Blas de Lezo y Olavarrieta, ha sido uno de los más insignes
militares y estrategas españoles. Este almirante, conocido primero como
“Patapalo” y después como “mediohombre”, por las múltiples heridas recibidas en
batalla, nació en Pasajes (Guipúzcoa) en febrero de 1689. Fue nombrado a título póstumo primer marqués
de Ovieco. Sus antepasados fueron ilustres marinos. Estudió en un colegio
francés ya que este país era aliado de España en la Guerra de Sucesión de 1700
al trono español dado que el rey Carlos II murió sin descendencia y había dos candidatos
al trono, un Borbón (Felipe de Anjou) apoyado por Francia y otro austriaco (archiduque
Carlos de Austria), apoyado por Inglaterra.
Lezo, que con 12 años era guardiamarina de la
flota francesa, participó en la batalla naval clave del conflicto peleando en
el bando hispanofrancés (76 embarcaciones con 3577 cañones y 24277 hombres)
contra los angloholandeses (79 embarcaciones con 3.614 cañones y 22.543 hombres) frente a Vélez-Málaga
el 24 de agosto de 1704, con un resultado favorable al bando hispano, que tuvo 1.500 bajas por 2.700 del otro
bando, lo que permitió el acceso al trono español de Felipe V. En esta batalla,
Lezo tuvo un comportamiento ejemplar hasta que una bala de cañón destrozó su
pierna derecha que le fue amputada rodilla abajo “in situ”, sin anestesia, sin
que el joven Lezo profiriera un solo grito en aquel trance. Por el valor
demostrado en todo el episodio fue
ascendido a Alférez de Bajel de Alto Bordo por el rey francés Luis XIV y
se le ofreció el cargo de asistente de cámara en la corte española de Felipe V,
cargo que el joven Lezo rechazó para
continuar su carrera militar en diferentes barcos y por distintos lugares. Al
año siguiente, 1705, interviene primero en el socorro de la plaza asediada de
Peñíscola a la que lleva suministros y después socorre y aprovisiona a la de
Palermo.
Continuó patrullando el Mediterráneo enfrentándose repetidas
veces a navíos ingleses. En uno de estos enfrentamientos hundió al buque inglés
de 70 cañones “Resolution” y
apresó a varios más, que trasladó a los puertos de Bayona y
Pasajes. Ese mismo año se le ordena abastecer a Barcelona que estaba totalmente
sitiada por buques ingleses. Demostrando una enorme astucia rompe el cerco
inglés, penetrando en la ciudad con su flota. Para ello quemó paja humedecida
sobre el mar y aprovechó el denso humo para ocultar su flota. También diseña un
tipo de carga con material incendiario que al dispararla contra los barcos
ingleses produce un fuego instantáneo al impactar en los buques.
Los británicos empiezan a temer el nombre de Blas de
Lezo. Cuando se le ordena posteriormente acudir a Tolón para defender el
Castillo de Santa Catalina combatiendo contra las tropas de Eugenio de Saboya, pierde
el ojo izquierdo en esta batalla. Una vez recuperado, se le destina a
Rochefort, donde en 1707 es ascendido a Teniente de Guardacostas. Interviene en 1710 en
el combate contra una flota inglesa que le triplicaba en fuerza. Mantiene una
lucha personal contra el buque inglés de 70 cañones “Stanhope” mandado
por John Combs. Una inteligente maniobra de Lezo puso al buque inglés a
distancia de abordaje, lo que le permitió el lanzamiento de los garfios y tras
el cañoneo cercano se produjo el asalto al buque inglés buscando la lucha
cuerpo a cuerpo, maniobra ésta que producía enorme pánico en los ingleses por
la bravura de los españoles en el combate personal, lo que produjo una gran desorganización
en la flota inglesa que permitió que muchos barcos españoles utilizaran la
misma táctica. La batalla finalizó con una gran victoria de Lezo que además de
hundir a buques más dotados apresó a una decena de barcos ingleses, todos ellos
con más de 20 cañones. Lezo resultó herido en el combate y fue ascendido a Capitán
de Fragata.
Una vez recuperado, vuelve a bordo en 1712 a las órdenes del
almirante Andrés de Pes, que tras verlo actuar en diferentes batallas propone
su ascenso a Capitán de Navio. Ante el levantamiento de Barcelona contra la corona,
Lezo participó en septiembre de 1714 al mando del buque de 70 cañones
“Campanella” realizando sucesivos bombardeos en el asedio de la ciudad. En
dicho sitio recibió un balazo en el antebrazo derecho que perdió su movilidad. Y
aún así, con 25 años, cojo, tuerto y manco, en su siguiente actuación, al mando
de una fragata, derrotó nuevamente a los ingleses apresando al
fuertemente armado buque inglés
“Stanhope”. Al año siguiente,
desde “Nuestra Señora de Begoña”, un buque con 54 cañones, se dirige al frente
de la flota para reconquistar Mallorca y lo consigue sólo con su presencia.
(Derecha: retrato de Blas de Lezo expuesto en el Museo Naval de Madrid).
Al año siguiente parte hacia La Habana escoltando una flota
de galeones a bordo del buque insignia “Lafranco”, de 60 cañones. A pesar del
mal estado del barco, consiguió apresar dos fragatas francesas antes de
hundirse en Buenos Aires. En 1720 se le asigna un buque de 62 cañones “León
Franco y Nuestra Señora del Pilar”, al que cambia el nombre por el “Lafranco”, nuevamente.
