martes, 16 de junio de 2015

Penélope y el mar


Me gustaría hablar en esta entrada de la cantidad de leyendas que han existido siempre teniendo como protagonistas a mujeres enamoradas aguardando a sus maridos o parejas que han partido en barco, prometiendo regresar.
         Posiblemente la primera de la que se tenga constancia escrita sea Penélope, la desdichada esposa del guerrero Ulises (en griego, Odiseo). De acuerdo con los relatos del griego Homero, debido a la ausencia del rey de Ítaca, Odiseo, el consejo de ancianos acordó que la reina Penélope eligiera un nuevo esposo que rigiera su reinado. Penélope aceptó prometiéndo casarse una vez que hubiera terminado el telar que tejía mientras había luz solar, si bien lo deshacía a escondidas por la noche, durante los cerca de veinte años de ausencia de su esposo. Esta historia sirvió de inspiración para artistas de todo el mundo y tiempo.



A lo largo de la historia, muchas fueron las mujeres que sustituyeron sin quererlo a Penélope. En su honor se fueron creando relatos y canciones tales como Naturaleza Muerta, del grupo español Mecano o El muelle de San Blas, del grupo mexicano Maná, entre otras. Y hasta se compuso una ópera con tal argumento: Madame Butterfly.



Y es que desde siempre el mar ha creado temor y fascinación a partes iguales en el ser humano. Dependiendo del carácter particular de cada uno, el océano se ha antojado como un muro de separación o bien como un motivo de aventura, acercamiento y de medirse las fuerzas propias.

En la imagen, estatuas de una mujer que aguarda el regreso de su amado, en el paseo marítimo de Torrevieja (Alicante), realizadas en bronce por Carmen Fraire. Se trata de “la bella Lola”, mujer que de acuerdo con los relatos, la mañana del 12 de mayo de 1919 salió en camisón blanco de algodón y su largo cabello azabache recogido en un moño, a despedir al marinero objeto de sus amores. El barco “El Gaviota” partió con su tripulación de diez marineros a bordo … y nunca más regresó. Temiéndose lo peor, fueron varios los compañeros y conocidos que salieron a buscar restos de la embarcación y tripulación, pero el mar no concedió nada que ayudara a enterrarlos. Y desde entonces la joven aguardaba el retorno de su amado.





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