viernes, 9 de diciembre de 2016

Gutiérrez de Otero, el militar español que derrotó a Nelson


 Fuera de la Historia Antigua, el imperio que más perduró en el tiempo fue el español. Lo que implica que fue también el imperio que más enemigos congregó como resultado de ese largo tiempo de hegemonía. Entre ellos fue sin duda Inglaterra el país que durante más tiempo ocupó el lugar de enemigo número uno del imperio español. Tenía igual sed de conquista y ambicionaba nuestro poderío y nuestras riquezas, por lo que el choque era inevitable, como era razonable pensar que, el tiempo y la política que desarrollábamos, iban a hacer muy difícil mantenernos. Demasiados territorios a controlar y defender, excesivos frentes de batalla abiertos, tanto en Europa como en América o Asia, y una mala política de alianzas. Quizás la peor fue la alianza con la Francia napoleónica. Inglaterra por su parte no tenía tanto gasto; se limitaba a saquear o a atacar diferentes convoyes o puertos españoles mal defendidos. Su apuesta por la marina, como isla que es, era total, mientras que España tenía que apostar por un ejército de tierra si queríamos defender nuestras fronteras; todo eso hizo que la hegemonía en el mar pasase a manos de Inglaterra. Muchos historiadores citan a la batalla de Trafalgar en 1805 como el momento de cambio en el control de los mares. Mi idea es que esa cita no es correcta.
España empezó su definitiva decadencia cuando se alineó con Napoleón. El emperador ordenó atracar las naves españolas en los puertos y allí se fueron degradando, mucho antes de Trafalgar (ver comentarios en la entrada de D. Cosme de Churruca aquí). No obstante se acepta esa batalla como el comienzo del fin del imperio español y el comienzo del imperio inglés, a la vez que citan al brillante e imbatible almirante Horacio Nelson, el mejor almirante inglés, como autor del gran milagro. Esa leyenda del surgente nuevo imperio, con Hollywood y sus mentiras y también con programas del tipo “Canal Historia” y “National Geographic”, calumniosos o tendenciosos, a su favor, ha engrandecido la figura del almirante inglés rozando límites de dioses del Olimpo, … hasta la llegada de Internet. Pero ¿qué dirían ustedes si les demuestro que Nelson no fue imbatible? De hecho, fue derrotado dos  veces por los españoles, siendo su capitulación más amarga en Tenerife, donde perdió el brazo, siendo batido  por el Mariscal de Campo español, el burgalés D. Antonio Gutiérrez de Otero y Santayana, en 1797, al frente de un ejército populachero. Por cierto, que en aquella batalla la actuación del “invicto” almirante inglés dejó mucho que desear, mostrando pocas luces y muchas sombras. Hablemos de ello.


Antonio Gutiérrez era un experto militar que nació en 1729 en Aranda de Duero.  Hijo de militar, comenzó muy joven, con 7 años, su carrera, participando como cadete en las guerras de Italia. En 1770 intervino en la expedición española de reconquista a las Islas Malvinas, bajo el mando del capitán de navío Juan Ignacio de Madariaga, derrotando a los ingleses del capitán William Malby y conquistando  el fuerte Fort George, en Puerto Egmont, que restableció la soberanía española en todo el archipiélago. Fue nombrado Comandante de la isla de Menorca y Gobernador de Mahón, mandando sobre las fuerzas militares de Mallorca. En 1775, con el grado de coronel, intervino en la expedición de Argel y también en el bloqueo de Gibraltar, lo que le valió el ascenso a Mariscal de Campo y su traslado a las Islas Canarias como Comandante General, estableciendo su residencia por problemas de salud (padecía crisis asmática) en la Villa de la Orotava, en la isla de Tenerife. Allí se encontró con un ejército de milicias (de vecinos del pueblo, como todos los que había en las diferentes Islas Canarias) inexperto, indisciplinado e insubordinado, con poco espíritu militar y muchos fallos de adiestramiento. Esa era la situación en la isla cuando el 25 de julio de 1797 ataca Nelson a Santa Cruz, con 9 barcos de guerra y 3.700 soldados profesionales. Ese día el General tenía una fuerte crisis asmática cuando fue avisado del ataque.


Izda, Los Granaderos Provinciales de Tenerife: tras la reorganización de las Milicias de Canarias llevadas a cabo a partir de 1771, Tenerife contó con cinco regimientos de diez compañías, cada uno de ellos conformado por ocho fusileros, uno de cazadores y uno de granaderos. Dcha, Batallón de Infantería de Canarias: primera unidad de voluntarios creada en Canarias por Real Orden del monarca Carlos IV el 31 de diciembre de 1792. La misma se nutría de los cuerpos provinciales y servía de escuela práctica para los oficiales de Milicias. Por la gentileza del personal del Centro de Interpretación Castillo de San Cristóbal (Santa Cruz de Tenerife).

