En una entrada anterior hice
referencia a significados ocultos que tenemos a diario en torno a nosotros, en
nuestras acciones cotidianas y me centré en las estatuas ecuestres. Pues bien, hoy voy a volver a ayudar a “abrir los ojos” a más de una
persona, siguiendo ese camino de mostrar un significado que en su día era
evidente para todos cuántos lo observaban (tuviesen o no estudios) y que hoy puede permanecer oculto a ojos de muchos. Estoy hablando de
la presencia de ciertos santos en determinados lugares. Pasemos a concretar.
Sin duda uno de los santos que
más se repite en toda la geografía de Europa, América y otros lugares donde
llegó el catolicismo es San Miguel. De hecho, al menos en Europa, es común
encontrarse en un recóndito paraje una ermita o iglesia a dicho santo, a pesar
de que se trate de un lugar con unas cinco casas. ¿Por qué poner allí una
iglesia o ermita, se preguntarán algunos?, y sin duda puede que traten de
justificar el hecho recurriendo a que posiblemente en otro tiempo pasado la
aldea o localidad contó con mayor cantidad de vecinos. Es probable. Pero dudo
que sea esa la explicación del hecho. Y es que como todo el mundo sabrá, San
Miguel fue el arcángel que venció a Satanás, echándole del cielo. Por eso y
desde que el cristianismo logró imponerse a otras religiones y tradiciones
anteriores, sacralizaron los antiguos lugares de culto levantando un templo a
dicho santo. Tal es así que frecuentemente las iglesias y ermitas de San Miguel
suelen estar en elevados cerros o junto a ríos, lugares adorados ancestralmente
por cultos anteriores al cristianismo y considerados paganos. De la misma
forma, es frecuente que en dichos sitios haya tradición de brujería, que era
como fueron reconocidas las matronas y curanderas que seguían cultos
matriarcales ancestrales. En la imagen, ermita de San Miguel Arcángel de
Cazorla (Jaén, Andalucía) junto a otra homónima situada en Zarzosa de
Riopisuerga (Burgos, Castilla y León). Debajo, interior de la ermita de Ntra
Sra de los Dolores y de San Miguel Arcángel en Fuerteventura (islas Canarias),
junto a una imagen de una talla románica de San Miguel como pesador de almas
(de esto hablé aquí) y vencedor de Satán de San Miguel de Dueñas (Asturias), así como otra
tallada robada de una iglesia de Valladolid en 1947 y actualmente en paradero
desconocido como se informa en esta web.
Otro santo, o santa más bien,
frecuente de encontrar asociada a cerros y lugares con cierta tradición sacra
pagana es Santa Bárbara, patrona de las tormentas y el equivalente en femenino
al poderoso Thor nórdico o al mismísimo rey de dioses Zeus griego. Por mal que
suene, es el culto (matriarcal) anterior al Lug-Lucifer patriarcal posterior, el portador de
luz. ¿Y qué mejor demostración de su poder que iluminar los cielos
nocturnos o sombríos de tormenta a la vez que resuena el cielo como si se fuera
a desplomar sobre los pobres mortales?. Cuando en la actualidad se ve una
ermita o cerro “de Santa Bárbara”, sin duda es que hubo en la zona un pasado
minero (o bien, algo más contemporáneamente, un campamento militar). En la
imagen, foto de la ermita de santa Bárbara en Onda (Castellón, Comunidad
Valenciana), junto a una fotografía de otra ermita homónima en Ezcaray (La Rioja) y talla de la santa
en el retablo mayor de la catedral de Valladolid (Castilla y León). Junto a
ella, representaciones de los dioses Thor y Zeus.
También las estatuas de San Roque
(o “Santa Roca”, nuevamente una adoración a un roquedal, celebrándose su
onomástica un día después de la
Virgen de Agosto, el 16 de agosto) en las iglesias son
reveladoras. Si muestra la rodilla izquierda desnuda, es indicativo de que la
localidad fue asolada en algún momento de su pasado por una epidemia de peste
(o también de lepra, ya que si bien dice la tradición que curaba a enfermos de
peste, posteriormente se generalizó a enfermedades de la piel). En la imagen,
fotografía de la ermita de San Roque en Calatayud (Aragón), antigua fotografía
de la ermita homónima en Guadalajara (Castilla-La Mancha) y talla del santo
ataviado de peregrino y acompañado de un perro, de la iglesia parroquial de
Arroba de los Montes (Ciudad Real, Castilla-La Mancha).
Finalmente, si nos encontramos en
zonas donde la orden del Temple estuvo asentada y encontramos ermitas o
iglesias románicas dedicadas a San Bartolomé o San Nicolás, sin duda nos
estarán informando de la existencia en la zona de ritos paganos de gran arraigo
popular ya que San Bartolomé, patrón de las embarazadas y desollado vivo, suele
representar al iniciado que “nace” a una nueva vida de conocimiento mientras
que San Nicolás suele estar asociado a la existencia de tesoros ocultos (y
frecuentemente, tesoros inmateriales, espirituales). Aprovecho para remitir a
los lectores con ganas de conocer más jugosa información relacionada con el
Temple y enclaves sagrados milenarios a mis entradas sobre Ucero y el Cañón del Río Lobos (nuevamente Lug, el dios celta de la luz y
conocimiento).
Seguro que a partir de ahora y con
estas breves nociones o apuntes sobre ciertos santos, prestará mayor atención a
las ermitas e iglesias con las que se tope en sus visitas culturales ¿no es
cierto?. Si es así, me doy por satisfecha.
Hola Valería!!
ResponderEliminarMe ha encantado esta entrada, con tanta información curiosa.
Algo que me he preguntado muchas veces es la procedencia del curioso nombre de la Virgen de la Cabeza.
Seguro que tendrás una ingeniosa respuesta que me encantaría leer ;).
Un saludo
Buenas tardes, muchas gracias por escribir. Muy interesante tu cuestión ya que existen distintas explicaciones al respecto. Personalmente, prefiero las de Juan García Atienza y Juan Eslava Galán, que defienden que debemos remontarnos unos 5.000 años (3.000 a.C.) si no más, a la época en que se celebraban ritos de fertilidad en los dólmenes, donde se adoraba a las figurillas femeninas "generosas en carnes"conocidas como "Venus". Al encontrarse en el interior de los dólmenes, si se comparaba con una campana (como Galán dice que ocurría en tierras de Jaén), la estatuilla de la fertilidad haría de badajo (al que localmente, en Jaén, denominan "cabeza" de la campana).
ResponderEliminarPor otra parte, curiosamente la Península Ibérica es de toda la cuenca del Mediterráneo, la única zona donde no se han hallado estas Venus paleolíticas. Yo creo que porque siguieron siendo adoradas hasta que el cristianismo primero tapó con ropajes sus "formas grotescas" (como llegaron a calificarlas en un escrito donde se las condenaba a ser destruidas, recogido por Galán en su primer libro sobre la Mesa de Salomón en Jaén) y más tarde las destruyeron conservando únicamente sus cabezas (o al final, ni eso). No obstante, otros autores consideran que la denominación que me preguntas pudo proceder de la costumbre de llamar "cabezo" a un cerrro que destaca en la llanura. Y al ser una estatua femenina se le acabó denominando "cabeza" y no "cabezo" por deformación. No sé. En todo caso una cosa no excluye a la otra, ya que recordemos que los dólmenes solían cubrirse con tierra creando relieves (túmulos) o cerros artificiales que bien pudieron ser llamados "cabezos". En fin, que de manera muy resumida, esas son las hipótesis con más peso que se barajan como explicación. Espero que te haya sido de utilidad la información. Un saludo.