Antes de nada, quisiera felicitar el año
nuevo 2020 a todo el que lea estas líneas. Este nuevo año vendrá marcado por un
hecho que lo enlaza directamente con todo el misticismo y simbolismo medieval
del siglo XII y XIII, en plena época de las Cruzadas, del Amor puro que un
caballero podía sentir por una dama a la que hacía razón única por la que
convertirse en mejor persona, en una Edad Media marcada por las leyendas del
Rey Arturo y sus caballeros de la Tabla Redonda. ¿Y por qué?, se cuestionará el
sorprendido lector. Pues porque este 2020 es el Año Jubilar del Santo Cáliz que
el Papa Francisco I ha concedido a la ciudad de Valencia, lugar en cuya
catedral se custodia precisamente el Grial. Se celebrará cada cinco años, así
que este 2020 es de suponer que se desarrollarán numerosas actividades
relacionadas con el objeto sagrado. De entrada, ya se ha hecho la turística “ruta
del Grial”, a través de Aragón y la Comunidad Valenciana.
Como ya desarrollé en mi primer libro, “Hitler
quiere el Grial”, el cáliz que se encuentra en la catedral de Valencia es el
único, de los dos cálices reconocidos por el Vaticano como auténticos, que
posee una mayor constancia histórica de su trayectoria y ha sido datado por expertos
como realizado en los años en que vivió Jesucristo.
La Calcedonia, conviene hacer un leve
inciso en este detalle, es una manera de llamar a todo el amplio abanico de
cuarzo criptocristalino de composición química SiO2, dióxido de
cuarzo. Esta familia de minerales ha gozado de gran popularidad desde la
antigüedad, en todas las grandes civilizaciones de Oriente Próximo (Mesopotamia
y Egipto, en la Biblia cuatro de las doce piedras que componían el pectoral del
sumo sacerdote del Arca de la Alianza son calcedonias), en la Grecia clásica,
en Roma (en calcedonia tallaban sus amuletos y camafeos protectores) e incluso
en Asia, tallándose en calcedonia las representaciones protectoras del budismo.
Esta en concreto, la calcedonia marrón –si bien actualmente hay acuerdo en
llamar “calcedonia” únicamente a las variedades entre blanco y gris, incluyendo
el verde (Crisoprasa), azul (calcedonia, ágata azul), el rojo (Cornalina, Jaspe)
y negro (Ónix)- es conocida como “ojo de tigre”, talismán de gran poder para la
protección de los viajeros, aportando optimismo y prosperidad, y contra el mal
de ojo (principalmente entre las culturas de la India). Curiosamente esta copa
realizada en Ojo de Tigre ha resultado ser una infatigable viajera, hasta
llegar a Valencia.
Izda, imagen del Santo
Cáliz de Valencia. Dcha, detalle del verdadero cáliz, la copa de calcedonia
superior.
Por si estos hechos no fueran
suficientes, para mí aún existe otro que pasa desapercibido para muchos y que
encuentro sumamente revelador. Si se observa en detalle la copa, se verá que
con los años (y siglos) se le fueron añadiendo nuevos elementos tales como
piedras semipreciosas, asas y otro cuenco ya que inicialmente el cáliz fue un
cuenco realizado en una sola pieza de calcedonia parda. Como digo, entre los
elementos añadidos hay algo para mí trascendental, frases arabescas. Este
detalle me lleva a pensar que este vaso fue tan sagrado que los propios árabes
en lugar de destruirlo también lo adoraron. Y es que debemos recordar que en el
Corán el propio Jesucristo es respetado como un profeta más. De ahí que para
los árabes también este objeto fuera reverenciado.