En el ataque, Nelson mostró una peligrosa prepotencia impropia del gran militar, algo que se le reconoce cuando un año después derrotara a la escuadra francesa napoleónica en la batalla de Abukir (agosto de 1798). A Tenerife acudió con el convencimiento extremo de creer que la toma de Santa Cruz, y por extensión del archipiélago canario, iba a ser un paseo militar, a pesar del duro varapalo que había sufrido meses antes en el intento de hundir la flota franco-española en el puerto de Cádiz y fuera rechazado brillantemente por la flotilla de lanchas cañoneras del general español Mazarredo, tras la derrota de la escuadra franco-española en el cabo de San Vicente, el 14 de febrero de1797, que motivó que se refugiaran en el puerto de Cádiz. Cierto es que la brillante victoria de Mazarredo hizo que cundiera la desmoralización en las tripulaciones británicas, que llevaban mucho tiempo lejos de casa y en condiciones difíciles, lo que originaba muchos problemas de desidia e insubordinación. Fue ese el motivo de que se planificara un golpe maestro, lejos de Cádiz, donde estaba la armada española bloqueada, dirigido por el recién nombrado vicealmirante Nelson para elevar la moral y hasta los bolsillos si fuera posible. Jervis sabía que los barcos con riquezas que venían de América dejaban el botín en Tenerife, al amparo de sus fortificaciones, en lugar de llegar a Cádiz. De hecho, en una visita de inspección, los barcos ingleses Terpsicore y Dido en un golpe audaz asaltaron la fragata de la Compañía de Filipinas Príncipe Fernando y lograron sacarla del puerto. Llevaba riqueza por valor de medio millón de pesos, por lo que la iniciativa de Nelson había resultado muy rentable. Así la conquista de las Canarias por Inglaterra podía reportar para ellos pingües beneficios, además de quitárselas a los españoles (en Inglaterra las veían como el mejor lugar para que la escuadra inglesa pudiera surcar el Atlántico, asegurando allí avituallamiento y refugio).

Retrato de D. José de Mazarredo Salazar Muñatones y Gortázar expuesto en el Museo Naval de Madrid.

Así, Nelson mandó una flota integrada por 3 navíos de línea, de 74 cañones;  Theseus en donde Nelson enarboló su bandera, mandado por el capitán Miller, el Culloden mandado por el capitán Troubridge y el Zealous mandado por el capitán Hood. También estaba el  Leander, de 50 cañones, mandado por el capitán Thompson y las fragatas Seahorse de 38 cañones mandada por el capitán Freemantle, la Emerald de 36 cañones, mandada por el capitán Waller, la Tersichore, de 32 cañones, mandada por el capitán Bowen,  el cutter Fox bajo mando del teniente Gibson y la bombardera Rayo mandada por el teniente Crompton. En total, 393 cañones y 3.700 hombres armados.
Posiblemente, el éxito en el robo del Príncipe Fernando hizo que se confiara en demasía Nelson, que con gran prepotencia escribía a su mujer las siguientes frases: “Querida Frances. No debes esperar noticias mías próximamente pues voy a emprender un pequeño crucero…”. Santa Cruz estaba defendida por diferentes fortificaciones. De norte a sur, la Torre de San Andrés, el  castillo de Paso Alto, el fuerte de San Miguel- justo en la salida del barranco de Tahodio- que tenía la baterías de Santa Teresa en la otra margen del barranco,  Candelaria, Santiago, San Rafael, Pilar, San Antonio, Santa Isabel, el fuerte de San Pedro, las baterías de la Rosa, del Muelle y de Santo Domingo, la de San Cristóbal, la de la Concepción, la de San Telmo en la margen derecha del barranco de Santos, la de San Francisco en la Caleta de Negros, la del castillo de San Juan y las Cruces y Barranco Hondo en Puerto Caballos, al sur. Estas fortificaciones, armadas con casi un centenar de cañones entre los que sobresalía el “cañón Tigre” auténtica pesadilla para los ingleses, estaban unidas por una muralla construida en 1656 que, aunque de poca altura para impedir un ataque por sorpresa, dificultaba  la conquista de Santa Cruz.
Nelson había planificado su ataque en dos partes. Empezaría desembarcando un batallón en la playa de Valleseco, al nordeste de la capital, para que, tras subir a Altura atacara por la espalda la fortaleza de Paso Alto y una vez conquistada negociar la entrega de la ciudad. En el caso de que esta maniobra fallara, se enviarían dos expediciones a la capital a conquistarla junto con los soldados de la primera expedición. Pero al ser avistados los barcos ingleses antes del desembarco y tras ser informado, el general Gutiérrez preparó rápidamente las defensas, utilizando inteligentemente las  milicias, sin soldados profesionales, exceptuando algunos mandos.
En un primer intento, en la madrugada del 22 de julio, las alertadas fuerzas españolas y los vientos rechazaron las formaciones de lanchas de desembarco. Ya en la mañana, tras acercar al barranco de Bufadero las fragatas inglesas, lograron desembarcar un millar de soldados ingleses en la playa de Valleseco y, aunque lograron tomar un montículo no pudieron avanzar, por el fuego cruzado de la fortaleza de Paso Alto y de las fortificaciones al oeste. Ya Gutiérrez había cubierto los pasos de Valleseco hacia la capital. Esto hizo que tras graves pérdidas, los ingleses retrocedieran y se reembarcaran durante la madrugada del día 24, alejándose los barcos ingleses de la costa.


Lord Nelson inmortalizado para la gloria (con su brazo inutilizado en la batalla de Tenerife) en la principal plaza de la capital británica, la Trafalgar Square de Londres, en el pilar que la preside. También de él toma su nombre una conocida marca de infusiones. Esquema básico del intento de ataque a Tenerife en 1797 el 22 de julio: 1. de madrugada, se intenta desembarcar en Valleseco pero unas mujeres alertan “de voces inglesas” acercándose, finalmente hacia las 10 de la mañana han desembarcado 800 ingleses en Bufadero. 2, Castillo de Paso Alto y 3, Castillo de San Cristóbal, junto al muelle, inician un fuego cruzado que hace desistir a los ingleses.

