viernes, 27 de diciembre de 2019

El año del Grial

Antes de nada, quisiera felicitar el año nuevo 2020 a todo el que lea estas líneas. Este nuevo año vendrá marcado por un hecho que lo enlaza directamente con todo el misticismo y simbolismo medieval del siglo XII y XIII, en plena época de las Cruzadas, del Amor puro que un caballero podía sentir por una dama a la que hacía razón única por la que convertirse en mejor persona, en una Edad Media marcada por las leyendas del Rey Arturo y sus caballeros de la Tabla Redonda. ¿Y por qué?, se cuestionará el sorprendido lector. Pues porque este 2020 es el Año Jubilar del Santo Cáliz que el Papa Francisco I ha concedido a la ciudad de Valencia, lugar en cuya catedral se custodia precisamente el Grial. Se celebrará cada cinco años, así que este 2020 es de suponer que se desarrollarán numerosas actividades relacionadas con el objeto sagrado. De entrada, ya se ha hecho la turística “ruta del Grial”, a través de Aragón y la Comunidad Valenciana.

 Como ya desarrollé en mi primer libro, “Hitler quiere el Grial”, el cáliz que se encuentra en la catedral de Valencia es el único, de los dos cálices reconocidos por el Vaticano como auténticos, que posee una mayor constancia histórica de su trayectoria y ha sido datado por expertos como realizado en los años en que vivió Jesucristo.
La Calcedonia, conviene hacer un leve inciso en este detalle, es una manera de llamar a todo el amplio abanico de cuarzo criptocristalino de composición química SiO2, dióxido de cuarzo. Esta familia de minerales ha gozado de gran popularidad desde la antigüedad, en todas las grandes civilizaciones de Oriente Próximo (Mesopotamia y Egipto, en la Biblia cuatro de las doce piedras que componían el pectoral del sumo sacerdote del Arca de la Alianza son calcedonias), en la Grecia clásica, en Roma (en calcedonia tallaban sus amuletos y camafeos protectores) e incluso en Asia, tallándose en calcedonia las representaciones protectoras del budismo. Esta en concreto, la calcedonia marrón –si bien actualmente hay acuerdo en llamar “calcedonia” únicamente a las variedades entre blanco y gris, incluyendo el verde (Crisoprasa), azul (calcedonia, ágata azul), el rojo (Cornalina, Jaspe) y negro (Ónix)- es conocida como “ojo de tigre”, talismán de gran poder para la protección de los viajeros, aportando optimismo y prosperidad, y contra el mal de ojo (principalmente entre las culturas de la India). Curiosamente esta copa realizada en Ojo de Tigre ha resultado ser una infatigable viajera, hasta llegar a Valencia.

Izda, imagen del Santo Cáliz de Valencia. Dcha, detalle del verdadero cáliz, la copa de calcedonia superior.