En mi libro “Hitler quiere el Grial” (2013)
-al que le guardo especial cariño por ser el primer trabajo que publiqué
gracias al apoyo de la editorial austríaca United PC y su respaldo a todos mis
trabajos, sin poner un solo impedimento sino todo lo contrario (algo por lo que
les estaré eternamente agradecida, publicando incluso mi trabajo sobre la
Armada Invencible desmontando todas las falacias vertidas por personajes cuyos
libros fueron publicados por instituciones españolas centradas en la Marina
española a las que ofrecí publicar mi obra, recibiendo un educado rechazo
alegando no tener fondos para publicarla pero sí en cambio la de otras obras
que seguían manteniendo falacias infundadas; olé por su granito de arena para
contribuir en el desprecio a nuestra historia desde nuestras propias
instituciones)-, recopilo toda la asombrosa historia y andanzas de esta sagrada
copa, desde que llegó a España (al entonces reino de Aragón), hasta que fue de
traslado en traslado, hasta terminar finalmente arribando en la ciudad de
Valencia, traído por el rey Alfonso el
Magnánimo. Será en 1916 cuando se lleve finalmente a la sala Capitular de
la Catedral.
Desde entonces, allí permanecerá,
expuesto con fuertes medidas de seguridad, siendo usado aún en la actualidad
para la misa. De hecho, el papa Juan Pablo II y Benedicto XVI, siendo Papa,
oficiaron la misa con él, en su visita a la ciudad.
Izda, cuadro del pintor
Juan de Juanes, realizado en 1560, donde representa la Última Cena oficiada por
Jesús con el cáliz de Valencia. Museo del Prado. Otro óleo con igual temática
se expone en la catedral de Valencia, con la santa copa en el centro de la
escena. Este detalle lo usé como portada de mi libro (dcha).
El tiempo pasa y llegamos a la
Segunda Guerra Mundial. Y entonces comienza, en mi opinión, a ponerse la
historia realmente fascinante.
Recordemos que nuestro país ha sido
siempre tachado por el resto de países, de modo ofensivo, como profundamente
católico. E inciden en este aspecto machaconamente, con la intención de
ridiculizarnos, sin darse cuenta de que en realidad están dejando en evidencia
su más absoluta incultura. Me explicaré. Nietzche dijo en una ocasión: “aquellos que eran vistos bailando, eran considerados
locos por quienes no podían escuchar la música” y resulta que los que nos
tachaban de profundamente católicos, asustadizos hasta el ridículo de las iras
de un despótico dios, únicamente proyectaban sus propios miedos y desconocían
todo el inmenso saber de la milenaria tradición matriarcal que subyace a la
mayoría de cultos marianos españoles, combinados con profundas tradiciones
milenarias de Dionisos, Mitra y otras deidades que nunca llegarán a comprender.
Pero además se añadió todo el inmenso conocimiento y folclore hebreo, junto con
otros llegados de Arabia, Damasco y otros países lejanos. Todos estos impresionantes
aportes multiculturales se fueron fusionando, al fuego de los hornillos
alquímicos de las primeras universidades y centros del saber de la oscura Edad
Media, donde la Península Ibérica fue un faro que desarrolló el conocimiento
europeo –recordemos que el autor de los relatos artúricos dejó escrito en su
introducción que se limitaba a copiar y ampliar las historias que obtuvo de un
judío de Toledo; recordemos también que el alquímico Isaac Newton dejará por
escrito cómo todos sus estudios astronómicos habrían sido imposibles sin las
tablas astronómicas recopiladas por el rey castellano Alfonso X el Sabio;
recordemos igualmente cómo todo los estudiosos que se precien, al abordar la
Alquimia y la Cábala admiten que España fue imprescindible para la germinación
y primeros pasos de ambas disciplinas-, generando unos elementos inigualables
en su género.
Así, en el Tesoro de la catedral de
Oviedo se encuentra un trozo de tela que corresponde al rostro y que encaja
perfectamente con los rasgos y manchas hallados en la parte de la cara del
Santo Sudario de Turín. Los archivos de la época hablan del traslado de esta
sagrada pieza a la villa de Oviedo, para evitar que cayera en manos de los
invasores sarracenos, firmando entre los testigos de la entrega, el mismísimo
Mío Cid.