Tras los dos fracasos, Nelson preparó un nuevo intento, consistente en un ataque frontal a Santa Cruz, desembarcando en el muelle frente al Castillo de San Cristóbal, para tomarlo rápidamente y ocupar la plaza del Pilar, desde donde frenar cualquier intento popular de levantamiento. Pero Gutiérrez, que pensaba en un nuevo ataque por la capital, dejó un pequeño destacamento en Paso Alto y  concentró todo el ejército en la defensa de la capital, reforzando el puerto y alertando a las fortificaciones.


Únicos restos del castillo de San Cristóbal visibles, hoy varios metros bajo tierra. Gentileza del Centro de Interpretación Castillo de San Cristóbal (Santa Cruz de Tenerife).

En la madrugada del día 25 se inicia el ataque inglés con Nelson al frente de casi un millar de soldados. La noche era oscura, los ingleses habían cubierto sus lanchas con lona, había una visibilidad casi nula y silencio total, pero la expedición inglesa fue descubierta por la fragata española San José, fondeada en las afueras del puerto y dio la voz de alarma. Rápidamente las baterías españolas abrieron fuego dispersando las lanchas. Sólo cinco pudieron desembarcar; el resto fueron alcanzadas o se estrellaron contra las rocas. En el mismo bombardeo la artillería hundió a la Fox, produciendo 97 muertos, gran cantidad de heridos y mucha pérdida de material y armamento para los que iban a desembarcar.


            El cañón “Tigre”, expuesto en el Centro de Interpretación del Castillo de San Cristóbal, cuidando los más mínimos detalles (como tuberías de aire acondicionado) con el fin de mantener unas condiciones favorables a la buena preservación de la magnífica pieza.

El cañón Tigre, -conservado en el Centro de Interpretación del Castillo de San Cristóbal, en Santa Cruz de Tenerife, junto a muchos otros objetos, como las banderas del buque insignia, el HMS Theseus, y de la fragata HMS Emerald -  arrancó un brazo a Nelson, que fue rápidamente evacuado. Allí murió su primer oficial, el capitán Miller. Las lanchas que desembarcaron, comandadas por Trowbridge, lo hicieron en la playa de la Caleta y avanzaron hasta la plaza de la Pila donde esperaron la llegada de las cinco que desembarcaron en la playa de las Carnicerías, que avanzaron con cierto éxito hasta que fueron frenadas en la plaza de Santo Domingo. Trowbridge se unió a los atacantes de Santo Domingo, pero ante los bravos ataques de los españoles tuvieron que  refugiarse, con fuertes pérdidas, en el convento de Santo Domingo. Cinco soldados ingleses capturados por el teniente Vicente Siera, en la plaza de la Pila, informaron de la situación de las fuerzas inglesas al General Gutiérrez, aclarándole el error que el General tenía, al creer que estaba perdiendo la batalla.

Detalles del cañón “Tigre”: escudo de armas del monarca español, con el toisón de oro, bellamente labrado; leyenda en latín señalando su realización en Sevilla; asaderas en forma de tritones y leyendas aún claramente legibles.

Gutiérrez mandó fuerzas al muelle que rechazaron todo intento de envío de refuerzos de Nelson y asedió fuertemente a Trowbridge que, desfallecido y desmoralizado, capituló, firmando la rendición el día 25. Después Gutiérrez cometió el único error de la contienda, consistente en dejar reembarcar a los enemigos, en lugar de hacerlos prisioneros (o quizás fusilarlos, como ellos hicieron con los españoles que tuvieron que desembarcar en las islas británicas tras los avatares de la Armada Invencible). Los 300 ingleses, tras desfilar ante la población, reembarcaron tanto en embarcaciones inglesas como españolas. Trowbridge había conseguido una capitulación honrosa. Se llevaron de vuelta vino y quesos, correspondiendo Nelson con plum cakes (pasteles), además de comprometerse a llevar una carta de Gutiérrez a Cádiz, reconociendo la derrota inglesa.
Los británicos sufrieron grandes pérdidas, tanto humanas como materiales. Según el parte dado por Nelson a Jervis, en el que decía que había que tenido que luchar contra 8000 enemigos -cuando eran poco más de 1500-  tuvieron 349 bajas (44 muertos en combate, 177 ahogados, 5 desaparecidos y 123 heridos). Los españoles tuvieron 72 bajas (32 muertos y 40 heridos).


Intercambio de cartas entre el General Gutiérrez y Nelson, recogidas en el Museo Militar de Santa Cruz de Tenerife, donde Nelson le hace entrega de un barril y cerveza y un queso de fabricación inglesa, en agradecimiento a dejarles partir sin mayor compromiso que entregar personalmente en Cádiz las noticias de la batalla de Tenerife y su resultado. Ahí es nada. El General agrega que “Si en el estado a que ha conducido a V.S. la siempre incierta suerte de la Guerra, pudiese, o cualquiera de los efectos que esta Ysla produce, serle de alguna utilidad o alivio, esta sería para mi una verdadera complacencia, y espero admitirá V.S. un par de limetones de vino, que creo no sea de lo peor que produce. Seráme de mucha satisfacción tratar personalmente cuando las circunstancias lo permitan, a un sugeto de tan dignas y recomendables prendas como V.S. manifiesta; entre tanto ruego a Dios guarde se vida por largos y felices años”.

Posiblemente en la decisión de Gutiérrez influyó el carácter inexperto, indisciplinado y el escaso espíritu militar de las tropas para seguir manteniendo la lucha contra los ingleses, pero es difícilmente justificable su decisión. Gutiérrez fue ascendido por el rey, que le otorgó la Encomienda de Esparragal en la orden de Alcántara. Murió el 22 de abril de 1799 y está sepultado en la capilla del Apóstol Santiago de la parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción de Santa Cruz de Santiago de la Laguna.


