. Aunque fueron medidas acertadas ya que ningún submarino alemán entró en la ensenada en esa guerra - lo intentaron los U-18 y el U-116 y fueron hundidos - no estuvieron exentas de problemas, ya que el fuerte viento y el gran oleaje de la zona desprendieron del fondo algunas minas submarinas que quedaron a la deriva llevadas por la marea. Casi cien muertos se cobró el hundimiento del destructor HMS Pheasant al chocar con una de ellas. También se sospechó que fuera ese el motivo del hundimiento del HMS Vanguard en el que pereció toda la tripulación (850 personas). Dos destructores (HMS Opa y el HMS Narborough) y otras embarcaciones también se hundieron en esa zona cuando por causas de las tormentas chocaron contra las defensas o las costas llevándose varios centenares de vidas.

En la imagen se muestra un mapa con la ubicación de los distintos barcos. A su lado una imagen de la flota alemana el 21 de junio de 1919 (superior) y un detalle del hundimiento del acorazado alemán SMS Bayern (inferior), en Scapa Flow.
Quizás el hecho más impactante fue lo ocurrido cuando tras el final de la Primera Guerra Mundial, la flota alemana, compuesta por  74 navíos de la Kaiserliche Marine, entre cruceros, acorazados y destructores, bajo la vigilancia de la flota británica,  fue confinada en Scapa Flow, tras reducir las tripulaciones y desmantelar gran parte del armamento y toda la munición. Con el paso del tiempo, el malestar de las condiciones de la rendición y el descontento de los confinados hizo que el Almirante Von Reuter ordenara su hundimiento para evitar que fuera utilizada por los británicos. En ocho horas se hundió la mayor parte de la flota en medio de un gran caos; los marinos ingleses sólo pudieron salvar una veintena de barcos al encallarlos en la costa. Se hundieron todos los grandes buques de guerras alemanes, transformando Scapa Flow en un fantasmagórico cementerio submarino de barcos de guerra. En esa acción murieron la última decena de soldados alemanes de la Primera Guerra Mundial. Acerca de los barcos hundidos, chatarreros británicos rescataron algunos con la autorización del gobierno para desmontarlos. Esos usureros destruyeron parte del legado histórico.
En la imagen, un mapa (más amplio) de la zona de Scapa Flow en las islar Orcadas. En el centro, un detalle del acorazado inglés HMS Royal Oak y la boya que prohibe bucear sobre el lugar donde reposa hoy la embarcación.

 Durante la Segunda Guerra Mundial también ocurrieron importantes sucesos en Scapa Flow. Comenzaron con ataques de aviación alemana en la Batalla de Orkney seguidos de ataques marítimos que obligaron a que los británicos fortalecieran Scapa Flow con sistemas electrónicos y antiaéreos. Hicieron diques sobre los que circulaban carreteras, construidos por los prisioneros de guerra italiano en contra de lo que dice la Convención de Ginebra (aún existe al noroeste de Scapa Flow una ermita que construyeron los italianos en la entonces isla de Lamb Holm). Estos diques y carreteras se hicieron sobre los viejos barcos de guerra británicos hundidos y fueron denominados Churchill Barriers. Aunque consiguieron un bloqueo efectivo de Scapa Flow no se pudo evitar algunas gestas alemanas La más famosa ocurrió el 14 de octubre de 1939, cuando el submarino alemán U47, mandado por Günther Prien, penetró en la ensenada salvando bloqueo y vigilancia y tras hundir al acorazado HMS Royal Oak, llevándose más de 800 vidas, escapó sin ser visto de Scapa Flow. Aunque fue un glorioso día para Alemania (en la llegada a puerto alemán fue recibido por el mismísimo Hitler) y un duro golpe para Gran Bretaña, podía haber sido peor para los británicos, ya que si ese U47 hubiera llegado días antes  hubiera encontrado fondeada a todo el grueso de la flota, con lo que la tragedia hubiera sido muchísimo mayor.

En la actualidad, Scapa Flow se ha convertido en un lugar de inmersión para buceadores experimentados deseosos de bucear entre barcos hundidos. El lugar es maravillosamente inquietante. Encontrarse a más de 30 m de profundidad, a través de aguas turbias y frías, con las figuras fantasmagóricas de barcos hundidos, tumbados o partidos, que emergen como fantasmas en la oscuridad, son visiones inolvidables que deben encoger el alma.


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