Por si estos hechos no fueran suficientes, para mí aún existe otro que pasa desapercibido para muchos y que encuentro sumamente revelador. Si se observa en detalle la copa, se verá que con los años (y siglos) se le fueron añadiendo nuevos elementos tales como piedras semipreciosas, asas y otro cuenco ya que inicialmente el cáliz fue un cuenco realizado en una sola pieza de calcedonia parda. Como digo, entre los elementos añadidos hay algo para mí trascendental, frases arabescas. Este detalle me lleva a pensar que este vaso fue tan sagrado que los propios árabes en lugar de destruirlo también lo adoraron. Y es que debemos recordar que en el Corán el propio Jesucristo es respetado como un profeta más. De ahí que para los árabes también este objeto fuera reverenciado.
En mi libro “Hitler quiere el Grial” (2013) -al que le guardo especial cariño por ser el primer trabajo que publiqué gracias al apoyo de la editorial austríaca United PC y su respaldo a todos mis trabajos, sin poner un solo impedimento sino todo lo contrario (algo por lo que les estaré eternamente agradecida, publicando incluso mi trabajo sobre la Armada Invencible desmontando todas las falacias vertidas por personajes cuyos libros fueron publicados por instituciones españolas centradas en la Marina española a las que ofrecí publicar mi obra, recibiendo un educado rechazo alegando no tener fondos para publicarla pero sí en cambio la de otras obras que seguían manteniendo falacias infundadas; olé por su granito de arena para contribuir en el desprecio a nuestra historia desde nuestras propias instituciones)-, recopilo toda la asombrosa historia y andanzas de esta sagrada copa, desde que llegó a España (al entonces reino de Aragón), hasta que fue de traslado en traslado, hasta terminar finalmente arribando en la ciudad de Valencia, traído por el rey Alfonso el Magnánimo. Será en 1916 cuando se lleve finalmente a la sala Capitular de la Catedral.
Desde entonces, allí permanecerá, expuesto con fuertes medidas de seguridad, siendo usado aún en la actualidad para la misa. De hecho, el papa Juan Pablo II y Benedicto XVI, siendo Papa, oficiaron la misa con él, en su visita a la ciudad.

Izda, cuadro del pintor Juan de Juanes, realizado en 1560, donde representa la Última Cena oficiada por Jesús con el cáliz de Valencia. Museo del Prado. Otro óleo con igual temática se expone en la catedral de Valencia, con la santa copa en el centro de la escena. Este detalle lo usé como portada de mi libro (dcha).

            El tiempo pasa y llegamos a la Segunda Guerra Mundial. Y entonces comienza, en mi opinión, a ponerse la historia realmente fascinante.
            Recordemos que nuestro país ha sido siempre tachado por el resto de países, de modo ofensivo, como profundamente católico. E inciden en este aspecto machaconamente, con la intención de ridiculizarnos, sin darse cuenta de que en realidad están dejando en evidencia su más absoluta incultura. Me explicaré. Nietzche dijo en una ocasión: “aquellos que eran vistos bailando, eran considerados locos por quienes no podían escuchar la música” y resulta que los que nos tachaban de profundamente católicos, asustadizos hasta el ridículo de las iras de un despótico dios, únicamente proyectaban sus propios miedos y desconocían todo el inmenso saber de la milenaria tradición matriarcal que subyace a la mayoría de cultos marianos españoles, combinados con profundas tradiciones milenarias de Dionisos, Mitra y otras deidades que nunca llegarán a comprender. Pero además se añadió todo el inmenso conocimiento y folclore hebreo, junto con otros llegados de Arabia, Damasco y otros países lejanos. Todos estos impresionantes aportes multiculturales se fueron fusionando, al fuego de los hornillos alquímicos de las primeras universidades y centros del saber de la oscura Edad Media, donde la Península Ibérica fue un faro que desarrolló el conocimiento europeo –recordemos que el autor de los relatos artúricos dejó escrito en su introducción que se limitaba a copiar y ampliar las historias que obtuvo de un judío de Toledo; recordemos también que el alquímico Isaac Newton dejará por escrito cómo todos sus estudios astronómicos habrían sido imposibles sin las tablas astronómicas recopiladas por el rey castellano Alfonso X el Sabio; recordemos igualmente cómo todo los estudiosos que se precien, al abordar la Alquimia y la Cábala admiten que España fue imprescindible para la germinación y primeros pasos de ambas disciplinas-, generando unos elementos inigualables en su género.
            Así, en el Tesoro de la catedral de Oviedo se encuentra un trozo de tela que corresponde al rostro y que encaja perfectamente con los rasgos y manchas hallados en la parte de la cara del Santo Sudario de Turín. Los archivos de la época hablan del traslado de esta sagrada pieza a la villa de Oviedo, para evitar que cayera en manos de los invasores sarracenos, firmando entre los testigos de la entrega, el mismísimo Mío Cid.
El Grial de Valencia por su parte, fue custodiado durante siglos por los propios templarios en el precioso monasterio de San Juan de la Peña, puro simbolismo hecho piedra, y tan inexpugnable y sacro que los monarcas aragoneses decidieron usar como panteón real. Como vemos, el grial custodiado por caballeros templarios en un palacio en las montañas nos remite al Montsalvat de las crónicas artúricas seguidas a pies juntillas por los nazis. Yo me pregunto, en este marco, ¿sería el Rey Pescador el mismísimo Alfonso I El Batallador, monarca que legó todo su reino a los templarios y a los Hospitalarios, y que creo que fue el verdadero “creador” en la sombra de la Orden del Temple posterior? (remito a mi obra “Jesús y otras sombras templarias”; tomo II, donde muestro todas mis cartas y argumentos sobre esta hipótesis).