43 comentarios:

  1. Muy buen trabajo Valeria. Buen tema para un buen debate. Una pregunta, ¿llevó el almirante inglés la carta del mariscal Gutiérrez reconociendo su derrota a Cádiz?. Felicitacones

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    1. Gracias por su comentario, Sr. De la Seca y le respondo afirmativamente a su pregunta. Tanto el general español como el almirante inglés eran hombres de honor, aunque coincidirá conmigo en que tuvo que ser una entrega "incómoda". Saludos.

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  2. Brillante trabajo el suyo, Valeria, y debo felicitarle por ello. Pero creemos que se ha excedido al valorar como fallo la decisión que Guiérrez de Otero tomó al finalizar la batalla. Como Jefe en mando, le corresponde a él decidir sobre la mejor opción para sus hombres y para la población que defiende. No obstante, aceptamos que ha hecho un admirable trabajo. Nuestra enhorabuena por ello.

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    1. Gracias por su comentario, Sr. De la Concha y comprenda que cuando no valoro positivamente la decisión de D. Antonio Gutiérrez no es, ni mucho menos de forma despectiva, sino haciendo una comparación con el proceder del enemigo en los casos contrarios que se dieron. Entiendo que al Jefe de la Plaza le corresponde la decisión en todo momento y admito que lo hizo admirablemente por los resultados obtenidos, pero eso no es suficiente motivo para valorar, a toro pasado, como positivas todas sus decisiones, ya que después de la batalla dejó en libertad a un enemigo que posiblemente nos lo encontráramos enfrente años después en Trafalgar (como ocurrió).

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  3. Nos gustó su artículo. Hace una descripción muy completa de lo que motivó y fué la batalla de Tenerife. Nos gustaria hacerle una pregunta, ¿cree usted que fue un error el ataque frontal de Nelson?. Nuestras felicitaciones.

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    1. Gracias por su comentario, Sr. Rodríguez, paso a responder a su pregunta. No siendo una especialista en tácticas bélicas y empleando por tanto solamente el razonamiento y lo leído, entiendo que Nelson se equivocó al iniciar un ataque frontal contra Santa Cruz ya que asumió el mayor riesgo de todas las posibilidades a su alcance. Era razonable pensar que el enemigo tuviera la mayor parte de su artillería y de su fuerza defendiendo el puerto, por lo que atacar contra el grueso español lo entiendo como una maniobra suicida. Como así fue. Podía haber elegido el ataque por la zona más débil, pero su excesiva confianza le hizo no tener en cuenta los informes que le facilitaron los diferentes expedicionarios que fueron de inspección por la costa.

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  4. Tras leer su ajustado artículo me sorprende que sean tan crítica con la actuación del Almirante Horacio Nelson. Pienso que actuó correctamente, a pesar de que la suerte no le hubo favorable. Tambien sorprendeme que diga que lord Nelson perdiera una segunda batalla con españoles, porque no asi. La batalla después fue Trafalgar y allí no perdió. ¿Lo corregirá?.

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    1. Gracias por su comentario Sr Robbins. Debo decirle que no puedo corregir nada de lo escrito porque insisto en que fueron dos, al menos, las derrotas contabilizadas por el almirante inglés frente a los españoles. La que se describe en esta página y una anterior en el ataque al puerto de Cádiz, el 14 de julio de 1797, cuando tras la batalla del Cabo de San Vicente entre la escuadra inglesa y la española, que se saldó con la victoria de la inglesa, la escuadra española se refugió en Cádiz. El Almirante Jervis que mandaba la escuadra inglesa intentó hundir a la española, que estaba dentro del puerto, enviando para ello la mayor parte de la flota inglesa al mando de Nelson- que entonces aún no era almirante ya que el título de contraalmirante le llegó después- mientras otros barcos intentaban desactivar los cañones de los fortines españoles que defendían el puerto. Los cañones de las fortalezas gaditanas y el ataque del almirante español Mazarredo pusieron en huída a la escuadra inglesa. Dicha derrota tuvo tal impacto en los ingleses que para elevar la moral se comenzó a diseñar el ataque inglés a otro punto del imperio español, lejos de la escuadra española bloqueada en Cádiz. Por lo que, como seguramente entenderá, no puedo corregir nada, ya que todo lo escrito es correcto. Si encontrara alguna deficiencia, le ruego que me la trasmita para, tras el oportuno estudio, proceder a corregirla. Con respecto a la batalla de Trafalgar, permítame invitarle a leer la entrada sobre D. Cosme de Churruca, donde se analiza la actuación española y francesa. Saludos.

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  5. Un articulo brillante y descriptivo, ilustrado por unas fotografias e ilustraciones interesantes. La verdad es que no las conocía. ¿Dónde debo buscarlas?. Me ha agradado mucho la historia de esa batalla. Enhorabuena.

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    1. Gracias por sus palabras, Elena. El retrato de D. José de Mazarredo está expuesto en el denso Museo Naval de Madrid -lugar donde suelo acudir en mis ratos libres por Madrid ya que siempre acabo reparando en algún detalle no visto antes, o para deleitarme con la enorme bandera del Sr. De Oquendo expuesta en una de las salas-, con respecto a las demás fotografías, las hice personalmente en el Centro de Interpretación Castillo de San Critóbal, en Santa Cruz de Tenerife. Si va, debe reparar en una bandera que se encuentra a la izquierda del lago artificial, pasa un poco desapercibida la entrada (viene a ser como una entrada de metro, ya que el Centro de Interpretación es subterráneo). Es pequeño pero merece muchísimo la pena, por su contenido. Y el personal fue un encanto, muy atentas en todo momento. Las últimas tres imágenes (donde aparecen las cartas)las tomé en la primera planta del Museo Militar de Santa Cruz de Tenerife. Los guardas de la entrada también fueron muy agradables e incluso uno de ellos me acompañó hasta la sala en cuestión para ponerme una grabación en audio en una maqueta, relatando la batalla, que realmente merece mucho la pena. Un saludo.