El Grial de Valencia por su parte, fue
custodiado durante siglos por los propios templarios en el precioso monasterio
de San Juan de la Peña, puro simbolismo hecho piedra, y tan inexpugnable y
sacro que los monarcas aragoneses decidieron usar como panteón real. Como
vemos, el grial custodiado por caballeros templarios en un palacio en las
montañas nos remite al Montsalvat de las crónicas artúricas seguidas a pies
juntillas por los nazis. Yo me pregunto, en este marco, ¿sería el Rey Pescador
el mismísimo Alfonso I El Batallador, monarca que legó todo su reino a los
templarios y a los Hospitalarios, y que creo que fue el verdadero “creador” en
la sombra de la Orden del Temple posterior? (remito a mi obra “Jesús y otras
sombras templarias”; tomo II, donde muestro todas mis cartas y argumentos sobre
esta hipótesis).
El Santo Sudario de
Oviedo (izda), Real Monasterio de San Juan de la Peña (centro), La Mesa de
Salomón (dcha).
Pues bien, aún se añade un tercer
componente a esta trama, la fascinante Mesa de Salomón, una pieza que si
creemos las tradiciones hebreas tendría consignada en su superficie “el nombre
de Dios”, la esencia misma de la divinidad. Este objeto formaba parte del
tesoro del Templo de Jerusalén, pero cuando fue arrasado por el general
(entonces, antes de ser emperador) Tito fue llevado a Roma, la capital del
imperio, desfilando sus tropas con todos los objetos conquistados, como quedó
plasmado en el Arco de Tito, en el foro romano y que aún puede verse. Luego,
cuando los Godos arrasaron la capital, fue llevado primero a la Galia (Francia)
y finalmente a Toletum (Toledo, la capital del imperio Godo, en España). Pues
bien, son varios los autores que creen que en realidad la invasión islámica se
efectuó porque Musa deseaba hacerse con la Mesa de Salomón. De hecho, se
conservan escritos que nos cuentan esta precipitada carrera entre Musa (árabe) y
su lugarteniente Tariq (de origen hebreo) de llegar a Toledo cuanto antes, por
hacerse con el objeto, y cómo el mismísimo califa de Damasco exige a ambos que
le envíen el preciado objeto, desapareciendo en el camino, posiblemente por los
intrincados recovecos de Sierra Morena (remito a mi libro “Hitler quiere el
Grial” para encontrar toda esta persecución con mayor detalle).
Con todos elementos, no es de
extrañar que el mismo día que Adolf Hitler se reunía con Francisco Franco en la
frontera española, su mano derecha Heinrich Himmler llegara a España emperrado en
visitar el Monasterio de Montserrat, especialmente sus galerías subterráneas
cuyo acceso le fue negado por los monjes catalanes.
Heinrich Himmler en el
monasterio de Montserrat.
Son muchos, muchísimos, los autores
que defienden que los nazis creían que Montserrat fue la Montsalvat de los
relatos griálicos medievales y que por eso, los nazis buscaban el Santo Cáliz
allí. Sin embargo, las SS poseían un departamento especializado en los relatos
de determinados elementos sagrados y poderosos de diversas religiones, en el
que trabajaban académicos verdaderamente profesionales y entregados. De hecho,
en mi obra me centro en uno de ellos que destacó precisamente por
especializarse en el ciclo artúrico, y sus aventuras por la Francia cátara.
También en mi libro estudio el recorrido que Himmler efectuó por España y me
centro en un detalle que ha pasado desapercibido, y es vital para mí: Himmler
no cesó hasta llevarse del mismísimo Museo Arqueológico Nacional de Madrid unas
piezas recogidas por el buque Arapiles
(en el que también me detengo a analizar).
Con todos estos datos, termino
concluyendo cómo aún hoy sigue vigente la mayor mentira y montaje que los nazis
elaboraron tan cuidadosamente, una verdadera cortina de humo consistente en una
pasión irracional por objetos sagrados que esconde una razón mucho más
poderosa. Pero, ¿adivinan qué?, para conocerla deberán leer mi libro.
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