El Santo Sudario de Oviedo (izda), Real Monasterio de San Juan de la Peña (centro), La Mesa de Salomón (dcha).

            Pues bien, aún se añade un tercer componente a esta trama, la fascinante Mesa de Salomón, una pieza que si creemos las tradiciones hebreas tendría consignada en su superficie “el nombre de Dios”, la esencia misma de la divinidad. Este objeto formaba parte del tesoro del Templo de Jerusalén, pero cuando fue arrasado por el general (entonces, antes de ser emperador) Tito fue llevado a Roma, la capital del imperio, desfilando sus tropas con todos los objetos conquistados, como quedó plasmado en el Arco de Tito, en el foro romano y que aún puede verse. Luego, cuando los Godos arrasaron la capital, fue llevado primero a la Galia (Francia) y finalmente a Toletum (Toledo, la capital del imperio Godo, en España). Pues bien, son varios los autores que creen que en realidad la invasión islámica se efectuó porque Musa deseaba hacerse con la Mesa de Salomón. De hecho, se conservan escritos que nos cuentan esta precipitada carrera entre Musa (árabe) y su lugarteniente Tariq (de origen hebreo) de llegar a Toledo cuanto antes, por hacerse con el objeto, y cómo el mismísimo califa de Damasco exige a ambos que le envíen el preciado objeto, desapareciendo en el camino, posiblemente por los intrincados recovecos de Sierra Morena (remito a mi libro “Hitler quiere el Grial” para encontrar toda esta persecución con mayor detalle).
            Con todos elementos, no es de extrañar que el mismo día que Adolf Hitler se reunía con Francisco Franco en la frontera española, su mano derecha Heinrich Himmler llegara a España emperrado en visitar el Monasterio de Montserrat, especialmente sus galerías subterráneas cuyo acceso le fue negado por los monjes catalanes.

                              Heinrich Himmler en el monasterio de Montserrat.

            Son muchos, muchísimos, los autores que defienden que los nazis creían que Montserrat fue la Montsalvat de los relatos griálicos medievales y que por eso, los nazis buscaban el Santo Cáliz allí. Sin embargo, las SS poseían un departamento especializado en los relatos de determinados elementos sagrados y poderosos de diversas religiones, en el que trabajaban académicos verdaderamente profesionales y entregados. De hecho, en mi obra me centro en uno de ellos que destacó precisamente por especializarse en el ciclo artúrico, y sus aventuras por la Francia cátara. También en mi libro estudio el recorrido que Himmler efectuó por España y me centro en un detalle que ha pasado desapercibido, y es vital para mí: Himmler no cesó hasta llevarse del mismísimo Museo Arqueológico Nacional de Madrid unas piezas recogidas por el buque Arapiles (en el que también me detengo a analizar).
            Con todos estos datos, termino concluyendo cómo aún hoy sigue vigente la mayor mentira y montaje que los nazis elaboraron tan cuidadosamente, una verdadera cortina de humo consistente en una pasión irracional por objetos sagrados que esconde una razón mucho más poderosa. Pero, ¿adivinan qué?, para conocerla deberán leer mi libro.


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