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  6. Un buen trabajo y un análisis inteligente del motivo de la batalla. Estos ingleses nunca dejaron de ser bucaneros rapiñosos y nosotros cargamos con la fama. Buena alusión al apoyo norteamericano. Saludos.

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    1. Gracias por su comentario, Sr. Conrado, que comparto. Ni unos fuimos tan funestos, ni otros tan gloriosos. Un saludo.

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  7. Un certero trabajo, Valeria. No conociamos a fondo la hazaña del General Gutiérrez y pensamos que fue admirable la maestria que desarrolló frente al inglés. Gentes como esa hicieron grandes este pais y nuestras felicitaciones por darlas a conocer.

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    1. Gracias por su comentario, Sr. Arístides. Comparto con Vd. la valoración que hace del mariscal Gutiérrez. Piense además que cuando atacaba Nelson, se haya encamado por sus dolencias asmáticas que nunca superó. De hecho tuvo que cambiar su residencia a la Villa de La Orotava porque era lo que mejor iba a su salud y aún así planificó tan brillante estrategia con un ejército novel y sin formación militar, con el que fue capaz de derrotar a un ejército tan especializado como la armada inglesa. Admirable.

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  8. He gozado con su artículo. Ha sido una clase de historia. No conocia la prepotencia del almirante ingles, desconocia el escrito a su mujer. No es eso propio de un buen militar, si no todo lo contrario. Excelente artículo.

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    1. Gracias por su comentario, Sr. Herrera. La historia oficiosa señala ese grave defecto en el almirante inglés, era además demasiado vanidoso y esos defectos le costaron la vida en Trafalgar porque en esa batalla era el único oficial que llevaba traje de gala con todas sus condecoraciones a cuestas. O sea, un blanco fácil para los mosquetes enemigos; fue como tirar a la diana.

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  9. Nos planteamos una pregunta. ¿Hubo alguna ayuda exterior a las tropas españolas que lucharon en Santa Cruz?.

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  10. Articulo interesante y rico para debatir. Hemos conocido más a fondo al General Gutiérrez. Le agradecemos que lo recupere de la historia. ¿No hubo ningún soldado profesional peleando a sus órdenes contra Nelson?. Muy buen artículo.

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    1. Gracias por su comentario, Sr. Alcaide y le respondo que no hubo ningún soldado profesional en el bando español, salvo algunos oficiales. D. Antonio tuvo la necesaria paciencia, dotes de mando, astucia y el convencimiento necesario para sacar todo lo mejor a la tropa.

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  11. Me ha gustado mucho su trabajo. Como los otros, suele dar una información amplia y explícita de las condiciones que rodearon la historia que analiza. Me gustaría que me dijera si hubo algún bombardeo de la escuadra de Nelson contra Santa Cruz. Me ha extrañado que no señalara nada al respecto. Saludos.

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    1. Gracias por su comentario Sr. Asensi y con respecto a lo que pregunta le comento que no hubo bombardeo inglés sobre Santa Cruz. No lo hubo antes, por no romper la sorpresa del ataque y no lo hubo después porque Nelson se retiró “muy amigo” de Gutiérrez, tras intercambiarse regalos. Saludos.

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  12. Buena respuesta al inglés. La derrota de Nelson, que entonces era Comodoro, frente a las cañoneras del Almirante Mazarredo fue un capitulo antológico que se estudia en las academias navales. No es de extrañar que esa pagina escrita por Mazarredo fuera tan brillante que la llegó a copiar hasta el mismo almirante ingles Jervi que mandaba el ataque al puerto. Muy bien.

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    1. Gracias por su comentario, Sr. De la Concha y estoy de acuerdo con Vd. en lo que señala. Tras la inexplicable derrota de la escuadra española en el Cabo de San Vicente, el 14 de febrero de 1797, frente a la escuadra inglesa del veterano almirante Jervis, propiciada por la nulidad del Almirante español José de Córdova (que no supo aprovechar el hecho de que disponíamos de más barcos y cañones que los ingleses) y, gracias a la intervención tardía de los heroicos capitanes Cayetano Valdés y Baltasar Hidalgo al frente del “Don Pelayo” y del “San Pablo”, con la batalla perdida hicieron huir temporalmente a los ingleses y salvar a 19 de los 24 barcos españoles, que se refugiaron en Cádiz. Allí acudió la escuadra inglesa para hundir a la española pero no tuvieron en cuenta que allí había experto y eficaz marino: el almirante Mazarredo, que había organizado una flotilla de lanchas cañoneras que atacaron de manera admirable a la flota inglesa haciéndola huir y rompiendo así el bloqueo. Las cañoneras eran embarcaciones menores, casi lanchas, que portaban cañones de 24 libras y tenían una movilidad tal que volvían locos a los barcos ingleses, más grandes y pesados. De hecho, Mazarredo aprovechó su gran movilidad y la nocturnidad para producir terribles daños al enemigo, por los que tuvieron que retirarse mucho de la costa, rompiendo así el bloqueo, ya que por el agujero abierto entraban y salían mercantes. Es cierto que el mismo Jervis copió el sistema español y utilizó lanchas cuando era poco efectivo el uso de barcos de guerra. Pero no solamente Jervis lo copió. También los franceses, aplicándolo en el bloqueo de Brest años después. Para ello formaron una flotilla denominada “flotille à l'espagnol” y en ese puerto copiaron la táctica que desarrollaron cañoneras españolas de los navíos presentes del almirante Gravina, que realizaron una actuación brillante y admirable.