Integrado en una escuadra hispanofrancesa al mando de Bartolomé de Urdizu, que
tenía como misión limpiar de piratas las costas del Perú para evitar los
ataques a los galeones españoles que transportaban la plata y el oro de este
país, una de sus actuaciones fue contra dos barcos de 70 cañones “Success” y
“Speed Well” del pirata inglés John Clipperton que pudo huir. Otros corsarios y
piratas ingleses no tuvieron esa suerte. Fue el caso de la detención del corsario holandés Flissinguen y la
fuga de cuatro de sus barcos cuando pretendía atacar a galeones de transporte
españoles.
En
1730 vuelve a España, donde fue ascendido y mandó la escuadra naval del
Mediterráneo. Una de sus primeras actuaciones en ese cargo fue con la República de Génova, con
la que había tensiones diplomáticas ya que el Banco de San Jorge retenía a la Real Hacienda
Española dos millones de pesos fuertes. Entró Lezo en la Bahía y exigió a los enviados
genoveses, como desagravio, que rindieran honores al estandarte real y
mostrando luego su reloj les otorga un plazo para entregar el dinero,
transcurrido el cual bombardearía la ciudad. Ambas peticione fueron rápidamente
satisfechas. Medio millón se envió al infante D. Carlos (futuro Carlos III) y el resto lo
envió a Alicante para sufragar la expedición contra Orán. Tras esta actuación,
Lezo es distinguido por Felipe V, que le entrega como estandarte para su buque
insignia la bandera morada con el escudo real junto con la Orden del Toisón de Oro y la
del Espíritu Santo. En 1732 participa como segundo, con insignia en su navío
“Santiago”, del Teniente General Cornejo que comanda una expedición de 300
barcos y 30.000 soldados de los tres ejércitos, contra Orán bajo el mando del
otomano rey Bey Hassan. La victoria fue rápida y total, cayendo Mazalquivir y
Orán en manos españolas.
Detalle del diario del propio Lezo, que se preserva en el Museo Naval de
Madrid. A su lado, placa del monumento que la ciudad de Cádiz ha dedicado al
insigne militar vasco y que recoge una frase escrita por Lezo en una carta respuesta a Vernott.
A
Lezo se le ordena escoltar el convoy de regreso a Cádiz. Pero Bey Hassan, con
refuerzos, recuperó la plaza muriendo en combate su gobernador, el marqués de
Santa Cruz de Marcenado por lo que Lezo tiene que volver nuevamente a Oran con
seis buques y 5000 soldados que hacen huir a Hassan. Lezo persiguió las naves de
Hassan que buscaron refugio en la
Bahía de Mostaganem, puerto cercano a Argel, defendida por
dos fortalezas bien armadas, con 4000 soldados, que no frenaron a Lezo. Entró
en la Bahía
entre el fuego de los cañones de las fortalezas, hundió las naves piratas y
destrozó con su fuego las dos fortalezas. Permaneció en la zona patrullando y
trasladando tropas para evitar que Estambul enviara refuerzos a Orán, hasta que
meses después tuvo que volver a Cádiz por el agotamiento y las enfermedades de
las tripulaciones.. Tras estas actuaciones, en 1734, fue ascendido a Teniente
General de la Armada
y en 1737 le ordenaron volver a América, a Cartagena de Indias (Colombia) en
dos buques “Conquistador” y “Fuerte” donde escribió la mejor gesta de su leyenda,
y a la que he decidido dedicarle una próxima entrada.
Imágenes
de la inauguración el 15 de noviembre de 2014 del monumento en recuerdo al
teniente general de la Armada,
D. Blas de Lezo, en los Jardines del Descubrimiento (Plaza Colón, Madrid) en
presencia del rey Juan Carlos y altos cargos militares e institucionales, entre
los que figuraba el embajador de Colombia, Fernando Carrillo. Para más
información, picar aquí.
Es una satisfacción grande comprobar como buenas escritoras recuerdan a héroes españoles que se sacrificaron por la nación. Espero su próxima entrada.
ResponderEliminarGracias
Gracias. La tendrás en breve. Un saludo.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEstimado Francisco M, en este blog están prohibidos los mensajes comerciales pero si desea puede hacerme llegar su libro o textos y si coincido con su valoración yo misma lo recomendaré, gracias. Le ruego entienda que no tenía otra manera de comunicarme con usted. Si desea algo más, por favor tenga a bien usar el formulario de contacto. Gracias.
ResponderEliminarQuiero agradecerle su aportación para resaltar a la figura de Don Blas de Lezo, cuando aún resuena las reclamaciones del gobierno de la generalitat catalana contra el pasado homenaje a ese almirante español cuando se le homenajeó colocando esas esculturas que señala en su artículo. Una fotografía más de los dirigentes catalanes que siempre se han creído el centro del mundo. Habría que razonarles repetidamente que cuando una ciudad se levanta contra un rey y un gobierno, como ocurrió entonces cuando tomó partido por los Austrias cuando en el país gobernaban los Borbones, es normal que el país aplique la legalidad, hoy Constitución, para dejar las cosas de acuerdo con la ley. Visto lo visto está más que claro que no aprendieron la lección.
ResponderEliminarHoy hemos estado en la exposición que sobre la figura de Blas de Lezo se ha celebrado en Cartagena de Indias. Ha contado con la presencia del Rey de España. Ha sido muy emotiva la visita.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Nestor. Me agrada que le haya resultado emotiva recorrer la historia de D. Blas de Lezo. Para mi siempre fue, además de emotiva, muy admirable. Un saludo.
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