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  13. ¿Recibió ayuda exterior el general Gutiérrez en la defensa de Santa Cruz frente a Nelson?. Artículo muy completo.

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    1. Gracias por su comentario Sr. Aróstegui y con respecto a lo que pregunta le comento que no hubo refuerzo para los españoles ni de Madrid ni de ningún otro país. Posiblemente su pregunta nace al conocer que hubo dos marinos franceses muertos entre las bajas españolas pero eso ocurrió porque parte de la tripulación de un barco francés que estaba en el puerto se unió a los españoles en la defensa del puerto. Piense que entonces teníamos a Francia por aliado.

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  14. No estoy de acuerdo con Ud. en que la batalla del Cabo de San Vicente la perdiera los españoles por tener un mal mando, sólo que el almirante inglés John Hervis, primer Conde de St. Vicent era mejor.

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    1. Gracias por su opinión, Sr. Rui, pero entienda que no la puedo compartir porque creo que es una opinión equivocada, permítame que le describa la situación de 1797.
      En aquella fecha, España disponía en sus puertos con una escuadra de barcos de las mejores del mundo, pero tenía un grave problema, no disponía de tripulación suficiente y especializada para navegar en los barcos de guerra. Ya en la inspección de 1878 se había señalado que para atender mínimamente a la escuadra española hacían falta 89.350 marineros y sólo se disponían de 53.147. El déficit era grande, pero lo peor era que las demandas que hacían los altos mandos de la marina, el inútil rey español Carlos IV, que sólo aspiraba a tener una escopeta de caza en sus manos, ni su favorito Godoy, también de la reina a la que complacía bien y que era lo único que hacía bien, no escucharon las urgentes demandas; por lo que para navegar en la flota española se tuvo que acudir a gentes del campo, ladrones y bandidos, que intentaron dar la talla guerrera a pesar de que muchos de ellos nunca habían visto un barco o se mareaban al navegar. También faltaban en los barcos pertrechos. Enfrente, había una armada inglesa con hambre, efectiva y preparada, sabiendo que con Napoleón enfrente, ellos eran la última línea de combate de Inglaterra. Por otro lado, era tal el trasiego de gentes que pasaban por los barcos españoles, que los oficiales no tenían tiempo para entrenar a la tan variada marinería. De hecho el informe del jefe de la escuadra española, D. José de Mazarrero, que le costó el cargo por criticar a Godoy justo en aquella fecha de la batalla, decía: “Es verdad evidente e innegable que hoy la armada es sólo una sombra de fuerza muy inferior a la aparente y que se acabará de desaparecer a la primera campaña”. Dejaba muy claro la situación de la armada española. Este Almirante fue el que rechazó, con cañoneras, el ataque de Jervi y de Nelson después de San Vicente. Déjeme ahora que le motive la batalla. La torpeza de Godoy fue extrema cuando al enterarse de que la corta flota inglesa navegaba por el Atlántico, ordena a la española bajar desde Cartagena a Cádiz. A su frente iba el general José de Cordova en el barco “Santísima Trinidad”, coloso de 135 cañones, el barco más grande que existía. Cuando llegaron a Cádiz, con un mar muy picado, fondearon 3 barcos y la totalidad de las lanchas torpederas, pero el general ordenó continuar hacía las aguas tranquilas del Cabo San Vicente donde, sin saberlo, le aguardaba la flota inglesa de Jarvi (que conocía sus movimientos, ya que su comodoro Nelson la había avistado días antes).

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    2. Por su parte, Córdova navegaba con su flota dispersa, pues no esperaba ataque alguno. Encima tuvo la mala suerte que los dos barcos que envió de avanzadilla de reconocimiento, el “Pelayo” y el “San Pablo”, se toparon con la avanzadilla que había mandado el veterano Jarvi, formada por fragatas que huyeron de los barcos españoles que los persiguió durante un tiempo, mandando Córdova a otros buques para que les ayudaran en una batalla contra barcos inexistentes. Mientras tanto, los 18 navíos ingleses atacaban, en dos columnas bien formadas, aprovechando la niebla, a la armada española dispersa, sin tiempo de reacción, con el aire en contra y falto de una buena coordinación y de experiencia para montar la línea de ataque. La escuadra se dividió en varios bloques, siendo objetivo de la escuadra inglesa el bloque central de 6 barcos encabezado por el “Santísima Trinidad”, junto con “Salvador”, San Isidro”, “San Nicolás”, “Soberano” y “San José”. Fue tal el desconcierto, que el “San José” llegó a embestir al “San Nicolás”. Se vieron rodeados y algunos de ellos, dentro de la niebla, fueron tomados al abordaje por sorpresa por los ingleses mandados por Nelson desde su “Captain”, mientras las tripulaciones de estos barcos se preocupaban por no chocar con el barco vecino. Mientras tanto, los otros barcos españoles intentaban reagruparse para entrar en la lucha. Cayeron cuatro barcos españoles y si no cayó el “Trinidad” fue gracias a que en la niebla aparecieron el “Pelayo” y el “San Pablo” capitaneados por los capitanes Cayetano Valdés y Baltasar Hidalgo, a los que pronto se sumaron el “Conde de Regla”, “Oriente” y el “Príncipe de Asturias”, todos en perfecta línea de batalla. Superados ahora por los españoles, la escuadra inglesa no tuvo reparos en huir ya que habían eliminado a cuatro barcos españoles. Se contabilizaron 1280 bajas españolas por sólo 70 bajas inglesas. E insisto en que fue fallo del almirante Córdova, ya que a pocos almirantes españoles se les ocurre navegar sin ir en perfecta formación de combate. De hecho, cuando días después lo hizo Mazarredo con sus patrulleras, la armada inglesa huyó del puerto de Cádiz, al que asediaba, con fuertes pérdidas. Si ciertamente los ingleses hubiesen sido mejores que los españoles como usted sostiene, en ambos casos, no habrían huído sino logrado la victoria ¿no cree?. Por tanto, creo más justo atribuir el resultado al mal hacer del almirante español, que no al buen hacer del inglés. Un saludo.

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  15. Un trabajo espléndido. Ha sido apasionante recordar la valiosa victoria del sexegenario General Gutiérrez frente a Nelson y más valiosa aún por su situación de salud en la que se encontraba durante toda la batalla y por el personal que tenía que mandar. Un hombre templado y extraordinario el que usted ha desempolvado del olvido por acá. Tengo una duda, ¿sólo tenían un solo cañón Tigre?. Saludos

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    1. Gracias por su comentario, Sr. De Uribe. El mostrado en las figuras que acompañan mi artículo, aseguran que es el cañón Tigre que hirió a Nelson. Se conserva y expone en el Centro de Interpretación Castillo de San Cristóbal, de Santa Cruz. Pero además, si visita el Museo Militar de la ciudad, verá flanqueando la entrada del edificio, dos cañones muy similares al Tigre, que también se usaron en la defensa de Sta. Cruz contra los ingleses. Saludos.

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  16. Me ha parecido muy jugoso su artículo. No conocía a fondo la gesta del Mariscal D. Antonio Gutiérrez y ha sido agradable conocerla. De hecho creo recordar que su hijo también hizo una gesta parecida en aquellas islas varios años después, ¿fue también contra los ingleses?. Saludos.

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    1. Gracias por su comentario, Sra. Gutiérrez y paso a contestarle a su pregunta. Por lo que yo tengo entendido, el General Gutiérrez no tuvo hijos, ni llegó a casarse nunca. Por lo que respecta a su pregunta de nuevos ataques tras 1797, debo decirle que no hubo después de D. Antonio ningún ataque de importancia a la isla. Se nota que D. Antonio dejó a todo enemigo de España muy escarmentado (y avisado). Saludos.

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  17. Me ha encantado su artículo, Valeria. Me va ha ayudar a saborear Tenerife la próxima semana. Reservaré dos días para seguir las huellas del general Gutiérrez. Saludos.

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    1. Me alegra, Sr. Benítez, que mi artículo le sirva en su desplazamiento a Santa Cruz. Aunque me imagino que ya tendrá planificado su itinerario, le aconsejo que no deje de visitar el Centro de Interpretación del Castillo de San Cristóbal, donde verá el fabuloso cañón Tigre y otras cosas interesantes de aquella época, como resto de la antigua muralla del propio castillo. También es interesante la visita al Museo Militar, donde podrá ver una exposición de la batalla y otros documentos importantes de entonces, en el primer piso. Un saludo.

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  18. Interesante artículo, Valeria. ¿Tenía alguna característica especial el cañon TIGRE?

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    1. Gracias por su comentario, Sra. Rosanna. El cañón tigre fue fundido en bronce al vacío en Sevilla en el año 1768, posiblemente su potencial radicaba en su calibre, de 13,3 cm y por la longitud de su ánima, que se acercaba a los 3 metros (279 cm). Eso daba una potencia de fuego y un alcance superior que le hacía ser un arma temible, sobre todo por la precisión de tiro que tenía y que mantenía a raya al enemigo, como pudieron comprobarlo los ingleses mandados por Nelson y él mismo, que pagó con uno de sus brazos la osadía de atacar Santa Cruz. Además “el tigre” estuvo muy bien situado, pues la víspera del ataque, en el muro del Castillo de San Cristóbal se abrió una brecha donde se colocó el cañón a baja altura. Así, su disparo era más efectivo por la trayectoria, paralela a la tierra, que llevaba el proyectil, barriendo horizontalmente los objetivos. No obstante, aunque su labor fue muy importante, no olvidemos que en el éxito del rechazo del enemigo influyó mucho la distribución de fuego que planificó el general Gutiérrez, ya que permitía el fuego cruzado de los diferentes cañones, complicando y mucho el desembarco inglés, así como el acceso del enemigo a la ciudad y al muelle. Un saludo.

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  19. No estoy conforme con lo que dice acerca de que el General Gutiérrez se vio obligado, por el carácter de los tinerfeños, a devolver a los ingleses prisioneros. Los tinerfeños, a lo largo de la historia, siempre luchamos bien. Tendría que buscar otro motivo para justificar su decisión.

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    1. Gracias por su comentario, Sr. Cabreras. Paso a explicarle su sugerencia. Cuando hablo de que la conducta de la tropa que tenía a su mando el General Gutiérrez pudo influir en su decisión de dejar libre a los ingleses rendidos, no me refiero, ni mucho menos, al valor y la valentía de los tinerfeños que allí peleaban. Prueba de ello es que derrotaron a un ejército profesional inglés. Decía con ello que, aunque era una buena tropa de choque para un momento determinado, carecía de la constancia y visión, en definitiva entrenamiento, de un ejército profesional. De hecho, ya se trabajaba desde la capital para disponer de ese tipo de profesional con la población canaria. Como señalo en mi artículo, en el segundo bloque de figuras, ya se había iniciado la preparación de la soldadesca canaria para integrar un ejército profesional. A partir de 1771 se empezaon a sentar las bases y el aprovisionamiento para reorganizar las milicias de Canarias en los Granaderos Provinciales de Tenerife, que una vez preparadas, formadas y montadas llegaron a constituir cinco regimientos, de diez compañias cada uno, en Tenerife. La Real Orden de Carlos IV de 31 de Diciembre de 1792 permitía que los cuerpos provinciales de Granaderos Canarios fueran dirigidas por oficiales profesionales canarios, formados y preparados para defender el archipielago de futuros ataques. Ese ejército canario profesional estaba formado en disciplina, táctica y lucha para afrontar y mantener cualquier batalla. Sólo que cuando atacó Nelson, ese admirable ejército canario aún no existía.

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  20. Le agradecemos su trabajo. Nos ha parecido completo e interesante, describe muy bien lo que ocurrió en aquella victoria tinerfeña contra Nelson, aunque debo señalarle que las banderas de los barcos ingleses que cayeron en aquella batalla ya no están en el Centro de Interpretación del Castillo de San Cristobal, la trasladaron al Museo del Ejército de Tenerife. También aqui en La Laguna tenemos parte de esa historia. Saludos.

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    1. Gracias, Sr. Rovira, por su comentario. Si me permite el atrevimiento añadiría que además de eso tienen una bellísima ciudad, una impresionante iglesia construida con lava (entienda que para una geóloga eso es impresionante) y una encantadora mujer que vende ejemplares de minerales alucinantes (pasamos un buen rato de risas y anécdotas). Un saludo.

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  21. Quisiera compartir con los lectores, cierta información que me han facilitado dos personas que han tenido la amabilidad de contactar conmigo vía e-mail para comentar algunos detalles sobre la presente entrada y el tema tratado en ella.
    El primero es D. Pedro Ontoria Oquillas y dice así:
    Le felicito por el hermoso artículo sobre la derrota de Nelson en Santa Cruz de Tenerife y me permito señalar unos nimios errores que he visto en el texto.

    -En el Centro de Interpretación del Castillo de San Cristóbal no están la bandera del Theseus, ni la Emerald, pues se hallan en el Museo Militar de Almeyda.
    - El total de muertos españoles fueron 24, no 32, de acuerdo con CARDELL CRISTELLYS, Juan Carlos: “Héroes y testigos de la derrota de Nelson en Tenerife”. Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife 2005.
    - En la carta del General Gutiérrez al Ministro de la Guerra don Juan Manuel Álvarez (20 de octubre de 1797) el general español expone las circunstancias que le movieron a capitular con los jefes de las fuerzas atacantes inglesas; fue una capitulación digna.
    -La única biografía del General Gutiérrez que hay la publiqué hace unos años, pero fue una edición reducida: El General Don Antonio Gutiérrez, vencedor de Nelson. Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife, 2006.
    Habla de dos derrotas de Nelson por los españoles (que a algún comentarista no le agrada), pues eso tengo entendido yo y hace tiempo las leí en la revista Historia de Iberia Vieja, Nº 2 (Edición Especial Verano 2005): “Nelson derrotado por España. La otra cara de la Historia”.
    Atentamente,
    Pedro Ontoria Oquillas.

    Estamos completamente de acuerdo en todos los puntos, si bien yo no habría sido tan permisiva como lo fue D. Gutiérrez con Nelson, un potencial enemigo que efectivamente regresó a causar más problemas para los intereses de España. Con todo, nada se puede reprochar a la caballerosidad y profesionalidad de la que hizo gala en todo momento. Celebro que también don Pedro considere las dos derrotas de Nelson que tanto pareció extrañar a ciertos comentaristas y que ciertamente ocurrieron, mal que a muchos pueda pesar.

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    1. El segundo es D. Emilio Abad Ripoll y dice asÍ:
      Estimada señora: Gracias de corazón por su artículo que dará a conocer a nuestras gentes algo más de nuestra Historia. Sólo me permito indicarle que las banderas inglesas están en el Museo Militar de Almeyda, verdadero Centro de Interpretación de la Gesta del 25 de julio (como la llamamos por aquí) junto a la mesa en que se firmó la capitulación, armas, cuadros, documentos, etc. Veo que algún lector se interesa por las causas que movieron a Gutiérrez a dejar marchar a los ingleses "sin embarazar" (como preguntó en su momento el propio Carlos IV), pero si entra ese señor en la página web de la Tertulia Amigos del 25 de Julio, a la que me honro en pertenecer, tendrá cumplida respuesta. (www.amigos25julio.com).
      Muchas gracias de nuevo y si viene otra vez por Tenerife, por favor, contacte con nosotros que estaremos muy honrados en acompañarla a visitar los lugares en que se desarrollaron los hechos más importantes de aquella histórica acción.
      Un afectuoso saludo,
      Emilio Abad Ripoll

      Agradezco su información y ciertamente remito a los lectores interesados al enlace que facilita don Emilio y en el que encontrarán extensa información al respecto.

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    2. Mi más sincero agradecimiento a ambos (a D. Pedro Ontoria y a D. Emilio Abad) por sus palabras y aportaciones,
      Valeria Ardante

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